La belleza es frágil y efímera; la dureza se corrompe

La belleza es frágil y efímera; la dureza se corrompe
Dicen que una imagen vale como cien... metáforas. Aquí quedan dos parábolas. Naturaleza y hierro, ánima y cuerpo, en ambas. La primera es una flor encerrada; la segunda, una puerta iluminada. Revelan que la vida vence a la piedra, que el espíritu a lo material avasalla. Puede que lo recio parezca menos perecedero, pero no pervive en el recuerdo. Lo tenue, lo etéreo marcan su signo indeleble... en el sutil viento sempiterno.

Una rosa, una mujer, una idea,... nunca son más bellas que cuando se advierte en ellas los indicios de su marchitar. La vida humana -o la falsa eternidad planetaria- mide su grandeza por la consciencia de cuán frágil se es, por cuán fugaz se siente y por cuán vana se sabe. Existen instantes breves, pero de memoria tenaz. Hay tardes y hay mañanas, de días que nunca acaban. Hay noches tan largas, que enlazan con el alba.

Que esta jornada no se vaya, silenciosa y sin alma. Hoy, ¡ah, ya fue ayer y por acá asoma la madrugada!, nos deja dos estampas y muchos sentimientos que se escapan. El reflejo del agua muestra el camino,... que la lluvia abre ante la puerta cerrada. Atrás queda el ansia pasada; delante,... la nada. Pero sobre la angustia sobrevuela un poema mísero, que ni rima ni acompasa, pero que alegra y alumbra una incipiente alborada. Sólo es un día más,... pero es otro día en la playa...
Reflejo de un día lluvioso

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