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Sexualidad y nacionalismo

El binomio escogido como cabecera puede resultar estridente, pero aún lo sería más si se hubiese escogido la terna de “sexualidad, religiosidad y nacionalismo”. Adelantemos sin preámbulos la idea a defender: El nacionalismo es una emoción humana, tan arraigada en la sensibilidad de la persona como pueda serlo la sexualidad, más instintiva si se quiere, o la religiosidad, más refinada históricamente. El nacionalismo es una poderosa pasión, que unos sienten y otros no, que unos cultivan y otros no, que unos reconocen y otros no, que a unos les sirve como un motor vital y a otros no,… exactamente como la sexualidad o la religiosidad. Estos sentimientos bien canalizados se han demostrado que generalmente contribuyen a la plenitud humana, aunque persista el riesgo de fanatismos y perversiones por excesos o extravíos.

El nacionalismo es una de las fibras, como el amor o la amistad, de las que está hecho el ser humano. Un componente, como las citadas expresiones del sexo y la religión, de mayor o menor trascendencia en cada individuo en particular, pero de los que convendría no negar ni su existencia ni su validez para quienes optan voluntariamente por un armónico desarrollo personal a través de su ejercicio. No se trata aquí de asemejar la religiosidad con la sexualidad, ni éstas con el nacionalismo,… sino de que se acepte la obvia existencia de este último, recordando cuando han negado y reprimido la sexualidad algunos credos o cuando se persiguieron las religiones por considerarse patrañas. Para cada uno de nosotros, la religiosidad, la sexualidad o el nacionalismo serán mucho, poco o nada importantes, pero existir ¡vaya si existen! y para otras personas (muchas o pocas) son potencias transformadoras. Es legítimo debatir sobre qué abusos de estos sentimientos son inadmisibles por los daños sociales o personales derivados, pero lo más absurdo sería pretender que no coexisten.

El nacionalismo no lo inventó Bismarck, ni Sabino Arana. No es “una alucinación inventada por un loco”. Y es que hemos llegado a un momento en el que se pregona un despropósito de tal calibre. La palabra "nacionalismo" proviene de nación, que, a su vez, deriva del latín “nasci” (nacer). El nacionalismo es un sentimiento natural de protección de los elementos simbólicos, sociales y culturales de una colectividad (lengua, historia, mitología, tradiciones,…), mucho antes que un movimiento político que puede invocar el derecho a una Nación propia con alguna forma de Autogobierno o de Estado. Por supuesto que a lo largo de la Historia, este impulso ha sido semilla de muerte y destrucción, como la guerra de Troya se inició por el amor de una mujer o las cruzadas e inquisiciones fueron desencadenadas por la religión. Pero este resorte humano, el nacionalismo, también ha elevado al hombre a la categoría de ser social, ha estructurado la tribu, la colectividad y es la base de cualquier democracia moderna actual. El proceso de humanización, de superioridad del ser humano se debe a su razón y a una óptima explotación de sus instintos básicos de conservación, de cuidado del grupo y de la especie, reconociendo y conduciendo su sexualidad, sus deseos de identidad personal y colectiva, sus ansias de pervivencia y trascendencia más allá de la muerte.

Despreciar el nacionalismo como algo caducado o propio de charlatanería localista, o como un tabú que no existe o no se puede interpretar, es tan insensato como sería hacerlo con la sexualidad o la religiosidad. Mantener que “el nacionalismo conduce a la estupidez o a la guerra”, es tan grotesco como sostener que la sexualidad o la religión son malsanas, en sí mismas y sin más precisiones. Un ser humano, y una comunidad humana, construyen su cosmovisión identitaria mediante un imaginario común, un entramado multidimensional donde “el cuidado de lo propio”, el nacionalismo, está presente y actuante.

No ridiculicemos un sentimiento humano tan hondo como la religión, el amor o la sexualidad. El nacionalismo no es un mito, y en todo caso como diría Lévi-Strauss "todo desciframiento de un mito es otro mito”. A pesar de que el nacionalismo ha quedado emparedado por las dos corrientes políticas dominantes del siglo XX que comparten un racionalismo economicista, liberalismo y socialismo, se puede pensar con la mente y también con el corazón, sin ser irreflexivos. Porque en el conflicto vasco-español, del que algunos niegan su existencia o la de un pueblo vasco, los más “antinacionalistas” son quienes han celebrado “Días de la Raza (Española)”, de la Hispanidad (Comunidad de Lengua) y los mismos que se sublevan en defensa de la ñ. Así pues, dejemos que dialoguen los argumentos y también la bondad de los corazones solidarios que comprenden cómo sienten los demás.

“El nacionalismo es frecuentemente la ideología de los aplastados”, según Gerd Behrens. Es una convicción que enraíza muy profundamente en una cualidad de la naturaleza humana. Aceptémoslo para avanzar hacia el acuerdo mediante el diálogo y el respeto mutuo. En este siglo XXI de la intercomunicación y de la globalización mundial que nos aboca hacia la uniformidad homogeneizadora, el nacionalismo rebrota como el calor del “hogar propio” en un planeta anodino. El nacionalismo se materializó en el pasado mediante conquistas en Imperios y en Estados, pero el progreso democrático ha purificado los elementos de sacralización, de belicosidad y de enfrentamiento para la autoafirmación autóctona, floreciendo un nacionalismo inteligente y moderno, cuyos primeros frutos en forma de nuevas Naciones pueden verse en la Unión Europea, en zonas tan desgarradas como los Balcanes o el Báltico. Muchos creemos que en Euskadi y en España, con arrobas de talento e imaginación, con comprensión y democracia, podríamos también abrir una modesta pero meritoria página en la cruenta Historia de la Humanidad, quizá incluso antes que en Irlanda, Flandes, Québec, el Sahara o Palestina.

Katrina: ¡Sálvese quien pueda!

Aprendamos de una tragedia, en prevención de próximos desastres, y para una mejor atención a las víctimas presentes y futuras.

El 29 de agosto el huracán Katrina asoló los Estados costeros de Louisiana, Mississippi y Alabama, siendo New Orleans (Louisiana) la principal ciudad afectada al desbordarse los diques de 7 metros que protegen la mayor parte de sus barrios que se encuentran bajo el nivel del mar y bordeados por el río Mississippi y el lago Pontchartrain. Un millón de personas fue desplazado, siguiendo las órdenes de evacuación emitidas desde el 28 de agosto, en una crisis humanitaria a escala desconocida en los Estados Unidos desde la “gran depresión” sucedida entre 1929 y 1939. Se anegaron 233.000 km², un área similar a la de todo el Reino Unido.

La muerte de casi un millar de personas (973 registrados hasta el 20 de septiembre, de los que 936 corresponden a Louisiana) y los millones de damnificados, junto a los daños materiales cuya recuperación exigirá sólo en el primer año más de 200.000 millones de dólares estimados, ha convertido a este ciclón tropical en el más desastre natural más destructivo, superando ampliamente al huracán Andrew de 1992 (26 muertos, 3 de ellos en las Bahamas, y 27.000 millones de dólares de pérdidas materiales).

El huracán Katrina es el cuarto huracán de categoría 5, la más destructiva de la escala Saffir-Simpson, que hace impacto en el territorio continental de EEUU desde que existen registros de este tipo de tormentas, si bien al penetrar en la costa se fue rebajando rápidamente de nivel. Constituye una catástrofe infrecuente de la naturaleza desatada, si bien no comparable con el cataclismo oceánico del tsunami que devastó el sureste asiático en las navidades pasadas de 2004.

En el caso del Katrina hubo previsión de su llegada, instrucciones de evacuación y alguna capacidad de anticipación, pero no la prevención y el socorro que cabía esperar de una sociedad rica y avanzada como se supone que es la mayor superpotencia del inicio del siglo XXI. Todo ello es producto de una determinada cultura política que arrincona la iniciativa pública, subestimando una serie de amenazas sociales y naturales, mientras amplifica otras de interés para las corporaciones armamentísticas como el riesgo de ataques terroristas (por ejemplo, desde Iraq con imaginarias armas de destrucción masiva).

