En el Palacio Presidencial de la Moneda, atacado por fuerzas militares golpistas a cargo del general Pinochet, Allende no aceptó la rendición. En un gesto histórico y cargado de valor, dio un último discurso por radio, que terminaba con un grito de esperanza: “Más temprano que tarde se abrirán las grandes alamedas por donde pasará el hombre libre para construir una sociedad mejor”.
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