Gente con clase

Las urbanizaciones playeras son verdaderas arcas de Noé; se encuentran en ellas toda clase de bípedos sin plumas.

La “clase” no significa pertenencia a una determinada “clase social”. De hecho, hay demasiada gente sin clase entre las clases alta y media, y mucha gente con clase en la clase baja. La “clase” se adquiere en clase, en la enseñanza obligatoria y común para todos. Lamentablemente y a pesar de haberse incrementado el número y las horas de clase, no parece que el porcentaje de “gente con clase” haya aumentado tanto como sería de desear.

La “clase” no necesita definirse: se reconoce y basta. Pero hay síntomas que apuntan incluso a distancia, sin hablar, sin conocer el idioma,… La gente “con clase(s)” lee prensa y literatura, debate, conversa y escucha, en grupo pequeño, en pareja, en familia, sabe estar sola,… Otra gente fuma, bebe alcohol, come demasiado, va tatuada, compra compulsivamente, ve la TV, habla de programas de la tele, pone la música alta y con altavoces, da voces, no respeta horarios, se aburre si no son multitud,…

Un posible indicador de la “clase” es la elección del tipo de placeres que elegimos, según llevan a destruirnos o a hacernos crecer. No elijamos ser de esa clase de gente que pasea el cuerpo en avión y el espíritu en carreta. El verano es un buen momento para viajar, leer, charlar, reposar, reflexionar, cultivarse, cambiar,…
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