Tus grandes cualidades

©Mikel AgirregabiriaUna técnica de mejora personal fácil de utilizar y que asegura un efecto inmediato y sorprendente.

Este método se utiliza ampliamente en cursos de autoayuda, dirigidos a escolares, jóvenes o adultos. Apenas ocupa unos minutos y promueve un cambio profundo y permanente. En primer lugar, se pide que individualmente cada asistente complete una lista con una docena de cualidades humanas que valore especialmente. Es preferible que la relación se escriba sin sugerencia alguna, pero también cabe que se subrayen doce atributos de un catálogo como el que se ejemplifica resumida y seguidamente, donde deben figurar los adjetivos en género masculino y femenino.

Abnegado (-a), Activo, Afectuoso, Agradecido, Ahorrativo, Alegre, Altruista, Amable, Ambicioso, Amistoso, Atento, Audaz, Austero, Auténtico, Aventurero, Benévolo, Bondadoso, Cabal, Capaz, con Carácter, Caritativo, Cauto, buen Compañero, Comprensivo, Comprometido, Comunicativo, Concienciado, Conciso, Constante, Cortés, Creativo, Decidido, Diligente, Disciplinado, Discreto, Educado, Elocuente, Emotivo, Enérgico, Entusiasta, de trabajar en Equipo, de buen Escuchar, Esforzado, Estudioso, Fiel, Firme, Fraternal, Generoso, Hábil, Hogareño, Honrado, Humilde, de buen Humor, Idealista, Ilusionado, Imaginativo, Ingenioso, Ingenuo, Inocente, Insistente, Inspirado, Instintivo, Intuitivo, con Inventiva, Juicioso, Justo, Laborioso, Leal, buen Lector, defensor de la Libertad, amante de los Libros, Líder, Luchador, De buena Memoria, Natural, Noble, con objetivos, Observador, Optimista, Original, Pacifista, Perseverante, con Personalidad, Persuasivo, Poeta, Popular, Pragmático, Preguntón, Previsor, Prudente, Puntual, Razonable, Realista, Rebelde, Reflexivo, Riguroso, Sencillo, con Sentido común, Sentimental, Sereno, Serio, Simpático, Sincero, Sobrio, Sonriente, Soñador, Tenaz, Tolerante, Trabajador, Utópico, Valiente, Valeroso, Vocacional, Voluntarioso,...

Una vez decididas las que personalmente consideras las mejores cualidades humanas, sólo queda aplicártelas ejercitándolas. Resumido en dos pasos:
1º Selecciona los rasgos que crees que son los cimientos de un buen ser humano.
2º Cultívalos día a día, resaltándolos y convirtiéndolos en tus más notables puntos fuertes.
El resultado siempre es infalible: Mejorarás como persona en todos los ámbitos.

Versión para imprimir en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/cualidades.htm

Comunicar: Un verbo plural

©Mikel AgirregabiriaEn sus múltiples formas verbales sorprende la polisemia de “comunicar”, de mezquina infrautilización en nuestro tiempo.

El mágico vocablo “comunicar” contiene varios verbos en uno. Hasta hace unas décadas, este término era transitivo esencialmente: “Fulano comunica algo a Mengano" o "a la opinión pública". Más recientemente pasó a emplearse como intransitivo: "Alguien comunica bien (o mal)”. También como verbo reflexivo: "Sabe comunicarse". Incluso contiene una cuarta dimensión, de alto interés para el éxito en la vida cotidiana, la educación, la familia o la economía: La voz pasiva, el “dejarse comunicar por los otros, el entorno, el mercado,…”.

Los “medios de comunicación” no siempre ofrecen un buen modelo de comunicación. Exponen muchas noticias, más o menos precisas, pero apenas escuchan a sus audiencias lectoras o audiovisuales. Comunicar, además de extenderse o propagarse (“el incendió se comunicó a las casas circundantes”), también significa establecer un medio de acceso entre comunidades o lugares distintos (“el puente comunica las dos orillas”). La prensa, demasiadas veces, sólo crea o difunde una opinión que cree compartida con su audiencia, pero raramente se esfuerza en tender puentes entre distintas diferentes sensibilidades colectivas.

