La esperanza de los hijos

Si a algo nos obligan los hijos durante toda nuestra vida es a… esperarles.

Hace dos horas que mi esposa y yo estamos preparados para emprender el viaje de vacaciones en coche. Hemos despejado los cuartos de baño y preparado el desayuno, antes de despertar a nuestros hijos, dándoles tiempo a desperezarse. Poco a poco se han levantado, les hemos recordado los atascos previstos y animado a agilizar sus trámites preparatorios. Todavía calculamos que les quedan otras dos horas antes de que el “pater familias” que suscribe pierda los nervios y se ponga a dar gritos, y ellos finalmente se animen a iniciar un viaje de 850 Km.

Porque si algo define la condición por antonomasia de la paternidad o maternidad es la “espera”.
Nueve meses para que nazcan, un año más para que comiencen a hablar y andar; otro año más para que dejen de usar pañales,… y otras veinte (o treinta) años más para que alcancen cierta madurez. Nosotros estamos en esta fase inconclusa. Y después sigue la espera, a que se completen sus estudios, encuentren trabajo, se casen, tengan sus propios hijos,…

Ser padre o madre es una realidad irreversible: Cuando acaba de nacer un hijo entendemos que nuestra vida ha cambiado definitivamente. Desde ese momento tenemos mucho que aprender, que improvisar,… y que esperar. Pero los hijos son también la mayor esperanza que nadie pueda soñar. Ellos nos permiten vivir doble o triplemente nuestra vida y pervivir tras nuestra muerte.

La fortuna de amar

"La grandeza de una persona no se mide por sus bienes, sino por su capacidad de amar".
Opinamos algunos...
Mikel Agirregabiria Agirre

Maestro retirado

Una visión actual de un sabio docente octogenario.

Fue un agradable encuentro con mi antiguo profesor, que acumulaba más de tres lustros de jubilación. A pesar del paso y el peso de los años, seguía con la misma mirada inteligente que acompañaba a su permanente sonrisa. Era uno de mis héroes predilectos, un maestro capaz de imprimir huella indeleble en sus alumnos más conspicuos de muy diversas generaciones. Ahora me llamaba por mi nombre, superando el primigenio apellido, común a todos los hermanos. Este etéreo pormenor quizá traslucía que, ocasionalmente, algunos alumnos con los que mantenía el contacto ascendían un escalón y adquirían la consideración de discípulos.

Cuando, tras numerosas e irreparables reformas ministeriales, el aula parece haberse transfigurado en un exótico laboratorio híbrido entre un circo y un programa de “Gran Hermano”, mi recuerdo de aquel antiguo bachillerato pausado era reconfortante. Así se lo comenté, añadiendo que la educación se había convertido en una profesión de alto riesgo. Él me dio una última lección, siempre con su habitual perspicacia, que exigía el concurso del aprendiz mediante la reflexión y el descubrimiento.

- Mikel, seguimos en una sociedad que paga menos a sus mejores profesores de cualquier nivel y especialidad que a sus peores entrenadores de fútbol. Los docentes competentes son tan escasos como los médicos ilustres, pero mucho menos reconocidos. Pero continuamos siendo insustituibles, porque sólo los profesores creamos riqueza espiritual y material. Aquí mismo, ¿donde ves tú nuestro mayor y mejor patrimonio?

Estábamos en medio de Bilbao, sobre el Puente de Deusto entre el Museo Guggenheim, la Universidad de Deusto, el Palacio de Congresos y de la Música Euskalduna, el Museo de Bellas Artes y el Parque de Doña Casilda, donde se veían muchos niños en un primer lunes de vacaciones escolares por la Semana Santa.

Creí que adivinaría su intención indicando el campus, donde todavía acudían a clase los universitarios. Él me corrigió, parcialmente, apuntando con un gesto fugaz hacia el parque.

- Esos niños y niñas son nuestro futuro, nuestro tesoro aún más preciado que la juventud. Como ya señaló Montesquieu, nuestra infancia recibirá tres educaciones: la de sus padres, la de nuestros profesores y la del mundo. La tercera contradirá todo lo que las dos primeras enseñan; incluso los más desvalidos apenas podrán aprender de sus familias. Sólo la escuela y el profesorado son garantía universal para todos; muchos no llegarán a la universidad, ni a la formación profesional.

Nos despedimos, pero su análisis me dejó cavilando. Pensé que, sin advertirlo, hemos ideado un sistema educativo donde el docente competente no obtiene reconocimiento oficial, excepto la vocación cumplida, mientras que el profesor inepto raras veces es reprendido. Me consolé pensando en tantos buenos maestros y maestras que, sin contabilizar las horas extraordinarias, han conducido a millares de alumnos y alumnas adonde hoy están.

¡Cuántos profesores, como los grandes médicos, saben que el verdadero éxito se logra con los casos aparentemente perdidos! Es el alumnado menos dotado quien obliga al profesorado a enseñar mejor. Lamenté no haber podido apostillar a mi profesor con una cita de Gertrude Stein que él ya conocería. La genial escritora norteamericana escribió: “Podría pensar en ser una buena alumna,… si fuera posible encontrar un buen profesor”. Su interesante vida y su inigualable obra son la mejor prueba de que sí debió descubrirlo.

Claves vulnerables

Recomendaciones para elegir contraseñas alfanuméricas casi inexpugnables hasta que llegue la identificación biométrica por técnicas de reconocimiento digital o facial.

