¡Ojalá esté Barack Obama la altura de los demás Premios Nobel de la Paz! No es el primer Presidente de los Estados Unidos que lo recibe, Theodore Roosevelt lo fue en 1906 (arriba en medio de la foto). Ni siquiera el segundo, que lo fue en 1919 Woodrow Wilson (a la derecha de la foto superior). También lo recogió Jimmy Carter en 2002 y el vicepresidente Al Gore en 2007. Pero sí es primer Presidente en ejercicio, con menos de un año gobernando EE.UU. En este caso, más que reconocimiento a una labor de décadas y a la dedicación de toda una vida. Ahora se trata de una apuesta de futuro, intentando crear un compromiso de futuro. Esperemos que no defraude una esperanza mundial de semejante calibre. Obama sí puede cambiar el mundo, o al menos intentarlo mejor que nadie desde su posición actual y con el recorrido histórico del que aún dispone.
Muchos sabemos, y él mismo lo reconoce, que aún no se merece este Premio Nobel de la Paz. También, nos seamos ingenuos, que es difícil compatibilizar la Presidencia del país más armado del mundo con el mérito de ser quien nos encamine hacia la paz. Quizá lo logre. La humanidad sí está preparada para ayudarle, aunque haya muchos intereses en su contra. Pero somos multitudes quienes queremos que aspire y llegue a ser un digno sucesor de personajes históricos que le precedieron como Martin Luther King (1964), Teresa de Calcuta (1979) o Nelson Mandela (1993).
Muchos sabemos, y él mismo lo reconoce, que aún no se merece este Premio Nobel de la Paz. También, nos seamos ingenuos, que es difícil compatibilizar la Presidencia del país más armado del mundo con el mérito de ser quien nos encamine hacia la paz. Quizá lo logre. La humanidad sí está preparada para ayudarle, aunque haya muchos intereses en su contra. Pero somos multitudes quienes queremos que aspire y llegue a ser un digno sucesor de personajes históricos que le precedieron como Martin Luther King (1964), Teresa de Calcuta (1979) o Nelson Mandela (1993).