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11-S: el poder del periodismo

Como todos los 11-S reviviremos el asesinato de 2.792 personas en New York con impactantes imágenes. Este horrendo atentado debe llevarnos a una reflexión más general, porque diariamente mueren 97.000 niños, mujeres y hombres de hambre o de enfermedades fácilmente curables con una ínfima parte de los presupuestos militares o de seguridad de los países occidentales. Mientras el mundo se desangra de hambruna y en innumerables guerras que no son noticia, con un millón de muertos cada quincena, el planeta sigue abriendo una insalvable brecha entre países del primer y del tercer mundo. E incluso podemos VER directamente nuestro “cuarto mundo” en la trastienda de nuestras ciudades.

Queremos, necesitamos y exigimos que esas miles de cámaras que persiguen a los famosillos o a los equipos de fútbol por todo el mundo acudan allí donde la injusticia debe quitarnos el sueño, a entrevistar a las familias que han visto morir de hambre a un hijo en Asia, o del implacable SIDA que la industria farmacéutica no cura en África, o la vivencia de miseria en nuestros suburbios. Basta de muertos de primera o de quinta categoría. Los seres humanos nacemos iguales, pero somos muy diferentes, principalmente en culpabilidad.

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