Hipótesis de la Interdependencia Lingüística de Jim Cummins

En tanto en cuanto la instrucción en una lengua minoritaria sea efectiva a la hora de promover la competencia en dicha lengua, la transferencia de esta competencia a la lengua mayoritaria se dará siempre que haya una exposición adecuada a la lengua mayoritaria (ya sea en la escuela o en el entorno) y se dé una motivación adecuada para aprender la lengua mayoritaria”.

Ésta es la famosa teoría conocida como la Hipótesis de la Interdependencia que postuló en 1979 Jim Cummins, una de las principales figuras en el estudio multilingüístico y en la enseñanza de lenguas minoritarias. 

Más concretamente, lo que este principio de Jim Cummins significa es que, por ejemplo, en un programa bilingüe euskera-castellano, la enseñanza en euskera que desarrolla las habilidades lectoescrituras en esa lengua (tanto para alumnos con el euskera como lengua materna o principal como para los de lengua segunda) no está simplemente desarrollando las destrezas en euskera, sino que también está desarrollando “una competencia lingüística y conceptual más profunda que está estrechamente relacionada con el desarrollo de la alfabetización en la lengua mayoritaria o castellano”.

Aunque los aspectos superficiales (por ejemplo, la pronunciación, fluidez, etc.) de las distintas lenguas están claramente separados, hay una competencia cognitivo-académica subyacente que es común a las lenguas. Cummins ha ilustrado este fenómeno con la metáfora lingüística del doble iceberg. “Vemos lo de la superficie, por ejemplo el acento, pero debajo hay una capacidad lingüística con una amplia gama de registros que podemos usar” en ambas lenguas. Y es que la teoría de la interdependencia cuando hablamos de multilingüismo indica que “las lenguas en el cerebro no están separadas, son interdependientes”. “Esto hace posible la transferencia de la competencia cognitivo-académica o la relacionada con la alfabetización de una lengua a otra”. De esta manera, en los programas de inmersión multicultural los niños desarrollan la misma destreza hacia la otra lengua “con tal de que sea efectivo el programa, esté bien estructurado y desarrollado”.

Jim Cummins desde su amplia experiencia investigadora y docente en este campo (en Toronto “más de la mitad de la gente proviene de antecedentes lingüísticos fuera del inglés”) defiende “enseñar en un contexto adecuado dos lenguas” en contraste a la instrucción tradicional de enseñar una segunda lengua “como una asignatura escolar, de manera abstracta, sin contexto adecuado”. Ha insistido en que existen mecanismos intelectuales y lingüísticos que capacitan a los niños a desarrollarse de manera bilingüe y trilingüe. “Tenemos capacidad, aptitudes en el conocimiento que nos permiten compartir el conocimiento entre lenguas”.

Este tipo de enseñanza aumenta la comprensión de los conceptos lingüísticos, “se transfieren de una lengua a otra los elementos conceptuales y las estrategias de aprendizaje”. Un niño que ha entendido en euskera el proceso de la fotosíntesis “no necesita entenderlo en español, el concepto ya está allí; sólo necesita adquirir los términos”. En cuanto a las especificidades de cada lengua que también se transfieren “no estamos explotando las similitudes entre las lenguas”. En relación al enorme número de palabras y unidades gramaticales que tienen “raíces comunes o similitudes, conexiones enormes y fundamentales” entre sí es importante y muy práctico ser conscientes de cómo funciona la lengua, “del funcionamiento interno”. “Hay que desarrollar una conciencia de comparar ambas lenguas en el aprendizaje” en contraposición con una separación rígida y completa” que no es buena para el conocimiento cognitivo, conceptual y lingüístico entre lenguas.

No obstante, es importante comprender “a qué no responde la hipótesis de la interdependencia”. Esta hipótesis no dice nada sobre si el aprendizaje de la lectura en un programa bilingüe debería iniciarse en la lengua materna o en otra segunda lengua. Se trata de “una decisión crítica con dimensiones afectivas enormes y de consecuencias importantes”. Supone una gran ventaja que los niños se vean como bilingües y bialfabetos pero “hay muchas más consideraciones a tomar en cuenta” para establecer los diferentes programas en cada contexto. “Siempre dependerá de la situación sociolingüística en concreto”.

Otra cuestión es la cantidad de tiempo que se debería dedicar a la enseñanza en cada lengua en los primeros cursos. “La hipótesis de la interdependencia no nos habla directamente; puede variar según muchos factores”. Se piensa que si se enseña menos en la lengua mayoritaria “probablemente no va a desarrollar el conocimiento en esa lengua adecuadamente”. No obstante, “no hay relación directa” entre el tiempo que se pasa en la escuela aprendiendo una lengua y el resultado del conocimiento adquirido.

Otra preocupación constante la ha representado el miedo a que la enseñanza de alguna materia “en la lengua más débil” no lleve al conocimiento adecuado de la misma. “Si el niño no domina adecuadamente el inglés y le enseñamos matemáticas en inglés no va a entender bien las mates”. Por otro lado, la UNESCO durante años viene argumentando el axioma de que los niños han de aprender a leer en la lengua materna. Todas estas cuestiones son “de sentido común, pero no encajan con los datos de la investigación”.

La hipótesis indica que “hay ciertas ventajas potenciales en estos programas”. “Debemos garantizar que la transferencia entre lenguas se realiza realmente y de manera eficaz”.Es una cuestión común, en muchos lugares del mundo hay un grado determinado de bilingüismo, multilingüismo y multiculturalismo”. “¿Cómo podemos los educadores y políticos organizar el sistema educativo para obtener los mejores resultados posibles para los alumnos individualmente y para la sociedad en su conjunto?”

Ante esta cuestión la hipótesis de la interdependencia representa “un constructo explicativo estable” que puede ser utilizado como una poderosa herramienta en la planificación educativa de las lenguas. “La instrucción bilingüe o trilingüe (que supone menos tiempo dedicado a la lengua  mayoritaria que en la enseñanza monolingüe) no comporta efectos negativos” en el desarrollo de las capacidades académicas de cada una de las lenguas impartidas. No obstante, “los resultados podrían ser mucho mejor”. “No hemos desarrollado cómo mejorar esa transferencia”.


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