Sin gratos recuerdos, aunque sean contados, mal planificaremos cada día, porque uno de los objetivos cotidianos es sumar experiencias y encuentros felices que siempre nos acompañarán en la memoria. El futuro requiere esfuerzos constantes y cada jornada debe construir una ruta hacia ese destino buscado, más aún sabiendo que el proceso es más determinante que la meta.
Los mayores acostumbramos a abusar de la dosis de pasado, los jóvenes exageran quizá la tasa de futuro y solamente los niños ajustan bien que la felicidad y la alegría es, ante todo, presente.
Demasiado pasado en el cóctel diario agriará el día con melancolía y demasiado futuro eclipsará la jornada con retardos de ilusiones que, quizá, nunca vivamos. Sólo tenemos el presente, el hoy,... en términos de felicidad. El pasado es historia, el futuro un misterio, y cada instante -como ahora- es un regalo. Es por eso que a este momento se le llama presente. El presente es el tiempo más determinante.
Nosotros, los de entonces, ya no somos los mismos, señaló Pablo Neruda en su poesía. Pero podemos seguir siendo felices. Simplemente, seamos generosos y disfrutemos siéndolo. Si estamos presentes, o mientras lo estemos, no tenemos ninguna necesidad de esperar.
Prometamos vivir plenamente cada escurridizo instante y tratar e interactuar con todos los seres con esa doble mirada de admiración infantil y compasión sabia. Un proverbio irlandés dice: “Life is like a cup of Tea, it’s all in how you make it”, es decir, "La vida es como una taza de té, todo depende de cómo la hagas",...
"En tres palabras puedo resumir todo lo que he aprendido sobre la vida: sigue hacia adelante".
— literland (@literlandweb1) August 3, 2021
Robert Frost
📷Pentti Sammallahti pic.twitter.com/5dbnLBT3DS
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