Communicatio es una palabra latina que designa la comunicación entendida como “facultad de sentirnos unos a otros”. Es un cultismo extraído de la comunión eclesial: “Communicantes et memoriam venerantes”... dice el canon de la misa. Cuando la tecnología extrajo este término de la liturgia para incorporarlo al “nuevo culto” que permitió la transmisión masiva mediante los primeros “medios de comunicación” (prensa, radio, TV), se produjo la preponderancia de una comunicación desequilibrada, truncada, exclusivamente unidireccional.

Esta imperfección, propia del siglo XX por los poderosos grupos de comunicación (y que Internet atenúa en el presente siglo), se infiltró en toda la comunicación interpersonal y causa verdaderos estragos de soledad e incomunicación a escala individual y social. A menudo, el peor referente de monólogo se escenifica pésimamente entre políticos en las grandes cadenas televisivas, con el contraejemplo cómico (si no fuese trágico) de “comunico, aunque sin escuchar ni ser escuchado, sin pretender compartir nada ni convencer a nadie que no esté ya convencido”.

Nuestra mayor torpeza vital proviene de la incapacidad para escucharnos diestra, efectiva y mutuamente como comunicantes que buscan un encuentro. Cuando falta la correspondencia (comunión) en la comunicación entre un comunicador y su audiencia, es culpa del comunicador. Y ésa es una buena noticia, porque la solución reside en cada uno de nosotros, en tanto que somos comunicadores. Bernard Shaw señaló: "El mayor problema de la comunicación es la ilusión de que ha sido realizada con éxito."

Analicemos nuestra capacidad personal de comunicación: ¿Comunicamos? ¿Nos comunicamos? ¿Bien? ¿Qué y a quiénes? ¿Nos dejamos comunicar? ¿Qué y de quiénes? ¿Nos hace bien esa comunicación? Revisemos todos los esquemas de nuestra comunicación activa y pasiva. En caso contrario, probablemente sigamos “comunicando como los teléfonos” cuando la línea está ocupada.

Versión para imprimir en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/verbo.htm

El hijo del acordeonista

©Mikel AgirregabiriaUna lectura recomendada para el verano, junto a un breve análisis personal del libro y de la crítica suscitada.

Bernardo Atxaga es uno de mis autores contemporáneos habituales, y mi elección nada tiene que ver con la opción política que Joseba Irazu libre y legítimamente mantenga, aunque reconozco que me disgusta que este partido (Ezker Batua-Berdeak, Izquierda Unida) haya exhibido la imagen del escritor como uno de sus iconos en la última campaña electoral vasca.

Suelo reservar ciertas obras para su lectura estival, y este libro quedó adquirido desde septiembre pasado por un doble motivo: La calidad literaria reconocida de su autor, a mi juicio, y una excéntrica crítica de Ignacio Echevarría que hizo mucho ruido por aquellas fechas. La leí en Babelia el 4-9-2004 y, sin haber hojeado aún la novela, me sorprendió la descalificación total que suponía del escritor vasco, desde un paupérrimo análisis de sesgo politiquero con nula perspicacia bibliográfica. Pospuse a este verano el despejar mis dudas, tras escudriñar el contenido del texto.

No pretendo añadir una valoración adicional a los argumentados dictámenes literarios que generó su publicación hace algunos meses, y que oscilan en toda la escala desde algunos pocos desfavorables a otros más entusiastas. A mí esta lectura me ha absorbido (la he leído de un tirón en dos tardes), me ha emocionado, y he rememorado muchas vivencias de mi infancia y juventud. No sé si porque también soy vasco, porque amo las varias lenguas (5 ó 6) que maneja el relato, porque sólo un poco más joven que Atxaga o porque comparto su disgusto por la saturación política que impregna a muchos medios de comunicación.

“El hijo del acordeonista” no es un tratado de política, ni lo pretende; es un retrato de ficción de personajes que desatan ecos propios de cualquier ser humano en toda época o lugar. Recomiendo fervientemente esta última entrega de Atxaga y he adquirido varios ejemplares adicionales, en euskera y castellano, para regalarlos a personas muy cercanas en quienes creo que despertará el mismo aprecio que he sentido con su lectura.

Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2005/hijo.htm

Escritores

"Lo peor es cuando has terminado un capítulo y la máquina de escribir no aplaude".

Orson Welles.

La vida es una playa

©Mikel AgirregabiriaTras 11 meses de trabajo, llega el verano. Demasiado tiempo esperando para pasar un rato, al fin, reflexionando.

