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39 años con la MEJOR ESPOSA: CARMEN

Carmen y Mikel
Ya son 39 años casados con la mejor esposa, Carmen. La felicidad es encontrar una pareja que te acompañe a lo largo de la vida. Nosotros llevamos juntos 43 años,... La felicidad es completa cuando tu pareja es y siempre será la mejor hija, la mejor novia, la mejor esposa, la mejor amante, la mejor madre, la mejor abuela,....

Quiero, necesito, Carmen, que estés siempre a mi lado, cuando te necesite y cuando no te necesite, cuando te merezca y cuando te anhele, cuando respiro y cuando respires, cuando suspiremos y cuando nos hayamos escapado,...

Carmen contigo he descubierto que la felicidad no es un accidente, una suerte o una casualidad,... La felicidad es una compañía, una mano amiga, una sonrisa por la mañana y un beso al anochecer, un miedo a perderte, una respiración al despertar, una complicidad tan íntima que ni la poesía puede explicar,... 
39 años con la MEJOR ESPOSA: CARMEN
Entradas de nuestro aniversario en 20092010201120122013,2014, 2015,...

HUMAN, tres películas sobre el amor, la paz, la felicidad,...

Human” es un proyecto de Yann Arthus-Bertrand. Tres películas sobre el amor, sobre la familia, la felicidad, las mujeres… sobre todo aquello que nos hace humanos. Es un trabajo valiente y emocionante cuyos protagonistas te miran a los ojos y te abren la puerta a su realidad. Imposible quedarte indiferente. Imposible no conmoverte. Imposible no reflexionar. Un visionado que lleva su tiempo, pero que vale la pena.

¿Qué es lo que nos hace humanos? ¿Qué es lo que amamos, por qué luchamos, de qué nos reímos, por que lloramos? ¿Cuál es la curiosidad que nos mueve? ¿La búsqueda de descubrimientos? Dirigido por estas preguntas, el cineasta y artista Yann Arthus-Bertrand pasó tres años recogiendo historias de la vida real de 2.000 hombres y mujeres de 60 países. Trabajando con un equipo de traductores, periodistas y cámaras, Yann captura temas muy personales y profundos que nos unen a todos: la lucha contra la pobreza, la guerra y la homofobia y el futuro de nuestro planeta. Todo ello mezclado con momentos de amor y felicidad.

VOLUMEN 1º sobre el amor, las mujeres (igualdad), el trabajo y la pobreza. VOL.2 sobre la guerra, el perdón, la homosexualidad, la familia y la vida después de la muerte. VOL.3 sobre la felicidad, la educación, la discapacidad, la inmigración, la corrupción y el significado de la vida.

Pensamientos de Bertrand Russell

Bertrand Russell está considerado el filósofo más importante del s.XX en la Filosofía analítica y uno de los lógicos principales del siglo pasado, también.

Disfrutemos de sus grandes ideas, aunque estén resumidas en apenas unas citas: 
  • Los educadores, más que cualquier otra clase de profesionales, son los guardianes de la civilización.
  • Gran parte de las dificultades por las que atraviesa el mundo se deben a que los ignorantes están completamente seguros y los inteligentes llenos de dudas. 
  • Carecer de algunas de las cosas que uno desea es condición indispensable de la felicidad. 
  • Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos. 
  • El hombre feliz es el que vive objetivamente, el que es libre en sus afectos y tiene amplios intereses, el que se asegura la felicidad por medio de estos intereses y afectos que, a su vez, le convierten a él en objeto de interés y el afecto de otros muchos. 
  • Lo más difícil de aprender en la vida es qué puente hay que cruzar y qué puente hay que quemar. 
  • En todas las actividades es saludable, de vez en cuando, poner un signo de interrogación sobre aquellas cosas que por mucho tiempo se han dado como seguras. 
  • Una buena vida es aquella inspirada por el amor y guiada por la inteligencia. 
  • ¡Qué agradable sería un mundo en el que no se permitiera a nadie operar en bolsa a menos que hubiese pasado un examen de economía y poesía griega, y en el que los políticos estuviesen obligados a tener un sólido conocimiento de la historia y de la novela moderna! 
  • El mundo necesita mentes y corazones abiertos, y estos no pueden derivarse de rígidos sistemas ya sean viejos o nuevos. 
  • Para llevar una vida feliz es esencial una cierta capacidad de tolerancia al aburrimiento. La vida de los grandes hombres solo ha sido emocionante durante unos pocos minutos trascendentales. Una generación que no soporta el aburrimiento será una generación de hombres de escasa valía. 
  • Tres pasiones, simples pero abrumadoramente fuertes, han gobernado mi vida: el anhelo de amor, la búsqueda del conocimiento y una insoportable piedad por el sufrimiento de la humanidad. 
  • Uno de los defectos de la educación superior moderna es que hace demasiado énfasis en el aprendizaje de ciertas especialidades, y demasiado poco en un ensanchamiento de la mente y el corazón por medio de un análisis imparcial del mundo.
  • El secreto de la felicidad es darse cuenta de que la vida es horrible, horrible, horrible.
  • Temer al amor es temer a la vida, y los que temen a la vida ya están medio muertos.

Chris Gardner, o el dilema entre desistir o insistir

Imagen de la escena final de la película "En busca de la felicidad", donde aparece el verdadero Chris Gardner junto al actor le encarnó Will Smith (y su hijo, real y en la película).

Chris Gardner, Christopher Paul Gardner, nacido el 9 de febrero de 1954, es un millonario emprendedor, conferencante y filántropo estadounidense. Luchó a favor de las personas sin hogar en Estados Unidos mientras criaba sólo a su hijo Christopher (desde bebé, no con 5 años como se muestra en el cine) en San Francisco a comienzos de la década de 1980. La aventura de Gardner de ser un padre sin casa hasta llegar a ser multimillonario se ha retratado en la película "En busca de la felicidadque se estrenó en Estados Unidos a finales de 2006. La película tiene como guión una adaptación del libro de las memorias de Chris Gardner con el mismo título que fue publicado en el mismo año. Se puede descargar en PDF en este enlace.

