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Mujeres en misa en la Ermita de la Magdalena (Ubidea) en 1960

La Fe en el Corazón del País Vasco: Mujeres en la Ermita de la Magdalena de Ubidea (1960). Primera fila, de izq. a der.: Tía abuela Eva(rista) Aldasora, Tía abuela María Etxebarria, sacristana, Tía MariVí(ctoria) Agirregabiria, Abuela paterna Leonor Etxebarria, Madre Marta Agirre, desconocida y Tía segunda Mari Lekue.

Esta conmovedora imagen, capturada hacia 1960, nos transporta a la iglesia de Ubidea, un pequeño y pintoresco municipio de Vizcaya, en el corazón del País Vasco. En ella, un grupo de mujeres vascas se encuentra en oración, sus rostros serios y sus manos entrelazadas, reflejando una profunda devoción. Más allá de ser una simple instantánea, esta fotografía es una ventana a la historia social y cultural de la región en la segunda mitad del siglo XX.

En 1965, España vivía bajo el régimen franquista, un periodo marcado por una fuerte influencia de la Iglesia Católica en la vida pública y privada. En el País Vasco, la fe católica siempre ha ocupado un lugar central en la identidad y las costumbres de sus habitantes, y las mujeres, en particular, desempeñaron un papel crucial en la transmisión y preservación de estas tradiciones religiosas.

La imagen nos muestra un escenario típico de la época: la mayoría de las mujeres visten de oscuro, algunas con los pañuelos tradicionales que cubrían sus cabezas, símbolos de respeto y devoción. Sus posturas, reclinadas sobre los bancos con cruces talladas, evocan una atmósfera de recogimiento y espiritualidad. Es fácil imaginar el murmullo de las oraciones en euskera o castellano, llenando el espacio sagrado.

Más allá del acto religioso, esta escena también nos habla de la comunidad. Las iglesias eran puntos de encuentro vitales, especialmente en los pequeños pueblos rurales como Ubidea. Allí, las mujeres no solo rezaban, sino que también compartían noticias, se apoyaban mutuamente y fortalecían los lazos vecinales. Era un espacio donde la identidad vasca y las tradiciones se mantenían vivas, incluso en tiempos de censura y represión cultural.

Observar esta fotografía es reconocer la fortaleza y la resiliencia de estas mujeres. En un mundo matriarcal en constante cambio, aferrarse a la fe y a la comunidad era una forma de mantener la esperanza y la identidad. Esta imagen no solo documenta un momento de oración, sino que celebra la enduring presencia de la fe y el espíritu comunitario en la historia del País Vasco. Es un recordatorio visual de cómo la religión ha tejido una parte inseparable de la vida cotidiana y cultural de la región, y cómo las mujeres han sido guardianas de esa herencia.

Post generado automáticamente por la AI Gemini Google, a partir de la foto inferior.


La deducción de Grok es más escueta: Oración en Ubidea: Una mirada a la vida religiosa vasca en 1960.

La escena: En 1960, un grupo de mujeres es captado rezando en una iglesia de Ubidea, Vizcaya. La imagen sepia las muestra sentadas en bancos de madera, con las manos juntas, vestidas con atuendos oscuros y modestos, reflejando las normas de la época.

Contexto histórico: Este momento destaca el predominio de la Iglesia católica en la vida vasca tras la Guerra Civil Española, bajo el régimen de Franco. La Iglesia fue un pilar de la identidad cultural en medio de los desafíos políticos, con las mujeres a menudo al frente de la práctica religiosa.

Importancia cultural: Ubidea, un pueblo rural vasco, preservó sus tradiciones a través de la fe comunitaria. La iglesia de piedra con vidrieras simboliza su papel histórico como centro comunitario, combinando espiritualidad y cohesión social.

Valor educativo: Esta imagen ofrece una perspectiva sobre los roles de género, la influencia religiosa y la resiliencia cultural. Fomenta la exploración de cómo se mantuvo la identidad vasca y cómo estas prácticas se han transformado en la actualidad.

