Todos los seres humanos estamos mejor o peor dotados para determinadas habilidades. Algunos, por ejemplo, respetamos y admiramos a quienes saben interpretar la música, justamente por nuestra nula competencia al respecto.
El sistema educativo debe ofrecer experiencias de éxito y de fracaso, para determinar en cada caso nuestra vocación, nuestra dedicación y nuestra determinación. La música, y el leve contacto con ella durante nuestra etapa estudiantil (un curso de armónica), nos demostró que jamás podríamos avanzar demasiado por nuestras cualidades innatas en este campo.
Sea este post un homenaje a quienes disponen de oído musical. Nuestra orejas nos permiten disfrutar de la música, pero jamás sabríamos tocar ni el más simple instrumento musical. De ahí nuestra admiración infinita hacia los artistas.
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