Además de escuchar la entrevista en Colombia, vale la pena ver la escena estrella de la película, y cómo y por qué se grabó así, contado por Chris Gardner en este vídeo no anexado al post.
 
Entrevista en dos vídeos anexados.
Mas entradas sobre la búsqueda de la felicidad,...
Muchas más historias de superación,...

Divagaciones geniales de Tim Minchin

Nueve lecciones de vida del músico y comediante Tim Minchin, al recibir un doctorado honorario en la Universidad Western Australia en 2013. Aunque el vídeo está subtitulado al español, recogemos la transcripción de lo fundamental.

1. No es obligatorio tener un sueño.

Los americanos en los concursos de talentos siempre hablan de sus sueños. Bueno, si tenéis algo con lo que siempre habéis soñado de corazón, ¡id a por ello! Después de todo, es algo que hacer con vuestro tiempo: perseguir un sueño. Y si es uno suficientemente grande, os va a llevar la mayor parte de vuestra vida alcanzarlo, así que para cuando lo consigáis y estéis observando el abismo de la falta de sentido de vuestro logro, estaréis casi muertos, así que no importará.
Yo nunca tuve realmente uno de esos grandes sueños, así que soy partidario de dedicarse apasionadamente a la persecución de objetivos a corto plazo. Sed micro-ambiciosos. Agachad la cabeza y trabajad con orgullo en lo que sea que tengáis delante; nunca sabes dónde puedes acabar. Sólo tened en cuenta que el próximo objetivo que merezca la pena probablemente aparecerá en la periferia, que es por lo que deberíais tener cuidado con los sueños a largo plazo: si miráis demasiado lejos hacia adelante, no veréis esa cosa brillante con el rabillo del ojo.

2. No busquéis la felicidad.

La felicidad es como un orgasmo: si piensas demasiado en ello, desaparece. Manteneos ocupados, intentad hacer a alguien feliz, y puede que os llegue también un poco de felicidad como efecto secundario. No evolucionamos para estar permanentemente satisfechos; a los australopithecus afarensis satisfechos se los comieron antes de que transmitieran sus genes.

3. Recordad: todo es suerte.

Tenéis suerte de estar aquí. Fuisteis increíblemente afortunados por haber nacido, e increíblemente afortunados por haber sido criados en una buena familia que ayudó a que tuvierais una educación y os animó a ir a la universidad.
O, si naciste en una familia horrible, entonces mala suerte y tienes mi simpatía, pero aun así eres afortunado. Afortunado porque resultaste estar hecho del tipo de ADN que fabrica el tipo de cerebro que, al sufrir un entorno infantil horrible, toma decisiones que te llevaron, finalmente, a graduarte en la universidad. Bien hecho por arrastrarte a ti mismo por los cordones de los zapatos, pero has tenido suerte. No has creado la parte de ti que te arrastró; ni siquiera tus cordones.
Supongo que yo trabajé duro para conseguir los dudosos logros que he alcanzado, pero yo no creé la parte de mí que me hace trabajar duro, como tampoco creé la parte de mí que comió demasiadas hamburguesas en vez de ir a clase mientras estuve aquí en la UWA. Comprender que en realidad no puedes atribuirte el mérito de tus éxitos ni tampoco culpar a otros de sus fracasos, te hará humilde y más compasivo. La empatía es algo intuitivo, pero también es algo que puedes trabajar intelectualmente.

4. Haced ejercicio.

Lo siento, pálidos fumadores graduados en filosofía que arqueáis vuestras cejas en una curva cartesiana mientras veis a la muchedumbre en movimiento serpenteando a través de los minúsculos conos de tráfico de su existencia: vosotros estáis equivocados y ellos tienen razón.
Bueno, tenéis razón a medias. Pensáis, luego existís; pero también: corréis, luego dormís bien, luego no estáis sobrecogidos por una angustia existencial. No podéis ser Kant, y tampoco queréis serlo.
Haced deporte, haced yoga, levantad pesas, corred, lo que sea, pero cuidad vuestro cuerpo: lo vais a necesitar. La mayoría de vosotros va a vivir casi cien años, e incluso el más pobre de vosotros alcanzará un nivel de riqueza que la mayoría de humanos a lo largo de la historia ni siquiera podría haber soñado. Y esta larga y lujosa vida que tenéis por delante ¡va a hacer que os deprimáis! ¡Pero no desesperéis! Hay una correlación inversa entre depresión y ejercicio. Hacedlo. Corred, mis bellos intelectuales, corred.

5. Sed severos con vuestras opiniones.

Un famoso dicho afirma que las opiniones son como los agujeros del culo porque todo el mundo tiene una. Eso encierra una gran sabiduría, pero yo añadiría que las opiniones difieren significativamente de los agujeros del culo porque las vuestras deberían ser constante y exhaustivamente examinadas.
Debemos pensar críticamente, y no sólo sobre las ideas de otros. Sed severos con vuestras creencias; sacadlas a la calle y pegadles con un bate de críquet. Sed rigurosos intelectualmente; identificad vuestros sesgos, vuestros prejuicios, vuestras preferencias. La mayoría de las discusiones sociales perduran por no saber reconocer los matices; tendemos a generar falsas dicotomías, tratando entonces de mantener una discusión usando dos conjuntos de suposiciones completamente diferentes, como dos jugadores de tenis tratando de ganar un partido dando bellos golpes perfectamente ejecutados desde extremos opuestos… de diferentes pistas de tenis.
Por cierto, ya que tengo enfrente de mí a graduados en ciencias y en letras: por favor, no cometáis el error de pensar que las letras y las ciencias son cosas opuestas. Esa es una idea reciente, estúpida y dañina. No tienes que ser anticientífico para crear bello arte, para escribir cosas bonitas. Si necesitáis pruebas: TwainDouglas AdamsVonnegutMcEwanSaganShakespeareDickens… (para empezar).
No necesitas ser supersticioso para ser poeta. No necesitas odiar la manipulación genética para preocuparte por la belleza del planeta. No necesitas tener un alma para promover la compasión. La ciencia no es un cuerpo de conocimiento ni un sistema de creencias; es sólo un término que describe la adquisición incremental de conocimientos de la humanidad mediante la observación. La ciencia es asombrosa.
Las letras y las ciencias necesitan trabajar juntas para mejorar cómo se transmite el conocimiento. La idea de que muchos australianos (incluyendo nuestro nuevo primer ministro y primo lejano mío, Nick Minchin) crean que la ciencia detrás del calentamiento global es discutible es un claro indicador de la magnitud de nuestro fracaso en la comunicación. El hecho de que el 30% de las personas de esta habitación se hayan enojado es todavía mayor evidencia. El hecho de que ese enojo tenga más que ver con la política que con la ciencia es incluso más desalentador.