El reciente caso de la controvertida millonaria modelo Paris Milton demuestra lo extraordinariamente fácil que puede ser conseguir las contraseñas informáticas de los usuarios de Internet. La hija del magnate hotelero norteamericano, célebre por diversos escándalos y, a pesar de ello, un icono de la juventud norteamericana, ha protagonizado el último suceso de intromisión y espionaje de su agenda telefónica, que contenía datos personales de numerosos famosos como Stephen King, Christina Aguilera, Eminem, o Anna Kournikova. La frágil clave que protegía su acceso era el nombre de su mascota, un perrito chihuahua que se perdió y por el que ofreció una recompensa de 50.000 dólares... facilitando su nombre. Horas después, todos los datos de la singular agenda, además de sugerentes fotos tomadas con su teléfono móvil, circulaban profusamente por la red telemática.

No fue necesaria ninguna habilidad especial en la intervención del hacker, Nicolas Jacobsen, un joven de 22 años. La mayoría de usuarios informáticos utilizamos contraseñas muy sencillas para facilitarnos su memorización. En 2001 un estudio de CentralNic con 1.200 administradores británicos demostró que el 40% recurría a nombres de allegados, un 32% a nombres de famosos, un 11% a palabras con resonancia erótica y sólo un 9% se escudaba con fórmulas garantizadas. Incluso las cuentas bancarias en línea apenas están protegidas por cuatro dígitos, por lo que conviene seguir algunos métodos para crear contraseña que sean improbables de adivinar por desaprensivos, pero simples para que las recordemos nosotros.

Cuatro consejos prácticos para crear “llaves” seguras:

· Mezcla de letras mayúsculas y minúsculas, números y signos, con un mínimo de 8 caracteres. Los números y signos deben estar ubicados en medio, y no sólo al principio o final.

· Nunca usar nombres o números relacionados o asociados con el titular, como familiares, mascotas, fechas, apodos, matrículas, o el mismo login (identificador). Menos aún la palabra "contraseña" (o password), ni un nombre propio, ni siquiera ninguna palabra alguna que aparezca en diccionarios de cualquier idioma.

· Elegir una contraseña diferente e individualizada para cada cuenta, por ejemplo agregando a la clave básica el carácter $ en las cuentas bancarias.

· No anotar nunca las claves, ni remitirlas por e-mail; menos aún guardarlas escritas en lugares accesibles.

Dos ejemplos para construir una sigla que cumpla todos los requisitos elementales: Tome un conocido refrán, cita o poema, como “Volverán las oscuras golondrinas,…” y con sus iniciales forme “Vlog”. Añada la inicial de la web a la que entra en cada caso para personalizarla, por ejemplo si es el banco B adjunte su letra inicial en mayúscula al inicio, y el signo $ al final. Cambie las letras “O”, “I”, “E” y “U” por los números parecidos 0, 1, 3 y 4. Así quedaría “BVl0g$”, todavía demasiado corta, por lo que puede completar con signos de interjección hasta 8 caracteres, resultando: “BVlOg$!!”. También se pueden unir dos palabras cortas, como ministro más político, y con el cambio de letras a números quedaría “M1n1str0+P0l1t1c0”, que protege mucho más convenientemente.

En Internet existen algunos sitios muy útiles para verificar la seguridad de una contraseña, como SecurityStats. Basta introducir la clave y esperar su veredicto. Analizamos en línea la robustez de “Vlog”, que todavía es débil; “BVlOg$!!”, se muestra fuerte; y “M1n1str0+P0l1t1c0” es tan efectiva que incluso nos felicita. Para concluir, siga fórmulas y pautas “similares” a las aquí descritas, pero nunca exactamente iguales.

¿Qué deseas hacer con tu vida?

Resulta gratificante analizar las aspiraciones de otros para reordenar nuestras propias metas.

Una website en Internet, http://www.43things.com/, recoge y sugiere posibles objetivos vitales para los seres humanos. Permite crear con facilidad un registro personal, que recogerá nuestras aspiraciones, quedando expuestas para poder ser compartidas por otros lectores. Resulta vivificante el ejercicio de tratar de disponer con franqueza y rapidez nuestros afanes individuales… Cuando la imaginación se nos agote, porque hasta para soñar mostramos poca ambición, podremos recurrir a copiar los anhelos de otros, que muchas veces han sido más clarividentes que nosotros.

Desde 1.085 ciudades de todo el mundo, 14.460 personas han sugerido ya 52.187 propósitos. Los deseos de tanta gente se agrupan en categorías por frecuencia, según la recopilación de este sitio web, cuya traducción es “Quiero hacer 43 cosas”. Es significativo de nuestro tiempo, y de la tipología de internautas que transcriben sus metas, que los principales temas sean disfrutar de viajes pendientes, conseguir canciones o cualidades musicales, cambiar estilos de vida, practicar más ejercicio o deporte para mejorar la salud, avanzar en programación o conocimiento del ordenador, escribir más libros, diarios personales o weblogs, continuar la formación anteriormente recibida, mejorar en actitudes personales, estudiar arte y humanidades, estrechar los lazos familiares, ganar más dinero, renovar o avanzar en el trabajo, desarrollarse como personas y ganar en amor.

Algunas de las bellas intenciones que abiertamente se expresan, para deleite de todos, son viajar por el mundo, aprender a tocar un instrumento musical, vivir apasionadamente, tener hijos, perder peso, aprender a navegar mejor por Internet, escribir diariamente, perfeccionar un idioma, ir de nuevo a la universidad, superar la pereza, gastar menos tiempo ante la televisión, pasear más, hacer más y mejores fotografías, dejar de fumar, ahorrar más, hallar una profesión más interesante, meditar un rato cada día, comer alimentos más naturales, llamar más a los familiares, no preocuparse por lo que piensen los demás, leer más periódicos y libros, ir a más conciertos, mantener un contacto más cercano y regular con las amistades, o enamorarse más cada día… Y tú, ¿qué quieres hacer?