Las imágenes difundidas ponen de manifiesto la existencia de un “cuarto mundo” de pobreza en la trastienda de una nación socialmente muy dispar, con un alto crecimiento económico pésimamente repartido y con una cobertura pública ínfima. Son reflejo del efecto continuado de las políticas neoliberales y neoconservadoras que se exhiben desde la Presidencia estadounidense y que se propagan a través del proceso de globalización internacional. Se aprecian en el minimalismo de lo público (del Estado), en los sectores fundamentales y críticos como la educación, la sanidad o la vivienda, y no llega a percibirse en sus más trágicos efectos hasta que una hecatombe los exterioriza.

Hechos contundentes demuestran cómo la Casa Blanca desvió fondos para el proyecto urgente de mejorar las presas y las estaciones de bombeo en Louisiana hacia la guerra en Irak. Esa misma contienda explica que no haya suficientes efectivos de la Guardia Nacional en los Estados sureños, los más pobres y expuestas de los EE.UU., que son justamente los que más tropas aportan para ser transportadas a destinos tan remotos. La ausencia de infraestructuras de Protección Civil, al estilo europeo, significa que únicamente personal militar pueda acometer en una sociedad tan fuertemente armada la tarea de socorro, ofreciéndose imágenes insólitas de rescatadores pertrechados con chalecos antibalas y rifles.

Puede parecer extraño entremezclar el belicismo de George W. Bush con la respuesta desde los poderes públicos ante una catástrofe de origen natural, pero los recursos humanos y presupuestarios siempre son limitados, por lo que el esfuerzo dirigido hacia la indiscutible hegemonía militar se detrae de otras partidas que podrían destinarse a fines mucho más solidarios dentro y fuera de las fronteras estadounidenses.

En una democracia la opinión pública debe aprender a dirigir su voto, especialmente cuando una calamidad de origen natural causa una mortandad tan alta entre sus conciudadanos menos pudientes. Abandonar el militarismo galopante y luchar contra la pobreza, sobre todo en el país de las grandes desigualdades, es una necesidad urgente que los gobiernos de cualquier signo y latitud abordarán cuando la sensibilidad social colectiva lo exija perentoriamente, y no por razones compasivas ante las víctimas de una calamidad, sino por mera justicia equitativa y solidaridad distributiva. El siglo XXI requiere soluciones políticas nacionales e internacionales que superen el individualista lema del “¡Sálvese quien pueda!”.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/katrina.htm

El rapto de la democracia

La guerra no acabará… porque mueren los primeros mil niños y niñas, o porque se aniquile un país o porque se produzca la mayor catástrofe humanitaria del siglo XXI.La guerra no acabará… porque sufran el desplazamiento más de tres millones de refugiados iraquíes, de un país de 20 millones asolado por el embargo.

La guerra quizá no hubiese empezado… si la opinión pública norteamericana no hubiese sido impúdicamente alimentada de fervor patriótico por sus dirigentes ultraderechistas con la excusa del 11-S, si valorase igualmente una vida estadounidense o cualquier otra vida humana, y si supiese realmente por la memoria de sus antepasados qué fue Gernica, Londres, Dresde, Hiroshima, Nagasaki y ya no pudiera creerse la hipocresía grotesca de los “bombardeos precisos y humanitarios”.

La guerra quizá no hubiese empezado… si el pueblo norteamericano comprendiese que ellos fueron los primeros creadores del armamento atómico, y los únicos que lo han utilizado; que ellos inventaron la tecnología de las “armas de los pobres”: las bombas de guerra química y biológica, de quienes no acceden a la guerra total regida por la física nuclear.

La guerra quizá no hubiese empezado… si el obsceno militarismo americano capaz de aniquilar despiadadamente a un pequeño país, subdesarrollado y exánime, no rebosase flaqueza ética. La supuesta omnipotencia militar norteamericana, exhibiéndose con la superproducción de su espectáculo de ultra tecnología para matar,… sólo acredita su impotencia democrática. Desalmados con mucho músculo y poco cerebro… en sus cabecillas.

La guerra quizá no hubiese empezado… si los cuatro “halcones”, el vicepresidente, Cheney, el secretario de Defensa, Rumsfeld, el número dos del Pentágono, Wolfowitz, y el presidente del Defense Policy Board, Perle (apodado El príncipe de las tinieblas) no contasen con la paradójica particularidad de que ninguno ha participado nunca en ninguna guerra; todos se las arreglaron para evitar ir a Vietnam, al igual que Bush. Aznar, y Trillo, también se escabulleron de cumplir, simplemente, el servicio militar.

La guerra quizá no hubiese empezado… si los dirigentes hubiesen escuchado al Papa cuando se refirió a la paz, como “don de Dios y humilde y constante conquista de los hombres, afirmando que “cuando la guerra, como en estos días en Irak, amenaza el destino de la humanidad, es más urgente proclamar que sólo la paz es el camino para construir una sociedad más justa y solidaria. Nunca la violencia y las armas pueden resolver los problemas de los hombres”.

La guerra quizá no hubiese empezado… si Aznar no aspirase a un puesto en la Historia (“pinche de genocidas”, será ya para siempre), o si su “Aznarazo” no hubiese superado al “Tejerazo”, ridiculizando a las Cortes y al Rey que pudo intervenir el 23F de 1981.

La guerra quizás acabe… cuando los belicistas no puedan soportar el coste electoral de sus crímenes, y cuando quienes les excusaban les abandonen. La guerra quizás acabe… cuando la opinión pública mundial se manifiesta con tal intensidad y presencia que su voz no pueda ser ignorada.

La guerra acabará… cuando se agoten los arsenales y deban reponernos los contribuyentes estadounidenses… y los expoliados del mundo entero. La guerra acabará… cuando el negocio del petróleo esté controlado, y el beneficio de la reconstrucción sea mayor que el de la devastación.
La guerra acabará… cuando la sangre de la inocencia masacrada apeste en nuestros cuartos de estar porque las imágenes de televisión no muestren complacientemente las mortíferas armas de los asesinos, sino los cadáveres de las víctimas.

La guerra acabaría para siempre… cuando convenzamos a la mayoría de votantes norteamericanos para que pongan fin a “la era de barbarie” y de “nuevo desorden mundial”. Para que admitan la civilización de quienes aborrecemos la pena de muerte, repudiando tan bárbara legislación, y que para regir el gigante militar que representan no elijan a un enano moral de sádico historial en ejecutar convictos.

La guerra acabaría para siempre… cuando Estados Unidos prefiera un mundo multipolar, renunciando a su egocéntrica superioridad que les permite ignorar la legalidad internacional, las Naciones Unidas y el Tribunal Penal Internacional (y el Protocolo de Kioto, los convenios de desarme o de minas antipersonal,…). La guerra acabaría para siempre… si se votase en referéndum abierto a toda la ciudadanía la participación de un gobierno en un conflicto militar.
La guerra acabaría para siempre… cuando todos los seres humanos reprobemos y desterremos de nuestra mente y de nuestro corazón esa insensata fruición por matarnos los unos a los otros.
La guerra acabaría para siempre… si ya no fuera posible el rapto de la democracia, el secuestro de la verdad por los sempiternos “señores de la guerra”, déspotas y falsarios, serviles esclavos del poder económico, que prenden fuego al mundo sembrando regueros de encarnadas amapolas de sangre, que algún día florecerán.

Las 8 etapas del desarrollo psicosocial de Erik Erikson


Reconociendo el gran valor de la teoría del Desarrollo Psicosocial de Erikson (de 1950), discrepamos en la actualidad del planteamiento de la etapa de la vejez a partir de los 65 años, dado el aumento significativo de la esperanza de vida en los países desarrollados. 