6. Sed profesores.

Por favor, por favor, por favor: sed profesores. Los profesores son las personas más admirables e importantes del mundo. No tenéis que hacerlo para siempre, pero si estáis en la duda de qué hacer, sed profesores increíbles, sólo mientras seáis veintañeros. Sed maestros de educación infantil, especialmente si eres un tío; necesitamos hombres maestros de educación infantil.
Incluso si no sois profesores, sed profesores: compartid vuestras ideas; no deis por hecha vuestra educación; disfrutad de lo que aprendéis, y difundidlo.

7. Definíos por lo que amáis.

Me he encontrado yo mismo hace poco haciendo esto: si alguien me pregunta qué tipo de música me gusta, digo “bueno, no escucho la radio porque la letra de la música pop me molesta”. O si alguien me pregunta que qué comida me gusta, digo “creo que el aceite de trufa se usa en exceso y es ligeramente desagradable”. Y lo veo constantemente en Internet: gente cuya idea de pertenecer a una subcultura es odiar a Coldplay, o el fútbol, o a las feministas, o al Partido Liberal.
Tenemos tendencia a definirnos en oposición a algo; como cómico me gano la vida con eso. Pero tratad de expresar también vuestra pasión por las cosas que os gustan: sed efusivos y generosos en vuestros elogios a aquellos que admiráis; mandad tarjetas de agradecimiento y dad ovaciones en pie. Sed pro-algo, no sólo anti-algo.

8. Respetad a la gente con menos poder que vosotros.

En el pasado he tomado decisiones importantes sobre la gente con la que trabajo (agentes y productores) basándome en gran medida en cómo tratan a los camareros en los restaurantes en los que nos reuníamos. No me importa si eres el gato más poderoso en la habitación: te juzgaré por cómo trates a los que tienen menos poder. Que lo sepas.
9. No tengáis prisa.
No necesitas saber ya lo que vas a hacer con el resto de tu vida. No digo que os quedéis fumando porros todo el día, pero tampoco entréis en pánico. La mayoría de la gente que conozco que estaba segura del camino a seguir a los 20 años, ahora tiene una crisis de mediana edad.
Dije al principio de esta divagación que la vida no tiene sentido. No era una afirmación superficial; creo que es absurda la idea de buscar un sentido en el conjunto de circunstancias que casualmente existen después de 13,8 miles de millones de años de eventos sin rumbo. Dejad que los humanos piensen que el universo tiene un propósito para ellos.
Sin embargo, no soy un nihilista. Ni siquiera soy un cínico. Soy, de hecho, más bien romántico. Y ésta es mi idea de romanticismo: pronto estaréis muertos. La vida a veces parecerá larga y difícil y… ¡dios!, agotadora. Y a veces estarás feliz y a veces triste. Y después estarás viejo. Y después estarás muerto. Hay sólo una cosa sensata que hacer con esta existencia vacía, y es llenarla.
Y en mi opinión (hasta que la cambie), la mejor forma de llenar la vida es aprendiendo todo lo que puedas sobre todas las cosas que puedas; estar orgulloso de lo que sea que hagas; siendo compasivocompartiendo ideas; corriendo; siendo entusiasta. Y también está el amor, viajar, el vino, el sexo, el arte, los niños, regalar, escalar montañas,… pero todo eso ya lo sabéis.
Es algo increíblemente excitante esta vida vuestra, única y sin sentido. Buena suerte, y gracias por esta oportunidad.

Twitter para la Felicidad

Poesía y literatura en Twitter

Potente metáfora sacada de la cotidianeidad, para aprovechar cada día y cada minuto. Carpe diem,... La vida no es "para llevar", sino para "comer aquí" y con todo. Tres tuits de @Literland, una imprescindible dieta de aprendizaje y literatura para alegra cada día,... La literatura es el modo más elegante de ignorar la vida. Y el amor, siempre el amor como el secreto de la felicidad, la esencia de la vida,... La felicidad es amor, no otra cosa. Quien sabe amar. es feliz. Por último: el amor no necesita ser perfecto; basta que sea verdadero.

Curva sigmoidea: El secreto de la vida y la felicidad

Según la wikipedia, la función logística o curva logística modela la función sigmoidea (en forma de la letra S que procede de la griega sigma) de crecimiento de un conjunto. Al inicio de crecimiento es aproximadamente exponencial; al cabo de un tiempo, aparece la competencia entre algunos miembros del conjunto y por algún recurso crítico ("cuello de botella") la tasa de crecimiento disminuye; finalmente, en la madurez, el crecimiento se detiene. Estas tres etapas se denominan consecutivamente fase exponencial, fase (cuasi)lineal y fase de senescencia.

Así es, aproximadamente, el crecimiento de un embrión (el óvulo fecundado comienza a dividirse y el número de células empieza a crecer: 1, 2, 4, 8, 16, 32, 64,...), pero el feto sólo puede crecer hasta un tamaño que el útero pueda soportar. También esta curva describe, con gran fidelidad, el crecimiento de la población mundial de seres humanos, o de conejos en un continente, o bacteriana en un cultivo,...

