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Panfleto antipedagógico: Conviene leerlo

Un alegato contra el actual sistema educativo español escrito con elocuencia y rabia por un profesor de matemáticas que un día trató de explicarse por qué había terminado detestando el oficio de maestro, que tanto amaba. Dirigido por igual a profesores y padres de familia, explica de forma clara, sensata y razonada las claves del fracaso del sistema y propone soluciones sencillas para iniciar un cambio.

Texto completo, libre de CopyRight. Blog del autor, Ricardo Moreno Castillo: www.antipedagogico.com

2 comentarios:

  1. También vale la pena leer a los numerosos contrarios al panfleto, como Rafael Robles, entre otros.

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  2. Pedagogía antipanfletaria (II)

    En esta segunda entrega sobre el Panfleto antipedagógico de Ricardo Moreno utilizaré una de las estrategias favoritas del autor: descontextualizar citas. Para intentar poner un poco de orden he organizado las frases de marras en dos tipos, aunque el límite entre ambas categorías no siempre esté tan claro.

    Perogrulladas:

    El profesor que no entienda el saber como un valor ha equivocado su oficio (pág. 32).

    Pedir a los profesores que motiven a los alumnos es tan disparatado como pedir a un médico que motive a los enfermos a tomar la medicación (pág. 53).

    Quien quiera ver siempre niños felices, que se haga payaso de circo (pág. 69).

    Perlas:

    Lo de la motivación es una de las falacias que más daño han hecho a la educación en nuestro país (pág. 33).

    El trabajo del profesor no consiste en ser simpático a los alumnos (pág. 37).

    La calidad de la enseñanza y la ausencia de disciplina son incompatibles (pág. 53).

    Una bofetada dada a tiempo no traumatiza a nadie y puede salvar una vida (pág. 66).

    Es inútil razonar con quien se pretende educar porque conseguir una persona razonable es precisamente la meta de la educación, no el instrumento (pág. 68).

    Los cursos de actualización pedagógica son absolutamente inútiles, nadie es mejor profesor por asistir a ellos, y todo el dinero que se gasta organizándolos es dinero perdido (págs. 92-3).

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