Viendo el Fervor rojiblanco ante la llegada de la gabarra del @AthleticClub desde Alicante, gracias a @euskaltelebista #AthleticClub 🦁 #UniqueInTheWorld 🏆 #txapeldunak #aurtenbai #gabarra pic.twitter.com/6BlfyOJj8h
— Mikel Agirregabiria (@agirregabiria) April 11, 2024
La gabarra del Athletic Club en 2024
GetxoWeb de 1996 en GetxoPhoto 2021
- Etinosa Yvonne, It’s all in my Head.
- Shelli Weiler, Enjoy House.
- River Claure, Warawar wawa.
- Juno, Las dos hebras.
- Zahara Gómez & Las Rastreadoras del Fuerte, Recetario para la memoria.
- Amir, Noemí, Qutaeba, Ali, Mustafa & Raoul, Now You See Me Moria.
- Begoña Salazar, Álbumes de Getxo.
- Familia Agirregabiria De la Sen, Getxoweb.
Getxoweb es un mapa interactivo pionero que, adelantándose más de 10 años a Google Maps, la familia Agirregabiria de la Sen creó en 1996 para poder mostrar Getxo a las amigas que su hija Leire había hecho estudiando inglés en Inglaterra.
Mikel Agirregabiria, físico teórico e ingeniero, su mujer Carmen de la Sen, una de las primeras mujeres españolas licenciadas en informática, junto a sus hijos Leire y Aitor, recorrieron más de 300 calles, hicieron más de 15.000 fotografías y programaron una web que exploró las posibilidades y los problemas que la creación de un mapa interactivo online presenta. Las imágenes las realizaban las mañanas de los domingos para evitar la presencia de personas y, por ejemplo, algunos negocios solicitaron ser incluidos mientras que otros vecinos reclamaron omitir sus calles por cuestiones de seguridad. El problema que suponía la posible utilización de las fotografías de Getxoweb sin permiso, se solucionó incluyendo al pequeño Aitor en las imágenes como marca de agua humana. En una época en la que Internet apenas había llegado a las casas, la página cosechó una importante repercusión local y nacional en radios, periódicos y televisiones.
25 años después, Getxoweb aún se puede visitar y continúa dando testimonio tanto de la arquitectura y el urbanismo del municipio, como de las calidades y las estéticas de las tecnologías utilizadas para su realización. A pesar de algunos enlaces caídos, la mayoría de fotografías, animaciones, iconos y funcionalidades se mantienen, ofreciendo un patrimonio cultural único y primordial a preservar.
Álbum creciente de imágenes de Getxoweb en GetxoPhoto.
La mágica educación, hoy y aquí
- Sobrecoge, gratifica, emociona, tranquiliza, deslumbra, aturde,... la vitalidad y talentos infinitos de un alumnado que disfruta aprendiendo en todo momento y en todo lugar, aunque sean en esas tres horas adicionales de inglés un viernes tras una semana escolar. Con estudiantes así de activos y despiertos, nada tememos del futuro, sinceramente.
- Asombra la serena y exigente presencia de las familias, de madres y padres, abuelos y abuelas, otros familiares,... esperando, acompañando, ocupándose, revalorizando todo ese milagro que acontece diaria y puntualmente en las escuelas, en los barrios, en los hogares, incluso en la soledad,... ese maravilloso crecimiento por todas las variedades del aprendizaje.
- Impresiona la profesionalidad del profesorado dedicado a una labor trascendente, aunque parezca cotidiana y fluida. Siempre, repito siempre, se puede advertir esos gestos de interés real por sus criaturas, esa empatía solidaria con su devenir, mientras facilitan su grandiosa metamorfosis, facultades dormidas que cual alas ven desplegarse en clase, paso a paso, tan lenta como inexorablemente.
- Fascina advertir, con el ojo avezado del observador impenitente, todo el apoyo pleno de toda la sociedad, la apuesta consciente y el reconocimiento tácito de la función educativa. Todo ese despliegue de recursos humanos y materiales en los momentos y escenarios escolares, denotado en incontables detalles la ingente inversión de lo único que garantiza el futuro.
- Disponemos de todo lo nuclear, el factor humano en todos los agentes, pero queda recorrido de mejora, de engrane, de potenciar sinergias personales y grupales, de innovar con profundidad y corregir algunos factores retardantes, de revolucionar todo el inmenso potencial del sistema con voluntad, tesón e inteligencia, con acuerdos y visión prospectiva, sin infundados miedos.