Muchos de procesos similares siguen una evolución semejante. Nuestra misma percepción vital de momentos de ánimo, etapas de felicidad, o épocas de felicidad,...Gran cantidad de procesos naturales o curvas de aprendizaje de sistemas complejos muestran una progresión temporal desde unos niveles bajos al inicio, hasta acercarse a un clímax transcurrido un cierto tiempo; la transición se produce en una región caracterizada por una fuerte aceleración intermedia.
De forma que si nos encontramos por mitad de la curva vivimos un momento de crecimiento continuado y máxima serenidad, llegando al punto (a) donde vivimos nuestro mejor momento en este proyecto. Poco después, en el punto (b) sentimos que entramos en una situación de declive. Un truco para evitar este decadencia sería renacer una vez llegados al punto (a) en el que nuestra euforia y confianza es total. Ese es el momento adecuado de cambiar de rumbo y comenzar una nueva curva sigmoidea.

Puede parecer contraproducente o arriesgado desprenderse en tan buen momento para empezar de nuevo y seguir creciendo, pero seguro que es más fácil abordar nuevos retos cuando se está en la cumbre que en situaciones de depresión. Arrancar aprovechando la inercia del éxito en nuevos proyectos personales y profesionales es lo óptimo, aunque no tiente el dejarnos llevar por el ascenso que se muestra aparentemente sin fin. Lo esencial es que empezar una nueva singladura no suponga abandonar todo lo vivido (incluido el aprendizaje del fracaso), sino proseguir la senda del crecimiento.

La información base procede de textos de papel varios, pero hay más referencias en este enlace,...

Cinco buenas razones para ir feliz a un hospital

Todos conocemos, aunque no lo recordemos, que existen grandes razones para acudir feliz a un establecimiento sanitario. Y prácticamente todo el mundo las ha vivido alguna vez. Enumeremos algunos motivos de felicidad por ir a una clínica:
  1. Para nacer uno mismo. Fue la primera vez que "nos llevaron" a un hospital, dado que ahora es muy infrecuente venir al mundo en otro tipo de lugar.
  2. Para ver a recién nacidos, siempre de la familia o de amistades muy cercanas. 
  3. Para trabajar o ir formándose como sanitario, en medicina, enfermería, servicios auxiliares, docentes en aulas hospitalarias,... y contribuir a mejorar la salud de nuestros conciudadanos.
  4. Para colaborar como donante vivo de sangre, médula,... que será un regalo vital para otros seres humanos.
  5. Para apoyar, asistir o colaborar en alegrar la vida a quienes están hospitalizados,... en esas visitas a pabellones infantiles, o de acompañamiento de enfermos,... como los limpiacristales de hospitales del vídeo inferior.
  6. ¿A alguien se le ocurren alguna más, otra fuente de felicidad en un hospital? Seguro que nos dejamos muchas en el tintero. Podéis completarlas en los comentarios.
Y lo mejor de todo es que, en todos estos casos y en los restantes, la máxima causa de felicidad es salir del hospital, a ser posible con más salud o más personillas que al ingresar.

Pequeñas alegrías

“Las pequeñas alegrías” es un ensayo de Herman Hesse, en el que nos alerta contra la hiperactividad y el frenesí de la prisa, como peligrosos enemigos de la felicidad. Se lamenta, además, de que frecuentemente nuestra forma de gozar se acompaña de cierta ansiedad, sobreestimando el placer y minusvalorando la alegría. El Premio Nobel de Literatura nos recuerda que el disfrute moderado duplica la felicidad. El arte de vivir consiste en saber distinguir los innumerables deleites de las que el mundo está repleto, y que muchos ignoran mientras aguardan la gran felicidad.

Cada día está preñado de pequeñas alegrías, que hacen muy grande a la vida. Te levantas de madrugada, bebes un vaso de agua y piensas: ¡Ésta sería la mejor bebida si nos faltasen todas! Lo mismo sucede con los alimentos: ¿Cuál añoraríamos más si todos desapareciesen? ¿El pan, el tomate, cualquier fruta por modesta y común que sea como la manzana o la naranja? ¿Y el contacto diario con la naturaleza o la observación del firmamento? Y los olores… ¿El aroma de la medianoche, la fragancia del amanecer, el bálsamo del anochecer, o el aliento de un ser querido?

Porque lo más importante son las personas. Sí, ésas con las que convivimos, que tantas veces nos desquician: los hijos, los suegros, la pareja, los cuñados, las sobrinas, los vecinos, los conductores, los peatones, los gamberros, los cretinos,… Todos somos necesarios e imprescindibles. ¿Cómo podríamos apreciar la quietud pacífica de la noche si un desvergonzado no nos desvelase con un berrido intempestivo, que nos obliga o a acurrucarnos nuevamente o, a los insomnes, a escribir estas líneas? ¿O esos hijos adolescentes que te atruenan continuamente la casa con músicas estrepitosas, y que cuando se van al extranjero no te dejan concentrarte por el clamoroso silencio de su ausencia y el inquietante orden de sus cuartos? Y ¿qué me dicen de las reiteradas “batallitas” de los suegros, que el día menos hablador te preocupan y comentas con tu cónyuge: “Me parece que el abuelo está un poco mayor…”? ¿Acaso podríamos vivir sin ese beso descuidado que te da tu hija cuando sale cualquier tarde, tras pedirte una extensión de la paga? Y la “parienta” que te ha aguantado treinta años y que todavía cree que eres especial y único: ¡Ella sí que es excepcional!

