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Absurdo ayuno

Hasta la noche del próximo 19 de octubre el ilusionista David Blaine permanecerá encerrado y suspendido en una caja de vidrio sobre el Támesis, donde sólo beberá agua para intentar el récord de 44 días de ayuno. Este famoso “houdini” moderno, cuya publicidad resalta su supuesta obsesión por la resistencia humana y el holocausto dado su origen judío, recibirá una multimillonaria compensación por su “hazaña”, patrocinada por las cadenas Sky y Channel 4. 

El libro Guinness ha rechazado certificar este reto del mercantilizado mago de Brooklin, señalando que no animan los intentos de ayuno, porque sería tanto como alentar el suicidio y que sólo los registra con propósitos históricos y médicos, correspondiendo al británico Dennis Goodwin, una “marca” de 385 días en huelga de hambre en la prisión de Wakefield (Reino Unido). Otro récord de confinamiento, corresponde al texano Bill White, quien permaneció enterrado vivo en una caja con poco espacio para su cuerpo durante 141 días a dos metros de profundidad.

Mientras acontece este degradante espectáculo televisivo de “hambre a cambio de dinero” que se nos retransmite con todo detalle para distracción del aburrido y obeso primer mundo, no es noticia que perecen anualmente más de 40 millones de personas (entre ellas muchos niños) a causa del hambre. Durante el tiempo de esta “gesta”, 44 días que nos reiteran frívolamente que se corresponde con el cumpleaños del prestidigitador: el 4 de abril), 4.821.918 personas morirán anónimamente, sin cámaras y sin que a casi nadie parezca preocuparle.

Seamos un poco más sensatos y humanitarios. Ayuno sólo hay uno: El de los 500 millones de personas que diariamente consuman menos de 1.500 calorías, según la Organización Mundial de la Salud, además de los 1.000 mil millones de seres humanos que sufren hambre crónica y los adicionales 2.000 millones que no reciben una dieta adecuada. Un total de 4.500 millones de niños, mujeres y hombres, de carne y hueso como usted y como yo, que merecen nuestra solidaridad y una verdadera reconversión de nuestras mentalidades y de nuestros corazones.

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