Mostrando las entradas para la consulta el invierno ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas
Mostrando las entradas para la consulta el invierno ordenadas por fecha. Ordenar por relevancia Mostrar todas las entradas

La primavera vasca

En euskera se dice “Bazen garaia!”, que significa “¡Ya era hora!”.

Ha habido otras famosas primaveras, como las históricas Primavera de Praga y Primavera de Pekín, o la escolar Primavera de Europa, una plataforma pedagógica que facilita al alumnado y al profesorado una visión conjunta de la Unión Europea. Finalmente, parece que también a Euskal Herria, Euskadi o Vasconia le ha llegado su anhelada primavera de renacimiento, después de largas décadas de tragedia, sufrimiento y pesimismo.

Al igual que la primavera meteorológica, que se explica por complejos y multifactoriales conceptos científicos entre los que se incluye la inercia que prorroga el invierno durante tres meses tras el día más corto del año, la primavera sociopolítica estaba anunciada… aunque se ha hecho esperar. Las razones para su venida podrían explicarse en clave poética con aquel verso de Pablo Neruda: "Podrán cortar todas las flores, pero no podrán detener la primavera”.

Aunque Antonio Machado glosó que "la primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido", la primavera política vasca era un pronóstico esperado y esperanzador, aportado por el hartazgo de una ciudadanía sacrificada que se ha movilizado en un contexto planetario donde nuestra situación límite era una excepción en la Europa del siglo XXI, tras el 11-S, el 11-M, el cese del IRA,…

Ahora corresponde a la clase política acreditar una altura de miras semejante al valor que ha atestiguado la sociedad. El electorado seguirá atentamente a los partidos políticos, e incluso dentro de ellos, a aquellos dirigentes que faciliten y propicien una solución de reconciliación y de paz duradera. Por el contrario, quienes interfieran, obstaculicen o busquen réditos electorales a corto plazo ralentizando este proceso irreversible de normalización serán despreciados. Ello incluye a medios de comunicación, agentes sociales, o cualquier instancia pública que no sintonice con el deseo y la esperanza del pueblo.

Ahora que se ha abierto una primavera de enorme expectativa de convivencia, hemos de dedicar todo nuestro recuerdo, respeto y reconocimiento a todas las numerosas víctimas de la violencia de este conflicto, para mirar hacia adelante buscando un futuro prometedor donde ya no quepa el odio. Pasa a segundo plano el reparto del panorama política: Si conseguimos la paz, cualquier redistribución partidista proporcionará más o menos gobernabilidad, pero será infinitamente mejor que la aberración ética y política de la violencia anterior.

Que no se precipiten los políticos, y menos para obtener ventaja en sus intereses partidistas. Hará falta un tiempo de esperanza para que actúe como lenitivo entre la ciudadanía después de tanta desolación. Un tiempo donde todos habremos de desarmar el lenguaje, dejando que afloren nuestras aspiraciones humanas más naturales de aproximación, diálogo, tolerancia y perdón. ¡Ha llegado la primavera vasca para construir una convivencia desde la pluralidad, democrática y pacíficamente!

Mikel Agirregabiria Agirre. Getxo
http://www.getxoweb.com/mikel

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2006/primavera.htm

Espíritu navideño

El cambio de año es un momento oportuno para reflexionar sobre la vida, sobre su principio y su final, y sobre qué hacer ahora.

Una parábola, de autor desconocido, narra los sueños de tres arbolitos en la cumbre de una montaña. El primero esperaba convertirse en un cofre de tesoros; el segundo confiaba en transformarse en un gran navío; el tercero anhelaba para ser admirado como el árbol más grandioso de todos los tiempos. Pero pocos años después, aún sin crecer demasiado, sus esperanzas se trucaron. Fueron talados y vendidos. El primero acabó en un establo como cajón de paja; el segundo fue convertido en una barquichuela de pesca; el tercero sólo sirvió para hacer dos tablones olvidados. Aquellas humildes maderas lamentaron su anónimo destino.

