Comida rica en cocina vecina


Cuando era niño comía muy poco y mi madre estaba preocupada por mi delgadez. Siempre inapetente, ninguna comida me gustaba, pero la inventiva de mi ama supo encontrar una fórmula para alimentarme. En cierta ocasión me había gustado una merienda que nos había ofrecido la anciana vecina de al lado.

Y lo debí recordar con insistencia porque en alguna comida mi madre, desesperada, me pasó a comer a casa de Pantxi, la amable señora cuya manjares siempre con tomate o algún condimento original parecían gustarme. Aquella fue la solución que debieron emplear durante años, con la única condición de que me lavase bien las manos antes de sentarme en la cocina ajena con grandes platos decorados.

Pasaron años antes de que supiese mi gusto de aprendiz de sibarita había sufrido una engañifa continua. Mientras me aseaba en el cuarto de baño ajeno, mi madre traspasaba mi comida a la vajilla de Pantxi donde el mismo alimento aderezado con alguna salsa me sabía de maravilla.

[Actualización: Tras su publicación en varios medios de prensa escrita, recibe este comentario de Albert Santos en La Vanguardia (ver abajo, de la edición impresa, de suscripción obligatoria pero gratuita]

¿Sabes más que el alumnado de Primaria?


A veces, parece que los muchos años de escolarización obligatoria no dejan el menor rastro en algunas personas adultas...

Indicios de la crisis en un lugar de veraneo

Son múltiples las señales de la crisis, pero se destacan algunas como las siguientes:
  • Hay menos turismo, sobre todo extranjero.
  • Hay menos tráfico en las carreteras de la costa, y en las rotondas,...
  • En los mercadillos pasea menos gente, y aún son muchos menos quienes compran.
  • Reaparecen los empleados autóctonos en restauración, jardinería,... antes sustituidos por inmigrantes.
  • Las pequeñas obras de reformas, carpintería metálica,... que tanto abundaban hoy son invisibles.
  • La panadera motorizada de venta ambulante ha reaparecido... tras años desaparecida por la urbanización.
  • Las casas grandes están sin alquilar, y los apartamentos pequeños están con dos o tres familias en lugar de con una sola.
  • La "caja de ahorros", es decir la playa, está con máxima ocupación desde la mañana hasta la noche.
  • Abundan las familias con nevera para pasar todo el día en la arena sin acercarse a los chiringuitos.
  • Han bajado o se han congelado los precios de las consumiciones.
  • Una propina de un euro sorprende (y emociona) a los camareros.
¿Habéis apreciado otros signos de la crisis en los lugares de veraneo? Citadlos en los comentarios para compartirlos con quienes leemos este blog.

Un futuro con Internet


No temamos a la naciente era Internet que alumbra el futuro...