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Grapadoras e hijos

La convivencia de padres e hijos es un inevitable encuentro intergeneracional, donde los hábitos de jóvenes no siempre son coincidentes con los de sus predecesores; sólo en la madurez los hijos se parecen a los padres.

Las grapadoras, independientemente de su marca y modelo, se componen de tres elementos: el cuerpo central, las grapas y la pieza que sujeta las grapas, para ponerlas en su posición. Nuestros hijos, ya desde su más temprana edad, descubrieron que era superflua esta última pieza. Sin patentar el sistema, adoptaron una variante llamada “grapar mediante gravedad” que permite grapar siempre y cuando se sitúe la grapadora de tal modo que las grapas no se caigan al suelo.

Esta habilidad les está reservada a ellos y nosotros, sus progenitores, no acabamos de dominar esta sofisticada técnica, de modo que inevitablemente las grapas se nos desparraman por doquier y tampoco logramos encontrar la pieza descartada que ellos tiraron a la basura en la primera ocasión de uso.

Dado que es imposible cambiar, ya lo intentamos sin éxito, a los hijos y que los fabricantes de grapadoras no comercializan algún prototipo que encadene la pieza de sujeción con el cuerpo de la grapadora, sirva esta carta para localizar a alguna familia, cuyos hijos hayan aprendido a grapar con la pieza en cuestión descartando el cuerpo central. Si tal familia existe, rogamos a los padres que se pongan en contacto con nosotros para intercambiar fragmentos complementarios de grapadoras, a fin de conseguir completar alguna de las numerosas grapadoras truncadas que componen nuestro pequeño museo de “grapadoras por gravedad”.

Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2007/grapadoras.DOC

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