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Hijos criados en el cálculo de la pensión

Una elemental idea de justicia que puede solventar simultáneamente los dos más graves problemas sociales: la regresión de natalidad y el envejecimiento poblacional.

Parafraseando a Karl Marx, un nuevo espectro recorre Europa, y a todo Occidente,… “el espectro de la quiebra del sistema público de jubilaciones”. Es universal la preocupación por la sostenibilidad del sistema fiscal de pensiones. Desde Japón, con el elevado aumento de las cotizaciones obligatorias a partir de 2005 para cubrir el severo déficit en la caja de retiro, pasando por Estados Unidos donde Alan Greenspan considera insostenible la actual política para garantizar las pensiones, nos llega a la Unión Europea el debate sobre cómo evitar a medio plazo el desplome financiero público derivado del envejecimiento de la población, con su consiguiente crecida de gastos sanitarios y en pensiones.

El sostenimiento del sistema vigente de retiro, creado hace 70 años, ha funcionado aceptablemente (con pensiones mínimas insuficientes en muchos casos) mientras se mantuvo la alta tasa de trabajadores respecto a los pensionistas. En 1935 había 42 empleados por cada jubilado; hoy, en Europa, no hay ni 3. Si la escalada de esperanza de vida y la edad de retiro se mantienen, junto a la regresión demográfica, cada cotizante y medio deberán ocuparse de un jubilado antes de 2030.

O se retira el voto a los pensionistas para abandonarlos a su suerte, o algo habrá que reformar urgentemente. La primera opción queda descartada, no ya por un básico sentido de ética filial con quienes nos dieron la vida y a quienes les debemos todo, sino por razones más prosaicas. Los jubilados se han convertido en la nueva y creciente mayoría social. Los políticos, que administran recursos limitados, cada año se arriesgan menos a yugular el gasto en pensiones para los mayores, porque su porcentaje en el censo electoral crece ininterrumpidamente.
Otra solución fácil, pero desechable por el rechazo democrático que suscita, es la sustitución (que no complementación) del fondo público de pensiones por aportaciones a cuentas privadas, tal y como impulsa Bush. Esta privatización parcial del sistema de jubilación, aunque se enmascare con la opción de auto-aumentar voluntariamente la presión fiscal para incrementar la aportación en una cuenta pública personal, sería repudiada por un inmenso “lobby”, no sólo de los pensionistas actuales, sino incluso de todos aquellos que nacimos antes de 1970, porque nos situaría en desventajosa inferioridad.

El “Estado de Bienestar” que hemos construido, junto a tasas de natalidad menores de 1,3 hijos por mujer (o pareja), pone seriamente en riesgo a todo el sistema de previsión social en un plazo de apenas 15 ó 20 años. Son precisas reformas drásticas para mejorar la solvencia presupuestaria del sistema de pensiones, con efectos inmediatos y a medio y largo plazo.
El cálculo final de la pensión de cada jubilado se establece sobre la cuantía y años de la base cotizada, lo que mide su esfuerzo solidario de contribución a la sociedad. Una sugerencia que siempre nos rondó la cabeza a algunos, y que comienza a aparecer en algún sesudo informe de sabios economistas aunque no puedo hallar su referencia, señala que la descendencia criada por cada jubilado, hombre o mujer, con o sin experiencia laboral, debería formar parte del cálculo de su pensión.

Quizá simplemente lo hayamos soñado, pero seguro que muchos compartirían la opinión de que una madre que ha sacado adelante a varios hijos e hijas, nietos y nietas (todos ellos cotizantes potenciales), ha cooperado decisivamente con el futuro de una sociedad y merece una pensión digna. Las familias con prole, y quienes lo consideren justo, deberíamos formar un grupo de presión para que el número de hijos cuidados durante su infancia y juventud sea un factor valorado en el cálculo de las futuras pensiones de retiro. Además, de este modo, muchas (y muchos) que renuncian a los hijos o que limitan su número por razones económicas, descubrirían la grandeza y la felicidad de la maternidad (o paternidad) responsable.

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