Cual don Alonso Quijano, que por leer en exceso novelas de caballerías terminó con los sesos secos, la sobreabundancia de información provoca pesadillas y aventuras inciertas.
Me sucedió una extravagante alucinación por creerme un moderno caballero andante. Desperté de un sueño extraño. Como de costumbre, impelido por el insomnio, me dirigí casi sonámbulo a mi cuarto de máquinas. Allí bullía el ordenador secundario, pero desperté el portátil principal. Al repasar el correo electrónico y comprobar dónde me habían publicado algún artículo remitido, nada parecía alterado; luego, comprendí que se avecinaba una madrugada extraña.
Al encenderse la pantalla empezaron a salir y rodearme personajes vestidos de carnaval. Dos remedaban a El País y El Mundo. Uno faroleaba, ‘Yo publico más’; el otro replicaba,’Pero yo estoy más cerca del poder… económico’. No le di gran importancia. Supuse que seguiría aún dormido, pensando qué escribir sobre la base del sueño recién truncado. La incorporación de nuevos personajes, Estrella Digital entre otros, me impresionó definitivamente: Aquello no era racional.
Debatían sobre prensa impresa y on-line, pero nadie respondía a mi pregunta de cómo publicar en sus ‘Cartas al Director’. Entonces se escuchó a Gumersindo Lafuente, ex-director de elmundo.es, que con rotundidad decía: “Los periódicos tradicionales ya están muertos,... Quieren dominar algo que se les ha escapado de las manos. Tienen miedo de sus propias webs". Luego surgieron otros diablos de aquella caverna de Platón, gurús de blogs, ecos de podcasting,… Finalmente desperté y tecleé esto.
Quizá todo sea culpa de mi rutina diaria. De camino al trabajo escucho tres emisoras de radio, Radio Euskadi, Euskadi Irratia (en euskera) y Radio 5 Todo Noticias. En un semáforo me regalan el primero de los seis diarios gratuitos, El Bolsín. Luego recojo, QUÉ!, ADN, El Nervión, 20 Minutos y Metro. Estoy suscrito a la versión digital de dos diarios de pago, El País y DEIA, que ojeo en sus versiones íntegras en PDF. Al mediodía, ojeo con Google Reader las noticias sindicadas de mis 240 preferidas webs (2.0, en varios idiomas).
Al anochecer, repaso Internet y zapeo entre los más de 100 canales de televisión vía Euskaltel. Sólo después de leer todo esto, incluidos 150 blogs, escribo cada día al menos un post en mi blog.agirregabiria.net, y remito el texto a unos 200 medios de comunicación (digitales en su inmensa mayoría).
A falta del ingenio de Don Quijote, y sólo con sus mismas visiones de malignos molinos de viento a los que vencer, los bloggers debemos medir nuestras fuerzas, limitar nuestras fuentes y especializarnos a fin de aportar algo con valor propio. Hoy, seguramente, tampoco lo he conseguido; pero quede aquí mi modesto testimonio.
Versión para imprimir: mikel.agirregabiria.net/2006/diablogs.doc
Curiosamente, el exceso de información se asemeja a la falta de la misma, porque entre tantos datos ininteresantes, de relleno, o simplemente repetidos día tras día, acabamos por no ver lo que realmente nos podría decir algo.
ResponderEliminarEso, sin hablar de la pluralidad de estilos que van desde el limpio y claro, hasta la acumulación de perífrasis y eufemismos, que tienden a ocultar la información que pretendían transmitir.
Al final, tanta paja nos lleva a muchos a tal hastío que dejamos de leer periódicos, ver telediarios y oir radios. Esto no es bueno.
De todos modos, aunque resulta fácil y cómodo echar la culpa de la desinformación a los medios de comunicación, soy consciente de que el auténtico culpable está en cada uno de nosotros, una pereza que nos lleva a desdeñar el ímprobo esfuerzo de buscar la información para un resultado aparentemente pequeño pero realmente esencial como es saber lo que ocurre alrededor nuestro.
Publicado en Periodismo católico.
ResponderEliminarMuchas gracias por su artículo, acaba de ser publicado en el portal de periodismocatolico.com
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Saludos,
el equipo de periodismocatolico.com