Erik Erikson anticipa el concepto de generatividad, como "la preocupación por establecer y guiar a la siguiente generación", o la "capacidad de trascender los intereses personales para cuidar y preocuparse por las generaciones más jóvenes y mayores" o un "deseo interior de inmortalidad". Algo que se aplica incluso, yo allí lo escuché por primera vez, a ecosistemas tecnológicos como Android o IOS, desde que Jonathan Zittrain adoptó ese neologismo en 2006 .

Ello da lugar al retraso, afortunado, de la crisis existencial  entre "Generatividad frente a Estancamiento" durante la nueva jubilación de quienes mantienen salud durante décadas una vez cumplidos los 60 años. El dilema esencial de "Integridad frente a desesperación", queda pospuesto hasta la 4ª edad, al menos. Pero con más detalle hablaremos en un próximo post. Por el momento, presentemos a Erik Erikson y sus ocho estadios de la vida.

Erik Erikson (interesante biografía) descubrió las ocho edades que todo ser humano atraviesa con sus correspondientes crisis y duelos importantes que marcan su carácter durante toda su vida. Gracias a ello, se conduce la evolución y el progreso personal. En cada fase se alcanza una serie de competencias. Si en cada una de las etapas de la vida la persona ha logrado la competencia correspondiente, se experimentará una sensación de dominio que Erikson conceptualiza como fuerza del ego

Haber adquirido la competencia ayuda a resolver las metas que se presentarán durante la siguiente etapa vital. Cada etapa implica un conflicto cuya resolución ayuda al desarrollo individual y crecimiento psicológico. También podemos encontrar un gran potencial para el fracaso, si no se supera el desafío de esa etapa vital. 

Sorprende cómo se van logrando las fuerzas básicas de la personalidad de cada individuo, en un cierto grado, al tiempo que se instauran así mismo las antipatías o patologías en un cierto grado: Esperanza / Retraimiento, Voluntad / Compulsión, Finalidad / Inhibición, Competencia / Inercia, Fidelidad / Repudio, Amor / Exclusividad, Cuidado / Rechazo y Sabiduría / Desdén. 

Estos son los 8 estadios psicosociales, con sus relaciones, capacidades y carencias acumuladas:
1. Confianza vs Desconfianza. Este estadio transcurre desde el nacimiento hasta los dieciocho meses de vida, y depende de la relación o vínculo que se haya creado con la madre. La relación con la madre determinará los futuros vínculos que se establecerán con las personas a lo largo de su vida. Es la sensación de confianza, vulnerabilidad, frustración, satisfacción, seguridad… la que puede determinar la calidad de las relaciones.

2. Autonomía vs Vergüenza y duda. Este estadio empieza desde los 18 meses hasta los 3 años de vida del niño. Durante este estadio el niño emprende su desarrollo cognitivo y muscular, cuando comienza a controlar y ejercitar los músculos que se relacionan con las excreciones corporales. Este proceso de aprendizaje puede conducir a momentos de dudas y de vergüenza. Asimismo, los logros en esta etapa desencadenan sensación de autonomía y de sentirse como un cuerpo independiente.
Las 8 etapas del desarrollo psicosocial de Erik Erikson
3. Iniciativa vs Culpa. Este estadio viaja desde los 3 hasta los 5 años de edad. El niño empieza a desarrollarse muy rápido, tanto física como intelectualmente. Crece su interés por relacionarse con otros niños, poniendo a prueba sus habilidades y capacidades. Los niños sienten curiosidad y es positivo motivarles para desarrollarse creativamente. En caso de que los padres reaccionen de negativamente a las preguntas de los niños o a la iniciativa de éstos, es probable que les genere sensación de culpabilidad.

4. Laboriosidad vs Inferioridad. Este estadio se produce entre los 6-7 años hasta los 12 años. Los niños muestran un interés genuino por el funcionamiento de las cosas e intentan llevar a cabo muchas actividades por sí mismos, con su propio esfuerzo y poniendo en uso sus conocimientos y habilidades. Por esa razón es tan importante la estimulación positiva que pueda ofrecerle la escuela, en casa o por el grupo de iguales. Éste último comienza a adquirir una relevancia trascendental para ellos. En el caso de que esto no sea bien acogido o sus fracasos motiven las comparaciones con otros, el niño puede desarrollar cierta sensación de inferioridad que le hará sentirse inseguro frente a los demás.

5. Exploración de la Identidad vs Difusión de Identidad. Este estadio tiene lugar durante la adolescencia. En esta etapa, una pregunta se formula de forma insistente: ¿Quién soy? Los adolescentes empiezan a mostrarse más independientes y a tomar distancia de los padres. Prefieren pasar más tiempo con sus amigos y comienzan a pensar en el futuro y a decidir qué quieren estudiar, en qué trabajar, dónde vivir,... La exploración de sus propias posibilidades se produce en esta etapa. Comienzan a apuntalar su propia identidad basándose en el las experiencias vividas. Esta búsqueda va a causar que en múltiples ocasiones se sientan confusos acerca de su propia identidad.

6. Intimidad frente al Aislamiento. Este estadio comprende desde los 20 años hasta los 40, aproximadamente. La forma de relacionarse con otras personas se modifica, el individuo empieza a priorizar relaciones más íntimas que ofrezcan y requieran de un compromiso recíproco, una intimidad que genere una sensación de seguridad, de compañía, de confianza. Si se evade este tipo de intimidad, uno puede estar rozando la soledad o el aislamiento, situación que puede acabar en depresión.
Las 8 etapas del desarrollo psicosocial de Erik Erikson
7. Generatividad frente al Estancamiento. Este estadio transcurre entre los 40 hasta los 60 años. Es un lapso de la vida en el que la persona dedica su tiempo a su familia. Se prioriza la búsqueda de equilibrio entre la productividad y el estancamiento; una productividad que está vinculada al futuro, al porvenir de los suyos y de las próximas generaciones, es la búsqueda de sentirse necesitado por los demás, ser y sentirse útil. El estancamiento es esa pregunta que se hace el individuo: ¿Qué es lo que hago aquí si no sirve para nada?; se siente estancado y no logra canalizar su esfuerzo para poder ofrecer algo a los suyos o al mundo.

8. Integridad del yo frente a la Desesperación. Este estadio se produce desde los 60 años hasta la muerte. Es un momento en el que el individuo deja de ser productivo, o al menos no produce tanto como era capaz anteriormente. Una etapa en la que la vida y la forma de vivir se ven alteradas totalmente, los amigos y familiares fallecen, uno tiene que afrontar los duelos que causa la vejez, tanto en el propio cuerpo como en el de los demás.
 
Pocas fórmulas de la psicología son tan eficaces como ésta de Erikson para entender cuánto hemos desarrollado en cada persona la esperanza y confianza en la primera infancia hasta los 18 meses (hope), el deseo y la autonomía (will) en la infancia hasta los 3 años, la iniciativa y el propósito (purpose) hasta los 5 años, la laboriosidad y la competencia (competency) hasta los 13 años, la identidad y la fidelidad (fidelity) en la adolescencia hasta los 21 años, las relaciones personales íntimas y el amor (love) hasta los 39 años, la generatividad  y el legado (care) hasta los 65 años o más y, finalmente, la sabiduría y la integridad del yo o plenitud (wisdom).
Las 8 etapas del desarrollo psicosocial de Erik Erikson
Las ocho preguntas clave en el desarrollo psicosocial de Erik Erkson:
  1. Can I trust others? / ¿Puedo confiar en los demás?
  2. Am I independent? / ¿Soy independiente?
  3. Can I do what I want? / ¿Puedo hacer lo que quiero?
  4. Am I capable o competent? / ¿Soy capaz o competente?
  5. Do I know who I am? / ¿Sé quién soy? 
  6. Do I have close relationships? / ¿Mantengo relaciones cercanas?
  7. Have I made a difference to others? / ¿He cambiado algo el mundo para los demás?
  8. Has my life been meaningful? / ¿Ha tenido sentido mi vida?
Otras muchas imágenes sobre este tema con citas de Erikson.
Desarrollo psicosocial de Erik Erikson
De todo esto hablaremos en el XV Encuentro Anual de GetxoBlog que celebraremos el sábado 25-11-23. Aún puedes inscribirte gratuitamente

Miedos medidos

La vuelta a la rutina anual es época de miedos. Toda la vida de una persona es la historia de sus miedos, señaló el educador Alexander S. Neill.

