El mejor juguete puede ser barato, sin pilas, sorprendente, divertido, mágico e instructivo.
Siempre es difícil escoger un juguete infantil que sea original, perdure y aporte algún valor significativo a quien lo reciba, para que llegue a ser su predilecto. Lo habitual es recurrir a un catálogo comercial y comprar presurosamente algún chisme repetido que pronto quedará arrinconado en el baúl del olvido.
Mi más querido juguete, que aún conservo, es un “pato bebedor”, también llamado el ganso insaciable de Khattabytch (o de Jottabich). Es un mecanismo sencillo, formado por un tubo de vidrio que con dos esferas en sus extremos. El globo superior representa una cabeza con un pico cubierto por una funda algodonosa que se empapa de agua cuando el pato se inclina sobre un vaso de agua del que parece ‘beber’ en un movimiento oscilante y continuo. El “tronco” del pato es un tubo que penetra en la ampolla inferior, conteniendo un líquido volátil, (éter dietílico, H5C2-O-C2H5) que ocupa la mitad del volumen total.
Para que actúe ininterrumpidamente con su motor térmico gratuito, basta humedecerle la cabeza con el agua, obligándole a beber la primera vez. Tras refrescarse se endereza y parece satisfecho, pero la temperatura inferior de su cabeza respecto al cuerpo inferior produce que el “alcohol” tintado vaya subiendo por su cuello por la mayor presión en la cavidad del buche. Así comienza a balancearse cada vez más acusadamente hasta volver a colmar su sed en el vaso. Al inclinarse se equilibran las presiones del vapor saturado de ambas concavidades, y el líquido cae nuevamente recobrando el pato la verticalidad. Se trata de un curioso movimiento que llega a ser hechizante.
Este juguete didáctico que funciona sin parar se encuentra en tiendas de “Todo a un euro”. Es un verdadero móvil perpetuo… de segunda especie, es decir un “móvil gratuito” (no perpetuo), el único tipo de móvil supuestamente perpetuo que realmente existe. En este caso transforma el calor del medio ambiente, que evapora el agua de la cabeza humedecida, en trabajo para hacer subir el éter interno, hasta que el centro de gravedad se eleva sobre el centro de apoyo y desequilibra al ganso. Este económico e ingenioso juguete resume y resuelve un deseo que la Humanidad ha perseguido a lo largo de la Historia: obtener una máquina que produzca trabajo sin consumo (aparente) de energía.
Siempre es difícil escoger un juguete infantil que sea original, perdure y aporte algún valor significativo a quien lo reciba, para que llegue a ser su predilecto. Lo habitual es recurrir a un catálogo comercial y comprar presurosamente algún chisme repetido que pronto quedará arrinconado en el baúl del olvido.
Mi más querido juguete, que aún conservo, es un “pato bebedor”, también llamado el ganso insaciable de Khattabytch (o de Jottabich). Es un mecanismo sencillo, formado por un tubo de vidrio que con dos esferas en sus extremos. El globo superior representa una cabeza con un pico cubierto por una funda algodonosa que se empapa de agua cuando el pato se inclina sobre un vaso de agua del que parece ‘beber’ en un movimiento oscilante y continuo. El “tronco” del pato es un tubo que penetra en la ampolla inferior, conteniendo un líquido volátil, (éter dietílico, H5C2-O-C2H5) que ocupa la mitad del volumen total.
Para que actúe ininterrumpidamente con su motor térmico gratuito, basta humedecerle la cabeza con el agua, obligándole a beber la primera vez. Tras refrescarse se endereza y parece satisfecho, pero la temperatura inferior de su cabeza respecto al cuerpo inferior produce que el “alcohol” tintado vaya subiendo por su cuello por la mayor presión en la cavidad del buche. Así comienza a balancearse cada vez más acusadamente hasta volver a colmar su sed en el vaso. Al inclinarse se equilibran las presiones del vapor saturado de ambas concavidades, y el líquido cae nuevamente recobrando el pato la verticalidad. Se trata de un curioso movimiento que llega a ser hechizante.
Este juguete didáctico que funciona sin parar se encuentra en tiendas de “Todo a un euro”. Es un verdadero móvil perpetuo… de segunda especie, es decir un “móvil gratuito” (no perpetuo), el único tipo de móvil supuestamente perpetuo que realmente existe. En este caso transforma el calor del medio ambiente, que evapora el agua de la cabeza humedecida, en trabajo para hacer subir el éter interno, hasta que el centro de gravedad se eleva sobre el centro de apoyo y desequilibra al ganso. Este económico e ingenioso juguete resume y resuelve un deseo que la Humanidad ha perseguido a lo largo de la Historia: obtener una máquina que produzca trabajo sin consumo (aparente) de energía.
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