Durante todo el año no queda tiempo sino para anhelar las vacaciones. Cada ajetreada jornada de otoño, invierno y primavera nos animamos con la consabida frase: “Ya vendrá el verano”. Incluso la primera semana vacacional se malgasta en organizarnos, viajar, limpiar, comprar y arreglar “lo de Internet”. Aún persiste la pesadilla nocturna sobre lo que nos espera a la vuelta.

Al final amanece esa gloriosa mañana en la que pisamos la playa idealizada, con la que largamente nos hemos inspirado. Un primer baño impaciente, y después se impone un momento de meditación en la orilla donde blandamente se recuestan las olas del majestuoso y filosófico océano. ¿Para qué tanto esfuerzo si el balance anual de resultados vitales sigue siendo escaso?

Entonces lo entendemos todo: Viendo a esos incansables niños jugar con sus cubos intentando llenar un pozo con agua que, inmediatamente, se filtra y retorna al mar. Es un espectáculo mágico, simple, cargado de trascendencia. Representa fantásticamente la futilidad aparente de la vida, pero al mismo tiempo la inmarcesible grandeza humana de emular al constructor del universo.

El arquitecto que todos llevamos dentro es el rasgo paradigmático de la identidad humana. Somos creadores por naturaleza. La obra de cada persona, desde la infancia, aspira a la eternidad. Un tosco castillo de arena erigido por una criatura, al igual que la más exquisita catedral medieval, es un autorretrato magistral de toda la humanidad. Cada uno de nosotros aportamos sólo un granito de arena, minúsculo pero imprescindible. La catarsis estival ha comenzado su efecto espiritual,...

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/playa.htm

El genocidio silencioso del hambre

"Muchas veces pienso: ¿cómo puede uno dormirse plácidamente sabiendo que ese día habrán muerto al menos 60.000 personas de hambre? Es un genocidio silencioso".
Federico Mayor Zaragoza, ex director general de la UNESCO.

Belleza de las Matemáticas

1 x 8 + 1 = 9
12 x 8 + 2 = 98
123 x 8 + 3 = 987
1234 x 8 + 4 = 9876
12345 x 8 + 5 = 98765
123456 x 8 + 6 = 987654
1234567 x 8 + 7 = 9876543
12345678 x 8 + 8 = 98765432
123456789 x 8 + 9 = 987654321

1 x 9 + 2 = 11
12 x 9 + 3 = 111
123 x 9 + 4 = 1111
1234 x 9 + 5 = 11111
12345 x 9 + 6 = 111111
123456 x 9 + 7 = 1111111
1234567 x 9 + 8 = 11111111
12345678 x 9 + 9 = 111111111
123456789 x 9 +10= 1111111111

9 x 9 + 7 = 88
98 x 9 + 6 = 888
987 x 9 + 5 = 8888
9876 x 9 + 4 = 88888
98765 x 9 + 3 = 888888
987654 x 9 + 2 = 8888888
9876543 x 9 + 1 = 88888888
98765432 x 9 + 0 = 888888888

Finalmente, un toque de simetría...

1 x 1 = 1
11 x 11 = 121
111 x 111 = 12321
1111 x 1111 = 1234321
11111 x 11111 = 123454321
111111 x 111111 = 12345654321
1111111 x 1111111 = 1234567654321
11111111 x 11111111 = 123456787654321
111111111 x 111111111=123456789 87654321

¿Vale la pena estudiar un poco más de matemáticas?

Lo malo del verano

©Mikel AgirregabiriaNo en vano, antaño y hogaño, el vacacional alto del verano es el intervalo aventajado del año; mas queda un extraño reparo.

Tras el trabajo ya viene el descanso. Del chubasco norteño al soleado sur, del asfalto a la arena, del atlántico océano al mar mediterráneo. La marcha triunfal recreamos. ¡Ya llega el verano, ya se oyen los claros clarines! La escapada se anuncia con vivo reflejo; ¡ya viene, oro y hierro, el cortejo de los malandrines! Ya pasamos debajo los arcos vulgares del apagón inesperado, el móvil urbano sin cobertura y lo peor, un Internet depauperado.

Los soles rojos del verano asoman mansos si guardamos un cambiado horario. Al mediodía nos encerramos a la sombra del nido refrigerado. ¿Sesteamos o navegamos? Domicilio de invierno, hogar de verano: Queridos ambos con un raro desaguisado: ¡Aquí estamos incomunicados! ¡Añorado cable-módem con sus desbocados gigas triplicados, ahora achicado a un goteo caro de bitios avergonzados!