Los textos literarios disertan de ansiedades y recelos. ¡Soy honrado y aún así, tengo miedo! ¿Qué es la esperanza sin la levadura del miedo? ¡Adiós esperanza!, y con la esperanza, ¡adiós miedo! Quien nunca tuvo miedo no tiene esperanza: Tal significa la palabra "desesperado".

La alegría da miedo. Cuando se es feliz es cuando hay que tener más miedo; nada amenaza tanto como la felicidad. Cualquier cosa que gane el hombre debe pagarla cara, aunque no sea mas que con el miedo de perderla. El miedo reina sobre la vida. El miedo no es más que un deseo al revés. El miedo está siempre dispuesto a ver las cosas peores de lo que son. El único sentimiento permanente del hombre inferior es el miedo, el miedo de lo desconocido, de lo complejo, de lo inexplicable. Hay mucha gente que no cree en nada, pero que tiene miedo de todo.

El miedo es el más ignorante, el más injusto y el más feroz de los consejeros. El miedo es el más peligroso de los sentimientos colectivos. Las visiones las fabrica el miedo. Los fantasmas dan más miedo de lejos que de cerca. ¡Qué de sombras finge el miedo! Uno de los defectos del miedo es turbar los sentidos y hacer que las cosas no parezcan lo que son. El miedo gusta de la idea de peligro. El miedo es hermano de la cobardía y padre del odio. El miedo es más injusto que la ira. El miedo es padre de la crueldad. En política, lo que comienza con miedo suele terminar con insensatez. La violencia es miedo de las ideas de los demás y poca fe en las propias. Los violentos y agresivos son personas que no han sabido comunicar su miedo.

La mayoría de las personas tienen miedo a la muerte porque no han hecho algo de su vida. Nadie llegó a la cumbre acompañado del miedo. ¿Miedo a la muerte? Uno debe temerle a la vida, no a la muerte. Con el miedo se llega a los noventa. El ignorante tiene valor; el sabio, miedo. Prudencia no es más que el eufemismo de miedo. La prudencia es el miedo caminando de puntillas. El miedo, sin ser Dios, puede hacer algo de nada.

El miedo es natural en el prudente y el saberlo vencer es ser valiente. Con la audacia se encubren grandes miedos. ¿Dónde estaría el mérito, si los héroes no tuviesen nunca miedo? El valor es el miedo que ha rezado sus últimas oraciones. El verdadero valor comienza generalmente con el miedo. La cobardía es el miedo consentido; el valor es el miedo dominado.

Intentemos no ocupar la vida ni en temer, ni en odiar. A lo único que debemos tener miedo es al miedo mismo. El miedo genera odio. Donde hay miedo hay poco lugar para el amor. El miedo es siempre un problema, el amor es siempre la solución. La paradoja es que a todo amor, exento de miedo, le falta algo. Miedos medidos, como estímulos, para ser vencidos.

Cómo NO hacer amigos

Interesante recopilación con 270 formas de molestar a la gente. Extraído de La Frikipedia, la enciclopedia '''extremadamente''' seria, ... Merece la pena leerlo: te ríes... y aprendes.
Mordisquea los bolis que te hayan prestado.
Asómate por encima del hombro de alguien, murmurando mientras lees.
No mires nunca a los ojos de tu interlocutor.
Mantén fijamente tu mirada en los ojos de tu interlocutor, sin apartarla.
Cambia siempre de canal, justo 5 minutos antes del final de cada programa.

Muerte al inteligente

En EE.UU. parece reeditarse el exabrupto de Millán-Astray frente a Unamuno: ¡Abajo la inteligencia! ¡Viva la muerte!

El condenado a muerte, Daryl R. Atkins, evitó la inyección letal hace tres años porque su sentencia quedó suspendida por el Tribunal Supremo norteamericano al establecer la prohibición de ejecutar a reclusos cuyo coeficiente intelectual (CI) corresponda a la categoría de retrasado mental. Su célebre dictamen estableció que la ejecución de “retrasados” es inconstitucional, porque atenta contra la Octava Enmienda, que prohíbe los "castigos crueles" (sic). No se pronunciaron sobre la crueldad de la ejecución de los “normales”. Al menos, se creó una jurisprudencia de salvaguarda para “los deficientes” en esta extraña democracia que mantiene la pena de muerte en algunos Estados.

En 1998 Atkins sólo obtuvo un cociente intelectual de 59, siendo el promedio de la población 100 y estando fijado en 70 el umbral del retraso mental en el Estado de Virginia. Daryl, a quien en sus 27 años de existencia ni su familia, ni la educación recibida, ni el Estado lograron desarrollar su inteligencia, ahora parece que se ha “espabilado” por el trato con sus abogados para luchar por su vida. En su última evaluación ha alcanzado –desgraciadamente- un CI de 76. Haber llegado a ser “tonto estadístico”, pero no “retrasado”, le puede llevar finalmente a ser “matado legalmente” según el inhumano sistema judicial virginiano.

El psiquiatra forense encargado del caso, Evan S. Nelson, declaró el pasado noviembre que el convicto "Atkins recibió más estímulo intelectual en la prisión que durante toda su infancia y adolescencia, incluyendo las capacidades académicas teóricamente obligatorias de lectura y escritura, así como la competencia para aprender conceptos legales abstractos en su comunicación con los profesionales del Derecho que le defendieron”.

El disparate legal es inconmensurable: Establece una retroactividad para quien era un manifiesto “deficiente mental” cuando cometió su crimen. Se le condena a morir,… o a no progresar jamás en su vida, a pesar de haberse demostrado que podía hacerlo y que nadie se preocupó de él antes de iniciar su carrera criminal. Resulta bochornoso para todo el autodenominado “Primer Mundo” que, en el supuesto país líder mundial, las insuficiencias e ineficiencias de todo el gigantesco sistema social, en su escala familiar, educativa, sanitaria y de seguridad, la paga una víctima, que a su vez causó otra muerte aún más inocente.

Por un San Fermín sin dolor... ni humano ni animal


Tras una nueva muerte en los Sanfermines, volvemos a declararnos pacifistas y sin aceptar el sufrimiento de ninguna especia viva, con especial respeto a la vida humana. Aunque somos vascos, nos gusta la fiesta navarra y hasta hemos corrido encierros de niños en Tudela, desde que tenemos uso de razón no comprendemos que una tradición a conservar sea... tan salvaje. La cultura, la tradición, la humanidad deben de aprender de la historia. Hemos repetido muchas veces nuestra negativa al maltrato de los animales, la última vez el pasado día anterior a San Fermín, como lo prueba este registro en Twitter con una horripilante foto.
Hoy, tras la brutalidad de la muerte por diversión (?), hemos de declarar nuestra posición contraria ante el espectáculo de los toros. Somos cada día más quienes detestamos la muerte gratuita, la sangre (humana o animal) derramada por un supuesto "arte". Podemos respetar fórmulas de rejoneo, con el baile de caballos y toros, pero sin banderillas, sin rejones, sin la cruel tortura y la muerte sangrienta. Los encierros y el toreo con muerte exhibidos en las calles o en una plaza son primitivos, bestiales e indignos de seres humanos contemporáneos.¿Apreciamos la tauromaquia como un hecho cultural relevante durante siglos, pero cuándo aprenderemos del Gernika donde Picasso expresó el dolor de personas y animales? [El vídeo en 3D permite visualizar y destacar detalles de las figuras humanas y animales que, de otro modo, quizá pasarían desapercibidos.]