ChatGPT lo resume así: Mujeres, fe y memoria: Una imagen de Ubidea en 1960

La fotografía, tomada en el pequeño pueblo vizcaíno de Ubidea hacia 1960, captura un instante silencioso pero profundamente revelador de la vida cotidiana en el País Vasco rural del siglo XX. Un grupo de mujeres, vestidas de negro riguroso, reza en el interior de la iglesia, símbolo de una El luto y la vestimenta oscura eran entonces una presencia constante. Muchas de estas mujeres habían perdido maridos o hijos en la guerra, o seguían las normas sociales que dictaban un duelo prolongado y visible. En una sociedad aún dominada por la moral católica y el patriarcado, la iglesia era el espacio público donde las mujeres tenían voz y presencia, un lugar donde se encontraban, compartían penas y reafirmaban su identidad colectiva.

Esta imagen refleja también la transición entre dos mundos: el de la posguerra y el franquismo, con su peso moral y económico, y el que empezaba a abrirse hacia la modernidad de los años sesenta. En los pueblos vascos, la misa dominical, las novenas y las procesiones seguían marcando el ritmo de la vida, pero bajo esa apariencia de inmovilidad germinaban los cambios sociales que transformarían la región en las décadas siguientes.

Hoy, esta escena invita a reflexionar sobre el papel silencioso pero esencial de las mujeres en la transmisión de la cultura vasca, la lengua y los valores comunitarios. En su recogimiento y dignidad, estas mujeres de Ubidea representan la fortaleza y la memoria de un pueblo que, incluso en los momentos más oscuros, supo mantener viva su identidad.

48º aniversario de boda de Carmen y Mikel

Hoy, 26 de agosto de 2025, 
Carmen y yo cumplimos las bodas de feldespato (
este mineral se elige para resaltar la resiliencia). Son 48 años desde que nos casamos, y más de 52 años juntos. Nos conocimos en otro verano, a mediados de agosto de 1973. Ella tenía entonces 18 años y yo, 20. Nos casamos este mismo día de 1977. Suman exactamente 17.532 días de amor y felicidad

Dicen que el mejor regalo que unos padres pueden hacer a sus hijos, aparte de la educación, es seguir unidos después de muchos años. Suponemos que también es el mejor don que unos abuelos pueden legar a sus nietos. Esto lo hemos cumplido como padres y abuelos. 

Hace años solíamos comer una paella todos juntos. Hoy estamos en continentes distintos respecto a nuestros familiares más cercanos, hijos y nietos, pero pronto -pasado el verano- nos reuniremos todos
48º aniversario de boda de Carmen y Mikel
Entradas de nuestro aniversario en anteriores  años 20092010201120122013,201420152016201720202022, 2023, 2024,... Casi coincidmos Carmen (1955) y yo (1953), apenas separados por dos meses, con la pareja formada por y Jill (1951) y Joe (1942) Biden.

Las seis principales alegrías de la vida según aparecen

Las fuentes de felicidad de una vida son tan sencillas que parecen invisibles. Quien sabe verlas, es ya un sabio. Como escribió Cesare Pavese: No se recuerdan los días, se recuerdan los momentos.” «La felicidad no brota de grandes cosas, sino de pequeñas cosas buenas que ocurren todos los días.» — Hermann Hesse.

Las seis principales alegrías de la vida, según una perspectiva cronológica y humanista, podrían ser las siguientes —una síntesis poética de lo que muchas culturas, literaturas y biografías celebran como los grandes gozos del ser humano a lo largo de su vida—:

1. El descubrimiento del mundo (la infancia). La alegría pura de jugar, de asombrarse con lo cotidiano, de preguntar sin miedo. "La infancia es el corazón de todas las edades." — Georges Bernanos.

2. La amistad verdadera (la juventud). El placer de los lazos escogidos, de las risas compartidas, de los secretos confiados bajo estrellas. "Un amigo es uno que lo sabe todo de ti y a pesar de ello te quiere." — Elbert Hubbard.