¡Altercado asegurado de teléfono precario, sin mantenimiento raudo, caudal falto, e-mails ralos e Internet escaso! ¿Para cuándo el necesario fin del oligopolio obligatorio? Ansiamos ser usuarios liberados, gasto facturado por mes sin compromiso forzado de todo un año, cuota sin escándalo o acceso inalámbrico.

“¡Agua para todos!”, exigen valencianos y murcianos. “¿Sólo Internet para unos cuantos? Tampoco”, concordamos vascos y foráneos. Hartos de ser tratados como esclavos, del abandono interesado y de tanto retraso tecnológico acumulado, enviamos este comunicado por correo ordinario.

Desde Pilar de la Horadada (Alicante)

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/verano.htm

Soledad y compañía

©Mikel AgirregabiriaElogio de la soledad y de la sociedad, dos precisos requisitos para formar el talento y el talante.

Siento, en el abarrotado Metro, que nos apretamos cientos de soledades. Soledad y compañía. Noche y día. Sol y luna. Todo y nada al mismo tiempo. La vida es una compleja red donde se entrecruzan soledad y compañía. Nacemos y morimos solos. Pero sólo crecemos y decaemos de la mano de los otros; ellos nos dan perspectiva y sentido a nuestra biografía... Nadie existe que esté en completa soledad; todo lo que existe, necesita de otros para ser.

Soledades y compañías. Palabras que hablan por sí mismas; con derroche de fantasía. ¿Quién no las familiariza? Las vivimos distintas en cada etapa de la vida, muchas veces como espinas y otras tantas como alegrías. Emociones confusas y obsesivas, queridas y repelidas, finalmente admitidas por una providencia supuestamente establecida,… Pasiones fecundas y necesarias, porque según Goethe: “El talento en soledad se cultiva, mientras que el carácter sólo se forma en la sociedad intempestiva”.

Soledad: No nos enseña a estar solos, sino a ser únicos. La soledad es el precio de la libertad. La soledad es ese otro yo,… Refugio y aislamiento, sosiego y desasosiego, la soledad traza las fronteras en el plano de nuestra afectividad hermética y compartida. Sólo los egoístas odian la soledad. La soledad es el patrimonio de las almas extraordinarias. Sólo en soledad se siente la sed de verdad. Rilke señaló: “El águila vuela sola; el cuervo, en bandadas. El necio tiene necesidad de compañía, y el sabio, de soledad”.

Pero, ¡cuidado con la soledad! Antonio Machado alertaba: “En mi soledad / he visto cosas muy claras,/ que no son verdad”. Todo elemento de fuerza intelectual se pierde si permanece en la infecunda soledad. Además, para huir de la melancolía no hay como la compañía, porque tristes podemos estar solos; pero para estar alegres, necesitamos compañía.

Compañía: Todo puede adquirirse en la soledad, excepto el carácter. Hacer compañía consiste en añadir algo a las vidas de los demás, y con ella descubrimos que nuestras vidas adquieren la transcendencia requerida. La persona cabal es aquella que, en medio de la multitud, mantiene con perfecto rigor y cortesía la independencia de su identidad, en soledad construida.

Sin embargo, ¡atención con la compañía! Suele decirse que quien necesita compañía, elegirá a veces malas compañías. También pronto descubrimos que no hay peor soledad que la de algunas compañías. El punto medio entre introversión y extraversión es el preferible, justamente el que nos permite encontrar el amor.

Amor: Ése rumor de soledad y compañía mutua. El amor consiste en dos soledades que se protegen, que se limitan y que se hacen mutuamente felices. Stendhal sugirió: “La soledad es necesaria para gozar de nuestro propio corazón y para amar; pero para triunfar en la vida es preciso dar algo de nuestra vida al mayor número posible de gentes”.

La realidad humana está tejida a un tiempo de soledad y compañía. Circunstancias que vivimos día a día, que buscamos en ocasiones y de las que huimos otras veces. El dolor reclama soledad; la alegría, compañía. Nunca como en las situaciones de duelo (que abundan en la vida), ha de ser exquisita la justa ponderación entre soledad y compañía, para acompañar en el dolor pero respetándolo.