Esperanza de vida y su evolución histórica

Esperanza de Vida en USA
¿Cuántos años te quedan de vida? La respuesta a esa pregunta es la esperanza de vida (ver en numerosos posts)Es un indicador que mide el promedio de años que se esperaría que una persona viva, basado en el nivel de mortalidad de un determinado grupo de población. Se usa para medir el IDH (Índice de Desarrollo Humano) y que varía según el sexo, el nivel educativo, el PIB y otros factores. 

En el gráfico superior visualizamos la esperanza de vida estadounidense actual por edad y género. Los gráficos y estudios de EE.UU. son muy precisos y clarividentes, si bien la esperanza de vida en nuestro entorno es superior. Una conclusión clave de la esperanza de vida es que aumenta a medida que se envejece. Esto se ve fácilmente en la anterior tabla, que enumera los años que le quedan de vida a una edad determinada a una persona estadounidense y la esperanza de vida proyectada.

Al nacer, un bebé estadounidense promedio puede esperar vivir hasta poco más de 74 años. Pero si el niño llega a la edad adulta, a los 21 años podría vivir un año más, más allá de los 75. Esta tendencia persiste incluso hacia el final de la vida, cuando el años que nos quedan disminuyen rápidamente, influidos por la mayor probabilidad de muerte. 

Las mujeres estadounidenses tienen una esperanza de vida mayor que los hombres. Al nacer, la brecha es cercana a los seis años y se reduce constantemente a alrededor de un año a los 85 años. Las mujeres sobreviven a los hombres en casi todos los países del mundo, debido a una combinación de razones sociológicas, conductuales y biológicas. 

Según los datos más actualizados, la esperanza de vida en España en 2021 fue 83,03 años. Ese año, la esperanza de vida de las mujeres fue de 85,81 años, mayor que la de los hombres que fue de 80,2 años. España fue el país de la Unión Europea con la esperanza de vida más alta por delante de Suecia. 

Estos cambios se deben a mejoras en la medicina, la salud pública, la nutrición, el acceso a agua limpia y saneamiento, la atención médica neonatal, los antibióticos, las vacunas y otros esfuerzos de salud pública. Además, el crecimiento económico y la reducción de la pobreza también han contribuido a la disminución de la mortalidad infantil. La historia nos muestra que, a pesar de las dificultades del pasado, hemos logrado avances significativos en la protección de la vida de los niños.

A principios del siglo XIX, cuando había menos de mil millones de seres humanos en la Tierra, en 1804 la esperanza de vida global al nacer era de aproximadamente 29 años. Se trata de una cifra sorprendentemente baja, porque la esperanza de vida es una proyección estadística de cuántos años más puede esperar vivir una persona, basándose en las tasas de mortalidad de ese momento. Y dado que la tasa de mortalidad infantil en particular era tan alta, la esperanza de vida resumía con precisión la baja probabilidad de que muchos bebés vivieran hasta la edad adulta.

En 1804, cuando Napoleón fue coronado como emperador de Francia en Notre-Dame (París), se estima que se alcanzó el primer "billion", los mil millones de seres humanos. Hubo que esperar hasta 1927, cuando Charles Lindbergh realizó el primer vuelo transoceánico desde Nueva York a París, para que dos mil millones de humanos habitaran el planeta.  Cuando nacimos en 1953, apenas existíamos 2.500 millones de personas. Las predicciones (ver en contador constante y actualizado) apuntan nunca se superarán los 11 mil millones de seres humanos y que el máximo será hacia el año 2100. 
Esperanza de vida a lo largo de la historia
Según un estudio del Institute for Health Metrics and Evaluation (IHME) de la Universidad de Washington, se espera que España sea el país con la mayor esperanza de vida en el mundo en 2040, con una esperanza de vida de 85,8 años. Esto es casi tres años por encima del promedio actual. Sin embargo, estas son solo proyecciones y pueden cambiar debido a una variedad de factores, incluyendo avances en la medicina, cambios en las tasas de mortalidad y cambios en los estilos de vida. En el año 2040, los países con la mayor esperanza de vida serán:

Fecha de caducidad

Sin título 
Aún sin recurrir a la obsolescencia programada, todo tiene una fecha de caducidad. El diagrama adjuntado, titulado Extinction Timeline 1950-2050, muestra una proyección de objetos, países o personas que desaparecerán (o desaparecieron) en ese siglo comprendido entre la segunda mitad del XX y la primera mitad del XXI. Hay hechos históricos ubicados cronológicamente y ya acontecidos, así como prospectivas de lo cabe esperar que caduque en las cuatro décadas que faltan hasta 2050.
El primer personaje que figura es John_F._Kennedy, asesinado en 1963 (hoy justamente se celebra medio siglo de su muerte). Países (como Yugoslavia), enfermedades (como la viruela), hechos históricos (el muro de Berlín, el comunismo), artilugios (como las máquinas de escribir mecánicas, las Polaroid o el Concorde), ... 
Sin duda, lo más interesante, inquietante o esperanzador es lo que se predice para los próximos 37 años. Se pronostica, y hay datos que lo avalan, el fin de las oficinas de correos, o de las reparaciones, el perderse (en 2014), la jubilación (en 2016, al menos tal y como la entendemos hoy), las bibliotecas (en 2019), el CopyRight o Derecho de Autor (en 2020), Blogging y las Maldivas (en 2022), los sindicatos (2028), las llaves (en 2030) y las monedas (en 2033, a ver si es verdad)así como los vehículos de combustión interna (en ese mismo 2033) y el petróleo, los ordenadores de sobremesa, los glaciares (en 2037), las corbatas (en 2014), los periódicos en papel y Google (en 2049),... 

Incluso poco más allá de 2060 se proyecta el fin de la fealdad, los Estados Nacionales, o incluso de la Muerte (no deseada, como también apuntaba José Luis Cordeiro recientemente en una conferencia en Bilbao),... En conclusión, y por si alguien no se había enterado: Tenemos los días, o los años contados, todas las personas y todo aquello que conocemos (incluso quizá asistamos, paradoja de las paradojas, a la muerte de la muerte). 

Sanicomios para una alocada sociedad


Ya cerramos los manicomios. ¿Abrimos los sanicomios?

OBSERVACIONES: Hace ya dos décadas se cerraron la mayoría de los manicomios en nuestro país. Era un movimiento que, desde mediados del siglo XX, se venía produciendo a escala europea y que tuvo sus máximos exponentes en el Reino Unido, en Francia y en Italia con un abordaje de la salud mental desde planteamientos más científicos, comunitarios y sociales. Los decimonónicos hospitales mentales que parecían cárceles, fueron abolidos en un irreversible avance propiciado por una perspectiva ética y humana de asistencia al enfermo mental, junto con una atención sanitaria normalizada en centros de salud ordinarios con el apoyo de novedosos medicamentos.

El paulatino cierre de los manicomios coincidió con la bandera progresista de los profesionales sanitarios que entendieron que era la patología social fundamentalmente la que estaba detrás del enfermo mental y que, por tanto, eran los abordajes comunitarios los más efectivos a aplicar en su curación. Pero también es cierto que el fin de estas instituciones coincidió con épocas de recorte del gasto público, por lo que las propuestas vanguardistas fueron atendidas por responsables meramente interesados en el ahorro, más aún cuando en el Estado español, este hecho se produjo con las transferencias a las comunidades autónomas, que, en su inmensa mayoría de los casos, se hicieron sin las correspondientes dotaciones de infraestructuras y económicas. El resultado fue, con diferencias territoriales notables como en Euskadi donde es notorio el especial esfuerzo en los servicios socio-sanitarios públicos, que una gran mayoría de las personas que ejercen la mendicidad son enfermos mentales expulsados de manicomios, sin posibilidad alguna de integración familiar ni social, y que están esperando la muerte de este modo absolutamente indigno.

