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Mentiras e incongruencias

El detector de engaños comienza a pitar constantemente: ¡Elecciones a la vista!

Las urnas despiertan la maquinaria electoral de propaganda, demasiado plagada de medias verdades, inexactitudes, falsedades e incoherencias.

El partido gobernante en el Estado es particularmente enervante. Sus reiterados embustes, que abarcan desde la megalomanía del acomplejado Aznar con la reciente tomadura de pelo de que “en mi país existen 43 millones de personas con alto poder adquisitivo” hasta las groseras farsas como “las playas idílicas” del Prestige o las aborrecibles patrañas sobre “la ayuda humanitaria” en Irak. A la dirección de este PP ultraderechista de la España imperial, cuya única liberalidad consiste en permitir chanchulleros negocios para sus amiguetes privatizando las escasas empresas públicas rentables y cuya única ideología no rancia reside en el control absoluto de los medios de comunicación para corear burdas consignas, demonizando lo vasco como distracción universal, convendría recordarle una reflexión obvia. Las mentiras provocan una triple indignación: ética por faltar a la verdad, social porque implícitamente supone que el electorado es despreciablemente estúpido, y personal por el descaro de presumir que los votantes íbamos a olvidar sus desmanes y comulgar con semejantes ruedas de molino.

El primer partido de la oposición, como pomposamente se denominan los bipartidistas, se derrota sola a sí mismo por sus estruendosas incoherencias, sin llevar ni siquiera la gestión de nada que no sean sus autonomías donde votar PP sería decididamente suicida. Este PSOE denota demasiada “vocación de vacación” como cómodo segundo partido perpetuo, dedicándose -mientras mantienen alguna poltrona parlamentaria antes de ser defenestrados internamente- más a que no haya terceros partidos, que a ser el partido gobernante. Sólo un botón de muestra de inconsistencia y servilismo: El anuncio de Rodríguez Zapatero de que sólo intentará formar Gobierno si el PSOE es el partido más votado el 14 M. Semejante dislate sólo se explica como buen subordinado al PP, que trata de amarrar votos de IU para continuar como líder opositor tras la derrota. Esta nueva postura política del PSOE, ratificada por la Chaves en Andalucía y cumplida parcialmente en Catalunya por Maragall (el más votado en votos, que no en escaños), debiera ser aplicada en todo el Estado, desde la sopa de letras balear hasta Euskadi donde Javier Rojo trató de gobernar siendo la tercera fuerza en la Diputación Foral alavesa, y donde sigue apoyando a la segunda fuerza. Todo ello sin entrar en la casuística de los innumerables contraejemplos municipales, como Gasteiz o de la margen izquierda vizcaína, como Portugalete o Santurtzi que veo frente a mi ventana. ¿Saldrá pronto Patxi López a sumarse al carro de quienes sólo aspiran a gobernar si son los más votados?

No a este PP que hace “oposición a la posición” y anuncia con costosas campañas publicitarias que “cumple” con sus obligaciones legales, señal inequívoca de que sabe perfectamente en cuántas otras materias (internacional, vivienda, educación, sanidad, empleo, pacificación,…) no ha cumplido ni tiene intención de cumplir, y que sigue manteniendo al Estado a la cola de Europa con Grecia y Portugal, aunque Aznar se codee con Bush. Tampoco a este PSOE reactivo que sigue la estela del retrógrado PP alternando pactos sumisos con retórico antagonismo, y sin un progresista proyecto propio. Siempre nos quedarán las opciones más apegadas a la realidad, como los partidos nacionalistas o IU, ante este desolador panorama de quienes pretenden imponer un bipartidismo estatal, con dos formaciones que parecen asumir el penoso cliché del “doberman y el faldero”, desgraciadamente porque suponen que les funciona bien ante sus respectivos electorados.

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