Necesitamos tanto la compañía como la soledad. Nos son precisas como el verano y el invierno, el día y la noche, el ejercicio y el descanso. De la soledad nace el coraje y de la unión nace la fuerza. Por ello, la vida es esa gozosa sensación promiscua de equilibrio entre soledad y sociedad, esa maravilla de cordura y ternura unidas.

Versión final en: http://www.geocities.com/agirregabiria2005/soledad.htm

Carretera con cautela

©Mikel Agirregabiria
En la carretera una carrera implica perder no sólo la cartera, sino la chaveta y hasta lograr una condena.

Digámoslo con crudeza: Cuando a la colmena nos alivian las cadenas y tocan la corneta recogemos las carpetas, vamos a las cocheras para escapar de la caldera y… perdemos la chaveta. Muy chuletas y por centenas salimos de las callejas con nuestras modernas carretas.

La carretera no bastante nos aterra, ni su certeza de accidentes letales. Cuidado con las cazuelas y, aún más, con las cervezas. Con la bebida la mejor receta es ni tercera, ni segunda, ni primera. Por el contrario, se aconsejan templanza, sobriedad y… paciencia.

Precaución en la carretera, que ya de por sí la vida es una carrera hacia una muerte cierta. Mejor no aceleras la apuesta. Hasta el campeón Juan Manuel Fangio nos recuerda: “Las carreras (o unas vacaciones) no se ganan en la primera curva, pero sí se pueden perder”.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/carretera.htm

Alonsomanía: Otra leyenda urbana

©Mikel AgirregabiriaUna de las mejores historias que se cuentan sobre Fernando Alonso, que si no es verdad merecería serlo.

Alguien me lo contó, de buena fuente, a través de un conocido que fue testigo directo. Sucedió en una reunión veraniega de jóvenes aficionados al motor, al tuning y a “darle zapatilla” al acelerador. El más temerario de ellos, propietario de un “buga maqueado a tope”, lo confesó en primera persona, ya de madrugada y tras demasiadas copas.

Fue alucinante, tíos, vais a flipar. Allí iba yo con unas chorbas para la discoteca, sorteando a domingueros por la autovía. Entonces vi un cochazo deportivo, de los que vale una pasta gansa, a velocidad de caracol. Pensé otro viejo que no tiene ni puñetera idea de conducir. Acelero para darle una pasada. Cuando llego a su altura miro para ver la cara de aquel pringado al volante y veo que es… el mismísimo Fernando Alonso, a 80 km/hora en un tramo urbano. Me quedé tan pegado que frené en seco, reduje a velocidad legal, quité los decibelios y me di cuenta que sólo somos unos gilipuertas irresponsables”.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/urbana.htm

Doble negación para entender mejor

©Mikel AgirregabiriaRenunciar a la trivialidad de lo directo puede darnos claves para encontrar las soluciones correctas.

La doble negación es común en el lenguaje cotidiano: “no sé nada”, “no es imposible”,… Conviene advertir que esta peculiar sintaxis paradójicamente indica insistencia en la negación o, por el contrario, afirmación. “No sé nada” equivale a “nada sé”, mientras que “no es imposible” significa que “es posible”.

En algunas lenguas abundan las estructuras redundantes manteniendo el sentido de negación (castellano, "no viene nadie"; francés, “je ne vois pas”,…), que resultarían sumamente extrañas en otras, como el alemán, donde sólo se niega una sola vez. En todo caso, la concisión marca una tendencia creciente a evitar las duplicidades sintácticas, de modo que comienza a sonar mejor “nadie viene” que “no viene nadie”. Según la Gramática de aquellos idiomas, la doble negación frecuentemente sólo es una enfática formulación que deniega, usándose para contradecir o refutar las presuposiciones afirmativas del discurso previo (alguien lee, no lee nadie).

Descartada la negación reincidente propia de algunas lingüísticas, la Lógica establece que de un enunciado doblemente negado (P) podemos inferir su afirmación (P). Esta ley es evidente: “No es inusual”, equivale a “es usual”. Lingüísticamente se prefieren las propuestas positivas frente a los predicados doblemente negativos, por el criterio de simplificar. Por ello, resulta muy recomendable evitar el abuso de negaciones encadenadas, tipo “no negaré que ignoro lo que nunca desconocí…”.

Habremos de distinguir entre la expresión y el razonamiento. Si bien es cierto que en la comunicación el exceso confunde, para interpretar una causa compleja la doble negación puede ser fructífera. El pensamiento doblemente negativo frecuentemente nos muestra el mejor camino hacia el conocimiento de los fenómenos enrevesados. Concluyamos con un ejemplo para interpretar la ininteligible realidad presente, con un párrafo cuyo argumento inicial son simples consejos domésticos.

