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Billie Jean King vs Bobby Riggs: Cuando el tenis fue feminista

La “Battle of the Sexes”: el partido que sacudió al mundo

En pleno otoño de 1973, un partido de exhibición pasó a la historia no por su técnica tenística pura, sino por su carga simbólica: la llamada “Battle of the Sexes” entre la estrella feminista en activo Billie Jean King y el veterano showman y ex-número 1 Bobby Riggs. El enfrentamiento se celebró el 20 de septiembre de 1973 en el Houston Astrodome y King venció a Riggs en tres sets por 6–4, 6–3, 6–3. Este choque atrajo una audiencia televisiva masiva —cientos de millones en todo el mundo— y una asistencia en el Astrodome que, con algo más de 30.000 espectadores, permanece entre las mayores en la historia del tenis en EE. UU.

Bobby Riggs (1918–1995) no era un desconocido: fue campeón y figura del tenis de la década de 1930 y 1940, número 1 amateur en 1939 y también una personalidad del circuito profesional posterior. Tras retirarse como jugador de primer plano, Riggs reinventó su papel como provocador y showman: en 1973 afirmó públicamente que las jugadoras femeninas eran inferiores y que él, a sus 55 años, aún podría vencer a cualquiera de ellas. Esa mezcla de arrogancia y autopromoción alimentó el circo mediático que acabaría por rodear ambos partidos (primero contra Margaret Court, luego contra King).

El episodio previo más sonado fue la victoria de Riggs sobre Margaret Court en mayo de 1973 —partido que Riggs vendió como “Mother’s Day” y que Court aceptó por un garante económico—; esa victoria empujó a Billie Jean King a aceptar el reto, en parte porque temía el efecto regresivo que una derrota ante Riggs podría tener sobre la todavía reciente lucha por la igualdad de las tenistas profesionales. El encuentro con King fue un encuentro pactado como espectáculo (con importantes incentivos económicos) pero histórico por lo que representaba para el movimiento de mujeres en los años 70.

Técnicamente, el partido fue una demostración de la superioridad en ese momento de forma y de táctica de King: en lugar de adoptar un juego agresivo de acercamiento a la red (la seña de identidad de Riggs), King variaba ritmos, le hacía correr y explotó las debilidades de su rival. Riggs, que inicialmente lo planteó como mero show, intentó ajustarse pero la diferencia física por edad y la estrategia eficaz de King hicieron que el match se resolviera en tres sets. En palabras de King, la responsabilidad era enorme: sentía que no jugaba solo por ella sino por la credibilidad del tenis femenino y por el avance de la igualdad.

Más allá del marcador, el impacto social fue enorme. El partido se transformó en icono cultural —libros, documentales y una película reciente lo han recreado— y sirvió de catapulta para visibilizar la lucha por la igualdad en el deporte: la atención mediática ayudó a presionar por mejores condiciones y por la profesionalización del tenis femenino, parte de la energía que permitió avances como la creación de la WTA y los movimientos por la equiparación de premios en torneos importantes. A la postre, la “Battle” no resolvió todas las desigualdades, pero sí dejó una memoria simbólica potente sobre confrontar estereotipos de género en el deporte. 

Con los años han surgido también debates y teorías: algunos han afirmado que la diferencia de edad (Riggs tenía 55 años) fue el factor decisivo —y figuras como Martina Navratilova han matizado que un Riggs más joven habría sido un rival distinto—; otros han especulado con conspiraciones o arreglos, pero las fuentes y los implicados han defendido la veracidad del resultado y el mérito de King. Lo cierto es que la historia del encuentro mezcla deporte, espectáculo y política social y sigue siendo objeto de análisis desde perspectivas deportivas, de género y mediáticas.

Hoy, medio siglo después, la “Battle of the Sexes” se recuerda como un momento emblemático —tanto por la personalidad estrafalaria de Riggs como por la firmeza y el legado de King— que ayudó a convertir el tenis femenino en espectáculo global y a impulsar debates sobre igualdad que continúan vigentes. Releer aquel partido es, además de disfrutar de una anécdota chispeante del deporte, recordar cómo un evento deportivo puede amplificar causas sociales y transformar percepciones públicas.

