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Billie Jean King vs Bobby Riggs: Cuando el tenis fue feminista

La “Battle of the Sexes”: el partido que sacudió al mundo

En pleno otoño de 1973, un partido de exhibición pasó a la historia no por su técnica tenística pura, sino por su carga simbólica: la llamada “Battle of the Sexes” entre la estrella feminista en activo Billie Jean King y el veterano showman y ex-número 1 Bobby Riggs. El enfrentamiento se celebró el 20 de septiembre de 1973 en el Houston Astrodome y King venció a Riggs en tres sets por 6–4, 6–3, 6–3. Este choque atrajo una audiencia televisiva masiva —cientos de millones en todo el mundo— y una asistencia en el Astrodome que, con algo más de 30.000 espectadores, permanece entre las mayores en la historia del tenis en EE. UU.

Bobby Riggs (1918–1995) no era un desconocido: fue campeón y figura del tenis de la década de 1930 y 1940, número 1 amateur en 1939 y también una personalidad del circuito profesional posterior. Tras retirarse como jugador de primer plano, Riggs reinventó su papel como provocador y showman: en 1973 afirmó públicamente que las jugadoras femeninas eran inferiores y que él, a sus 55 años, aún podría vencer a cualquiera de ellas. Esa mezcla de arrogancia y autopromoción alimentó el circo mediático que acabaría por rodear ambos partidos (primero contra Margaret Court, luego contra King).

El episodio previo más sonado fue la victoria de Riggs sobre Margaret Court en mayo de 1973 —partido que Riggs vendió como “Mother’s Day” y que Court aceptó por un garante económico—; esa victoria empujó a Billie Jean King a aceptar el reto, en parte porque temía el efecto regresivo que una derrota ante Riggs podría tener sobre la todavía reciente lucha por la igualdad de las tenistas profesionales. El encuentro con King fue un encuentro pactado como espectáculo (con importantes incentivos económicos) pero histórico por lo que representaba para el movimiento de mujeres en los años 70.

Técnicamente, el partido fue una demostración de la superioridad en ese momento de forma y de táctica de King: en lugar de adoptar un juego agresivo de acercamiento a la red (la seña de identidad de Riggs), King variaba ritmos, le hacía correr y explotó las debilidades de su rival. Riggs, que inicialmente lo planteó como mero show, intentó ajustarse pero la diferencia física por edad y la estrategia eficaz de King hicieron que el match se resolviera en tres sets. En palabras de King, la responsabilidad era enorme: sentía que no jugaba solo por ella sino por la credibilidad del tenis femenino y por el avance de la igualdad.

Más allá del marcador, el impacto social fue enorme. El partido se transformó en icono cultural —libros, documentales y una película reciente lo han recreado— y sirvió de catapulta para visibilizar la lucha por la igualdad en el deporte: la atención mediática ayudó a presionar por mejores condiciones y por la profesionalización del tenis femenino, parte de la energía que permitió avances como la creación de la WTA y los movimientos por la equiparación de premios en torneos importantes. A la postre, la “Battle” no resolvió todas las desigualdades, pero sí dejó una memoria simbólica potente sobre confrontar estereotipos de género en el deporte. 

Con los años han surgido también debates y teorías: algunos han afirmado que la diferencia de edad (Riggs tenía 55 años) fue el factor decisivo —y figuras como Martina Navratilova han matizado que un Riggs más joven habría sido un rival distinto—; otros han especulado con conspiraciones o arreglos, pero las fuentes y los implicados han defendido la veracidad del resultado y el mérito de King. Lo cierto es que la historia del encuentro mezcla deporte, espectáculo y política social y sigue siendo objeto de análisis desde perspectivas deportivas, de género y mediáticas.

Hoy, medio siglo después, la “Battle of the Sexes” se recuerda como un momento emblemático —tanto por la personalidad estrafalaria de Riggs como por la firmeza y el legado de King— que ayudó a convertir el tenis femenino en espectáculo global y a impulsar debates sobre igualdad que continúan vigentes. Releer aquel partido es, además de disfrutar de una anécdota chispeante del deporte, recordar cómo un evento deportivo puede amplificar causas sociales y transformar percepciones públicas.