Un frío día de invierno aquel tosco pesebre sirvió de cuna para un niño visitado por reyes y ángeles. Años más tarde, aquella frágil embarcación parecía hundirse bajo una gran tormenta. Uno de los pescadores ordenó remansarse a las olas y se presenció el milagro de la calma en medio de la tempestad. Un viernes, poco tiempo después, aquellos pobres maderos –clavados como vil medio de tortura-, se convirtieron en cruz, el símbolo más universal de la humanidad. Esta historia, protagonizada por Jesucristo, sucedió en el portal de Belén, en el lago de Genesaret y en Jerusalén. Ocurrió hace dos siglos, pero sigue siendo un referente para creyentes e incrédulos.

En navidad solemos analizar hacia dónde va nuestra vida. Comprendemos que nacimos y que moriremos, que ha pasado vertiginosamente un año más. Nos preguntamos qué fue de nuestros planes de infancia y juventud. Seguramente muchos empeños han quedado arrinconados, enterrados por los acontecimientos que nos desbordan. En medio de nuestra existencia, sentimos el ajetreo que nos zarandea como a la barca de Pedro. Necesitamos un reposo navideño para descubrir la trascendencia de nuestro destino, que nos parece tan anodino en ocasiones.

El nuevo año es una oportunidad inmejorable. Los tres árboles alcanzaron lo que pidieron, sólo que no en la forma en que lo imaginaron. Nosotros también podemos obtener lo que ansiamos, aunque quizá sea de modo diferente al que lo suponemos. La vida tiene sentido: Su significado profundo está bien descrito por el “espíritu navideño”. Paz, amor, buena voluntad entre las gentes y entre los pueblos. No es una utopía, es posible,… sólo hay que creérselo y aplicarlo. ¿Por qué no lo intentamos todos en 2006?

Mikel Agirregabiria Agirre. Getxo
http://mikel.agirregabiria.net

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/remanso.htm

La vida es una playa

©Mikel AgirregabiriaTras 11 meses de trabajo, llega el verano. Demasiado tiempo esperando para pasar un rato, al fin, reflexionando.

Durante todo el año no queda tiempo sino para anhelar las vacaciones. Cada ajetreada jornada de otoño, invierno y primavera nos animamos con la consabida frase: “Ya vendrá el verano”. Incluso la primera semana vacacional se malgasta en organizarnos, viajar, limpiar, comprar y arreglar “lo de Internet”. Aún persiste la pesadilla nocturna sobre lo que nos espera a la vuelta.

Al final amanece esa gloriosa mañana en la que pisamos la playa idealizada, con la que largamente nos hemos inspirado. Un primer baño impaciente, y después se impone un momento de meditación en la orilla donde blandamente se recuestan las olas del majestuoso y filosófico océano. ¿Para qué tanto esfuerzo si el balance anual de resultados vitales sigue siendo escaso?

Entonces lo entendemos todo: Viendo a esos incansables niños jugar con sus cubos intentando llenar un pozo con agua que, inmediatamente, se filtra y retorna al mar. Es un espectáculo mágico, simple, cargado de trascendencia. Representa fantásticamente la futilidad aparente de la vida, pero al mismo tiempo la inmarcesible grandeza humana de emular al constructor del universo.

El arquitecto que todos llevamos dentro es el rasgo paradigmático de la identidad humana. Somos creadores por naturaleza. La obra de cada persona, desde la infancia, aspira a la eternidad. Un tosco castillo de arena erigido por una criatura, al igual que la más exquisita catedral medieval, es un autorretrato magistral de toda la humanidad. Cada uno de nosotros aportamos sólo un granito de arena, minúsculo pero imprescindible. La catarsis estival ha comenzado su efecto espiritual,...

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/playa.htm

Lo malo del verano

©Mikel AgirregabiriaNo en vano, antaño y hogaño, el vacacional alto del verano es el intervalo aventajado del año; mas queda un extraño reparo.

Tras el trabajo ya viene el descanso. Del chubasco norteño al soleado sur, del asfalto a la arena, del atlántico océano al mar mediterráneo. La marcha triunfal recreamos. ¡Ya llega el verano, ya se oyen los claros clarines! La escapada se anuncia con vivo reflejo; ¡ya viene, oro y hierro, el cortejo de los malandrines! Ya pasamos debajo los arcos vulgares del apagón inesperado, el móvil urbano sin cobertura y lo peor, un Internet depauperado.