La película "La batalla de los sexos" (2017)dirigida por James Erskine y Zara Hayesestá basada en aquellos hechos reales y mantiene una notable fidelidad con los acontecimientos históricos, aunque con algunas licencias dramáticas. La película condensa y dramatiza algunos aspectos para mayor impacto narrativo, como la cronología exacta de ciertos eventos y algunas conversaciones privadas que se recrean con fines cinematográficos. En general, es una representación históricamente responsable de un momento crucial en la lucha por la igualdad de género en el deporte.

Tu rostro leído por la IA predice tu salud futura y longevidad

¿Tu cara revela la edad biológica? Nueva frontera de la longevidad

La promesa de la longevidad ha acompañado a la humanidad desde los alquimistas medievales hasta los laboratorios biotecnológicos del siglo XXI. Pero hoy, un nuevo actor ha entrado en escena: la inteligencia artificial. En laboratorios europeos, desde Berlín hasta Copenhague, los algoritmos ya no se limitan a procesar datos médicos: observan, aprenden y “leen” nuestros rostros para estimar cuánto ha envejecido realmente nuestro cuerpo, más allá de los años que marca el calendario.

El proyecto FAHR-Face, desarrollado por un consorcio europeo de investigadores, ha analizado más de 40 millones de imágenes faciales para construir un modelo de edad biológica visual. Según sus resultados preliminares, la IA puede predecir la edad real de nuestros tejidos y órganos con una precisión notable, incluso anticipando riesgos de salud y mortalidad. No se trata, por tanto, de un simple espejo digital, sino de un nuevo “reloj de arena” biométrico, que calcula no cuánto tiempo hemos vivido, sino cómo lo hemos hecho.

La cara como espejo del cuerpo (y del tiempo)

La idea es tan poética como perturbadora: el rostro como mapa del envejecimientoLa IA no mira arrugas o canas, sino patrones complejos —tensión cutánea, microtexturas, coloraciones imperceptibles— que correlacionan con procesos internos como el estrés oxidativo, la inflamación o el metabolismo celular. En estudios paralelos de la revista Aging-US, se ha comprobado que ciertos algoritmos predicen incluso la “resiliencia biológica”: la capacidad del organismo para recuperarse del estrés o de una enfermedad.

Esta tecnología, nacida en un contexto clínico, pronto podría extenderse a revisiones médicas rutinarias o programas personalizados de salud. Pero también abre una serie de preguntas incómodas: ¿Queremos que un algoritmo nos diga si envejecemos “bien”? ¿Qué hará una aseguradora con ese dato? ¿Y cómo afecta psicológicamente saber que, según tu cara, tu cuerpo tiene diez años más de los que creías?

Del laboratorio a la ética pública

Europa, cuna de la bioética moderna, se enfrenta ahora a un nuevo desafío moral¿Hasta dónde debe llegar la cuantificación de la vida? Proyectos como FAHR-Face o el Longevity AI Consortium de Oxford y Heidelberg buscan establecer marcos transparentes, garantizando que los datos biométricos sean tratados con la misma dignidad que los datos genéticos. Porque si el rostro es la parte más visible de nuestra identidad, convertirlo en un indicador de salud puede rozar la frontera de la privacidad existencial.

Las instituciones educativas y sanitarias tienen aquí un papel crucial. La alfabetización digital no consiste solo en aprender a usar dispositivos, sino en entender qué significan los datos que nos devuelven. Enseñar a interpretar nuestra edad biológica requerirá la misma sensibilidad que enseñar a leer poesía: leer entre líneas, distinguir lo humano de lo mecánico, lo probable de lo esencial.

Europa ante la biotecnología del envejecimiento

Mientras Silicon Valley y Shenzhen invierten miles de millones en la “inmortalidad tecnológica”, la respuesta europea es más mesurada, filosófica y comunitaria. Frente al discurso de la “eterna juventud”, los proyectos europeos de longevidad se centran en la “vida buena” y la “edad saludable”El envejecimiento se concibe como una etapa de aprendizaje, no una enfermedad a erradicar. La IA, bien orientada, puede ayudar a prolongar la autonomía, prevenir patologías y diseñar entornos educativos y sociales adaptados al envejecimiento activo.