3. El amor y el deseo (la madurez temprana). El vértigo de enamorarse, la construcción de una vida compartida, la pasión y el proyecto común. El enamoramiento abre puertas a emociones intensas y descubrimiento de uno mismo a través del otro. Experimentar vínculos románticos y la independencia refuerza la autoestima y el deseo de conexión profunda. "Amar no es mirarse el uno al otro, es mirar juntos en la misma dirección." — Antoine de Saint-Exupéry.

4. La creación y la paternidad/maternidad (edad adulta). La alegría profunda de dar vida: a una criatura, a una obra, a un legado. De cuidar y ver crecer. "Tener un hijo es aceptar que tu corazón camine fuera de tu cuerpo." — Anónimo.

5. La realización interior (madurez). El placer de saberse útil, de cultivar pasiones, de comprender que la vida tiene sentido en el hacer con conciencia. "La verdadera felicidad está en el trabajo bien hecho." — Marie Curie.

6. La contemplación serena (vejez). El gozo de mirar atrás con gratitud, de vivir el presente con calma, de disfrutar a los nietos, los libros, la luz y las conversaciones lentas. "La vejez comienza cuando el recuerdo es más fuerte que la esperanza." — Proverbio francés. Y sin embargo, ¡qué dulce es ese recuerdo cuando ha sido plena la vida!

Estas seis categorías, quizá podríamos agruparlas en dos grupos de felicidad:

- Las alegrías de la A: Aprendizaje, Amistad, Amor y Arte

Aprender, preguntarse, leer, escribir. En cada libro, en cada conversación iluminada, florece una vida más amplia. «El conocimiento es la única riqueza que no se pierde.» — Ali ibn Abi Talib. Hay un gozo secreto en entender algo nuevo, en vincular ideas como quien enlaza versos en un poema.

La amistad verdadera es una segunda patria. «Amistad es igualdad.» — Aristóteles. Nada da más sentido que un corazón que late con otro, sin cálculos ni fronteras.

Amar es un arte y un riesgo, pero su recompensa es incomparable. El amor no sólo en el fulgor juvenil, sino en su forma madura: complicidad, cuidado, compañía. Caminar juntos durante décadas, compartir silencios sin incomodidad.

Apreciar el arte. «He descubierto que si uno mira con atención, siempre encuentra belleza.» — Vincent van Gogh. Quien aprende a contemplar, nunca está solo ni aburrido. Escribir, pintar, enseñar, construir, cocinar: crear es dar testimonio de la vida. «La creatividad requiere tener el valor de desprenderse de las certezas.» — Erich Fromm. En toda obra hay un pequeño desafío a la muerte.

Las alegrías del cuadrado: Familia, Trabajo, Legado y Gratitud

La alegría de la familia. Pocos momentos marcan tanto como sostener por primera vez a un hijo o a un nieto. Es un instante sagrado en que el tiempo se abre al futuro. «Cada niño que nace nos dice que Dios aún espera del hombre.» — Rabindranath Tagore. El llanto del recién nacido, la primera sonrisa de un nieto, esas celebraciones íntimas son anclas de sentido que justifican toda una existencia.

La alegría del trabajo. El orgullo de la obra bien hecha, sea un libro, un jardín, una empresa, o la crianza de los hijos. «El placer en el trabajo pone perfección en la obra.» — Aristóteles. 

La alegría del legado y la trascendencia. Dejar algo detrás: valores, amor, historias. Contar a los nietos cómo era el mundo antes. «Vivir en los corazones que dejamos atrás no es morir.» — Thomas Campbell. Ver a los hijos formar sus propias familias, sentirse parte de algo más grande y más duradero.

La alegría de la gratitud. Agradecer es un acto filosófico: reconocer que nada nos era debido. La vida enseña a saludar cada día con asombro renovado. «La gratitud es la memoria del corazón.» — Lao Tsé. Vivir con gratitud transforma la escasez en abundancia. Aprender a dar gracias por el simple hecho de estar vivo. «La gratitud no es sólo la mayor de las virtudes, sino la madre de todas las demás.» — Cicerón.

