El Principito de Antoine de Saint-Exupéry es el tercer libro más vendido de todos los tiempos luego de La Biblia y El capital de Carlos Marx. Es el libro en francés más traducido y también el más leído (a más de 250 idiomas), hay quien dice que incluso más que el Quijote. Ha vendido más de 140 millones de copias en todo el planeta.
El investigador japonés Yoshitsugu Kunugiyama sugirió en 2001 que la ilustración de la portada original de El Principito fue elaborada por el autor con una configuración astronómica deliberada. En la imagen, Saint-Exupéry trazó en un triángulo isósceles a los planetas Saturno y Júpiter, y la estrella Aldebarán. Esa formación estelar ocurrió a inicios de los años 1940 y se repitió en el año 2000. Kunugiyama cree que Saint-Exupéry dibujó esa disposición adrede para conmemorar el centenario de su nacimiento, ya que el piloto francés era un experto en navegación y en matemáticas.
Nació de los recuerdos de Antoine de Saint-Exupéry provenientes de Libia, donde tuvo que aterrizar forzosamente en 1935, de camino a Saigón. La deshidratación le provocó alucinaciones: eso es precisamente el discurso del principito rubio, una larga paranoia. A su compañero y a él los salvó un beduino en camello. Contó la historia en otros libros, pero esa versión estaba cargada de futuro porque era transversal y transmedia.
Ese es el secreto de su éxito. A Saint-Exupéry no le gustaba su propio dibujo: le resultaba demasiado esquemático e infantil. Pero ese libro —fruto de un encargo y publicado antes en inglés que en francés, hace exactamente 75 años— solo podía imaginarlo él. A su estilo intergeneracional y a sus temas universales (la infancia, el desierto, las edades del hombre, el propio universo) añadió, por tanto, un lenguaje paralelo también ajeno a cualquier frontera: el de la ilustración.
Razones para releerlo, recogidas de posts nuestros anteriores:
Nació de los recuerdos de Antoine de Saint-Exupéry provenientes de Libia, donde tuvo que aterrizar forzosamente en 1935, de camino a Saigón. La deshidratación le provocó alucinaciones: eso es precisamente el discurso del principito rubio, una larga paranoia. A su compañero y a él los salvó un beduino en camello. Contó la historia en otros libros, pero esa versión estaba cargada de futuro porque era transversal y transmedia.
Ese es el secreto de su éxito. A Saint-Exupéry no le gustaba su propio dibujo: le resultaba demasiado esquemático e infantil. Pero ese libro —fruto de un encargo y publicado antes en inglés que en francés, hace exactamente 75 años— solo podía imaginarlo él. A su estilo intergeneracional y a sus temas universales (la infancia, el desierto, las edades del hombre, el propio universo) añadió, por tanto, un lenguaje paralelo también ajeno a cualquier frontera: el de la ilustración.
Razones para releerlo, recogidas de posts nuestros anteriores:
- "El principito" de Antoine de Saint-Exupéry. Porque es el libro que nunca me aburre releer, que me descubre sensaciones y revelaciones en cada página y porque sería el libro única que merecería aprenderse casi de memoria,... en diferentes lenguas que colecciono (la primera, el francés).
- Os invitamos a (re)leer este clásico de la literatura universal. Se vuelve a disfrutar su imaginativo texto siempre como si fuera la primera vez. Merece la pena recitarlo también en el original Francés, en euskara, en Inglés, Alemán, o Italiano. Igualmente, pueden escucharse fragmentos en otras 100 lenguas, como euskera, esperanto,..
La copia en PDF que pusimos en la red hace muchos años es una de las visitadas en español. Muchos más posts nuestros sobre El Principito.
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