El Río Seco es una rambla de avenidas que recibe aguas de filtraciones de cultivos. En amplias zonas del itinerario, las paredes de arenisca amarillenta presentan formaciones bellísimas originadas por la erosión, mostrando abundantes estratos de concentración de conchas.
En el Plioceno II, la zona podría haber estado situada en una plataforma somera muy cercana a la linea de costa donde ocasionalmente debido a las tormentas, se produciría un depósito de organismos marinos arrastrados por ellas.
El Río Seco es el último reducto de especies ligadas a medios fluviales del término municipal. Romeros, tomillos, lentiscos, estepas blancas y palmitos, bordean a las eneas, los juncos y los carrizales. Garroferos, tarajes, retamas, efedras y esparto constituyen sólo una pequeña muestra de la riqueza botánica que el recorrido alberga.
Apreciar la variedad zoológica del recorrido exige paciencia y suficiente sigilo. Es posible observar al martín pescador y al abejaruco y disfrutar del canto del ruiseñor y del mirlo mientras el curioso petirrojo merodea a pocos metros. Búhos reales y chicos, águilas perdiceras, culebreras y calzadas, cernícalos, pitos reales, abubillas y carboneros; erizos, conejos y lagartos ocelados, lagartijas colilargas,... encabezarían un amplio catálogo de especies junto a un sinfín de invertebrados.
El itinerario constituye un preciado ecosistema extremadamente condicionado por el impacto humano. De la colaboración de toda la población depende que este rincón lleno de vida pueda ser conocido, respetado y disfrutado por muchas generaciones.
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