Plan: Que exactamente es una propuesta del Lehendakari vasco, en nombre de tres partidos PNV, EA y EB (IU), para un nuevo Pacto Político para la Convivencia. Algo impecablemente democrático presentado en sede parlamentaria, con un respaldo inicial de quienes eligieron a Ibarretxe y una aceptación futura que ya se determinará cuando la ciudadanía lo valore tras conocerse su contenido íntegro. ¿Secesionista? Por lo visto hasta ahora, no. ¿Válido? La historia lo dirá, pero lo que resulte en un sentido o en otro siempre será un avance si es decisión soberana del electorado.
Flan: Al que se asemeja el comportamiento nervioso de la reacción provocada por el Plan. Por un lado está la legítima desaprobación política que otros partidos pueden declarar, pero también incluye por parte de algunos una descalificación apriorística basada en mentiras manifiestas, como que es el “Plan de ETA”. El abuso de la incomunicación interpartidista e intergubernamental y la dogmática negación de diálogo con posiciones autoritarias, no favorecen el entendimiento. Tampoco la confusión de poderes institucionales, concentraciones mediáticas y los omnipresentes intereses económicos.
Clan: Que mata, extorsiona y persigue con una absoluta falta de ética. Cuya existencia es reprobada por prácticamente toda la sociedad y cuyo único efecto es actuar de perversa rémora para el bienestar y para la libertad de todas las personas, que sufrimos en grado mayor o menor un injustificable terrorismo como una violación total de los derechos humanos, que es abominable política y humanamente.
Todos coincidimos en que el primer objetivo es el fin de la violencia y de su instrumentación partidista. Primero la paz. Luego, como no puede ser de otro modo, lo que en libertad y democracia decida la ciudadanía.
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