No es más limpio quien más limpia, sino quien menos ensucia. No es más rico quien más tiene, sino quien menos necesita. No triunfa quien más acierta, sino quien menos yerra. La familia más feliz es aquélla que protege a sus más infortunados. El barrio más culto es donde se (re)educa a los más rezagados. No es la ciudad más segura la que mantiene más policías, sino que contiene menos malhechores. La sociedad más sana es la que previene de la enfermedad a sus ciudadanos. La nación más rica es la que mejor asiste a sus necesitados. El continente más libre es el que dispone de menos cárceles. El mundo más justo, más pacífico, más democrático, más solidario, más fraternal sería…

Mikel Agirregabiria Agirre. Getxo
http://mikel.agirregabiria.net/

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/doble.htm

Tres seres humanos

©Mikel AgirregabiriaUno no sabía que sería noticia. Otro había decidido forzar la noticia. El tercero era noticia permanente.

P, nombre supuesto, se levantó aquella mañana con la misma rutina de cualquier día laborable. Se apresuró para llegar a tiempo a su puesto de trabajo. Se dirigió al Metro pensando en sus problemas y en sus esperanzas. Murió casi instantáneamente por una siniestra bomba colocada en su vagón. Aquella víctima inocente no vio el crepúsculo londinense de aquel trágico 7 de julio de 2005.

A, sobrenombre imaginario, madrugó porque sabía que aquel día escribiría con sangre otro hito horrendo en la cruenta historia de la humanidad. Creía que matar a personas indefensas y anónimas, que desconocían incluso la causa que él suponía defender, era una forma de lucha. Le fue muy fácil colocar los explosivos y retirarse a su refugio. No sabemos si pudo dormir aquella noche en los alrededores de Londres.

Z, nombre real, era un dirigente político, representante elegido por sus conciudadanos. Estaba reunido aquel día en Gleneagles (Edimburgo), cuando supo los luctuosos sucesos. Sólo tras la agitada jornada de agenda apretada y cambiada, antes de dormirse le retornó la insistente pregunta: ¿Cómo podríamos pasar esta página de la historia? La conciencia más recóndita le planteaba la eterna cuestión: Si supimos vencer el apocalíptico riesgo de la guerra nuclear entre las más pujantes superpotencias, ¿por qué no sabemos dejar atrás esta forma de conflicto entre los más desiguales?

Esta madrugada, tras la matanza, nos superan las condenas repetidas, los análisis políticos, las llamadas a la calma, las predicciones cumplidas,... No queremos acostumbrarnos a la injusticia de las guerras, ni aceptamos que sean inevitables. Hoy sólo experimentamos el esperpento ético de la prehistórica violencia con armas contemporáneas. Había que comprobar si seguimos siendo seres humanos. La paz es un verbo; algo activo que nos involucra a todos en las decisiones que adoptamos día a día. Exijamos la paz para todos nosotros, para todos los continentes, para todas las razas, para todas las culturas, para todas las religiones,...

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/seres.htm

Límites personales

©Mikel AgirregabiriaA medida que avanzamos en la vida, aprendemos a conocer, reconocer y finalmente a amar los límites de nuestras facultades.

Todo tiene sus límites. La madurez no es sino la penosa constatación de nuestro fracaso relativo en casi todo lo que hemos intentado durante nuestra vida. Perseguimos muchas metas, pero sólo alcanzamos algunas y a medias. Al fin descubrimos que todo tiene un límite, incluso la melancolía. Sólo con demasiados años juzgamos finalmente que la felicidad consiste en reconocer nuestros propios límites,… y amarlos.

La infancia y la juventud poseen como cualidades más preciadas la ilimitada esperanza en sus propias aspiraciones y la gloriosa sobreestimación de sus capacidades. La desbordante imaginación no tiene límites. La experiencia humana no toma conciencia de su ser sino en las situaciones límite. El aprendizaje, especialmente durante la adolescencia, va marcando los hitos de nuestra realidad personal. La naturaleza, que enseña la vía de los placeres, señala también sus intraspasables límites.