Hay tesoros muy valiosos, pero ninguno tan preciado como la familia, que lo es todo. Y todos disponemos de una familia de la que preocuparnos y que se ocupa también de nosotros: se llama Humanidad. A menudo, no apreciamos lo obvio, lo gratis, lo cercano, lo nuestro,… ¡Qué ciegos podemos llegar a ser! ¡Levanta la mirada de este periódico, mira a tu alrededor y sonríe! Comprobarás que la vida es un espejo que siempre devuelva la sonrisa a los más risueños…

Nada y Mucho

Una receta aprendida en un día de verano cuando el tiempo corre muy rápido.

El día comenzó extraño. Una ardilla, con el mismo increíble descaro de los gorriones y los gatos, se coló en nuestro pequeño jardín-patio, se paseó entre dos ficus y se quedó casi una hora descansando y mirándonos con curiosidad antes de escapar.

Luego en la piscina recordé súbitamente una melodía y dos titulares. Nadaba en mi particular estilo braza, modalidad rompehielos, para evitar que las briznas de hierba que flotaban sobre el agua fuesen mi primera ensalada sin aliñar. Me sentí dichoso, como uno más de "los esclavos felices”. Evoqué la obertura de dicha ópera, del célebre bilbaíno Juan Crisóstomo de Arriaga, nacido hace casi dos siglos en la calle Somera donde tantas veces jugué en mi infancia.

El malogrado "Mozart vasco" la compuso cuando sólo tenía 13 años. Moriría prematuramente en París sin haber cumplido los 20 años. Su primera obra la tituló "Ensayo de Octeto". Se la entregó para que la juzgara a José Luis de Torres, que anotó en la primera página de la partitura "Nada y Mucho", indicando que no valía demasiado en sí, pero que significaba mucho que un niño de 11 años la compusiera.

Con el paso de los años he aprendido la vida es eso: "Nada y todo". Un autor de éxito, Martín Seligman, redescubre en su último libro de autoayuda “La felicidad auténtica”, el nombre y la vieja receta de Aristóteles (eudaimonia). Resume la plenitud sentida ejerciendo nuestras capacidades como "mi perro que corre y persigue ardillas, luego existe”. Concluye que la felicidad consiste en poner nuestros talentos personales (aunque sean escasos como en mi caso) al servicio de una causa más grande que uno mismo, para dar sentido a la vida.

Muchos sabios aconsejan hacer diariamente por lo menos una cosa que nos desagrade. Dicen que así se hace la vida más provechosa y significativa. Yo, modestamente, me permito recomendar que también hagamos una cosa que nos agrade: así valdrá la pena vivirla. ¡Eso es lo que he aprendido en una vida que duplica la de Arriaga! He aprendido... que todo lo que una persona necesita es una mano que sostener y un corazón que entender. He aprendido... que el dinero no compra la felicidad. He aprendido... que es el amor y no el tiempo el que cura todas las heridas. He aprendido... que esas pequeñas cosas que suceden diariamente, son las que hacen fascinante cualquier vida. Sigo nadando, pero los hierbajos ya no me incomodan.

Podemos ser felices

Receta para disfrutar de momentos dichosos en la comedia trágica de la vida.

La existencia, demasiado frecuentemente, nos hace sentirnos como David enfrentándose a los gigantes filisteos, sabiendo que sólo una vez en la Historia David ganó a Goliat. Nos abruma el sentimiento del mítico Sísifo, que cada jornada subía su roca a la cima para verla caer cada anochecer.

Somos fallidos perdedores, émulos del Hamlet de Shakespeare, del Fausto de Goethe y del Raskolnikov de Dostoievsky. Nos debatimos atormentados entre lo mímico mínimo y lo típico lícito, entre lo nítido físico y lo cívico lívido, entre lo tímido lírico y lo cínico rígido. Hemos vivido el ricino de lo finito y, quizá con sigilo, un pellizco del divino infinito.

Merecemos ser felices: Si no podemos abrazar a un ser querido, al menos evoquemos su recuerdo. Si no podemos oír una voz amiga, escuchemos una canción de amor. Si estamos solos, advirtamos el palpitar de nuestro corazón que late acompasadamente con otros. Si no podemos escapar de las preocupaciones, démonos un minuto de descanso. Si no podemos ver la esperanza cerca, cerremos los ojos. Si no podemos dormir sin pesadillas, soñemos despiertos. Si hoy no podemos ser dichosos, esperemos un nuevo mañana. Si la muerte nos ronda, confiemos en el más allá. Si no podemos ser felices, siempre nos queda el recurso de ser… inocentes.

La única fórmula de la alegría es sentirnos livianos, como ángeles capaces de volar al tomarse a sí mismos muy a la ligera. Kierkegaard nos dio un consejo: "La puerta de la felicidad se abre hacia fuera". Sólo olvidándonos de nuestro yo y pensando en los demás podremos ser dichosos. La felicidad es para quien la busca… en los demás. Vivamos tan intensa y altruistamente como podamos. No podremos ser felices sino regalando felicidad.
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Primera derivada

Para un profesor de “Didáctica de las Matemáticas”, como es mi caso, resulta muy frustrante reconocer el fracaso educativo que supone el escaso conocimiento en esta materia de la población en general. Apenas algunos conceptos aritméticos y geométricos, algunas nociones básicas de estadística, y poco más. Todo ello salpimentado de frecuentes errores, confusiones y tópicos, entre los que el más enervante es ése de “… es que yo soy de letras”, al que sólo cabe replicar con un “pues entonces, dedícate al álgebra” (chiste que entenderá alguno de ciencias). Tras cursos de enseñanza obligatoria con restringido éxito en la divulgación del metalenguaje matemático, y sin entrar en honduras como los abstrusos porcentajes que tanto parecen complicar la vida de la mayoría de nuestros conciudadanos, existe un concepto de gran trascendencia que explicaremos con sencillez para transformar milagrosamente la vida de nuestros allegados.