La #educación ahora: Los profesores temen a los directores. Los directores le tienen miedo a la administración. La administración teme a los padres. Los padres tienen miedo de los niños. Los niños no le tienen miedo a nada,... afortunadamente pic.twitter.com/YmmlcaXgWw— Mikel Agirregabiria (@agirregabiria) 20 de enero de 2018
Bloomsday o 16 de junio
El 16 de junio es el día en el que transcurre la acción -ficticia- del Ulises, considerada por gran parte de la crítica la mejor novela en idioma inglés del siglo XX. Este día los celebrantes procuran comer y cenar lo mismo que los protagonistas de la obra, o realizar distintos actos que tengan su paralelismo en la novela. Especialmente se realizan encuentros en Dublín para seguir el itinerario exacto de la acción. Leopold Bloom, o "Poldy", es el personaje principal o protagonista, caracterizado como antihéroe, de la novela de James Joyce. Está casado con Molly Bloom, otro de los personajes centrales, quien le es infiel, y tienen una hija. Bloom es un agente de publicidad de unos 40 años de edad y origen judío.
Ulises, está básicamente focalizada en Bloom y en su Odisea contemporánea, en la que se embarca a través de Dublín en el curso de un solo día (16 de junio de 1904), y también en los varios tipos de personas que se va encontrando aquí y allá. Al igual que el héroe griego de la Odisea, no aparece en el principio de la obra; su entrada se produce en el capítulo 4 (Calipso), con que se inicia la segunda parte de la novela, tras el protagonismo del joven Stephen Dedalus en los tres primeros.
La presentación del personaje por James Joyce es muy conocida: "El señor Leopold Bloom comía con deleite los órganos interiores de bestias y aves. Le gustaba la sopa espesa de menudillos, las mollejas, de sabor a nuez, el corazón relleno asado, las tajadas de hígado rebozadas con migas de corteza, las huevas de bacalao fritas. Sobre todo, le gustaban los riñones de cordero a la parrilla, que daban a su paladar un sutil sabor de orina levemente olorosa".
#SabíasQue Desde 1954 se celebra el Bloomsday un evento anual en honor a Leopold Bloom, personaje principal de la novela "Ulises", de James Joyce.
— ¿QuéLeer? (@QueLeer) June 16, 2024
Todos los 16 de junio, las calles de Dublín, Irlanda festejan la importancia que tuvo ese libro para la cultura inglesa. pic.twitter.com/L2T1OekkHj
Bebé jugando con un iPad
Hijos bilingües: El mejor método...
- Cada progenitor se dirigirá a los hijos en su respectiva lengua materna, siempre durante los primeros años de la prole.
- Si viven en el entorno (escuela, calle, televisión,...) de una de los idiomas, la lengua familiar común será la otra, a fin de asegurar la doble competencia. También se asegurará un contacto próximo con la otra cultura mediante viajes, vacaciones,...
- Si la lengua común del matrimonio es una tercera, sólo aparecerá en edades tempranas a fin de asegurar una correcta fonética en la transmisión de los tres idiomas.
Aprendiendo la cremallera
Anécdotas filiales (II): Nueva religión
- "Y si no es así, que me vaya al infierno".
Siendo de rasgos muy morenos, que podrían indicar algún antecedente norteafricano, Leire le preguntó:
- "¿De qué religión eres?", siendo inmediatamente contestada por el avispado niño...
- "De cuál voy a ser,... ¡soy de religión francesa!".
Ojalá sea siempre así
Entonces recogí una nota que me gustaría regalarle a mi hija el día de su boda, con este título: “Ojalá sea siempre así”, con un marco donde se vea una ajada hoja amarillenta escrita por ella misma y donde puede leerse con sus peculiares trazos infantiles: “Casi pierdo el autobús a la mañana y llego tarde al examen, y además he tenido que ir al dentista. Ha sido el peor día de toda mi vida”.
Una simpática e histórica invitación
Nuestro cuento predilecto: La mujer del saco
- Éste es uno de los muchos cuentos que hace casi dos décadas inventamos Carmen y yo para nuestros hijos, Leire y Aitor. No fue el cuento más largo, hubo alguno que duró dos años, con semejanzas con “Dos años de vacaciones” de Julio Verne (puede descargarse gratuitamente en “El Aleph”). Tampoco el más imaginativo, como los de ciencia-ficción que pedían cuando fueron algo mayores; ni el de más personajes, pues hubo alguno en el que intervenía casi toda la amplia familia y algunas amistades transportados a la selva africana; ni quizá el de más miedo, como los que aseguraban emoción y sorpresa con un grito garantizado cada minuto.
