Los
cuentos narrados a niños de pocos años deben ser escrupulosos con la versión primigenia que escucharon la primera vez. Basta un minúsculo cambio o un breve recorte en la historia para que ellos detecten la más ínfima alteración. Son especialmente sensibles a las elipsis de palabras-gancho con rico valor descriptivo, aunque no entiendan exactamente su significado.
En cierta ocasión, alguien abrevió el relato para ganar tiempo y cuando acabó varios pequeños la corrigieron con la misma observación:
- "Se te ha olvidado la fastuosa comitiva, Charo".