La película "La batalla de los sexos" (2017)dirigida por James Erskine y Zara Hayesestá basada en aquellos hechos reales y mantiene una notable fidelidad con los acontecimientos históricos, aunque con algunas licencias dramáticas. La película condensa y dramatiza algunos aspectos para mayor impacto narrativo, como la cronología exacta de ciertos eventos y algunas conversaciones privadas que se recrean con fines cinematográficos. En general, es una representación históricamente responsable de un momento crucial en la lucha por la igualdad de género en el deporte.

Edén: Historia real, horror genuino, así somos los humanos

Cuando el sueño utópico se transforma en pesadilla existencial, esa es la historia y la película "Edén". Ron Howard regresa con "Edén", un thriller histórico que nos transporta a las islas Galápagos en los años 30, donde un grupo de europeos intenta crear una sociedad utópica alejada de la civilización. Basada en hechos reales, la película se estrena como una de las propuestas más ambiciosas y perturbadoras del año, explorando la delgada línea entre el idealismo y la barbarie.

El equipo creativo: maestría detrás de cámaras. Ron Howard, el veterano cineasta responsable de películas tan diversas como "Una mente maravillosa" y "Apollo 13", se adentra aquí en territorio psicológico y claustrofóbico. Howard demuestra una vez más su versatilidad, abandonando la comodidad de las producciones hollywoodienses convencionales para sumergirse en una historia incómoda, visceral y profundamente humana.

El guión, escrito por Noah Pink, se inspira en los extraños sucesos conocidos como "El asunto de las Galápagos" o "La maldición de Floreana". Pink construye un relato que funciona simultáneamente como crónica histórica, thriller psicológico y meditación filosófica sobre la naturaleza humana. La narrativa avanza con la precisión de un reloj suizo, dosificando la tensión mientras los personajes se desmoronan bajo el peso de sus propias contradicciones.

Un reparto excepcional en estado salvaje:

Jude Law encarna al Dr. Friedrich Ritter, un filósofo alemán nietzscheano que huye a las Galápagos con su amante en busca de una vida auténtica. Law ofrece una de sus interpretaciones más matizadas, capturando la arrogancia intelectual y la fragilidad psicológica de un hombre que descubre que escapar de la civilización no significa escapar de uno mismo.

Vanessa Kirby interpreta a Dore Strauch, la compañera de Ritter, en una actuación que rezuma vulnerabilidad y resistencia a partes iguales. Kirby, siempre magnética en pantalla, construye un personaje complejo que evoluciona de idealista soñadora a superviviente curtida.

Ana de Armas asume el papel de la Baronesa Eloise von Wagner Bosquet, una austríaca excéntrica que llega a la isla proclamándose emperatriz de su propio reino tropical. De Armas brilla en este rol extravagante y manipulador, robando cada escena con una interpretación que oscila entre lo cómico y lo terrorífico.

Daniel Brühl completa el cuarteto principal como Heinz Wittmer, un alemán más pragmático que llega con su familia embarazada buscando una vida simple. Brühl aporta el contrapunto de cordura necesario en medio del caos psicológico.

La veracidad histórica: hechos más extraños que la ficción. Lo más fascinante de "Edén" es que los eventos más inverosímiles realmente ocurrieron. Entre 1929 y 1934, varios grupos de colonos europeos se establecieron en la isla Floreana (entonces Charles) en las Galápagos. Lo que comenzó como experimentos utópicos individuales derivó en conflictos territoriales, desapariciones misteriosas y muertes que nunca fueron completamente esclarecidas.

