¡Que viene el robo!

Socorro! Nos asustan con alertas para confundirnos.

La mentalidad carpetovetónica esta fuertemente mediatizada por el cuento de Caperucita Roja y el Lobo Feroz, implantado en el inconsciente colectivo de una ciudadanía a la que, no en vano, se le ha dormido durante generaciones con aquella absurda canción de cuna: "Duérmete niño, duérmete ya, que viene el lobo y te comerá”,… Y la sociedad celtibérica sigue adormilada.

Sólo la despierta el poder político, que siempre es de los poderosos, con el miedo desatado por el grito de “¡Que viene el Lobo!”. El sempiterno pastorcito embustero y el mismo pueblo ingenuo, aletargado con deporte, telenovelas y programas del corazón, más una descarada propaganda a destajo en todos los medios controlados por los de siempre.

Se acercan las elecciones y hay que sacar despavoridos a los pueblerinos de sus casas para que voten, repitiendo la fábula de Esopo o de "Pedro y el Lobo". Tras los múltiples avisos en falso de ¡que viene el rojo!, hay que cambiar a ¡que viene el Bono!, ¡que viene el moro! o ¡que viene el roto! En realidad se trata de que viene el voto... y al ñoño PP, estando solo y fofo,… le pilla el toro.

¡Menos lobos! Según Thomas Hobbes en su celebérrima frase antedicha por Plauto, "homo hominis, lupus", sólo el hombre en un lobo para los otros hombres. Aprendamos de Félix Rodríguez de la Fuente: El peligro no es el lobo. El coco es que como noto poco el tono y el foco del nodo, todo loro y topo, de ese modo bobo, con la “moto” del coro loco y el foro soso hasta el moño, como un mono cojo el lodo del foso con poso de moco y moho. Y caigo al hoyo romo con dolo y sin gozo: al pozo de un dogo godo de tomo y lomo. ¡Coño!

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