La luz solar regula todos nuestros ciclos vitales. Y en invierno recibimos poca. Sobre todo en estos días, de los más cortos del año, en los que casi saltamos de la cama al trabajo sin ver el sol. Nuestros cuerpos interpretan esta situación y reaccionan disminuyendo nuestro ánimo. Tanto, que en ocasiones incluso pueden provocarnos una depresión. Un estudio científico demuestra que el uso de "simuladores" de luz durante media hora justo mientras nos vamos despertando ayuda a combatir esos síntomas sin meter ni un solo miligramo de fármacos en nuestro organismo. Claro que hay otra opción de cura sin pasar por botica: irse a vivir a cualquier lugar por debajo de los 30º norte de latitud. A las Islas Canarias, por ejemplo. EL PAÍS.
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