La película respeta en gran medida los hechos documentados: la relación sadomasoquista entre Ritter y Strauch, la llegada teatral de la autoproclamada baronesa con sus amantes, las tensiones por los escasos recursos, y las misteriosas desapariciones que culminaron con la muerte de Ritter por intoxicación alimentaria y el hallazgo de un cadáver momificado en otra isla. Howard y Pink toman libertades dramáticas, evidentemente, pero el núcleo histórico permanece intacto, lo que hace la experiencia aún más inquietante.

Sinopsis: cuando el paraíso se pudre. La película sigue cronológicamente la llegada de los colonos a Floreana. Primero, Ritter y Strauch, quienes se extraen sus propios dientes y adoptan una dieta cruda, convencidos de estar creando un nuevo modelo de existencia. La llegada de la familia Wittmer altera este frágil equilibrio, pero el verdadero caos comienza con la aparición de la Baronesa y su séquito.

Lo que sigue es una espiral descendente hacia la paranoia, la violencia y la muerte. Los ideales se desmoronan ante la realidad de la escasez, el aislamiento y las personalidades tóxicas. Howard filma la descomposición del sueño edénico con una belleza visual que contrasta brutalmente con la podredumbre moral de sus habitantes.

Valoración: una parábola sobre la condición humana. "Edén" es cine adulto e inteligente que confía en su audiencia. Howard no ofrece respuestas fáciles ni moraleja simplista. En cambio, presenta un espejo oscuro donde reconocemos nuestras propias contradicciones: el deseo de escapar conviviendo con la imposibilidad de huir de nosotros mismos.

Visualmente deslumbrante, con actuaciones soberbias y un guión que respeta la complejidad moral de sus personajes, "Edén (disponible en Prime) es una experiencia cinematográfica inquietante y memorable. No es una película para todos los públicos —su ritmo es deliberado y su contenido perturbador— pero para quienes aprecian el cine que desafía y provoca, es imprescindible.

Bola de fuego: el choque entre la academia y el night-club

Será por la edad, pero estamos recuperando películas de la historia del cine. Como Bola de fuego (Ball of Fire, 1941una excéntrica mezcla de comedia screwball y cuento de hadas moderno. Dirigida por Howard Hawks, producida por Samuel Goldwyn y con un guión firmado por Charles Brackett y Billy Wilder (basado en un cuento de Wilder y Thomas Monroe). La película reúne a dos de las grandes estrellas de la época: Gary Cooper y Barbara Stanwyck. La mezcla de erudición y picardía, y su guiño al cuento de Blancanieves y los siete enanitos, convirtieron a este film en un clásico del Hollywood clásico que aún hoy resulta sorprendentemente vigente. 

Un grupo de intelectuales vive aislado para redactar una enciclopedia. El joven profesor Bertram Potts, encargado de las entradas sobre jerga moderna, se ve obligado a salir al mundo y conoce a la cantante Katherine “Sugarpuss” O’Shea. Sugarpuss, perseguida por la policía por vínculos con un gánster, se refugia en la casa de los académicos. Lo que comienza como un choque cultural se convierte en una comedia de aprendizaje recíproco: ella humaniza a los eruditos; ellos le ofrecen —a su manera— un lugar y afecto. La trama culmina con enredos, rescates, y un final romántico donde el “lenguaje del amor” derriba prejuicios. 

Director: Howard Hawks — mano firme, comicidad natural

Howard Hawks ya era en 1941 un director plenamente consolidado, famoso por su habilidad para moverse cómodamente entre géneros (comedia, western, cine negro, drama). En Bola de fuego Hawks dirige con un pulso elegante la comedia de enredo, favoreciendo el tempo rápido del diálogo, la química entre los intérpretes y la autonomía moral de los personajes femeninos —algo habitual en su filmografía. Hawks no impone grandes florituras visuales; su talento está en orquestar actores y ritmo, logrando que lo improbable funcione con naturalidad. Esta combinación de economía narrativa y comicidad refinada es la columna vertebral del film. 