Los soles rojos del verano asoman mansos si guardamos un cambiado horario. Al mediodía nos encerramos a la sombra del nido refrigerado. ¿Sesteamos o navegamos? Domicilio de invierno, hogar de verano: Queridos ambos con un raro desaguisado: ¡Aquí estamos incomunicados! ¡Añorado cable-módem con sus desbocados gigas triplicados, ahora achicado a un goteo caro de bitios avergonzados!

¡Altercado asegurado de teléfono precario, sin mantenimiento raudo, caudal falto, e-mails ralos e Internet escaso! ¿Para cuándo el necesario fin del oligopolio obligatorio? Ansiamos ser usuarios liberados, gasto facturado por mes sin compromiso forzado de todo un año, cuota sin escándalo o acceso inalámbrico.

“¡Agua para todos!”, exigen valencianos y murcianos. “¿Sólo Internet para unos cuantos? Tampoco”, concordamos vascos y foráneos. Hartos de ser tratados como esclavos, del abandono interesado y de tanto retraso tecnológico acumulado, enviamos este comunicado por correo ordinario.

Desde Pilar de la Horadada (Alicante)

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/verano.htm

Soledad y compañía

©Mikel AgirregabiriaElogio de la soledad y de la sociedad, dos precisos requisitos para formar el talento y el talante.

Siento, en el abarrotado Metro, que nos apretamos cientos de soledades. Soledad y compañía. Noche y día. Sol y luna. Todo y nada al mismo tiempo. La vida es una compleja red donde se entrecruzan soledad y compañía. Nacemos y morimos solos. Pero sólo crecemos y decaemos de la mano de los otros; ellos nos dan perspectiva y sentido a nuestra biografía... Nadie existe que esté en completa soledad; todo lo que existe, necesita de otros para ser.

Soledades y compañías. Palabras que hablan por sí mismas; con derroche de fantasía. ¿Quién no las familiariza? Las vivimos distintas en cada etapa de la vida, muchas veces como espinas y otras tantas como alegrías. Emociones confusas y obsesivas, queridas y repelidas, finalmente admitidas por una providencia supuestamente establecida,… Pasiones fecundas y necesarias, porque según Goethe: “El talento en soledad se cultiva, mientras que el carácter sólo se forma en la sociedad intempestiva”.

Soledad: No nos enseña a estar solos, sino a ser únicos. La soledad es el precio de la libertad. La soledad es ese otro yo,… Refugio y aislamiento, sosiego y desasosiego, la soledad traza las fronteras en el plano de nuestra afectividad hermética y compartida. Sólo los egoístas odian la soledad. La soledad es el patrimonio de las almas extraordinarias. Sólo en soledad se siente la sed de verdad. Rilke señaló: “El águila vuela sola; el cuervo, en bandadas. El necio tiene necesidad de compañía, y el sabio, de soledad”.

Pero, ¡cuidado con la soledad! Antonio Machado alertaba: “En mi soledad / he visto cosas muy claras,/ que no son verdad”. Todo elemento de fuerza intelectual se pierde si permanece en la infecunda soledad. Además, para huir de la melancolía no hay como la compañía, porque tristes podemos estar solos; pero para estar alegres, necesitamos compañía.

Compañía: Todo puede adquirirse en la soledad, excepto el carácter. Hacer compañía consiste en añadir algo a las vidas de los demás, y con ella descubrimos que nuestras vidas adquieren la transcendencia requerida. La persona cabal es aquella que, en medio de la multitud, mantiene con perfecto rigor y cortesía la independencia de su identidad, en soledad construida.

Sin embargo, ¡atención con la compañía! Suele decirse que quien necesita compañía, elegirá a veces malas compañías. También pronto descubrimos que no hay peor soledad que la de algunas compañías. El punto medio entre introversión y extraversión es el preferible, justamente el que nos permite encontrar el amor.

Amor: Ése rumor de soledad y compañía mutua. El amor consiste en dos soledades que se protegen, que se limitan y que se hacen mutuamente felices. Stendhal sugirió: “La soledad es necesaria para gozar de nuestro propio corazón y para amar; pero para triunfar en la vida es preciso dar algo de nuestra vida al mayor número posible de gentes”.