De hecho, varias universidades —como la de Aarhus o la de Roma La Sapienza— están incorporando módulos sobre longevidad digital y ética del envejecimiento en programas de medicina, educación y filosofíaEl futuro de la salud no solo pasa por los hospitales, sino por aulas donde se enseñe a vivir (y envejecer) con inteligencia artificial.

Hacia una pedagogía de la edad

En última instancia, la IA aplicada a la longevidad no nos invita a escapar del tiempo, sino a reconciliarnos con élQuizás la enseñanza más profunda del proyecto FAHR-Face no sea médica, sino educativa: aprender a leer nuestro propio rostro como texto vital, como biografía que la tecnología puede ayudarnos a comprender, pero no a sustituir.

Y aunque el algoritmo vea un número, somos nosotros quienes damos sentido a los añosLa longevidad no será una cifra, sino una nueva forma de cultura: la de quienes saben vivir más y mejor, con consciencia y con límite.

Amistades de kilómetro cero: elogio del alma de barrio

En tiempos en que los algoritmos eligen por nosotros hasta la canción de la mañana, mantener una amistad de kilómetro cero es casi un acto de resistencia ecológica y emocional: Como cultivar tomates en la terraza en vez de comprarlos envasados. Estas amistades, muy cercanas en distancia, requieren cuidado, tiempo y una saludable obstinación contra la prisa digital. Este post es un homenaje al vecindario que te presta sal (y escucha tus penas).

Hay una pregunta que la modernidad líquida —esa que tanto le gustaba a Bauman (posts esenciales)— se empeña en hacernos olvidar: ¿Cuántos cafés has tomado este mes con alguien que viva a menos de diez minutos andando? Si la respuesta es “ninguno” o “¿cuenta el repartidor de pizzas?”, quizá sea momento de reivindicar lo que los comerciantes llaman “producto de kilómetro cero”, pero aplicado a algo infinitamente más nutritivo: las amistades.

La paradoja del infinito hiperconectadoVivimos en la era donde puedes mantener una conversación de WhatsApp con alguien en Tokio mientras ignoramos olímpicamente al vecino del quinto. Coleccionamos contactos como quien acumula puntos de fidelización: muchos, dispersos, y vagamente inútiles cuando realmente los necesitas. Virginia Woolf (posts) escribió que “la amistad es uno de los mayores placeres de la vida”, pero se olvidó de añadir el asterisco: "Especialmente si no requiere tres autobuses y planificación con quince días de antelación".

Filosofía y esquinaNo es nueva la idea de que la amistad es un bien mayor. Aristóteles habló de la amistad como una condición para la vida buena: forma parte de la ética de quienes desean el bien del otro por sí mismo. Aristóteles (posts) —ese señor que tenía razón en casi todo menos en física— decía que la amistad necesita “convivencia”. No Instagram, no videollamadas programadas: convivencia. 

Compartir tiempo sin mayor propósito que el tiempo mismo. Y seamos sinceros: ¿cuándo fue la última vez que fuiste “espontáneo” con alguien que vive en otra punta de la ciudad? La espontaneidad murió en algún lugar entre el “¿qué tal el miércoles que viene?” y el “mejor lo dejamos para después del puente”.

El contraataque de lo analógicoEn tiempos de nomadismo digital y amistades virtuales, reivindicar la cercanía física tiene algo de rebeldía anacrónica. Es casi punk preferir al vecino simpático antes que al contacto de LinkedIn que “deberíamos tomar un café cualquier día” (traducción: nunca).

Oscar Wilde, maestro de la paradoja, afirmó que “la verdadera amistad es como la salud: no valoramos su importancia hasta que la perdemos”. Pero hay otra cosa que no valoramos hasta que la perdemos: la posibilidad de tener amigos a los que puedas ver sin necesitar un permiso de tu jefe, tu pareja y el consejo de administración de tu calendario.

