- Sobrecoge, gratifica, emociona, tranquiliza, deslumbra, aturde,... la vitalidad y talentos infinitos de un alumnado que disfruta aprendiendo en todo momento y en todo lugar, aunque sean en esas tres horas adicionales de inglés un viernes tras una semana escolar. Con estudiantes así de activos y despiertos, nada tememos del futuro, sinceramente.
- Asombra la serena y exigente presencia de las familias, de madres y padres, abuelos y abuelas, otros familiares,... esperando, acompañando, ocupándose, revalorizando todo ese milagro que acontece diaria y puntualmente en las escuelas, en los barrios, en los hogares, incluso en la soledad,... ese maravilloso crecimiento por todas las variedades del aprendizaje.
- Impresiona la profesionalidad del profesorado dedicado a una labor trascendente, aunque parezca cotidiana y fluida. Siempre, repito siempre, se puede advertir esos gestos de interés real por sus criaturas, esa empatía solidaria con su devenir, mientras facilitan su grandiosa metamorfosis, facultades dormidas que cual alas ven desplegarse en clase, paso a paso, tan lenta como inexorablemente.
- Fascina advertir, con el ojo avezado del observador impenitente, todo el apoyo pleno de toda la sociedad, la apuesta consciente y el reconocimiento tácito de la función educativa. Todo ese despliegue de recursos humanos y materiales en los momentos y escenarios escolares, denotado en incontables detalles la ingente inversión de lo único que garantiza el futuro.
- Disponemos de todo lo nuclear, el factor humano en todos los agentes, pero queda recorrido de mejora, de engrane, de potenciar sinergias personales y grupales, de innovar con profundidad y corregir algunos factores retardantes, de revolucionar todo el inmenso potencial del sistema con voluntad, tesón e inteligencia, con acuerdos y visión prospectiva, sin infundados miedos.
Un tuit final, aunque haya una errata, remedando una cita de Milton Berle,...
La #educación ahora: Los profesores temen a los directores. Los directores le tienen miedo a la administración. La administración teme a los padres. Los padres tienen miedo de los niños. Los niños no le tienen miedo a nada,... afortunadamente pic.twitter.com/YmmlcaXgWw— Mikel Agirregabiria (@agirregabiria) 20 de enero de 2018
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