Pronto descubrimos que el progreso vital no consiste en ampliar los límites, sino en conocerlos mejor. El juego de ponerse límites a uno mismo es el mayor de las delicias secretas de la vida. Por ello, la “educación de la permisividad” ha hecho entrar en crisis al modelo escolar. La falta de capacidad de los adultos para poner límites a la juventud es el gran problema de nuestro tiempo. Todos hablamos de la necesidad de imponer límites, pero nadie se encarga de responsabilizarse: la tarea siempre le corresponde a otros. El profesorado dice: «Si en los hogares no les ponen límites, ¿qué podemos hacer nosotros?» Las familias responden: «La escuela ya no educa, nuestros hijos "se desatan" allí y en la calle.»

El establecimiento de límites contribuye a lograr la madurez psicológica y a formar la identidad personal. Alguien está bien definido cuando sabe lo que es y lo que no es; cuando ha elegido lo que piensa, siente y quiere. Los límites indican asimismo lo que no piensa, lo que no siente, lo que no puede y lo que no debe y lo que no quiere. Saber quién es, qué lo diferencia de los otros. Esto nos da conciencia de nuestra identidad. Esto nos da unidad y nos permite reconocernos y movernos adecuadamente en nuestro ámbito.

Los límites no recortan nada, sino que nos permiten distinguir entre lo real y la fantasía. Nos ubican en la realidad y nos definen como personas. Así descubrimos quiénes somos, con toda la riqueza y la pobreza que acompaña a este descubrimiento. Supone una agridulce sensación de desdicha y felicidad. Tristeza, porque siempre quedan expectativas defraudadas; bienestar, al comprender que somos totalmente originales, únicos e irrepetibles. Además, la condición de únicos da paso al amor, que sólo es posible entre personas diferentes que se complementan.

Los límites son altamente educativos porque la realidad es necesariamente limitativa. Mal que nos pese, no nacimos omnipotentes. Hemos de ir vislumbrando esto desde la niñez con la socialización. La realidad no es manipulable como el pensamiento mágico de la infancia egocéntrica. La vida muchas veces nos dirá no y habremos de aceptarlo o viviremos resentidos. La tolerancia a la frustración es un rasgo básico de la personalidad madura.

Toda genuina educación supone una racionalización, reducción o demora del deseo, que distinga el caprichoso antojo de la exigible necesidad. Si permitiésemos una satisfacción plena e inmediata de todas las continuas demandas de cualquier ser humano, sólo crearíamos un despótico monstruo ególatra. Ha de haber medida en las cosas, y ciertos límites, allende de los cuales el bien no puede subsistir. La libertad de cada uno tiene por límite lógico no provocar la opresión de los demás; al igual que existe un frontera al buscar la felicidad, el dolor ajeno.

Lo más difícil es establecer los correctos límites personales, sin caer en los dos errores extremos: sobrepasarlos o cercenarlos en demasía. Todo poder que no reconozca límites, crece, se eleva, se dilata, y por fin se hunde por su propio peso. Si el medio más seguro de ocultar nuestros límites es no traspasarlos, también es un profundo error creer que no hay nada por descubrir; equivale a tomar el horizonte por el límite del mundo. Sepamos que el espíritu humano se extiende a medida que el universo se despliega.

Para concluir y resumir nos quedamos con la narración insuperablemente del gran escritor portugalujo Juan Antonio de Zunzunegi: “Todo lo bueno se acaba y... / Y ésa es su delicia, que se acabe antes de terminar en la monotonía. / Sí...; sólo lo que tiene límites es hermoso”.

Versión final en: http://mikel.agirregabiria.net/2005/limites.htm

Más obras, Sr. Alcalde

©Mikel AgirregabiriaUn mensaje a mi Alcalde: Quiero obras en mi calle.

Vivo en Las Arenas, un enclave de Getxo con bellos paisajes. En mis paseos y viajes a otros próximos parajes, como el populoso Romo, veo mejoras notables en sus calzadas y calles. También aprecio las quejas, desleales, de sus habitantes sin claves que no dejan de lamentarse de que las obras tarden.

A mí no me importan las molestias. No me importa que no aparque. Quiero que peatonalicen mi calle o, al menos, que amplíen las aceras las cuadrillas municipales. Que levanten las calzadas. También me valen los más subterráneos garajes, aunque no compre parcela por mi parte: Así otros retirarán sus coches de mi saturada calle.