Algunas pautas comunes de todas los historias solían ser que los personajes centrales, ¿por casualidad?, siempre eran una niña y un niño de las edades de nuestros hijos; pasaban aventuras arriesgadas, acababan triunfantes con un final feliz y aprendían alguna moraleja. La versión final de los cuentas fue refinada por las preferencias de sus oyentes, que insistían en los detalles minuciosos que alargaban el relato tanto como fuera necesario. La fábula que a continuación se condensa fue descrita –en muchas ocasiones- en narraciones que se extendían por más de una hora, con descripciones completas e historias colaterales. Pasemos a oír el cuento favorito de Leire y Aitor.
Había llegado la navidad y los pequeños habían esperado con ansiedad la visita de los abuelos, pero aquel año no vendrían porque la abuela estaba enferma. Los hermanos se entristecieron porque querían ver a sus abuelos y pasar la nochevieja con ellos. Tanta fue su insistencia, que los padres, que no podían viajar por razones de trabajo, decidieron que los niños tomarían un tren e irían solos en un viaje de una jornada. Les dieron mil consejos de no hablar con extraños, les prepararon la comida y la merienda, y les sentaron juntos en un compartimiento del tren junto con una señora muy guapa y amable que aseguró que les cuidaría durante parte del viaje.
El primer trayecto lo pasaron muy bien y comieron los bocadillos observando y comentando los paisajes. La señora conversó con ellos y antes de bajar en su estación, les recomendó nuevamente que no hablasen con extraños y que se abrigasen bien porque había empezado a nevar y el frío de la tarde se notaba a través de las ventanas del tren. Cuando la señora se fue, los niños se miraron con un poco de miedo al quedarse solos. Cuando vieron que la puerta del camarote se abrió y vieron entrar a una anciana completamente tapada y cubierta de nieve, se alegraron porque les haría compañía. Dejó un pesado saco que traía con ella en el asiento, junto a ella, y se quitó el gorro y la bufanda que traía empapados de aguanieve. Al ver su cara descubierta, los dos hermanitos de 8 y 5 años se asustaron. Parecía una bruja con el pelo blanco y un grano muy grande en la punta de la nariz. Les habló con una voz ronca que también les atemorizó.- ¡Hola! ¿Dónde vais? ¿Viajáis solitos los dos?
- Nos esperan nuestros abuelos en la última estación, pudo responder la niña, que era la mayor, con un hilo de voz.
- No creo que el tren llegue hasta allí esta noche, porque la nevada es muy fuerte y la vía estará cerrada.
El niño miraba fijamente el saco, que era muy pesado y estaba lleno con algo que parecía agitarse. Al oído se lo contó a su hermana, quien también quedó petrificada. Dentro del sucio saco, atado con una soga, había algo o alguien que trataba de salir.
- ¿Qué lleva en el saco?, se atrevió a preguntar el niño al final.
- Son sólo varios kilos de patatas que he comprado en el mercado, mintió la vieja dama.
- ¿Los niños pueden pasar la noche en su casa? Tráigalos mañana a las nueve para que reanudemos el viaje.
- No queremos ir con esta señora, protestaron al unísono ambos niños, pero nadie les hizo caso.
La anciana les llevó a su casa y preparó una copiosa cena. Toda la comida estaba deliciosa, y aunque al principio los hermanos no querían probar nada, ni la leche, por temor a ser envenenados, finalmente cenaron de todo y repitieron cada plato y hasta el postre. Cuando se quedaron solos y se acostaron en el cuarto que la anciana les había preparado, comenzaron a hablar y volvieron a preocuparse.
- Nos ha querido engordar como a los pavos de navidad porque nos quiere comer esta bruja, dijo el niño.
- Vamos a estar despiertos toda la noche, dijo la niña, para que no pueda atacarnos cuando estemos desprevenidos.
- Tengo mucho miedo, dijo Aitor.
- Tengo mucho sueño, respondió Leire. Se dieron la mano y aunque quisieron mantenerse en vela, el cansancio y el ajetreo del día pudo con ellos y pronto se durmieron plácidamente.
- ¡Despertaros, o perderéis el tren!
Con la luz vieron que un gato negro, muy gordo, estaba dormido y tumbado encima de la cama justo sobre sus pies. La anciana les dijo:
- No os asustéis del gato Micifuz que compré ayer en el pueblo. Venía metido en el saco porque el revisor no deja transportar animales en los vagones de pasajeros.
