Así comienza cada Día D, la incruenta batalla de la primera línea de playa: Sombrilla en ristre, antes del alba, pertrechados con sillas y bolsas, se abalanzan espectros jubilados y madrugadores sobre la playa, dignos herederos de Hernán Cortés. Disputan los mejores lugares de cada arenal que, ya no sorprendido, les aguarda como cada mañana. Diligentes y disciplinados, distribuyen sus toallas desplegadas y zapatillas desparejadas para ocupar la máxima superficie, que celosamente protegen con almenas de arena, cual castillos medievales que siempre imaginaron.
Cada familia exhibe su poderío con un blasón que recuenta el número de parasoles, tumbonas y trastos, cuanto más antiguos, voluminosos y oxidados más dignos de respeto. Estos lanceros veraniegos elevan enhiestas sus fundas multicolores para que sean distinguidas por el resto de la prole que, horas después, irán apareciendo por doquier. Los menores, con juguetes; los mayores, con el tesoro principal: las neveras portátiles de peso inimaginable que se ubican en el epicentro de cada sombra.
En ocasiones, con gentes de otras culturas que desconocen quién fue Pizarro, surge el conflicto. Verbal, pero subido de tono y amenazante. Suele concluir cuando, avergonzado el provocador guiri de turno, ha de replegarse ante el graznido acumulado del resto de conquistadores de playa que -como al grito de "A mí la Legión" apoyan el tácito statu quo de las playas carpetovetónicas.
Si el sol arrecia, la familia entera se apelotona bajo la sombrilla, única o concentración de varias. Según la jornada avanza, especialmente en fin de semana, cada vez es más difícil defender el baluarte arenero, aunque haya sido reforzado con ahínco. Los bárbaros del mediodía, sobre todo los autóctonos, no respetan fronteras predefinidas, invadiendo con indolencia, incluso con descaro, zonas adyacentes que se suponían neutrales. Sólo al anochecer se distiende la ocupación y la playa recobra su sosiego, añorando el fin del verano.
La guerra por conseguir primera linea de playa se hace visible todos los días de verano en muchas playas de España a primeras horas, donde dejan sus sillas, toallas y sombrillas para marcar su espacio.
La guerra por conseguir primera linea de playa se hace visible todos los días de verano en muchas playas de España a primeras horas, donde dejan sus sillas, toallas y sombrillas para marcar su espacio.
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