Siempre me gustó la
biografía de este vasco universal, que conocí pronto, por ser también alumno del mismo
Colegio Calasancio de los Padres Escolapios de Bilbao. Dicen que las últimas palabras de este segundo fundador de la
Compañía de Jesús, tras
Ignacio de Loyola, fueron: "
Por el presente Amén y por el futuro Aleluya". En alguna entrevista filmada explicó este mensaje:
Amén, por asumir y aceptar el destino, y
Aleluya porque alegra saber que desde el ahora podemos avanzar en el amor y en el servicio a los demás. No considero que ni siquiera haga falta ser creyente o religioso para entender la grandeza de esta divisa.
El pasado día 16 se cumplieron 100 años del nacimiento, en Bilbao, de Pedro Arrupe.
ResponderEliminarUN vasco, Iñigo de Loyola, fundó la Compañía de Jesús, y otro vasco, Pedro Arrupe, la refundó. Aunque parezca hiperbólico el juicio, no nos parece desproporcionada la comparación. Si de la mente disciplinada y con sentido de la oportunidad histórica salió aquella compañía de hombres al servicio de Dios y de la Iglesia, de la mente de este otro militante, el bilbaíno Arrupe, salió el nuevo modelo del jesuitismo acorde con los signos de los tiempos: acercamiento a los necesitados y una reorientación de la Compañía de Jesús en dirección a los desafíos de los hombres y los pueblos buscando su desarrollo personal y comunitario o su lugar en la historia...
Muy bello tu comentario, realmente Arrupe representa lo que ocurre cuando un hombre se hace discípulo de Jesús y se deja llevar por su Espíritu. Un verdadero Santo!
ResponderEliminar