La realidad humana está tejida a un tiempo de soledad y compañía. Circunstancias que vivimos día a día, que buscamos en ocasiones y de las que huimos otras veces. El dolor reclama soledad; la alegría, compañía. Nunca como en las situaciones de duelo (que abundan en la vida), ha de ser exquisita la justa ponderación entre soledad y compañía, para acompañar en el dolor pero respetándolo.

Necesitamos tanto la compañía como la soledad. Nos son precisas como el verano y el invierno, el día y la noche, el ejercicio y el descanso. De la soledad nace el coraje y de la unión nace la fuerza. Por ello, la vida es esa gozosa sensación promiscua de equilibrio entre soledad y sociedad, esa maravilla de cordura y ternura unidas.

Versión final en: http://www.geocities.com/agirregabiria2005/soledad.htm

Veranos de antaño

Estas fotos corresponden a la fiesta de la trashumancia de Brieva de Cameros. Consentida su publicación por su autor: Pablo Fontecha Olave, Asociación Cultural Brita, Brieva de Cameros, La Rioja.Antes, en verano, veíamos la trashumancia de las ovejas; ahora, los corderos asisten al trasiego masivo de los humanos.

Todos los veranos de mi infancia los he pasado en Ubidea, un pequeño pueblo vizcaíno en la frontera con Zigoitia (Álava), de donde procedía mi abuela paterna. Allí, mis bisabuelos mantuvieron un gran rebaño ovino, siendo mi tío-abuelo Esteban Etxebarria, uno de los últimos pastores del Gorbea. No llegué a conocerle. Su rebaño desapareció en la guerra civil, requisado sucesivamente por los dos bandos que libraron la “Batalla de Villarreal” en las inmediaciones.

Hasta los años ’60, recuerdo que -cuando llegábamos para las fiestas de San Juan- junto al río cercaban a los rebaños para esquilarles su lana diestramente con unas grandes tijeras. Con la leche de oveja se preparaba, sólo en estas fechas, una inolvidable cuajada deliciosa que llamábamos “putxa”, en el dialecto bizkaiera del euskera.

De pequeño me sorprendía sobremanera aquel desplazamiento del ganado desde los pastos de invierno a los del estío, y especialmente la voz que lo definía: "trashumar". Me traía resonancias de “traspasar el humo” (como cuando saltábamos sobre la hoguera de San Juan). Luego descubrí que el verbo, procedente del latín, sólo significaba “cambio de tierra”, trans (de otra parte) y humus (tierra).

Los veranos actuales también comportan otra forma de trashumancia: la “translación de humanos”. En julio nuestros jóvenes circulan de fiesta en fiesta, de localidad en localidad, e incluso de continente en continente por aquello de aprender idiomas. Después, en agosto, las familias enteras recorren miles de kilómetros para buscar nuevas tierras. Viajes de ida y vuelta, como antes las ovejas.

Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2005/veranos.htm

New Olentzero: Cuento navideño

Nuestros hijos siempre supieron la triple historia de los Reyes Magos, Papá Noel y Olentzero.

En el País Vasco conviven tres tradiciones con personajes navideños que dan regalos a los niños. El protagonismo de cada leyenda es variable según la familia, pero toda la infancia vasca sabe que “existieron” y cuáles fueron sus orígenes. Cuando nuestros hijos fueron pequeños, y de esto hace ya unos lustros, aprendieron que la nochebuena del 24 de diciembre celebrábamos el Olentzero, la nochevieja del 31 de diciembre Santa Claus, y los Reyes Magos la mañana del día 6 de enero. Si deseaban un regalo en cada ocasión, debían escribirles en sus “idiomas propios”, respectivamente en euskera, inglés y castellano.

Olentzero, la figura menos conocida fuera de Euskadi, es un personaje precristiano de la mitología vasca como Basajaun, las sorginas o brujas, las lamias o hadas, los mairus, los iratxos, Gaueko, Tartalo, los galtzagorris, Herensuge o el dragón primigenio, los jentiles,... Es un particular Santa Claus en forma de ingenioso y bonachón carbonero, de los que hacían carbón de madera en el bosque durante todo el año, con una descomunal afición gastronómica. Vestido con una boina y un saco, el grueso Olentzero fuma en pipa y canta su canción predilecta (Horra, horra, gure Olentzero). Habiéndose enterado del nacimiento de Jesucristo, bajó desde el monte al pueblo cargado de regalos para comunicar la buena noticia. En realidad, Olentzero es una reminiscencia de la celebración del solsticio de invierno, que la Iglesia Católica renombró como fiesta de la Natividad.