Guionistas: Wilder y Brackett — ingenio y contraste cultural

El guion surge de la colaboración entre Billy Wilder —en la fase final de su diáspora europea hacia Hollywood— y Charles Brackett, con aportes de Thomas Monroe. La premisa es brillante en su simplicidad: un grupo de académicos reclusos elaboran una enciclopedia mientras ignoran la vida contemporánea; su mundo choca con una cantante de night-club, Sugarpuss (Stanwyck), experta en “la vida” y en la jerga moderna. El contraste entre saber enciclopédico y saber popular permite juegos de lenguaje y situaciones cómicas que el guion explota con soltura, sin perder empatía por ninguno de los bandos. La raíz del relato —según el propio Wilder— toma prestado el esquema de cuento de hadas (la protagonista como “forastera” que humaniza a los eruditos). 

Reparto y reseñas de actores — química y eficacia

Barbara Stanwyck (Katherine “Sugarpuss” O’Shea): Su interpretación es la fuerza vital de la película. Stanwyck combina dureza, sensualidad y vulnerabilidad; su Sugarpuss es una criatura de la calle con códigos propios y una ternura inesperada. La Academia la nominó a Mejor Actriz por este papel.
  
Gary Cooper (Prof. Bertram Potts): Cooper ofrece un retrato tierno y un tanto ingenuo del profesor que se enamora de lo que no entiende. Su contención naturalista equilibra la energía exuberante de Stanwyck.  

Reparto de apoyo: Oskar Homolka, S. Z. Sakall, Henry Travers y otros completan un coro ideal: cada profesor tiene un rasgo distintivo y el conjunto funciona como una pequeña coral cómica, sirviendo de contrapunto afectuoso a la protagonista.  

Bola de fuego es, en muchos sentidos, una de las mejores muestras del screwball clásico: ritmo, ingenio verbal y reversos de poder entre sexos se entrelazan con gracia. La película funciona tanto como comedia de situación como pequeño estudio sobre la cultura y la modernidad: la erudición no es enemiga de la vida, y la vida puede enseñar sabiduría no enciclopédica. Técnicamente, destaca la fotografía de Gregg Toland y la partitura de Alfred Newman, así como la dirección musical que integra un número con Gene Krupa. Críticos contemporáneos y modernos han valorado su humor, la química de Cooper-Stanwyck y el guión —Rotten Tomatoes y otros portales le otorgan calificaciones altas. Además, en 2016 fue incluida en el National Film Registry de la Biblioteca del Congreso de EE. UU. por su valor cultural. 

La película sigue siendo deliciosa: su ritmo, su ternura subyacente y su capacidad para satirizar pretensiones culturales hacen que funcione fuera de su época. Para estudiantes de cine, es una pieza pedagógica sobre cómo manejar el tempo cómico, construir parejas cinematográficas y equilibrar guion y puesta en escena. Para lectores interesados en historia cultural, refleja tensiones de la modernidad (jerga, ciudad, espectáculo) frente a la tradición académica.

Bola de fuego es una obra que brilla tanto por su comicidad como por su fondo humano: un film que enseña sin adoctrinar, que hace reír y, al mismo tiempo, invita a reflexionar sobre qué es el conocimiento y cómo la vida cotidiana puede enriquecerlo. Ideal para paseos didácticos en un curso de historia del cine o simplemente para disfrutar de una comedia clásica bien construida. 

@chohecine

Gary Cooper anotaba FEBRILMENTE el slang mientras Barbara Stanwyck le enseñaba a bailar conga. Billy Wilder y Brackett vendieron un guion sobre SIETE profesores escribiendo una enciclopedia. Básicamente los siete enanitos intelectuales. Stanwyck es una corista del HAMPA que les enseña que "killer-diller" vale más que todo el latín. Gene Krupa aparece tocando "Drum Boogie" mientras el JAZZ invade la casa de los académicos. Hawks hizo comedia sobre el LENGUAJE mismo: los diccionarios tienen palabras muertas, el amor necesita las vivas. Bola de fuego/Ball of Fire (Howard Hawks, 1941)

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George Dantzig: Resolvió lo imposible y optimizó el futuro

George Dantzig: El Hombre que Resolvió los Problemas Inabordables y Creó la Programación Lineal. En la historia de la ciencia, a veces, los avances más revolucionarios nacen de la casualidad, de un error afortunado que cambia el curso del conocimiento. Su anécdota más célebre, de cómo por un error al no asistir a clase hizo su primer descubrimiento, se recrea en la película "El indomable Will Hunting".