REFLEXIONES: La salud mental mantiene encendidas todas las luces rojas de alarma. Un informe reciente demuestra un significativo incremento en la tasa de suicidios, que ya es la cuarta causa de muerte con una mortalidad total del 10%. Como cabe esperar esta probabilidad no está equitativamente distribuida, y son las zonas deprimidas con alta tasa de paro, las que soportan una pesada carga de suicidio, acompañada del séquito de penurias que rodea a la desintegración social como depresión y alcoholismo. La frontera entre la salud física y la salud mental es minúscula. En atención primaria es comprobable que el 80% de las consultas se relaciona con patologías sociales o mentales, expresadas con síntomas somáticos originados por alteraciones relacionadas con factores más complejos de la vida de cada individuo.

El linde entre cordura y locura es sutil. Montesquieu dijo que “Se encierran algunos locos en un manicomio para hacer creer que los que están fuera son cuerdos” y un proverbio sánscrito apunta que “El loco que conoce su locura, es relativamente cuerdo; mas el loco que cree estar cuerdo, éste es verdaderamente loco”. El primer grado de la locura es creerse cuerdo, y el segundo es proclamarlo. Lo cierto es que cuando todo el mundo está loco, ser cuerdo es una locura. Incluso se ha defendido que “antes loco con todos, que cuerdo a solas”.

RECOMENDACIONES: Hubo un precedente histórico de “sanicomio” u hospital para cuerdos. Axel Faber, un industrial danés retirado que vivió en Méjico en años ‘60 inauguró una cadena de “asilos para cuerdos”, donde ganadores de premios Nobel e intelectuales de prestigio pudieron alejarse del mundanal ruido y dedicarse a pensar. Esas ínsulas de meditación incluyeron desde una casona en Acapulco hasta un castillo en Viena. Uno de los primeros huéspedes fue Donald Glaser, Nobel de Física en 1960, que declaró que "El Premio me ha enseñado que puedo resistir un tiempo a la luz pública, pero luego siento la necesidad de retirarme a un lugar tranquilo para trabajar. Si no se vuelve uno loco".

Los muros de los manicomios no separaban bien cordura y locura, o quizá ha llegado el momento de salvarse encerrándose tras las tapias porque fuera hay más locos que cuerdos, y en los mismos cuerdos, hay más locura que cordura. Pero si creemos como Diderot que “La cordura no es otra cosa que la ciencia de la felicidad”, hemos de aprestarnos a curar a nuestra sociedad, de todas esas manías y enfermedades sociales que tanto abundan, y cuya peor representación es la violencia en todas sus manifestaciones (doméstica, bélica, terrorista). Cómicamente Perich festejaba que "Locos y niños dicen siempre la verdad, y por eso se crearon manicomios y colegios". Muchos creemos que el primer “sanicomio” debe ser una nueva escuela no alienante, que rescate a las nuevas generaciones y así a toda la humanidad. Hoy día, desafortunadamente, manicomio y escuela son los únicos sitios donde al “cliente” no se le da (toda) la razón.

Joe Biden, un modelo de octogenario en plenitud

Este post analiza la edad (tanto de Biden como de Trump), no en sus opciones políticas

El presidente Joe Biden nació el 20 de noviembre de 1942. Los expertos dicen que la edad cronológica no es más que un número. El New York Times habló a finales de 2022 con diez expertos en envejecimiento para describir cómo podrían ser los próximos seis años para una persona de la edad del presidente. Aseguran que los antecedentes y el estilo de vida del presidente Biden favorecen un envejecimiento saludable.

El presidente Biden reconoció que es una “pregunta legítima preguntarle a cualquier persona mayor de 70 u 80 años si es apto o no” para servir en la Casa Blanca. Para aquellos que cuestionan su condición física, tiene una respuesta común: "Mírenme". Biden tendría 86 años al final de un segundo mandato en 2028, si se postula y ganase este año 2024. Un dato que sus críticos han aprovechado y que hace dudar incluso a algunos demócratas. 

Si bien el riesgo de enfermedades potencialmente mortales, demencia y muerte aumenta más rápidamente con cada década que pasa en la vida de una persona, los expertos en geriatría dicen que las personas de 80 años que son activas, comprometidas y tienen un sentido de propósito pueden seguir siendo productivas y saludables. y que la sabiduría y la experiencia son factores importantes a considerar. 

Joe Biden, coincidieron estos expertos, tiene mucho a su favor: tiene un alto nivel educativo, tiene mucha interacción social, un trabajo estimulante que requiere mucha reflexión, está casado y tiene una sólida red familiar, todos factores que, según los estudios, protegen contra la demencia y favorecen un envejecimiento saludable. No fuma ni bebe alcohol y, según la Casa Blanca, hace ejercicio cinco veces por semana. Además cuenta con una atención médica de primer nivel. 

Su origen racial es otro factor. La esperanza de vida del hombre blanco promedio de 80 años es de otros ocho años, dijo el Dr. John Rowe, profesor de políticas de salud y envejecimiento en la Universidad de Columbia. "Y ese es el promedio", dijo el Dr. Rowe. “Muchas de esas personas de 80 años ya están enfermas; ya están en el asilo de ancianos”. 

Los científicos que estudian el envejecimiento enfatizan que la edad cronológica no es lo mismo que la edad biológica y que las dos a menudo divergen a medida que las personas envejecen. Es cierto que las personas mayores tienden a decaer físicamente, y el cerebro también sufre cambios. Pero en las personas activas, dicen los expertos, el cerebro continúa evolucionando y algunas funciones cerebrales pueden incluso mejorar , un fenómeno que los expertos llaman "neuroplasticidad cerebral del envejecimiento". 

"La idea de que la vejez se asocia únicamente con deterioros no es cierta", afirmó el Dr. Dilip Jeste, psiquiatra que ha estudiado el envejecimiento en la Universidad de California, San Diego. “Hay estudios realizados en todo el mundo que muestran que en las personas que se mantienen activas física, social, mental y cognitivamente hay una mayor conectividad entre redes específicas, e incluso se pueden formar nuevas neuronas y sinapsis en regiones cerebrales seleccionadas con la edad". 

Nadie puede predecir cómo le irá a un solo individuo. El informe médico que la Casa Blanca publicó el año 2021 fue un resumen de los hallazgos del médico personal del presidente, el Dr. Kevin C. O'Connor, quien lo proclamó como un "hombre sano y vigoroso de 78 años". El Dr. O'Connor informó que el presidente toma medicamentos recetados para controlar el colesterol y la fibrilación auricular (un latido cardíaco irregular). También notó dos cambios específicos en la salud del Presidente Biden: Había experimentado “una frecuencia y gravedad cada vez mayores de 'aclaramiento de garganta'” mientras hablaba, probablemente debido al reflujo ácido, y tenía cierta rigidez en su forma de andar. 

Ambos cambios son comunes en las personas mayores, afirmó el Dr. Dan Blazer, profesor emérito y epidemiólogo psiquiátrico de la Facultad de Medicina de la Universidad de Duke. Lo mismo, dijo, se aplica a los tropiezos verbales de Biden, incluida la vez que buscó entre la audiencia a una congresista, aparentemente olvidando que ella había muerto el mes anterior. "El deslizamiento de la memoria es algo habitual, pero no es un déficit real", dijo el Dr. Blazer, quien dirigió un comité de expertos que examinó el "envejecimiento cognitivo" para la Academia Nacional de Ciencias en 2015. Describió ese deslizamiento así manera: "Olvidan, recuerdan que han olvidado y eventualmente recuerdan lo que han olvidado". 

Una vez que las personas llegan a los 65 años, el riesgo de demencia se duplica cada cinco años, dijo la Dra. Gill Livingston, psiquiatra del University College de Londres, quien dirigió una comisión sobre demencia en 2020 convocada por The Lancet, una revista médica. En general, dijo, en países de altos ingresos como Estados Unidos, diversas formas de demencia afectarán al 10% de las personas de 80 a 84 años y al 20% de las de 85 a 89 años. 

