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La revolución de la ternura

La última revolución habrá de ser de ternura para comprender las diferencias y hallar el camino hacia una singularidad convivida en la abundancia de la multiplicidad.

Pablo Neruda citó, hablando del poeta Mayakovski, el invento de una alianza indestructible entre la revolución y la ternura. También Víctor Hugo sugirió que “la indignación y la ternura constituyen la misma facultad vuelta en los dos sentidos de la dolorosa esclavitud humana; y quienes son capaces de encolerizarse son también capaces de amar”. El mismo Ernesto "Ché" Guevara señaló que “a veces debemos endurecernos, pero jamás debemos olvidarnos de la ternura”. Antes se decía que una mujer sin ternura era una monstruosidad, todavía más que un hombre sin coraje; ahora, hemos de considerar que toda persona sin coraje y sin ternura es alguien truncado.

Lo cierto es que la ternura aunque soterrada, se halla por doquier. Jacques Brel, el trovador de la ternura, cantaba “Cuando sabemos dar la ternura y también sabemos recibirla, nos damos cuenta que se halla presente todas partes: en un perro, en un amigo o en una desconocida”. Hay una ternura infinita en todos los corazones humanos como en una noche llena de estrellas.

Aún los más centenarios y gigantes árboles, los que inspiran solidez, altura y firmeza, se rodean de una tierna corteza donde los amantes graban sus nombres y amores para la posteridad. La ternura nos hace vulnerables, nos convierte en humanos, y nos eleva a la categoría de ángeles mortales. Tenemos la misma edad que nuestra ternura. Nuestro desgaste de ternura no es más que amor sin utilizar, porque el amor crea ternura… que sobrevive al amor. La ternura es esa realidad que consigue superar al ensueño de la utopía.

Hay ternuras de todas clases. Todas, menos las ternuras postizas, son válidas. Un niño describió la ternura como una luz y un calor que permanece en nuestro corazón aunque afuera esté lloviendo. Por ello, la ternura infantil es la más entrañable, pero en la mirada de una mujer alcanza la ternura su expresión suprema. Aunque jamás en la vida encontraremos ternura mejor, más profunda, más desinteresada, ni más verdadera que la de una madre. Nunca agradecemos lo suficiente a las mujeres del mundo, por mantener algo de ternura y sensatez en nuestras infancias, en nuestros juegos y en nuestra existencia a lo largo de la historia.

La ternura es el reposo de la pasión, eso que convierte la existencia de la otra persona en nuestra segunda piel. Por ello, cuando se expresa la ternura, se expresa en plural. El escritor de la ternura, Jacques Salomé, cree que la ternura no es un estado permanente, sino un descubrimiento perpetuo que cada uno de nosotros podemos hacer, no a través de la fragilidad de las apariencias o la rutina de las costumbres, sino en una vivencia consciente y completa del presente. La ternura no nace de lo imposible, sino que engendra vitalmente lo posible.

Nada es pequeño para la ternura. Aquellos que esperan las grandes ocasiones para probar su ternura,… no saben amar. Si sólo por el sufrimiento se alcanza la grandeza, sólo por la ternura se descubre los grandes amores. Ternura es una palabra o un silencio convertido en ofrenda... para quien sabe escucharlo con confianza. Saber escuchar con tolerancia es otra de las mejores manifestaciones de la ternura. Una risa sin fronteras, un ligero roce y una caricia que hace temblar el suelo bajo nuestros pies,… son cumplidos reflejos de la ternura.

La ternura reencontrada es igual que unas gafas graduadas, destinadas a corregir nuestra prosaica visión de la vida. Cuando la muerte, la gran reconciliadora, llega a nosotros, nunca nos arrepentimos de nuestra ternura, sino de nuestra severidad. Nadie puede llamarse feliz hasta que haya aprendido a cultivar la alegría, la estima, la ternura y la buena voluntad hasta el punto de hallarse determinado a ser feliz todos los días, haciendo felices a los otros.

Todos buscamos ternura natural de forma desesperada. Jacques Brel lo cantó “Somos como barcos partiendo todos juntos en la pesca de la ternura”. Y recuerda: La ternura no pide nada, no espera nada, se basta a sí misma. Jamás hay que prestar la ternura; hay que obsequiarla, si no, duele demasiado.
 Versión final en: http://www.agirregabiria.net/mikel/2006/ternura.htm
Post reparado en 2021, sustituyendo el vídeo final.

6 comentarios:

  1. Hermoso articulo


    Solo quería agradecerte por compartir este artículo de tan ciertas y bien encadenadas palabras.

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  2. Mi respuesta

    Muy cierto me parece lo aquí dicho y estoy segura de que si preguntamos la gran mayoría dirá lo mismo o algo parecido, pero luego viene el gran problema, pasar a la práctica.

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  3. En relación a los hijos creo que por regla natural, siempre hay excepciones, las madres solemos tener esa ternura innata hacía los bebes, aunque cuando crecen nos pongan de los nervios.
    Además siempre nos une un cordón imaginario y normalmente incluso en los momentos difíciles no podemos dejar de sentir ese especial cariño que es otra forma de ternura.

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  4. precioso articulo tambien te invito a entrar en mi canal a ver que te
    parece youtube.com/fin4lsh4re7
    de uruguay saludos
    fin4lsh4re7

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  5. Pequeños Si pero saben MUCHO...
    Bello post : tierno !!!!

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  6. Lic. Martin Berasain9 abr 2010, 10:42:00

    Estimado Mikel Agirregabiria Agirre.
    Quisiera contarle que leí atentamente sus reflexiones sobre la ternura, porque precisamente estoy terminando de corregir un libro sobre la ternura que, con suerte, saldría en algunos meses publicado en Argentina. Creo muy interesante que los que reflexionamos sobre la ternura estemos al tanto de las reflexiones que se tienen en los distintos países.
    Le comento que no hay demasiado escrito sobre LA TERNURA, y en estos países americanos, el libro de referencia, fue escrito en el 1994 por el psiquiatra colombiano Luis Carlos Restrepo EL DERECHO A LA TERNURA. El mismo psiquiatra es consejero de la paz en Colombia. Espero que podamos mantener contacto y tender redes quienes empezamos a reflexionar o decidimos seguir haciéndolo sobre este tema relacionado con la ética del cuidado, que ahora viene a destaparse de la mano de los hombres, de quienes empezamos a cuestionar nuestras imposturas guerreras y los modelos tóxicos de varón que privilegian la dureza.
    Saluda atte. Lic. Martin Berasain

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