Anualmente fabrican 16.000 millones de balas: Un proyectil por persona cada semestre.
Mientras nos distraen con las armas de destrucción masiva, buscadas donde no están, los gobiernos más poderosos del mundo almacenan arsenales de armas nucleares, químicas y biológicas, capaces de exterminar toda forma de vida sobre el planeta Tierra.
La industria armamentística prefiere la clientela rica, aunque sin desdeñar a gobernantes pobres pero igualmente belicosos. La fabricación de armas de fuego sigue siendo un comercio boyante erigido sobre la injusticia y engrasado con sangre inocente. Las viles balas se producen en cantidades horripilantes, hasta el punto de que podrían matar a balazos a todos los seres humanos dos veces al año. No son sólo letales potencialmente: de hecho matan cada segundo a más de una persona en el mundo.
Amnistía Internacional e Intermón-Oxfam nos recuerdan que el próximo 9 de julio es el “Día Internacional para la Destrucción de Armas”, solicitando un Tratado Internacional que regule tan macabro negocio. La presión ciudadana puede resultar efectiva si actuamos unidos frente a los dirigentes políticos. Abraham Lincoln dijo: “El voto es más fuerte que las balas”. ¡Súmate tú también a esta petición en www.es.amnesty.org/armasbajocontrol!
Nunca aceptaremos que nos sugieran que los servicios sanitarios o educativos requieren por su coste un co-pago de los usuarios, mientras que las compras de material bélico son sufragadas íntegramente por el Estado. La cofinanciación de los servicios sociales sería aceptable sólo cuando los tanques y cazas militares se compren exclusivamente con lo recaudado en huchas voluntarias.
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