Las grandes alegrías están al alcance de todos, pero requieren atención, gratitud y amor para ser reconocidas. Hay en la vida alegrías profundas que no hacen ruido, pero iluminan la existencia como un faro en la niebla. El instante de contemplación: la lluvia en el cristal, el crepitar del fuego, el verso subrayado en un libro.

Con los dos nietos pequeños

La ley del espejo: Lo que ves en los demás, también vive en ti

La ley del espejoobra de Yoshinori Noguchi en 2006, es una fábula moderna que parte de un caso aparentemente cotidiano para transmitir una profunda enseñanza: el mundo exterior que interpretamos refleja nuestro mundo interior. Es una historia que puede cambiar nuestra forma de mirar a los demás.

Yoshinori Noguchi (Hiroshima 1963) es un escritor japonés, especialista en desarrollo personal, coaching y educación emocional. Nació en Japón y alcanzó la fama por su capacidad de combinar conceptos de psicología humanista, budismo y coaching en forma de cuentos sencillos con moralejas poderosas.

Su obra más conocida, La ley del espejo, ha sido traducida a varios idiomas y usada en contextos terapéuticos, educativos y de autoayuda. Noguchi también ha impartido talleres, conferencias y ha escrito otros textos de crecimiento personal en Japón. Su estilo se caracteriza por ser directo, empático y narrativo, utilizando historias con carga emocional que invitan a la reflexión profunda.

El relato de La ley del espejo se centra en Naoki, un niño que sufre acoso escolar (bullying). Su madre, Yukiko, acude preocupada a un coach de vida que le explica que para ayudar a su hijo, primero debe revisar su propia vida emocional y sanar sus conflictos internos, especialmente los relacionados con su padre.

A través de esta historia, Yoshinori Noguchi propone la idea de que las personas y situaciones que nos molestan son espejos que reflejan heridas o emociones no resueltas dentro de nosotros. El proceso de sanación se basa en el perdón, la aceptación y la toma de responsabilidad emocional.

Lecciones principales del libro: Nada exterior cambia, si no cambiamos nuestro interior. Las personas conflictivas actúan como espejos de aspectos que debemos trabajar. Sanar heridas familiares mejora la relación con los demás. El perdón libera y transforma. Tomar responsabilidad por lo que sentimos es clave para el crecimiento personal.

Es un libro breve, sencillo y poderoso, ideal para quienes buscan una transformación emocional desde una lectura accesible y con un enfoque humanista. Nos hace preguntas como, ¿Y si el problema no está fuera, sino dentro? Algunas citas destacadas:

  1. Toda persona que aparece en tu vida es un espejo que refleja algo de ti.
  2. “Los problemas que más te duelen son oportunidades para sanar tu interior.”
  3. “Cuando perdonas, no cambias el pasado, pero sí liberas tu futuro.”
  4. “El resentimiento hacia otros es, en realidad, un conflicto no resuelto contigo mismo.”
  5. No podemos cambiar a los demás, pero sí podemos cambiar la forma en que los miramos.”
  6. “El corazón se aligera cuando dejas de buscar culpables y comienzas a asumir tu parte.”
  7. “Para ayudar a los demás, primero hay que empezar por uno mismo.”
  8. “Sanar la relación con nuestros padres es sanar nuestra historia.”
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Plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro

José Martí (1853-1895) sentenció que “hay tres cosas que cada persona debería hacer durante su vida: plantar un árbol, tener un hijo y escribir un libro”. Martí fue un político y escritor que se convirtió en el gran héroe nacional cubano. Esta cita condensa en tres actos aparentemente simples un ideal de realización personal y trascendencia. Vamos a desarrollar la profundidad de cada elemento:

Plantar un árbol representa el vínculo con la tierra y el futuro. Es un acto de esperanza: el árbol que se planta hoy probablemente dará sombra o frutos a otras personas en el mañana (en la imagen un roble recién plantado). También simboliza:

- Cuidado y paciencia: El árbol no crece de inmediato, necesita tiempo, atención y condiciones favorables, como nuestras metas o relaciones.