Así quedó aclarado el misterio y comprendieron todo. Tras desayunar con gran apetito y antes de subir al tren, dieron un abrazo y un beso muy fuerte a aquella cariñosa anciana que les había cuidado tan bien. Aprendieron que son las obras y no las apariencias las que diferencia a las personas, y que hay mucha gente bondadosa aunque tengan muchas arrugas o un grano feo en la cara. Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
Primer día de escuela (Escrito en 1986).
Hoy he llevado a mi hija mayor, Leire, al colegio por primera vez. Ha ido muy emocionada, después de haber esperado impacientemente este día desde hace meses. Iba rodeada de dos amiguitos suyos, que también comenzaban hoy. Ya conoce a su maestra, porque vive en el barrio y desde hace algún tiempo sabían que se encontrarían en septiembre. Leire ha entrado con decisión en el "cole" y ha subido las escaleras alegremente, cogida de la mano a mi esposa y a mí.
Al llegar al aula, donde estaban algunos de sus compañeros -pocos, apenas una docena- la joven profesora la ha acompañado a una mesa circular junto con sus dos amigos. Entonces la maestra ha despedido a los padres que estábamos todavía allí y hemos sido los últimos en salir. Su madre le ha dicho adiós a Leire y yo también le he dirigido un gesto de despedida. He visto cómo nos miraba fijamente. Tras salir de la estancia, he vuelto a asomar la cabeza y todavía sus ojitos miraban a la puerta por la que habíamos desaparecido y al repetir la acción después de unos minutos, Leire todavía estaba mirando la puerta. Había algo patente en su mirada. Estaba embargada por la misma angustia que nosotros mismos sentíamos al dejarla. Era el pánico de comprender, de golpe, sin ningún proceso de acomodación, que "había sido escolarizada", lo que significaba en primer lugar que había abandonado el entorno familiar, el único escenario que conocía hasta ese momento, y que pasaba a otra etapa de su vida en la cual no contaría con la permanente presencia y ayuda de sus progenitores.
En pocos días, la maestra se había convertido en la figura más destacada de la vida de Leire. En la lista de los personajes más queridos de mi hija, nosotros -sus padres- habíamos perdido el primer puesto que quedaba asignado (esperamos que temporalmente) a su maestra Loli.
Por mi parte, no me acuerdo de mi primer día escolar. Recuerdo los primeros días de algunas cursos siguientes, cuando tras las vacaciones de verano había que retornar al colegio. Mantengo algunas difusas reminiscencias del primer curso, con cuatro años, en lo que se llamaba Elemental A. Al rememorar aquellas resonancias del pasado, he de reconocer que despiertan una sensación placentera. He intentando exhumar de la memoria algunos recuerdos y puedo mencionar que estábamos sentados en pequeñas mesas de cuatro, con minúsculos taburetes individuales y que pasábamos muchas horas con las manos sobre el mármol de la mesita, sin hacer aparentemente nada, excepto escuchar, recitar o cantar. Nos gustaba oír con la oreja pegada sobre el frío mármol, el tamborilear de los dedos de un condiscípulo que retumbaba como los tambres de Semana Santa.
La maestra de los pequeños era la más dulce y en los cursos siguientes Elemental B y Elemental C, las profesoras eran cada vez más exigentes, hasta el punto de que la de Elemental C tenía fama de ‘ogro’. No he grabado los nombres de mis tres maestras, -lo siento-. Ahora podría llegar a saber cómo se llamaban, pero así no serviría para nada. Para mí, las tres fueron excelentes y creo que en nuestro colegio de Escolapios de Bilbao, donde no había, en aquel momento, más profesorado femenino, casi todos los alumnos guardarán buen recuerdo de ellas. De la maestra de Elemental B, recuerdo las interminables construcciones silábicas - la b con la a, ba, que era condición necesaria superar para poder salir al recreo. Esta maestra, que nos enseñó a leer, quería tanto a todos sus alumnos que fuimos rotando todos los niños de la clase en la revista colegial que destacaba mensualmente a los tres "mejores" alumnos de cada clase, con nuestra foto rodeada de aureolas. Tal vez para algunos escolares, hombres maduros hoy, aquella fuera nuestra única oportunidad de destacar que tuvimos en esta competitiva sociedad.
