Lo interesante es cómo la ciencia del ADN nos ayuda a ver que, al final de la cadena humana, todos los seres humanos tenemos un poco de todo el mundo y que somos el producto de cientos de miles de años de migraciones planetarias. No en vano, todos tenemos ascendientes en común, aquello de que todos descendemos de Carlomagno.
El cálculo es sencillo: Dos padres, cuatro abuelos, ocho bisabuelos, dieciséis tatarabuelos,... Si cada generación está separada de la anterior por 30 años, podríamos haber llegado a tener unos 16.000 ascendientes al comienzo del siglo XVII, unos 16 millones a principios del XIV y unos 16.000 millones en los albores del XI, hace unos mil años,... Y ni de lejos en aquellas épocas había tantas personas conviviendo. A comienzos del siglo XIV había unas 450 millones de personas en el mundo (alrededor de 70 en Europa),...
Este tema de conocer nuestro ADN cada vez es más accesible en precio, aunque interpretarlo debidamente sea otra cuestión. Siempre nos llega a dudar de cuándo y para qué hacernos un test completo,... En todo caso, y quizá animado por intereses comerciales (farmacéuticas,...) es una moda creciente. MIT Technology Review publicó un informe que reveló que en 2018 el número de personas que se sometieron a un test de ADN equivale a la suma de las cifras de todos los años anteriores.
Un vídeo familiar que da una idea de lo que logran los análisis más baratos.
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