Ibarra: ¿Amarra o desbarra?

Según Rodríguez Ibarra "es un problema que ETA se autodisuelva, sin ser vencida (sic)".

Que Juan Carlos Rodríguez Ibarra era un personaje histriónico con deseos de portada permanente lo sabíamos; que era un “tonto útil para el PP” y un lastre para el PSOE fuera de Extremadura, lo sospechábamos; pero no imaginábamos que su nigromancia política le llevaría a desear insensatamente la permanencia de ETA hasta una lejana derrota en toda regla.

Byron decía que “el odio es, con mucho, el mayor de los placeres, porque amamos deprisa, pero aborrecemos despacio”. El presidente extremeño, supuestamente por alguna aversión que lo anima, ha rebasado el umbral de lo tolerable ética y democráticamente con sus últimas declaraciones en Mérida ante Europa Press: “El PSOE habría ‘mirado para otro lado’ si el PP hubiera hecho guerra sucia a ETA”. Primero vaticina que ETA decidirá un alto el fuego definitivo, lamentándolo porque ello potenciaría “Plan Ibarretxe y el triunfo del PNV” (sic). Para que no haya duda del despropósito político y moral (por no decir mental), remarca que “el PP tenía la responsabilidad histórica de haber terminado con ETA. Nosotros no, porque cuando quisimos (sic) nos metieron en la cárcel. Pero el PP hubiera podido terminar porque nosotros no hubiéramos metido en la cárcel a nadie. Incluso hubiéramos mirado para otro lado (sic)". Y concluye: "ETA va a terminar sola, no va a ser vencida, va a terminar sola y si termina sola tenemos un futuro complicado (sic)".

¿Qué pretende Ibarra con esto? Él supone que amarrar sus votos en Extremadura, pero patéticos y errados argumentos serían, prueba de que no puede presentar otros. Lo único que logra verdaderamente es desbarrar, demostrando manifiestamente que no repudia el inadmisible modo terrorista de ETA, sino los objetivos políticos del nacionalismo vasco democrático y pacífico.

Sr. Rodríguez Ibarra: si ETA desaparece ello será una gran alegría para toda la ciudadanía, vasca, extremeña o española, que podrán decidir libremente su futuro, sin coacciones violentas, ni explotación politiquera de la muerte y de la desolación. Bienvenida sea la “Propuesta de nuevo Estatuto Político para Euskadi” del Lehendakari Ibarretxe, o cualquier otra fórmula política, si consigue la terminación de ETA, porque después y con medios pacíficos no existirán problemas políticos irresolubles. Ojalá acierte usted, por una vez al menos, en su predicción de que ETA ofrecerá una tregua definitiva. Muchos siempre preferiremos una rápida autodisolución, aunque a otros les convenga una enconada guerra terrorista y antiterrorista por inconfesables intereses partidistas.

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