Los más pequeños tratan de conjugar los tres relatos, antes de descubrir cómo sus padres ayudan a estos seres mágicos para que puedan distribuir tantos regalos en una sola noche. Quizá por eso han instituido los tres días de reparto. He aquí una versión reciente, del siglo XXI, para resaltar nuevas claves contemporáneas de la triple fábula festiva de inicio del año.

“Acabadas las fiestas navideñas, a la salida del pueblo coincidieron las tres comitivas. La más lujosa, la de los Reyes Magos, patrocinada por los grandes almacenes que traía camellos y pajes. Santa Claus disponía de un trineo tirado por renos, con menos apoyos comerciales. Olentzero, acompañado en su carro de bueyes por algunos “laguntzaile” (ayudantes), también parecía cansado de trabajar, pero feliz por haber repartido todos los regalos.

Melchor comentó que este año los niños se habían portado bien y estudiado bastante, aunque aún podían mejorar. Santa dijo que los manjares que le habían puesto en las casas estaban deliciosos. Olentzero señaló que prefería que no le pusieran tanto licor para beber junto al árbol, porque prefería refrescos sin alcohol para trabajar y conducir.

Los Reyes Magos, ya de edad avanzada, explicaron que sería deseable que las familias se fuesen antes a la cama para aumentar las horas de reparto, y que si los niños se quedaban hasta tan tarde viendo la televisión, algunos se encontrarían sin regalos. Papá Noel, que se había puesto a dieta y se lo recomendó a Olentzero, indicó que gracias a Internet recibía más cartas y mejoraba la preparación de los regalos. Gaspar estaba contento porque cada año le pedían más libros para leer,… y en varias lenguas, apuntaron al unísono Olentzero y Santa Claus.

Baltasar recordó lo bien que se llevaban todos ellos entre sí, a pesar de ser blancos, negros o árabes, y de venir de las montañas vascas, de Oriente o del Polo Norte. Por último, todos decretaron que -para recordar la fiesta del Niño Jesús- sería necesario que los niños ricos compartiesen sus juguetes con los más pobres de su ciudad o de países lejanos. Una de las ayudantes, que oía la conversación, pensó que también debería haber personajes femeninos en el reparto de regalos, pero que la Historia se escribe muy despacio”.

Mi pantalón de la suerte

La historia verídica de una prenda que fue el talismán para estudiar una difícil carrera.

Aunque no soy supersticioso, he de reconocer que debo mi licenciatura a una prenda de vestir. En casa nunca nos faltó nada hasta la muerte prematura de nuestra madre. Luego la dura ausencia del cariño maternal, se compensó con los cuidados de nuestro padre y de una tía abuela. El dinero no sobraba, y entre mis agridulces recuerdos infantiles siempre destacarán unas indestructibles botas negras que calcé durante años, en invierno y en verano, y un abrigo azul demasiado grande, heredado de algún pariente y que siempre aborrecí con vehemencia.

Al llegar a la universidad con ayuda de las becas, debimos hacernos responsables de nuestro propio vestuario con pequeños trabajos de clases particulares. Recuerdo que durante casi los tres primeros años de carrera contaba únicamente con unos pantalones de color beige, que mensualmente lavaba, planchaba y secaba en domingo. Aquellos pantalones repetidos día a día me avergonzaban, y en mi aula prefería no pasearme, y menos aún salir hasta la cafetería universitaria que nunca visité.

Para que no se viesen mis viejos pantalones, me quedaba a repasar los apuntes entre clase y clase. Llegaba pronto, me sentaba en mi sitio y nunca me levantaba hasta concluir todo el horario. Descubrí que así era muy fácil superar las asignaturas, con aquella labor constante e inmediata. Bastó aquel hábito de ordenar y revisar los apuntes en los tiempos muertos para concluir con el mejor expediente de la promoción la licenciatura en física teórica, sin apenas estudiar fuera de la facultad. En casa me dedicaba a leer incansablemente novelas prestadas por la Biblioteca Municipal de Bidebarrieta, y mi única mesa de trabajo fue una liviana tabla de madera colocada entre los brazos de una anticuada e incómoda silla.