A medida que la cohorte del Baby Boom envejece, el número de octogenarios crece hasta convertirse en lo que los expertos han llamado un “tsunami de plata”. En el perfil de estadounidenses mayores de 2020, el Departamento federal de Salud y Servicios Humanos informó que se proyectaba que la población de 85 años o más aumentaría a más del doble, de 6,6 millones en 2019 a 14,4 millones en 2040. 

No faltan octogenarios en la vida pública. La jueza Ruth Bader Ginsburg fue tratada por cáncer de colon cuando tenía 60 años y sirvió en la Corte Suprema hasta que murió a los 87 años, por complicaciones del cáncer de páncreas. Siete senadores estadounidenses tienen más de 80 años (incluido Bernie Sanders, de Vermont, que buscó la nominación demócrata a la presidencia en 2016 y 2020, y Mitch McConnell, de Kentucky, el líder republicano), y basta mirar a la cámara para ver la variabilidad en cómo la gente envejece. El senador Charles E. Grassley, republicano de Iowa, acaba de ganar la reelección con 89 años: Tendrá 95 años si termina su mandato. A Grassley le gusta tuitear videos de sus carreras matutinas y, a veces, hace flexiones en eventos públicos de campaña. 

“Las personas de 80 años suelen experimentar declives; no deberíamos ser ingenuos al respecto”, dijo Lisa Berkman, profesora de políticas públicas en la Escuela de Salud Pública de Harvard que estudia la salud y el envejecimiento. “Y al mismo tiempo, hay mucha variabilidad. Las personas a las que les va bien y se encuentran en el nivel más alto de funcionamiento tienen posibilidades de continuar otros 10 años, de tener un desempeño realmente bueno durante este tiempo y hacer contribuciones muy importantes”. 

La Casa Blanca dice que Biden mantiene un ritmo ajetreado, destacando sus recientes viajes internacionales, pero los críticos están preocupados por el ritmo del trabajo. Andrew Bates, subsecretarito de prensa, citó los logros legislativos de Biden y el resultado de mitad de período mejor de lo esperado. También abordó el tema de la experiencia: “Como ha dicho Joe Biden desde antes de convertirse en el presidente con más experiencia en la historia de Estados Unidos”. 

Si bien los expertos se muestran reacios a diagnosticar a Biden desde lejos (y no hay forma de predecir el futuro), quienes han revisado los registros médicos disponibles de la Casa Blanca dijeron que hasta ahora parece estar envejeciendo de manera saludable. Jay Olshansky, epidemiólogo de la Universidad de Illinois en Chicago, nombra tanto a Biden como al expresidente Donald J. Trump, cuatro años menor por haber nacido en 1946, como personas que probablemente encajan en el perfil de los “superenvejecidos”, un “subgrupo de personas que mantienen su salud mental”, con un buen funcionamiento físico y que tienden a vivir más que la persona promedio de su edad. 

El Dr. Jay Olshansky también dice que es un error pensar que ser presidente envejece a una persona; de hecho, los expresidentes tienden a vivir más, como lo demostró un análisis que publicó en 2011. El ex presidente Jimmy Carter, que ha estado activo hasta bien entrados los 90 años y ha cumplido 99 años en octubre de 2023. El presidente George H.W. Bush tenía 94 años cuando murió en 2018. 

En cuanto a si la edad debería importar en cualquier elección, el Dr. Nir Barzilai, que dirige un estudio sobre centenarios y dirige el Instituto para la Investigación del Envejecimiento de la Facultad de Medicina Albert Einstein, lo expresó simplemente: “La edad”, dijo, “no es algo que deba considerarse por sí solo”. Esto es algo que rige para todos los mortales: Aprendamos a distinguir este edad cronológica (una simple resta entre el año actual y el de nacimiento) y la edad biológica.
Tras las dudas por el informe del fiscal especial Robert Hur, nos parece esclarecedor este artículo de Charan Ranganath en el New York Times, "Soy neurocientífico y estamos pensando en la edad de Biden de manera errónea", publicado el 14 de febrero de 2024.

La velocidad mata

©Mikel AgirregabiriaUna medida simple que inmediatamente salvaría millones de vidas en las carreteras.

El 17 de agosto de 1896, Bridget Driscoll, una mujer de 44 años, se convirtió en la primera víctima mortal de un accidente de tráfico frente al Crystal Palace de Londres. Fue atropellada por un vehículo que iba “a gran velocidad”, según afirmó un testigo. Posiblemente fuera a 8 millas/hora (12,8 km/h), cuando debía respetar un límite máximo de 4 mph. El joven chofer, que ofrecía paseos para mostrar el incipiente invento, trataba de impresionar a una pasajera igualmente joven. Durante la investigación, el magistrado encargado afirmó: “Esto no debe volver a ocurrir nunca más.” 

Desde entonces, más de cuarenta millones de personas han muerto a causa del tráfico rodado. Según un informe publicado conjuntamente por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Banco Mundial en abril de 2004, "los accidentes causan anualmente 1,2 millones de muertos y 50 millones de heridos o minusválidos”, siendo la segunda causa mundial de mortalidad de personas entre 5 y 29 años y la tercera entre 30 y 44 años. 

La velocidad, por sí sola, es el mayor factor de riesgo en la carretera. En el mundo occidental, casi cuatro de cada diez percances mortales (37%) se provocan por exceder los límites permitidos de velocidad. La velocidad produce múltiples efectos peligrosos, como una visión reducida del conductor (“efecto túnel”), un menor tiempo de reacción, una mayor distancia de frenado, así como un incremento de la gravedad y frecuencia de los accidentes. Las posibilidades de sobrevivir a un choque son ínfimas para un ocupante a 200 km/h, o para un peatón a 80 km/h. 

Las leyes de la Física dictan inexorablemente que la energía cinética absorbida en una colisión se incrementa con el cuadrado de la velocidad de impacto. En otras palabras, la gravedad de los accidentes aumenta desproporcionadamente con la velocidad. Investigaciones canadienses demuestran que elevar la velocidad legal, máxima simplemente desde 70 mph (112 km/h) hasta 75 mph (120 km/h), provoca un aumento del 35% en la mortalidad vial. Otros estudios constatan que "la mayor parte de las paraplejías y tetraplejías se producen entre los 100 y 130 km/h, por encima de este límite, la velocidad mata". La OCDE ha estimado que un solo kilómetro/hora añadido de velocidad promedio en una vía eleva en un 5% las lesiones y en un 7% los accidentes fatales. Así, con una reducción de sólo 5 km/h., en la Unión Europea cada año podrían evitarse 11.000 muertos y 180.000 heridos. 

El accidente de tráfico es una maldición evitable. Especialmente evitando el exceso de velocidad, que es uno de los pocos factores de la seguridad vial que podríamos controlar voluntariamente nosotros mismos. Pero no lo hacemos colectivamente. Son muy numerosos los conductores multados por velocidad excesiva, cuya probabilidad de verse envueltos en accidentes sube un 59% respecto de la media (según el informe Stradling de 2002). Hoy día quienes circulan más rápidos no son sino los más insensatos, inconscientes de actuar como criminales potenciales. 

¿Por qué tolerar esta tragedia colectiva? Cada día, jóvenes o familias enteras dejan su vida en el asfalto por imprudencia propia o ajena,... y por desidia de todos (autoridades, conductores, ciudadanos,….). Se adoptan acertadas decisiones como el carné por puntos, los controles de alcoholemia o de uso de cascos y cinturones, o la proliferación y generalización de dispositivos de seguridad activa y pasiva (airbags, ABS, ESP, sillas infantiles,…), pero son medidas insuficientes ante un veloz parque móvil que supera crónicamente los límites de seguridad. 