- Conexión con la naturaleza: Nos recuerda que somos parte de un ecosistema y que nuestras acciones tienen consecuencias en el entorno.

- Legado silencioso: Un árbol puede durar generaciones. Plantarlo es una forma de dejar algo que continúe viviendo más allá de nosotros.

Tener un hijo se refiere, más que a la reproducción biológica, a la creación y transmisión de vida, valores y cultura. Simboliza:

- Continuidad de la especie y del linaje humano.

- Responsabilidad profunda: Criar a un hijo implica compromiso, educación y amor.

- Inmortalidad simbólica: A través de los hijos, una parte de nosotros (genes, ideas, enseñanzas) sigue adelante.

- Creación de futuro: Aportamos al mundo no solo una vida nueva, sino potencialmente una mejor sociedad si educamos bien

Escribir un libro representa la expresión del pensamiento, la creatividad y la trascendencia intelectual. No necesariamente se refiere a una obra literaria formal, sino a dejar huella con nuestras ideas, experiencias o conocimientos. Simboliza:

- Construcción de identidad: Al escribir, reflexionamos sobre quiénes somos.

- Comunicación con el mundo: El libro es una forma de diálogo entre autor y lector, incluso a través del tiempo. 

- Permanencia en la memoria colectiva: Las palabras pueden sobrevivirnos, influyendo a otros mucho después de nuestra partida.

La conexión de los tres actos. El legado de los tres gestos —plantar, procrear y escribir— son formas distintas de trascendencia, tanto en lo físico como en lo simbólico. Mientras el árbol se relaciona con la naturaleza, el hijo con la continuidad biológica y afectiva, y el libro con la mente y la cultura, los tres comparten una raíz: el deseo humano de perdurar, de contribuir, de dejar huella.

Juntos, proponen una vida equilibrada entre lo natural, lo humano y lo intelectual. Invitan a vivir con sentido, responsabilidad y propósito. 

Hoy en día la cita clásica se transforma en "cuidar un cactus, atender a un sobrino y escribir en Instagram", pero prefiero "plantar árboles, tener hijos y nietos y escribir libros".

“Lo raro es vivir”: Viaje íntimo por la memoria y el amor perdido

Muchos deliciosos podcasts como en estos canales tipo "Un libro, una hora".

Solemos recomendar más libros o ensayos sobre actualidad y futuro, pero hoy hablaremos de uno de ficción con un enredo intergeneracional que hemos releído casi 30 años después: "Lo raro es vivir" de Carmen Martín Gaite. Es una novela que explora la extrañeza de la existencia a través de la vida de Águeda, una mujer que, tras la muerte de su madre, se enfrenta a la necesidad de reconstruir su vida y encontrar un lugar en el mundo. La novela, publicada en 1997, profundiza en temas como la pérdida, la búsqueda de identidad, el amor, la memoria y la adaptación a la vida después de la muerte de un ser querido. 

Resumen de la novela: Águeda Luengo, una mujer de treinta y cinco años, se enfrenta a la muerte de su madre y a la dificultad de encontrar un equilibrio entre las heridas del pasado y la sed de presente. La novela se estructura como un paréntesis en la vida de Águeda, donde debe hacerse pasar por su madre para visitar a su abuelo, quien no se ha enterado de la muerte de su hija. 

A lo largo de la narración, Águeda reflexiona sobre su propia vida, sus relaciones y la extrañeza de seguir viva, experimentando un viaje de introspección y maduración. La protagonista, a través de sus indecisiones y "tomar indecisiones", se enfrenta a la dificultad de elegir un camino y de construir una nueva realidad. El final de la novela muestra cómo Águeda consigue, de alguna forma, reconciliar el pasado y el presente, aprendiendo a aceptar la muerte y a seguir adelante. 

Carmen Martín Gaite (1925-2000) fue una destacada escritora española, autora de novelas, ensayos y obras teatrales. Publicó obras como "El balneario", "Entre visillos", "Ritmo lento", "Retahílas", "Fragmentos de interior" y "El cuarto de atrás", entre otras. 