Nuestros hijos y muchos de los jóvenes de hoy disponen de amplios cuartos individuales, docenas de ropajes, libros y ordenadores por doquier. Pero me queda la duda de si hemos sabido transmitirles debidamente aquel afán por la lectura, aquella convicción presentida de que el único camino de progreso y felicidad es el trabajo y el estudio a lo largo de la vida. ¿Dónde pueden encontrarse pantalones como aquéllos, que no sientan bien, que te sientan al banco del esfuerzo, pero que te catapultan hacia el apasionante descubrimiento del sentido de una vida responsable, comprometida y dedicada a la vocación y a la cultura?

Atrapados en el tiempo

¿Por qué nos ha correspondido nacer en esta época?

La prensa internacional nos ha anunciado el día 2 de febrero que la marmota Phil ha salido de su guarida y eso significa que quedan seis semanas de invierno. Se supone que la predicción es válida para el pueblo de Punxsutawney (en Pensilvania, EE.UU.), pero la era Internet propaga el evento incluso hasta el hemisferio sur donde está agotándose el verano. La fiesta del “Día de la Marmota” celebrada anualmente, fue popularizada en una original película titulada “Atrapado en el tiempo”.

Los protagonistas, encarnados por Bill Murray y Andie MacDowell, son un periodista gruñón y una encantadora productora encargados de la información meteorológica de una emisora de televisión, quienes son enviados a transmitir esta fiesta folklórica. El cazafantasmas Murray, en su mejor actuación en esta comedia de navidad, revive el mismo día cada vez que se despierta, habiendo quedado inexplicablemente atrapado en el tiempo. Aprende mucho de las personas pudiendo corregir sus errores, al volver a vivir las mismas situaciones día tras día.

Esta sensación de “bucle temporal”, de “déjà vu” (ya visto o vivido), de levantarse tras sonar el despertador y observar por la misma ventana el mismo paisaje es algo que todos hemos percibido, la reiteración rutinaria del mismo día que se repite una y otra vez. En la vida real, ciertamente existen factores que cambian y nuestro esfuerzo permite mejorar el entorno humano y físico que nos rodea.

Pero también presentimos que estamos en un círculo vicioso de difícil salida. Oímos la radio o leemos la prensa y comprobamos cada jornada que continúan las guerras, los conflictos, los enfrentamientos, las políticas basadas en la fuerza y que el planeta prospera muy lentamente en libertad, en igualdad y en solidaridad. Es verdad que puestos a quedar atrapados en una época, en un siglo, lo menos malo es haber nacido lo más tardíamente posible. Quizá es esperanzador que la humanidad ha venido progresando, entendiendo, extendiendo y reconociendo los derechos de las personas y de los pueblos. Lo desesperante es la lentitud de este proceso, así como la contumacia de la maldad o, acaso, sólo necedad de quienes se oponen a este progreso.

Al igual que Murray, únicamente la comprobación de que el odio no conduce a ningún tipo de felicidad y la aceptación sin resentimiento de los errores, ajenos y propios, nos dará la clave altruista para superar la depresión por la inercia de la injusticia: la solución vendrá por una revalorización del perdón, de la tolerancia, del esfuerzo y de la generosidad. Ojalá que pronto el espectáculo retransmitido urbi et orbi (que significa literalmente “para la ciudad y para el mundo”) sea la salida anual de una paloma de la paz desde un pequeño pueblo, que podría ser Gernika, significando que en las próximas décadas todo el universo disfrutará de Paz. Vídeo

Absurda hora central europea en husos horarios tan distantes

El pasado domingo 26 de octubre de 2003 concluyó el horario de verano válido durante 7 meses y debimos retrasar los relojes una hora. Los más remisos dejamos la tarea para el domingo último del próximo mes de marzo, con lo que nos ahorramos dos ajustes a cambio de 5 meses sin la hora oficial. También es una forma íntima de protesta contra la normativa vigente por la que sufrimos un retrasado y ridículo horario, sin que la ciudadanía parezca conocer siquiera sus múltiples efectos negativos. Maticemos que nuestra protesta no es por el cambio de hora en verano, sino por la falsa hora que utilizamos siempre, no ajustada a nuestra posición geográfica.