La “primera derivada” de una función mide su crecimiento, no su valor en un momento dado. La mayor parte de los elementos que valoramos en nuestra vida cotidiana, la felicidad, el amor, la familia, la amistad, la salud, el éxito, el dinero, la democracia,… condicionan nuestra existencia, pero más que por su medida concreta por su variación o “primera derivada”. Sólo comprendemos la importancia de la salud, por ejemplo, cuando la recuperamos o salimos de un trance angustioso. Aporta más bienestar mejorar nuestra posición social o económica (crecer), que mantenerse o disminuir desde una situación superior. Para expresarlo con claridad: un multimillonario que pierde la mitad de su fortuna, y se queda con sólo mil millones de euros puede ser más infeliz que un joven que duplica su modesto salario al progresar en su trabajo.

Esto también sucede a escala colectiva: las sociedades más felices y satisfechas no suelen ser las que más tienen, sino las que mejoran más sus condiciones de vida colectiva. Igualmente, se produce una gran depresión social cuando una ciudadanía ve estancado su progreso, o el de sus generaciones siguientes. Una fábula muy descriptiva demuestra el valor del crecimiento, más que el punto de partida. Había una vez un rey muy triste que tenía un sirviente muy feliz. El rey estaba indignado y no conseguía explicarse por qué su paje era feliz viviendo casi en la miseria. Llamó al sabio de la corte, quien le pidió una bolsa con 99 monedas de oro para una prueba. Pusieron al alcance del criado el dinero, con una nota que decía: "Este tesoro es tuyo. Disfrútalo". El sirviente lo recogió y contó las piezas: 99. “No puede ser”, se dijo, y las recontó varias veces. Escondió aquel capital, al tiempo que calculaba cuánto tiempo debería trabajar para conseguir su moneda número cien. Su optimismo, propio de quien había ido mejorando con el servicio al rey, desapareció para siempre: Había entrado en el “círculo del 99%”, de quienes tienen casi todo y se agobian intentando la plenitud. Antes, había ido progresando del 1 al 2%, al 3%,… pero ahora se enfrentaba a una mejora imposible. Todos hemos sido educados en esa necia suposición, de que siempre nos falta algo para estar completos, y sólo así gozar de lo que se tiene. Nos enseñaron que la felicidad debe esperar a completarse... Y como siempre falta algo, nunca se disfruta de la vida. Cambiemos para saborear nuestros tesoros presentes y para incrementarlos modestamente con gozoso entusiasmo.

Tres conclusiones prácticas:

1ª Cuanto mayor nivel de infelicidad, más fácilmente podemos comenzar a mejorar lo que nos reportará un alto grado de felicidad. Aprendamos de las gentes sencillas, de los pueblos felices que avanzan sobre sus desventuras.
2ª Valoremos lo que ya tenemos y por las mejoras accesibles, sin obsesionarnos por lejanas metas inalcanzables.
3º Sólo existe un camino infalible para actuar sobre la primera derivada y crecer imparablemente como personas y como sociedades: la propia educación en todos los campos de lo humano y de lo divino, formándonos y desarrollando nuestras inmensas capacidades físicas, emocionales, intelectuales, culturales, sociales, económicas y espirituales.

Artículo ilustrado en: http://mikel.agirregabiria.net/2004/primeraderivada.htm

Límites personales

©Mikel AgirregabiriaA medida que avanzamos en la vida, aprendemos a conocer, reconocer y finalmente a amar los límites de nuestras facultades.

Todo tiene sus límites. La madurez no es sino la penosa constatación de nuestro fracaso relativo en casi todo lo que hemos intentado durante nuestra vida. Perseguimos muchas metas, pero sólo alcanzamos algunas y a medias. Al fin descubrimos que todo tiene un límite, incluso la melancolía. Sólo con demasiados años juzgamos finalmente que la felicidad consiste en reconocer nuestros propios límites,… y amarlos.

La infancia y la juventud poseen como cualidades más preciadas la ilimitada esperanza en sus propias aspiraciones y la gloriosa sobreestimación de sus capacidades. La desbordante imaginación no tiene límites. La experiencia humana no toma conciencia de su ser sino en las situaciones límite. El aprendizaje, especialmente durante la adolescencia, va marcando los hitos de nuestra realidad personal. La naturaleza, que enseña la vía de los placeres, señala también sus intraspasables límites.

Pronto descubrimos que el progreso vital no consiste en ampliar los límites, sino en conocerlos mejor. El juego de ponerse límites a uno mismo es el mayor de las delicias secretas de la vida. Por ello, la “educación de la permisividad” ha hecho entrar en crisis al modelo escolar. La falta de capacidad de los adultos para poner límites a la juventud es el gran problema de nuestro tiempo. Todos hablamos de la necesidad de imponer límites, pero nadie se encarga de responsabilizarse: la tarea siempre le corresponde a otros. El profesorado dice: «Si en los hogares no les ponen límites, ¿qué podemos hacer nosotros?» Las familias responden: «La escuela ya no educa, nuestros hijos "se desatan" allí y en la calle.»

El establecimiento de límites contribuye a lograr la madurez psicológica y a formar la identidad personal. Alguien está bien definido cuando sabe lo que es y lo que no es; cuando ha elegido lo que piensa, siente y quiere. Los límites indican asimismo lo que no piensa, lo que no siente, lo que no puede y lo que no debe y lo que no quiere. Saber quién es, qué lo diferencia de los otros. Esto nos da conciencia de nuestra identidad. Esto nos da unidad y nos permite reconocernos y movernos adecuadamente en nuestro ámbito.

Los límites no recortan nada, sino que nos permiten distinguir entre lo real y la fantasía. Nos ubican en la realidad y nos definen como personas. Así descubrimos quiénes somos, con toda la riqueza y la pobreza que acompaña a este descubrimiento. Supone una agridulce sensación de desdicha y felicidad. Tristeza, porque siempre quedan expectativas defraudadas; bienestar, al comprender que somos totalmente originales, únicos e irrepetibles. Además, la condición de únicos da paso al amor, que sólo es posible entre personas diferentes que se complementan.