La delgada línea entre la vida y la muerte se desvanece cuando circulamos a gran velocidad, o en medio de un tráfico ajeno que no respeta los límites y que nos rodea a velocidades inadecuadas. Para evitar la sangría de muertos en las cunetas, es preciso derribar el hipócrita culto a la velocidad, propio del mundo frenético en el que vivimos. Bastaría con añadir el más simple de los dispositivos de seguridad: un limitador de la velocidad. Con reguladores (o tacógrafos) incorporados de serie en todos los vehículos, que impidiesen circular a más de 120 km/h (quizá permitiendo breves subidas hasta 140 por razones de seguridad activa), se reducirían millones de muertos y heridos, con su insoportable dolor derivado e incluso su incalculable coste económico. 

Con la instalación de un simple limitador de velocidad aplicado a escala universal, de coste irrelevante e incorporado de serie, todos viviríamos más y mejor. Esto ya se hace en camiones, en marcas de lujo (pero con la barrera a 250 km/h) o en toda la gama de modelos Renault (pero sólo con avisador y una restricción opcional). Además con la velocidad autolimitada infranqueablemente a 140 km/h, nos ahorraríamos los complicados radares de multas y perderían sentido los coches de más 120 CV o las motos de más 60 CV. ¿Por qué anuncian y venden vehículos rebasan sobradamente el máximo permitido de 120 km/h? ¿Por qué no humanizamos el tráfico rodado, y con ello la calidad de vida contemporánea?
Conduce más despacio

Un plan escolar llamado Jokin

El suicidio de Jokin merece una reflexión colectiva y un urgente programa educativo anti-bullying.

Jokin era un chaval de 14 años que se arrojó desde la muralla de Hondarribia el aciago martes 21 de septiembre después de sufrir el acoso de un grupo de compañeros de clase. La autopsia demostró claros signos de haber sido golpeado días antes del suicidio. Ocho condiscípulos de Jokin fueron expulsados temporalmente del instituto.

A Jokin le fallamos todos, los educadores (verdaderos), los adultos (verdaderos), los amigos (verdaderos),… todos los que no previmos y atajamos un caso tan cruel que estaba aconteciendo en un espacio protegido como debe ser el entorno educativo. A Jokin le persiguieron sistemática e impunemente una “banda” de adolescentes de 4º de la ESO con reiteradas amenazas, humillaciones, vejaciones y palizas, conocidas por una parte del profesorado y alumnado del centro.

A sus verdugos adolescentes sin escrúpulos morales, no supimos enseñarles valores humanos suficientes para rechazar semejante conducta despiadada y mafiosa. Al mismo Jokin no supimos educarle para pedir ayuda a su familia o a un tutor vocacional, ni para rechazar ese falso concepto de cuadrilla que protege a los explotadores. Tampoco supimos inculcarle a Jokin el valor y el apoyo que evitase la ceguera de un martirio que le llevó a la desesperación.

La muerte de Jokin es un monstruoso fracaso de ingentes dimensiones familiares, educativas, sociales y éticas. La deriva de una sociedad que no se revuelva inmediatamente ante el sacrifico de Jokin no merece sino el calificativo de culpable por acción y por omisión. Nada nos define a todos nosotros mejor que el mensaje desgarrador de un compañero de Jokin en su mismo chat: "Cuanto más tiempo pasa peor me siento. Es como un gusano que come mi interior por no haberte defendido".

La muralla de Hondarribia se ha llenado de velas, flores y mensajes. La dirección del instituto ha comentado que "Quizás hemos actuado con demasiada lentitud". Se ha abierto una doble investigación escolar y policial. Pero todo ello no basta si no aseguramos que ningún otro Jokin esté sufriendo la misma tortura. Hemos de reaccionar inmediatamente desde la indignación de que sucesos así acontezcan entre nosotros.

La historia de Jokin debe ser contada y comentada, hoy mismo, en todas las aulas de la ESO. Y luego preguntar: ¿Algo así sucede entre nosotros? Hemos de instaurar un programa educativo generalizado “anti-bullying”, de prevención de las agresiones verbales o físicas entre condiscípulos, con terapias y prevención activa para “intimidados” en primer lugar y, también, de reeducación y rescate para los “agresores”. Se ha estimado, en una reciente tesis doctoral de José María Avilés, que el abuso entre condiscípulos alcanza episódicamente al 5,6% del estudiantado, y que el 1,5% del alumnado (una cifra inmensa de niños y jóvenes) padece esa intimidación cotidiana y persistente.

El acoso entre iguales es un serio problema educativo velado y poco estudiado. El término “abusón” siempre ha formado parte del vocabulario escolar. Causa un indecible sufrimiento entre las víctimas, que pueden llegar al suicidio, y efectos nefastos en agresores y espectadores. Suele pasar desapercibido entre el profesorado y las familias o provocar su impotencia, al no saber cómo afrontar un tema que puede tener gravísimas consecuencias sociales. Son características de este tipo de acoso la desigualdad física o de poder entre agresores y víctima, las acciones repetidas en lugares y tiempo, con intencionalidad de atemorizar. Existen componentes físicos, verbales, sociales y psicológicos que marcan a las personas protagonistas en su futuro social, más allá del periodo escolar. La práctica consiste en ejercer violencia repetidamente contra alguien que no puede o no sabe defenderse: golpes, empujones, insultos, robos de bocadillos o tareas, que atemorizan y aíslan a la víctima, generándole además anticipada angustia. Antes de salir de casa ya sufre lo que le puede pasar.

El agresor, más frecuentemente varón, habitualmente es más fuerte físicamente o de carácter y sin sentimiento de culpabilidad ("el otro se lo merece"). Se acostumbra a la extorsión sin consecuencias, pudiendo evolucionar en el futuro hacia la delincuencia o la agresión familiar. La víctima, también más frecuentemente varón, suele ser de baja autoestima, con dificultades de relación, no manteniendo tras de sí un grupo que le proteja y trata de escaparse de la agresión, protegiéndose con enfermedades imaginarias o somatizadas. Los espectadores o espectadoras que no intervienen y se acostumbran a ver como normales las situaciones injustas, llegan a inmunizarse ante el sufrimiento ajeno. Cualquier lugar donde no haya personas adultas observando es susceptible de ser el escenario de la intimidación: patios, alrededores,...

En la etapa escolar, los responsables de la prevención y corrección del acoso somos tanto los familiares de agresores, de espectadores o de víctimas, como el profesorado y el resto del personal adulto de los centros de enseñanza. Por ello es apremiante que los diferentes estamentos de la comunidad escolar tomemos el tema con la prioridad que merece y elaboremos un plan propio de detección y corrección del problema. Se propone que todos los centros escolares, y fundamentalmente en los niveles de Enseñanza Primaria y Secundaria, elaboren un plan 'antibullying' específico, con terapias para el alumnado víctima y victimario, en su caso recurriendo a profesionales o siquiatras colaboradores. Estos planes podrían seguir protocolos innovadores, como el denominado Preconcimei propuesto por el citado Avilés para evaluar el grado de presencia del acoso escolar a través de cuestionarios entre el alumnado, el profesorado y los progenitores, así como una guía para planificar la actuación y las terapias en cada centro, incluyendo el método desarrollado en 1989 por el psicólogo sueco Anatol Pikas, con fórmulas combinadas incluyendo los ‘bully courts’ o tribunales escolares creados en el Reino Unido. Los resultados en los centros británicos o nórdicos donde se ha intervenido con el sistema Pikas han sido muy satisfactorios con un índice de víctimas reducido al 40%.

El nombre de Jokin podría servir para intitular un programa 'antibullying' de aplicación inmediata en nuestro sistema educativo. Así reconoceríamos su sacrificio para conmover nuestros corazones de adultos, y materializaríamos el deseo último que horas antes de tomar la fatal decisión escribió Jokin en su chat: "¡Libre, oh, libre. Mis ojos seguirán aunque paren mis pies!".