Sus obras se caracterizan por su estilo narrativo, su capacidad para explorar la condición humana y su enfoque en temas como el amor, la muerte y la memoria. Gaite también fue reconocida por sus ensayos, como "Usos amorosos de la postguerra española", que le valió el Premio Anagrama de Ensayo. En 1950 se traslada a Madrid y se introduce en el círculo literario de la Generación del 55. 

Las pequeñas virtudes arruinan las grandes, de Natalia Ginzburg

"Las pequeñas virtudes" (leer en PDF) es una obra escrita por la autora italiana Natalia Ginzburg, publicada por primera vez en 1962. Se trata de un conjunto de ensayos autobiográficos y reflexivos, escritos entre 1944 y 1960, en los que Ginzburg combina experiencias personales con observaciones sobre la vida, el amor, la educación y la sociedad.

El libro está compuesto por once ensayos, cada uno independiente pero unidos por un tono íntimo, sobrio y a la vez profundamente humano. Ginzburg explora temas cotidianos, pero con una mirada que revela aspectos universales de la experiencia humana.

Entre los ensayos más destacados están:

- "El zapato roto": Reflexión sobre la pobreza y la dignidad, a través de imágenes de la posguerra.
- "Retrato de un amigo": Homenaje al escritor Cesare Pavese, con quien tuvo una estrecha amistad. 
"Las pequeñas virtudes" (último ensayo que da nombre al libro): Una crítica a la educación que enfatiza virtudes "menores" (como la prudencia, la obediencia, el ahorro), en lugar de fomentar las grandes virtudes como la generosidad, el coraje o la pasión por la verdad.

En este ensayo central, Natalia Ginzburg sostiene que educar solo en "pequeñas virtudes" forma personas temerosas y conformistas, mientras que las "grandes virtudes" permiten vivir con más plenitud y sentido ético.

Natalia Ginzburg (1916–1991) fue una escritora, ensayista y política italiana. Su obra abarca desde la novela hasta el ensayo, con un estilo sobrio, directo y lleno de humanidad. Fue miembro activa de la resistencia antifascista y vivió de cerca la persecución política (su esposo, Leone Ginzburg, fue asesinado por los nazis).

Su literatura destaca por su mirada lúcida sobre las relaciones humanas, el dolor, la memoria y los vínculos familiares. "Las pequeñas virtudes" es una de sus obras más conocidas y representa bien su capacidad de abordar lo íntimo desde una perspectiva social y ética.

Natalia Ginzburg (1916–1991) fue una escritora, ensayista y política italiana. Su obra abarca desde la novela hasta el ensayo, con un estilo sobrio, directo y lleno de humanidad. Fue miembro activa de la resistencia antifascista y vivió de cerca la persecución política (su esposo, Leone Ginzburg, fue asesinado por los nazis).

Su literatura destaca por su mirada lúcida sobre las relaciones humanas, el dolor, la memoria y los vínculos familiares. "Las pequeñas virtudes" es una de sus obras más conocidas y representa bien su capacidad de abordar lo íntimo desde una perspectiva social y ética.

Rogamos la lectura completa, pero destacamos algunas de sus mejores citas:

-"Las pequeñas virtudes no deben enseñarse, sino que deben derivarse de las grandes. Enseñar las pequeñas virtudes significa hacer del cálculo la base de la vida. Debemos enseñarles el amor por la vida, no el temor al dolor."

- "No debemos enseñar a nuestros hijos el ahorro, sino la generosidad. Debemos enseñarles el valor, no la prudencia. Es mejor enseñar a los hijos a no tener miedo del fracaso, a no avergonzarse del fracaso."  

"Los padres no debemos mirar a nuestros hijos como algo que nos pertenece. Somos los padres quienes pertenecemos para siempre a los hijos."

- "Los niños se educan observando, no oyendo nuestras palabras. La costumbre de la generosidad, del abandono, de no calcular, no se enseña, se vive. Queremos que nuestros hijos estén preparados para la vida, pero no hay preparación posible fuera del vivir mismo.

Las Pequeñas Virtudes Natalia Ginzburg by Cristobal Florenzano