Un hecho real en la vida de Dantzig dio origen a una famosa leyenda en 1939, cuando era un estudiante en la Universidad de California, Berkeley. Al comienzo de una clase a la que Dantzig llegó con retraso, el profesor Jerzy Neyman escribió en la pizarra dos ejemplos famosos de problemas estadísticos aún no resueltos. Al llegar Dantzig a clase, pensó que los dos problemas eran tarea para casa y los anotó en su cuaderno. 

De acuerdo con Dantzig, los problemas «le parecieron ser un poco más difíciles de lo normal», pero unos pocos días después obtuvo soluciones completas para ambos, aún creyendo que estos eran tareas que debía entregar.​ Seis semanas después, Dantzig recibió la visita del profesor Neyman, quien muy emocionado había preparado una de las soluciones de Dantzig para ser publicadas en una revista matemática. Años después otro investigador, Abraham Wald, publicó un artículo en el que llegaba a la conclusión del segundo problema, y en el cual incluyó a Dantzig como coautor.

La historia de George Bernard Dantzig (1914-2005) tiene uno de esos momentos legendarios, pero su legado va mucho más allá de una anécdota. Dantzig no solo resolvió problemas que su profesor creía irresolubles, sino que desarrolló una de las herramientas matemáticas más poderosas del siglo XX: la programación lineal y el algoritmo símplex, un método que literalmente transformó la industria, la economía y la logística moderna.

George Dantzig nació en Portland, Oregón, en el seno de una familia con un profundo arraigo intelectual. Su padre, Tobias Dantzig, fue un reconocido matemático e historiador de las ciencias, y su madre, Anja Ourisson, una lingüista especializada en lenguas eslavas. Este ambiente familiar cultivó desde joven su afinidad por los números y la lógica.

Tras licenciarse en matemáticas y física en la Universidad de Maryland en 1936, y obtener un máster en matemáticas en la Universidad de Michigan, Dantzig se trasladó a la Universidad de California, Berkeley, para realizar su doctorado bajo la supervisión de uno de los estadísticos más importantes de la época, Jerzy Neyman.

Aquí es donde su vida toma un giro de guion de película. Un día de 1939, Dantzig llegó tarde a una clase de estadística de Neyman y encontró dos problemas escritos en la pizarra. Asumiendo que eran la tarea para casa, los copió y se los llevó. Días después, se los entregó a su profesor, pidiendo disculpas por el retraso, ya que le habían parecido "un poco más difíciles de lo normal". Unas semanas más tarde, un Neyman emocionado fue a buscarlo a su casa a primera hora de la mañana. Los dos problemas que Dantzig había resuelto no eran deberes; eran dos famosos problemas estadísticos sin resolver que habían desconcertado a los matemáticos durante años. Este increíble logro le sirvió como tesis doctoral.

Aunque esta anécdota cimentó su fama, su contribución más trascendental estaba por llegar. Durante la Segunda Guerra Mundial, Dantzig trabajó para la Fuerza Aérea de los Estados Unidos en la Oficina de Control Estadístico. Allí se enfrentó a problemas logísticos de una escala monumental: ¿cómo asignar de la manera más eficiente los recursos (aviones, combustible, personal) para maximizar el éxito de las misiones? Estos problemas, conocidos como "problemas de asignación", carecían de un método sistemático para su resolución.