Con la vocacional maestra de Elemental C aprendimos a escribir y poner la fecha. Todavía hoy al poner el año me surge el inolvidable 1959, que aprendí a poner con letra legible al comienzo de las cuartillas. Tengo mala memoria de mi etapa infantil anterior a los cinco años. Poco recuerdo de lo vivido, a pesar de que me han narrado muchas anécdotas familiares que luego creo rememorar por mí mismo. Sin embargo, las primeras remembranzas propias provienen de aquellos episodios escolares, que nadie ha podido relatarme posteriormente. Fue una época muy feliz. Tuve la gran suerte de disponer de una infancia que siempre aporta un gran sosiego al evocarse. Ojalá que como padres, educadores y como ciudadanos pudiésemos asegurar que todos nuestros hijos y nuestros escolares disfrutan de una niñez feliz. Ése es el primer deber de una sociedad humana, solidaria y justa.
Clave educativa
Hace unos años, debí realizar un corto viaje para dictar una conferencia sobre la trascendencia de la educación. Mi hija Leire me acompañó. Antes de ir a cenar en el hotel, hube de repasar mis apuntes mientras la niña jugaba explorando la habitación. Pero se aburría y reclamaba mi atención. Sobre la mesa había una revista, con una página donde aparecía un mapamundi con el panorama planetario de hambre y guerra.
Para entretenerla rompí la hoja en pedacitos y le sugerí que recompusiera el rompecabezas. Aceptó el reto y creí que dispondría de una hora. En pocos minutos había armado la hoja e incluso la había pegado con cinta transparente.
Le pregunté: “¿Cómo has reparado el mundo tan pronto?".
Ella respondió: "No me fijé en el mundo. Detrás del mapa venía la foto de un niño en su aula; puse bien la escuela y el mundo quedó arreglado".
Anécdotas infantiles
En otra ocasión, observando a nuestra hija Leire un poco aburrida viendo ensimismada la televisión, me puse a jugar con ella y a voltearla como en un columpio, como frecuentemente hacíamos. Nos estábamos riendo a carcajadas, cuando de repente me pidió que parase para bajar del "caballito" (que era yo). Se plantó delante de mi cara, me miró fijamente y muy seria me dijo: "Aita, cuando yo sea mayor, ¿con quién jugarás tú?". Y luego concluyó condescendientemente: “No te preocupes, aita, yo siempre jugaré contigo cuando quieras”. Esta preocupación por los demás demuestra su inteligencia y que saben ponerse en el lugar del otro.
La infancia es esa fascinante etapa vital, inolvidable, que se caracteriza por tres maravillosas capacidades, que hay quienes saben mantener durante toda la vida: 1º Los niños siempre están alegres, sin motivo especial alguno. 2º Los niños están activos infatigablemente, y quizá ésa sea la clave de la primera cualidad. 3º Los niños constantemente están insatisfechos, sin renunciar a sus objetivos y aspirando a más (según obtienen el triciclo ya quieren la bici,..). Se ha dicho que “los viejos niños nunca mueren, simplemente se adulteran”, pero tal vez sea más exacta la apreciación de Simone de Beauvoir, quien creía que “un adulto no es sino un niño inflado por la edad. Quizá nos convendría importar tradiciones como las de Japón que celebra un Día de los Niños (5 de mayo), un Día de los Adultos para quienes cumplen 20 años (15 de Febrero) y un Día del Respeto a los Mayores (15 de septiembre).
Una propuesta final, para evitar que se confirme la cínica conjetura de que la educación es un proceso crecientemente complejo y costoso para que la autonomía de las personas se… retrase: El adelanto del voto a los 16 años, edad de efectos penales, y quizás más adelante hasta los 14 años. Reconocería los plenos derechos civiles de los niños, como ciudadanos de primera clase, y contribuiría a la mejora de su madurez, preguntándose más tempranamente sobre temas sociales. De su precocidad caben pocas dudas, y es de reconocimiento universal que los niños y los jóvenes de la actualidad están mejor preparados que nunca. Además, esta medida obligaría a los políticos a proponer planes como los niños exigen: a la altura de la desbocada imaginación infantil que desea la paz y la felicidad para todos nosotros.
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Tests políticos
Y es que los políticos razonan y buscan votos, pero nunca simultáneamente. A fin de cuentas, la opinión está más determinada por el sentimiento que por el pensamiento, porque es más corto el camino del corazón a la mente que el inverso. Víctor Hugo dijo: "La grandeza de un pueblo no se mide por su número de habitantes, como la grandeza de un hombre no se mide por su estatura: su medida es la cantidad de inteligencia y de virtud que posee". ¿Esto lo entenderán nuestros serios estadistas de talla mundial? ¡Más talento y más ética, por favor!