Los límites son altamente educativos porque la realidad es necesariamente limitativa. Mal que nos pese, no nacimos omnipotentes. Hemos de ir vislumbrando esto desde la niñez con la socialización. La realidad no es manipulable como el pensamiento mágico de la infancia egocéntrica. La vida muchas veces nos dirá no y habremos de aceptarlo o viviremos resentidos. La tolerancia a la frustración es un rasgo básico de la personalidad madura.

Toda genuina educación supone una racionalización, reducción o demora del deseo, que distinga el caprichoso antojo de la exigible necesidad. Si permitiésemos una satisfacción plena e inmediata de todas las continuas demandas de cualquier ser humano, sólo crearíamos un despótico monstruo ególatra. Ha de haber medida en las cosas, y ciertos límites, allende de los cuales el bien no puede subsistir. La libertad de cada uno tiene por límite lógico no provocar la opresión de los demás; al igual que existe un frontera al buscar la felicidad, el dolor ajeno.

Lo más difícil es establecer los correctos límites personales, sin caer en los dos errores extremos: sobrepasarlos o cercenarlos en demasía. Todo poder que no reconozca límites, crece, se eleva, se dilata, y por fin se hunde por su propio peso. Si el medio más seguro de ocultar nuestros límites es no traspasarlos, también es un profundo error creer que no hay nada por descubrir; equivale a tomar el horizonte por el límite del mundo. Sepamos que el espíritu humano se extiende a medida que el universo se despliega.

Para concluir y resumir nos quedamos con la narración insuperablemente del gran escritor portugalujo Juan Antonio de Zunzunegi: “Todo lo bueno se acaba y... / Y ésa es su delicia, que se acabe antes de terminar en la monotonía. / Sí...; sólo lo que tiene límites es hermoso”.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/limites.htm

El Misterio de Roseto o cómo ser una comunidad longeva

El Misterio de Roseto o cómo ser una comunidad longeva
Mucho se ha escrito y mucho hemos leído del "Efecto Roseto" (véase en Wikipedia). Por ejemplo, ya hace cinco años en el imprescindible blog de Cultura Científica un post escrito por Iker Badiola Etxaburu, y más recientemente como primer capítulo del best seller "Fuera de serie" o Outliers de Malcolm Gladwell (puede leerse ese capítulo en este enlace).

El Misterio de Roseto es la historia de cómo descubrieron un lugar en Pensilvania y su secreto comunitario de longevidad, porque allí la gente solamente se moría por ser muy vieja, de pura ancianidad. El origen de los fundadores de este municipio estadounidense se encuentra en Italia.

Roseto Valfortore se encuentra al pie de los Apeninos, en la provincia italiana de la Foggia, a unos 160 kilómetros al sureste de Roma. Como villa medieval que es, está organizada alrededor de su plaza mayor. Durante siglos, los paesani de Roseto trabajaron en las canteras de mármol de las colinas circundantes, o cultivaron los campos en terraza del valle, caminando unos ocho kilómetros montaña abajo por la mañana y haciendo el viaje de vuelta monte arriba por la tarde. Era una vida dura. La gente era en su mayor parte analfabeta y desesperadamente pobre. Nadie albergó demasiadas esperanzas de mejora económica hasta que a finales del siglo XIX llegaron a Roseto nuevas de una tierra de promisión al otro lado del océano. 

En enero de 1882, un grupo de once rosetinos —diez hombres y un muchacho— se embarcaron para Nueva York. En su primera noche en América durmieron sobre el suelo de una taberna de la calle Mulberry, en Little Italy (Manhattan). De allí se aventuraron al oeste, y acabaron por encontrar trabajo en una cantera de pizarra 144 kilómetros al oeste de la ciudad, cerca de la localidad de Bangor (Pensilvania). 

Al año siguiente, fueron quince los rosetinos que viajaron de Italia a América, y varios miembros de aquel grupo terminaron también en Bangor para unirse a sus compatriotas en la cantera de pizarra. Aquellos inmigrantes, a su vez, propagaron por Roseto la promesa del Nuevo Mundo; y pronto otro grupo hizo las maletas y se dirigió a Pensilvania, hasta que la corriente inicial de inmigrantes se convirtió en inundación. Sólo en 1894, unos mil doscientos rosetinos solicitaron pasaportes para América, y dejaron así abandonadas calles enteras de su pueblo.

Los rosetinos comenzaron a comprar tierra de una ladera rocosa unida a Bangor por un escarpado camino de carretas. Levantaron casas de dos pisos estrechamente arracimadas, y construyeron una iglesia y la llamaron Nuestra Señora del Monte Carmelo. Al principio, bautizaron su pueblo Nueva Italia; pero pronto lecambiaron el nombre por el de Roseto, pues les pareció muy propio, dado que casi todos procedían de aquel pueblo italiano. 

Los rosetinos comenzaron a criar cerdos en sus patios traseros y a cultivar uvas con que hacer su vino cosechero. Construyeron escuelas, un parque, un convento y un cementerio. Abrieron tiendas, panaderías, restaurantes y bares a lo largo de la avenida de Garibaldi. Aparecieron más de una docena de telares donde se fabricaban blusas para el comercio textil. La vecina Bangor era mayoritariamente galesa e inglesa, y la siguiente ciudad más próxima era abrumadoramente alemana, lo cual —dadas las tormentosas relaciones entre ingleses, alemanes e italianos en aquellos años— significaba que Roseto sería estrictamente para los rosetinos. 

Quien hubiera recorrido las calles de Roseto (Pensilvania) en los primeros decenios del siglo pasado, no habría oído hablar sino italiano, y no un italiano cualquiera, sino justo el dialecto sureño de la Foggia que se hablaba en el Roseto de Italia. El Roseto de Pensilvania era un mundo propio autosuficiente en su pequeñez, casi desconocido para la sociedad que lo rodeaba; y bien podría haber permanecido así, de no haber sido por un hombre llamado Stewart Wolf, un pionero de la medicina psicosomática

Wolf era médico y advirtió que rara vez había tenido algún paciente de Roseto menor de sesenta y cinco años hubiese tenido problemas cardiacos. Wolf se quedó muy sorprendido. A finales de la década de 1950, antes de que se conocieran los fármacos para reducir el colesterol y otras medidas agresivas para prevenir afecciones cardiacas, los infartos eran una epidemia en Estados Unidos. Eran la principal causa de muerte entre los varones menores de sesenta y cinco años.