Aceptable “sistema de cambio horario de verano”, a pesar de esos extraños días con 25 o 23 horas que desreglan los biorritmos del reloj corporal, por sus innegables ventajas económicas y por su implantación casi universal en el planeta. El considerable ahorro energético en la Unión Europea, de estimación variable según las fuentes, demuestra que el aprovechamiento solar se optimiza globalmente, si bien se discute si el ahorro es industrial beneficiando a las grandes empresas y el coste generado doméstico pagado por cada hogar, o por cada contribuyente que trabaja con sol pero debe retirarse a casa antes para pagar allí la luz eléctrica. En todo caso, con una visión macroeconómica, consideramos válidos este cambio horario de verano e invierno, que fue insinuado por primera vez en el siglo XVIII, a fin de aprovechar la iluminación natural y consumir menos velas. Durante la Primera Guerra Mundial (1914-1918) fue cuando los países en conflicto recurrieron por primera vez al Horario denominado originalmente “horario de guerra”. En España se estableció el horario de verano por primera vez en 1918, con el objetivo de ahorrar carbón, y durante años se aplicó intermitentemente la medida, hasta que se abandonó esta práctica entre 1950 y 1973. La crisis del embargo petrolero de la OPEP en 1974, aconsejó recurrir al adelanto veraniego en Europa. Desde entonces muchos países de todo el mundo, atrasan y adelantan el horario oficial anualmente. La normativa europea otorga carácter indefinido a esta práctica por lo que el debate que se suscitó en épocas pasados ha decrecido. Pero subsiste otra polémica…

Rechazable y arbitrario “horario oficial GMT+1 (y GMT+2 de verano)”, propio de la Europa central cuando en nuestro caso debiera ser GMT (y GMT+1 en verano) porque nuestros meridianos son los del Reino Unido e Irlanda. El horario oficial, basado en el tiempo solar, fue introducido en 1912, por acuerdo internacional para evitar complicaciones en los medios de transportes cuando cada nación empleaba su propia hora solar. Se dividió la Tierra en 24 husos horarios, partiendo del meridiano que pasa por Greenwich. Este Tiempo del Meridiano de Greenwich (GMT), que en astronomía se denomina Tiempo Universal Coordinada (UTC) o hora universal Z o zulú, fija con más o menos 11 horas el horario de cualquier zona mundial. En toda la Europa “central”, desde España a Polonia, Suecia y Noruega, el horario oficial es GMT+1 (y GMT+2 en verano), mientras que Islandia, Irlanda, Reino Unido, Portugal, o el archipiélago adoptan el horario GMT sincronizado con Greenwich.

He aquí el absurdo: España, Francia y el Benelux están en el uso horario del Irlanda, Reino Unido y de Portugal, pero copiaron la hora de Alemania, Suecia, Noruega, Polonia,… con algunas ventajas y muchos inconvenientes. La Unión Europea cuenta actualmente con 3 usos horarios, desde GMT de Portugal hasta GMT+2 de Finlandia y Grecia (a las que en 2004 se sumarán los países bálticos y en 2007 Rumania y Bulgaria). Incluso la incorporación sin fecha de Turquía o la de Islandia (en la doble hipótesis de su inclusión en la UE y de la adopción de un horario natural) ensancharía a 5 los husos solares europeos desde GMT+3 hasta GMT-1. La hora europea continental única pierde sentido, y debería adoptarse con naturalidad las auténticas zonas horarias al igual que EE.UU., e incluso como Australia, Brasil o México.

