Análisis preelectoral del 14M en la C.A.V.
Las Elecciones Generales se rigen por la ley d’Hont, al igual que las Autonómicas si bien Euskadi posee la competencia exclusiva para regular las Elecciones al Parlamento Vasco donde elige a sus parlamentarios y a su Lehendakari. En esta ocasión del 14 de Marzo, será la Ley Orgánica 5/1985 del Régimen Electoral General, modificada en diversas ocasiones, el sistema utilizado para el reparto de escaños en las Cortes de Madrid.
La ley d’Hont privilegia la representación de los partidos más votados y se aleja de los criterios de proporcionalidad, sobre todo cuando el número de parlamentarios a repartir es reducido. Este sistema ha sido justamente criticado por diversas razones, tales como beneficiar desmesuradamente a los dos grandes partidos, por las circunscripciones provinciales (que favorece a las de menor población como Ceuta o Melilla), o por el régimen de duopolio bipartidista que produce en período preelectoral en los medios de comunicación y en el panorama político resultante. Sólo por destacar un dato relevante, en 2000 el PP contó con la mayoría absoluta de 183 diputados porque hubo un saldo ficticio de 25 escaños que no le corresponderían en una circunscripción única, mientras que en tal caso IU hubiese dispuesto de 19 diputados y no de 8 como fue por aplicación de esta ley. Todo ello mueve a solicitar un cambio de la Ley Electoral vigente, quizá por ámbitos autonómicos pero nunca provinciales, toda vez que la acción de los diputados o senadores raramente se ciñe a su ámbito jurisdiccional.
La ley continúa en vigor por lo que los electores debemos considerar su implacable efecto sobre nuestra decisión individual. El análisis, obligado por esta Ley Electoral, debe efectuarse provincia a provincia. Si nos circunscribimos al panorama electoral de la Comunidad Autónoma del País Vasco en su elección de diputados para el Congreso, este sistema electoral de asignación de escaños impone las siguientes restricciones, a la luz de los resultados anteriores en el mismo tipo de convocatoria general (que se adjuntan en los cuadros anexos) y sobre la base, incierta, de las encuestas preelectorales. La ilegalización de Batasuna, ausente por voluntad propia en 2000, originará un estimable efecto tasable sociológica y políticamente, pero no a efectos de parlamentarios.
En Bizkaia, la trayectoria imparablemente creciente de EAJ-PNV le asegura consolidar sus 4 diputados, si se movilizan sus militantes y simpatizantes. El PP, por el contrario ve peligrar su tercer diputado por el avance de un PSOE oscilante, aunque quizá en alza por su lánguido despegue del PP, su gran adversario estatal pero incondicional aliado en Euskadi. IU, a pesar de una predecible subida, es dudoso que ascienda hasta los 56.000 votos necesarios para recuperar su diputado de 1996, sobre el supuesto de una participación similar. EA no tiene opción alguna en este territorio histórico por su escaso peso y constante declive. Tampoco dispondrá de representación la novedad e incógnita de la coalición Aralar-Zutik, sin apenas implantación fuera de Nafarroa y en Guipúzcoa, en este caso en moderada medida.
En Gipuzkoa, el avance estable de EAJ-PNV le asegura ser nuevamente el partido más votado y sus 2 diputados. El PP perderá su segundo diputado a favor del PSOE previsiblemente tras las forales y municipales. La gran pugna será ver si EA conserva su única diputada en Madrid, frente a la concentración de voto que alcance Aralar-Zutik en su prueba de fuego, aparte de la coalición Nafarroa BAI en la Comunidad Foral Navarra. IU no tiene opción alguna en este territorio histórico.
En Araba, parece difícil alterar el panorama estable desde 1966. Sólo una improbable superación del PSOE sobre el PP podría otorgarle dos diputados a los socialistas, o una -aún más hipotética- condensación de voto en torno a EAJ-PNV podría significar un segundo diputado para el sentimiento alavés proclive al Gobierno tripartito. Los partidos menores EA, IU y Aralar-Zutik seguirán ineluctablemente ausentes de la representación territorial.
Como corolario de todo lo expuesto, el fantasma del “voto útil” se erige como un espectro para el potencial votante de las opciones minoritarias. Es comprensible y justificada la duda que asalta al electorado nacionalista vasco en Araba o en Bizkaia, donde sabe que sólo EAJ-PNV podrá representarle en el Congreso de los Diputados, con grupo propio, el único y permanente “Grupo Vasco”. La ausencia de una coalición PNV-EA-Aralar pasará factura, que en el mejor de los casos podría significar un posible diputado adicional por Araba, asegurar el tercero y quizás un cuarto por Guipúzcoa, así como un quinto diputado por Bizkaia. También será determinante ese versátil voto constitucionalista que oscila entre PP y PSOE, para establecer quién representa más el sentimiento españolista. La vacilación del votante de IU, fuera de Bizkaia donde puede soñar con un escaño, entre un pésimo PSOE vasco –desde su perspectiva- o un EAJ-PNV tan ideológicamente alejado… en teoría, debe ser insufrible. O irritante la del votante de EA, para no citar al de Batasuna que sigue sin trasladar su opción, que dilapida su voto fuera de Guipúzcoa, sólo para dejar constancia de su existencia a efectos de mantener su porción en el reparto de poder institucional.
Ojalá que acertemos desde la pluralidad vasca en nuestro voto sutil y fértil, remediando el voto fútil que lanza la papeleta a la papelera o el voto mástil que sólo ofrece su mera contabilización.
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