La vida es generosa. Nos otorga dones con espléndido derroche. Pero nosotros le pedimos incansablemente más y más…
Pedimos salud para nosotros, para nuestras parejas, para nuestros hijos, para nuestros padres, pedimos salud para nuestros familiares y amigos,.. También pedimos amor, también amistad, también dinero, también felicidad, también futuro, también ilusión,… Lo pedimos todo. Y se lo pedimos para hoy, para mañana y para pasado mañana; también para el año que viene, el lustro siguiente, la década posterior,… Pedimos, todos pedimos, una vida larga y ancha.
Tanto y tanto solicitamos que la vida nos dé, que siempre –mejor tarde que pronto- acaba llegando el momento en el que el chorro de gozos va menguando. La vida es pródiga, pero nuestro tiempo es limitado. Mientras sigamos en la etapa (más o menos) plácida, recordemos el largo listado de nuestras demandas. Seamos conscientes de todo lo que se nos concede y apreciémoslo. Olvidemos esas pequeñas displicencias, esos minúsculos problemas, esas ridículas contrariedades.
Pongamos en su debido orden esas insignificantes preocupaciones que nos consumen día a día. Riámonos del coche viejo que no podemos sustituir, o de esa calvicie incipiente que acredita nuestra experiencia. Qué más dan unos michelines sobre el traje de baño, si afortunados todavía podemos ir a la playa. Dejémonos de pesadumbres por incertidumbres del porvenir, que quizás nunca sucedan, si aún tenemos unas horas esplendoras hasta el anochecer de hoy. Carpe diem!
Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2008/demasiado.DOC
"Vive y deja vivir"
ResponderEliminarPorque a veces uno mismo se convierte en verdugo de sus emociones, acciones y peticiones
Publicado en El Debate de IBLNEWS, el lunes 9-6-2008.
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