Siendo la incorrecta “homologación continental de hora” algo más disculpable en el caso de Francia o el Benelux, por proximidad a la Europa central (aunque existen numerosos grupos organizados para restablecer el horario solar), España copió pésimamente una vez más a Francia, olvidándose de su posición en el mapa y en lugar de seguir la hora GMT (la británica, con quien comparte Longitud) prefirió el horario que rige no ya sólo en Alemania,.., sino incluso en Polonia, Suecia y Noruega. Esta fijación de compartir la “hora” centroeuropea, provoca como resultado divergir en “horario”: Cuando un día de equinoccio amanece en el Noreste de Noruega todavía faltan 3 horas para que amanezca en Cádiz, y además esto se agudiza por la diferencia de latitud en el invierno o en el verano.

Así las “peculiares y caóticas costumbres hispanas de trabajo-reposo”, se basan en un horario pésimamente escogido por “homologarse” con la Europa central, agudizando el “Spain is diferent”. A las 5:00 pm ha oscurecido en Polonia tras la jornada laboral, mientras simultáneamente los andaluces se levantan de la siesta para disfrutar el ocio del sol en una interminable tarde. Cierto que se puede viajar de punta a punta de la Europa continental sin cambiar el reloj, pero hay que “cambiar de mentalidad” por no hacerlo.

Muchos reivindicamos aquel natural horario agrario, que rezaba el Ángelus en el campo sin necesidad de reloj, que sitúe realmente el mediodía a las 12:00 am, y no que el sol esté en su cenit a las… 3 de la tarde, como ridículamente sucede en verano en España, atribuyendo muchos turistas y oriundos esta idiosincrasia a las esencias carpetovetónicas cuando su origen más prosaico radica en una hora oficial mal establecida. Quizás 2004, fuese el momento de reajustar a GMT los horarios del Benelux, Francia y España como Portugal o Reino Unido (Canarias GMT-1), respetando el huso horario que les corresponde por su posición en el mapamundi.

La máquina Enigma

El mejor relato por entregas leído en Internet.

¡Gracias a su autor, Román Ceano, y a Kriptópolis!

Así comienza:

En el verano de 1938, una pequeña localidad del condado de Buckingham vio perturbada su tranquilidad por la llegada de unos estrafalarios visitantes. Se trataba de hombres de aspecto próspero pero descuidado, acompañados por chicas que los lugareños juzgaron sospechosamente guapas y alegres. Estaban dirigidos al parecer por un tal Capitán Ridley, y decían que el motivo de su presencia era la caza. Ninguna de las camareras que les servían la cena en los hotelitos de la zona les oyó comentar anécdota cinegética alguna, lo cual era congruente con el hecho de que faltaban meses para la temporada. Lo que sí les oyeron comentar eran los opíparos almuerzos con que se obsequiaban.

Estos debían tener lugar en la propiedad llamada Bletchley Park, puesto que allí se dirigían todos en sus coches cada mañana y de allí volvían cada tarde. Todo el mundo en Bletchley conocía la finca, sin duda la mejor de la comarca. La había creado sesenta años antes un exitoso corredor de bolsa de Londres llamado Herbert Leon, deseoso de disfrutar de la vida rural de las clases altas victorianas.

Presidía la finca una mansión cuya fachada lucía una grotesca mezcla de estilos, que imitaba los palacios de las grandes familias rurales que habían sido reformados varias veces durante centurias. En la parte trasera había un gran patio, separado del edificio principal, donde estaban las cuadras, una enorme despensa donde guardar fruta fresca para el invierno y varias edificaciones auxiliares que recreaban de manera muy fidedigna el centro de operaciones de una propiedad rural... SEGUIR LEYENDO

Necesitamos amaneceres, aunque sean simulados

Posted by PicasaLa luz solar regula todos nuestros ciclos vitales. Y en invierno recibimos poca. Sobre todo en estos días, de los más cortos del año, en los que casi saltamos de la cama al trabajo sin ver el sol. Nuestros cuerpos interpretan esta situación y reaccionan disminuyendo nuestro ánimo. Tanto, que en ocasiones incluso pueden provocarnos una depresión. Un estudio científico demuestra que el uso de "simuladores" de luz durante media hora justo mientras nos vamos despertando ayuda a combatir esos síntomas sin meter ni un solo miligramo de fármacos en nuestro organismo. Claro que hay otra opción de cura sin pasar por botica: irse a vivir a cualquier lugar por debajo de los 30º norte de latitud. A las Islas Canarias, por ejemplo. EL PAÍS.