Uniformes malditos

El uniforme no exculpa a quienes dejan de actuar como seres humanos.

Las guerras, todas ellas, son escenarios de muerte y barbarie. Los civilizados seres humanos parecen transformarse al vestir un capote militar, no importa cuál. Un civil, uniformado a su pesar, pasa a ser una víctima propiciatoria, que no puede lamentar ni su propia muerte al ser un amortajado andante. Peor aún, algunos soldados entienden que el anonimato escondido tras una guerrera con bandera incorporada exime del respeto escrupuloso a los derechos humanos ajenos.

Uniformes marciales: ataúdes livianos para reclutas de alistamiento forzoso o excusa para el asesinato impune. O la muerte legitimada, “un soldado es un esclavo con uniforme”, que François Mauriac describió: “Su uniforme era demasiado grande para él. Su pelo cortado raso suprimía toda la personalidad de su rostro. Ya estaba preparado para la muerte. Era igual a los otros, indistinto, ya anónimo, ya desaparecido”. Eso, o la escandalosa y reiterada noticia de los abusos militares, comprobando que todavía el uniforme vencedor es licencia para violentas aberraciones, como dijo George Lansdowne, “Con uniforme, los cobardes pasan por guerreros”.

Si los ejércitos pretenden imponer la democracia por la fuerza de las armas, no serán adalides de las libertades, sino que seguirán deshonrándose a sí mismos, y a las sociedades -supuestamente avanzadas- que los patrocinan. Abominemos de las mismas torturas y las mismas vejaciones a los enemigos que se siguen practicando en el siglo XXI, como a lo largo de la Historia. Casacas de colores distintos siguen arrebatando los derechos a los vencidos y otorgando a los vencedores inhumanos poderes: ¡Qué ignominia!

Europeos crecidos

La familia europea aumenta, pero la hermandad humana sigue siendo una asignatura pendiente.

Hoy somos todos un poco más europeos, quizá un poco más universales, tal vez un poco más humanos. Las raíces de cada uno seguirán siendo las mismas, pero hoy en el viejo continente todos caminamos más ligeros, aupados por una brisa multilingüe que viene del Oeste a sones del “Himno a la Alegría” de Beethoven.

La dimensión oriental de Europa siempre estuvo con nosotros: Todos fuimos un poco checos con Franz Kafka, sentimos el alma aplastada de Polonia con Marie Curie (nacida Sklodowska) y Günter Grass nos enseñó qué significaba nacer a orillas del Báltico, en lo que entonces era la ciudad libre de Danzig. Pero desde ahora nuevos destinos europeos estarán más vinculados con los nuestros, incluso adminis­trativa­mente, en esta nueva Europa de 25 Estados.

“Ya somos 455 millones” de europeos, desde el 1 de mayo de 2004. Nos une algo más que la geografía física, la historia sufrida, incluso más que la cultura y los valores compartidos: nos une el sentimiento de que convivir en paz, libertad, solidaridad y fraternidad es posible. En definitiva, la pertenencia a esa especie superior, la raza humana, que todavía permanece explotada, sometida y esclavizada en muchos rincones del planeta. Nunca olvidemos que Europa, que seguirá ampliándose, jamás llegará a ser feliz en un mundo injusto y en guerra. Hasta que todos los seres humanos no dispongan de un presente y un futuro con todos sus derechos reconocidos y con todas sus oportunidades abiertas, nadie será identitariamente europeo, nadie será verdaderamente libre, nadie será enteramente dichoso.

Entrevistas laborales

Trucos para medir inteligencia, humanidad o ética

Todos hemos padecido los insufribles cuestionarios propios de las entrevistas de trabajo. Sugerimos algunas recomendaciones para acudir con la máxima confianza a ese trance y demostrar todas nuestras cualidades. Habitualmente los examinadores, y lo digo por experiencia propia, tratan de medir -en una prueba necesariamente rápida- capacidades difíciles de escudriñar, pero crecientemente valoradas como integridad, iniciativa, perspicacia y cordialidad. Un esquema básico y simplificado de estos exámenes los reduce a tres áreas. Obviamente, la fórmula descrita seguidamente de los acertijos es una simple caricatura de los verdaderos tests psicométricos, pero el esquema quizá resulte valioso.

Escala ética. Se suele plantear mediante un dilema moral como el siguiente. Conduces un coche biplaza en una desapacible noche de tormenta. Pasas de madrugada ante una parada de autobús donde se encuentran tres personas que te avisan de una emergencia: Son una anciana parece un infarto, un viejo amigo que te salvó la vida corre peligro de pulmonía, y la mujer de tus sueños, que llevas toda la vida esperando. ¿Qué haces si sólo cabe un pasajero? Una aceptable respuesta, pero no la única, sería dejar el coche a tu amigo para que acudiese al hospital con la anciana, mientras te quedas protegiendo a tu chica perfecta. Moraleja: Aprendamos a pensar creativamente, para superar las aparentes limitaciones.

Escala intelectual. El problema tipo puede ser similar a éste. Debes tomar cada día dos pastillas diferentes, indistinguibles en apariencia o sabor, que vienen en frascos distintos. Sería mortal no tomar la dosis o aumentarla, y estás navegando en solitario con la medicina contada. Una noche cuando crees haber retirado sólo una gragea de cada envase, te encuentras con tres sobre la mesa. Es tu hora y debes tomar urgentemente tus pastillas, aprovechando las que has sacado. Si capaces de sumergirnos mentalmente en tan hipotética situación, pronto descubriremos que contando las píldoras que quedan en los frascos sabremos si allí tenemos 2 del primer o segundo estuche. Luego bastará partir las 3 pastillas por la mitad más una píldora sobrante del frasco correspondiente, y tomar ese día (y al siguiente) las mitades apartadas.

Escala de humanidad. Todas las entrevistas cuentan, aparte de las correspondientes artimañas para detectar mentiras, con algún pequeño ardid para descubrir la sociabilidad y amabilidad, aptitudes cada día más apreciadas para trabajar en equipo. Un ejemplo suele ser preguntar en el ejercicio escrito el nombre de la secretaria de recepción, que contaba con una placa de identificación perfectamente legible para quien observa esos detalles. Una respuesta acertada demuestra que el solicitante reconoce como esenciales a todas las funciones laborales y que considera personas importantes a todos sus compañeros de trabajo.

Habrá muchas más interrogantes, como describir el peor problema enfrentado, ejemplos de decisiones o errores adoptados en nuestra vida, último libro y película, por qué elegimos ese puesto y esa empresa, nuestra mayor virtud y debilidad, metas personales alcanzadas y pendientes, dónde y cómo nos imaginamos dentro de 5 años, objetivos a largo plazo o cuándo es apropiado decir una mentira. La mejor respuesta es que casi nunca. Recordemos siempre que debemos mostrarnos tal como somos, así que procuremos llegar a esa cita con una biografía que pruebe que hemos acumulado el máximo capital de bondad, cordura y altruismo.