Con esperanza le indico un detalle a mi apreciado Alcalde. La calle Gobela, en sus números impares, necesita más acera cerca de la vía Eduardo Coste. Prometo no querellarme por ruidos desagradables. No seré un vecino inaguantable, como otros ingratos a quienes, ante el dislate de quejarse por el trabajo de mejora, siempre les señalo mi frase de debate: “Que te calles, que es por nuestras calles”.

Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2005/obras.htm

Efecto Martini

"Un aumento de sueldo es como un martini: sube el ánimo, pero sólo por un rato".

Dan Seligman, columnista de la revista Forbes.

Veranos de antaño

Estas fotos corresponden a la fiesta de la trashumancia de Brieva de Cameros. Consentida su publicación por su autor: Pablo Fontecha Olave, Asociación Cultural Brita, Brieva de Cameros, La Rioja.Antes, en verano, veíamos la trashumancia de las ovejas; ahora, los corderos asisten al trasiego masivo de los humanos.

Todos los veranos de mi infancia los he pasado en Ubidea, un pequeño pueblo vizcaíno en la frontera con Zigoitia (Álava), de donde procedía mi abuela paterna. Allí, mis bisabuelos mantuvieron un gran rebaño ovino, siendo mi tío-abuelo Esteban Etxebarria, uno de los últimos pastores del Gorbea. No llegué a conocerle. Su rebaño desapareció en la guerra civil, requisado sucesivamente por los dos bandos que libraron la “Batalla de Villarreal” en las inmediaciones.

Hasta los años ’60, recuerdo que -cuando llegábamos para las fiestas de San Juan- junto al río cercaban a los rebaños para esquilarles su lana diestramente con unas grandes tijeras. Con la leche de oveja se preparaba, sólo en estas fechas, una inolvidable cuajada deliciosa que llamábamos “putxa”, en el dialecto bizkaiera del euskera.

De pequeño me sorprendía sobremanera aquel desplazamiento del ganado desde los pastos de invierno a los del estío, y especialmente la voz que lo definía: "trashumar". Me traía resonancias de “traspasar el humo” (como cuando saltábamos sobre la hoguera de San Juan). Luego descubrí que el verbo, procedente del latín, sólo significaba “cambio de tierra”, trans (de otra parte) y humus (tierra).

Los veranos actuales también comportan otra forma de trashumancia: la “translación de humanos”. En julio nuestros jóvenes circulan de fiesta en fiesta, de localidad en localidad, e incluso de continente en continente por aquello de aprender idiomas. Después, en agosto, las familias enteras recorren miles de kilómetros para buscar nuevas tierras. Viajes de ida y vuelta, como antes las ovejas.

Versión final en: mikel.agirregabiria.net/2005/veranos.htm

La vida es como una botella

©Mikel AgirregabiriaPara un pesimista medio vacía, para un optimista medio llena. A veces, tan desbordante como el champagne,…

La vida es como una botella de buen vino. Algunos se contentan con leer la etiqueta; otros prefieren probar su contenido. El tiempo es como una botella llena de agua, no se ve si está llena o vacía; pero cuando la coges, pesa. La vida es como una botella de aguardiente, que después que se nos termina no sabemos dónde nos lleva,…

La cultura es como una garrafa estrecha. Se aprende en pequeñas dosis, como una botella lentamente se rellena. Con la gente de mente limitada sucede lo mismo que con las botellas medio llenas: Cuanto menor es su contenido, tanto mayor ruido hacen al vaciarse. Cada libro es como una botella de vino: Basta un sorbo para saber si vale la pena.

La gente es como una botella opaca. Nos fijamos en la apariencia, en el físico de las personas, pero sólo nos bebemos su contenido,… y el envase queda fuera. La amistad es como una botella que un náufrago solitario lanza al mar. Puede romperse al primer golpe o sobrevivir a las tormentas,… a veces, hasta regresa.

Este mismo escrito es una botella arrojada al océano, que por doquier busca dejar huella si hay alguien que lo lea. Para compartir que, a veces, nos sentimos como el barquito encerrado en una botella, sin más destino que un boomerang hacia las estrellas. Porque a algunos nos retumban las palabras de Tolstoi, “Mi silencio les estorbaba. Yo era como botella boca abajo, cuya agua no puede salir porque la botella está demasiado llena”, y la prosa de Dostoievski: “Pensé: Ha llegado el momento de tirarles una botella a la cabeza. Cogí la botella y,… me serví una copa”.

Versión final: mikel.agirregabiria.net/2005/botella.htm