Contando con la colaboración del sociólogo John Bruhn, ambos descubrieron algo que resultó ser vital en el esclarecimiento del Misterio de Roseto. Observaron que los rosetianos habían construido una comunidad muy cohesionada. Todos se ayudaban mutuamente; en una población de apenas dos mil habitantes había veintidós organizaciones cívicas. Las casas donde convivían tres generaciones eran inusualmente frecuentes. 

Roseto potenciaba sobremanera el igualitarismo y los más afortunados ayudaban a los más desfavorecidos. En definitiva, el sentimiento de comunidad era extremadamente extraordinario para una comunidad afincada en un país donde se primaba sobremanera el individualismo. Tenían un sentimiento de la familiaridad entre ellos. No había soledad.

Hoy día entendemos lo que es la "salud comunitaria" y cómo los rosetianos evitaban la soledad, causante del estrés; el gran mal de los países desarrollados. El estrés aumenta en nuestro cuerpo la hormona llamada cortisol. El cortisol es producido por la glándula suprarrenal y prepara el organismo para momentos puntuales en los que tenemos que acelerar nuestra actividad metabólica en respuesta a condicionantes externos. Pero la exposición constante de los tejidos al cortisol provoca el incremento de la presión arterial y la depresión del sistema inmune que termina desembocando en enfermedades cardiovasculares. 

Los rosetianos nos brindaron un bonito experimento con el cual demostraron la naturaleza grupal del ser humano, enseñando que el Homo sapiens es un animal social en contra de las tendencias individualistas que se imponen en los países desarrollados. 

En resumen: Los rosetinos estaban sanos por ser de donde eran y por estar rodeados de quienes estaban rodeados. Habían creado su propio mundo, donde el poder del clan de arropamiento y el concepto de felicidad era distinto al concepto de felicidad que existía una vez salías de Roseto. Si quieres cumplir muchos años, elige vivir entre gente que quieres y que te quieren,...
Bonus: Lección de Argiñano en el segundo 39: Vivir en un pueblo es fuente de salud. Otro post relacionado: La longevidad está correlacionada con la felicidad y las relaciones sociales.

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Cuando el tiempo se desliza... es señal de felicidad

Tarde, muy tarde, he descubierto un infalible medidor de felicidad. Es válido sólo para quienes tenemos la manía de contarlo todo: los horas que faltan para el fin de semana, los días para irnos de vacaciones, o las tareas que nos quedan para concluir la jornada....
Feliz se es... cuando se deja de contar, de calcular, de aguardar,... Cuando aceptamos que las cosas se suceden con naturalidad, fruto de la semilla sembrada, conclusión lógica de lo inicial y de lo intermedio... Quien cultiva y cuida, recoge -en algún momento- la cosecha.
El tiempo bien se desliza,/A una velocidad perfecta,
/ Si no quieres que la vida,/ Vaya más rápida ni más lenta.
Trata sólo de sentirla, / Cuando se te viene y se te acerca,/
como el pudor que ansía,/ la única feliz existencia.

Agradecer es la clave de la felicidad

 
Ha circulado mucho por las redes este recomendable vídeo de Luis Galindo, @LuisGalindo_lg, que nos muestra como un documento fehaciente que dar las gracias es un mecanismo infalible que hace felices a las personas. Tanto quien agradece, como quien recibe la gratitud, advierten y se focalizan en el grado de felicidad que ya disfrutan.

Aseguraba Cicerón que la gratitud no es solamente la mayor de las virtudes, sino la madre de todas ellas. Incluso mientras se persiguen otras metas hay que estar agradecido, porque si no se es feliz con lo que se tiene, ¿qué te hace pensar que serías feliz con más? La gratitud da sentido al pasado vivido, trae paz al presente y orienta nuestro futuro. 
La gratitud convierte lo que ya tenemos en suficiente. Melody Beattie
Muchos más posts que nos enseñan a ser agradecidos.

Vanuatu, un país feliz

Navegando por Internet se maneja una cantidad ingente de información, especialmente si se usan lectores de feeds como Google Reader. Lo que puede parecer una casualidad, no lo es en realidad. En pocas horas he recibido una doble e independiente noticia desde Vanuatu. A la mañana, comprobaba y comentaba en Plurk que había recibido este blog una visita desde tan remoto archipiélago del Océano Pacífico. Era el país 157 desde nos han visitado (ver NeoCounter con todos los orígenes de visitas en la banda lateral derecha) y sorprendía por su lejanía y pequeño tamaño (apenas 207.000 habitantes). Ahora, leo un índice de naciones por índice de felicidad basada en el cociente de esperanza y satisfacción de vida dividida por la cantidad de recursos naturales que se consume y aparece como sociedad más dichosa del mundo... Vanuatu. Así se demuestra que el elevado consumo de recursos materiales no basta para proporcionar altos niveles de bienestar, que se nutre también de recursos naturales. Y se ratifica que Internet proporciona sorpresas agradables y divertidas, a la vez que instructivas. Vaya un saludo desde aquí a los afortunados residentes de las que fueran conocidas colonialmente como Islas de Nuevas Hébridas. También la noticia nos desvela una de las razones y las magnitudes de la felicidad en vacaciones: El menor impacto en la "huella ecológica" que permite vivir durante más años a una comunidad. En Vanuatu son 68,2 años,... Allí, el estrés es una palabra casi desconocida para los vanuatenses, que viven en lo que el escritor viajero Paul Theroux calificó de "las islas felices de Oceanía".