Fue esta experiencia la que sembró la semilla de su mayor creación. Después de la guerra, mientras trabajaba como asesor matemático para el Pentágono, desarrolló el marco de la programación lineal para modelar estos complejos problemas de optimización y, en 1947, concibió el algoritmo símplex, el primer y más famoso método para resolverlos. El resto, como se suele decir, es historia. Pasó gran parte de su carrera académica en la Universidad de Stanford, donde fue profesor de Investigación de Operaciones y Ciencias de la Computación, consolidando su legado hasta su fallecimiento en 2005.

Para entender la magnitud del trabajo de Dantzig, es crucial comprender qué es la programación lineal. En esencia, es una técnica matemática para encontrar la mejor solución posible (un máximo o un mínimo) de un problema que puede ser descrito mediante un conjunto de relaciones lineales.

Imagina que eres el gerente de una fábrica que produce dos tipos de productos. Cada producto requiere una cantidad diferente de recursos (mano de obra, materia prima, tiempo de máquina) y genera un beneficio distinto. Tienes una cantidad limitada de cada recurso. La pregunta es: ¿cuántas unidades de cada producto debes fabricar para maximizar tu beneficio total sin exceder tus recursos?

Este es un problema clásico de programación lineal. George Dantzig proporcionó dos cosas fundamentales: 1º El Modelo: Un lenguaje formal (ecuaciones y desigualdades lineales) para traducir este tipo de problemas del mundo real a un formato matemático. El objetivo es optimizar una función objetivo (ej. maximizar el beneficio) sujeta a una serie de restricciones (ej. los recursos limitados). 2º La Solución (El Algoritmo Símplex): Un procedimiento paso a paso, increíblemente eficiente, para encontrar la solución óptima. El algoritmo navega de manera inteligente por los vértices de una región geométrica (un poliedro) definida por las restricciones, buscando sistemáticamente el vértice que ofrece el mejor valor para la función objetivo.

La publicación de su trabajo, especialmente en su libro seminal "Linear Programming and Extensions" (1963), desató una revolución silenciosa. De repente, problemas que antes requerían una intuición experta o conjeturas arriesgadas podían resolverse de forma sistemática y óptima.

Las aplicaciones se extendieron como la pólvora en: Logística y Transporte: Diseño de rutas de distribución para minimizar costes y tiempos de entrega. Finanzas: Creación de carteras de inversión para maximizar el retorno con un riesgo determinado. Producción Industrial: Planificación de la producción para maximizar la eficiencia y minimizar el desperdicio. Telecomunicaciones: Asignación óptima del ancho de banda en redes de comunicación. Energía: Gestión de la producción y distribución de energía en redes eléctricas.

El algoritmo símplex fue considerado uno de los 10 algoritmos más importantes del siglo XX por la revista Computing in Science & EngineeringLa contribución de George Dantzig no es meramente académica; es uno de los pilares sobre los que se sostiene la eficiencia de nuestra civilización tecnológica. Su trabajo inauguró el campo de la investigación de operaciones y sentó las bases para el desarrollo de la optimización matemática, un área indispensable en la era del Big Data y la inteligencia artificial.

Si bien con el tiempo han surgido otros algoritmos para la programación lineal (como los métodos de punto interior), el algoritmo símplex sigue siendo una herramienta fundamental, ampliamente estudiada y utilizada por su robustez y eficacia en una gran variedad de problemas prácticos.

George Dantzig recibió numerosos honores a lo largo de su vida, incluyendo la Medalla Nacional de la Ciencia en 1975, el máximo galardón científico de Estados Unidos, y el prestigioso Premio John von Neumann de Teoría en 1974. Sin embargo, muchos en la comunidad científica consideran que su ausencia entre los galardonados con el Premio Nobel de Economía es una de las grandes omisiones de la Academia Sueca, dado que su impacto en la economía aplicada es, sin duda, comparable al de muchos laureados.

Su legado es el de un pensador pragmático y brillante que supo construir un puente entre la abstracción matemática y los problemas más acuciantes del mundo real. George Dantzig nos enseñó que, con las herramientas adecuadas, la complejidad puede ser ordenada y que siempre existe una manera óptima de hacer las cosas. Nos dio un método para encontrarla.