El milagro cotidianoFrente a las amistades globales y digitales, las amistades de proximidad —esas que viven a dos portales o a una calle— conservan una textura táctil: menos “pixeladas” y más inmediatas. Un “¿bajo a por un café?” puede valer más que cien mensajes de voz. La amistad de proximidad te permite recuperar el lujo de la pereza social: ese “me paso un rato” que no requiere ducha, cambio de ropa semi-formal ni planificación familiar. Es el antídoto contra la tiranía de la productividad aplicada hasta a las relaciones humanas.

Del barrio al pensamientoLo que aprendemos a pocos pasos del felpudo suele ser el material humano más sólido que luego aplicamos en otros ámbitos. Como escribió Italo Calvino, las ciudades son tejidos de memorias, deseos y trueques —una manera de decir que la vida urbana es, ante todo, relación. Las amistades locales son los hilos que sostienen esa trama. 

La amistad de kilómetro cero es la que te conoce en chándal, con resaca, un martes cualquiera. Es la que no necesita versión editada de tu vida porque ha visto el making-of completo. Como decía Montaigne sobre su amigo La Boétie: “porque era él, porque era yo”. Y podríamos añadir: porque vivíamos a dos calles.

Pequeños ritualesSaludos en la escalera, la conversación en la panadería, ese banco en el parque: las afinidades que Montaigne celebró brotan sin planes maestros. Montaigne, en su clásico ensayo sobre la amistad, nos recuerda que la amistad perfecta surge sin otro propósito que ser ella misma.

Una amistad sostenibleSi hablamos de sostenibilidad, la proximidad también es un principio aplicable a los afectos: bajo consumo emocional, retorno inmediato, menor huella logística. No todo afecto necesita envío exprés: algunos abrazos se recogen en la panadería. 

Proust (posts) necesitó siete tomos para explicar cómo funciona la memoria y el afecto, pero quizá la respuesta era más simple: hace falta estar cerca. Las grandes conversaciones no surgen en cenas programadas con dos semanas de antelación; emergen en esos cafés de “cinco minutos que se convierten en dos horas”, en esos paseos sin rumbo, en ese “sube que tengo que contarte algo” a las once de la noche.

Quizá la gran estafa de la globalización sea hacernos creer que las mejores conexiones están siempre en otra parte: otra ciudad, otro país, otro continente. Mientras tanto, ignoramos que la buena vida —esa que los griegos llamaban eudaimonia (posts)— podría estar tomando cerveza en la terraza de tu calle con alguien que sabe cómo te llamas sin consultar tu perfil. Como escribió el poeta Kavafis (posts)el viaje importa más que Ítaca. Pero a veces, solo a veces, Ítaca está en tu mismo barrio, esperando a que toques el timbre.

 Despedida Balconil: Día 50º y final del Aplauso Sanitario
Manual de uso (y disfrute). Las amistades de kilómetro cero no se cultivan en Facebook ni en cenas trimestrales. Se construyen en: - La panadería donde coincides cada sábado y ese saludo evoluciona a conversación, y la conversación a “¿tomamos algo?” - La librería de viejo donde compartes opiniones sobre Bolaño con el único otro cliente menor de setenta años. - El parque donde tu hijo coincide con el del vecino y descubres que tienes más en común que el código postal.

Epílogo: Volver a saludar, porque la felicidad está en el portal de al ladoLa revolución silenciosa quizá consista en volver a saludar y encontrarnos sin pantallas. Como dejó dicho Antonio Machado, “al andar se hace camino”: las amistades que valen acompañan el paso, y si además viven cerca, mejor. Menos Wi-Fi, más vecinos, entre portales y confidencias: el arte de la cercanía.

Posdata: Si después de leer esto descubres que no tienes ninguna amistad de kilómetro cero, no te preocupes. Empieza por saludar y reconocer al vecindario. Roma no se construyó en un día, pero seguramente el arquitecto vivía cerca de la obra.​​​​​​​​​​​​​​​​
@bankinter 👯‍♂️💚 Los amigos Km0 son esos que siempre están cerca, sin importar la distancia. 🌍✨ ¡Descubre por qué son tan valiosos en este vídeo! ▶️💫 🔸 En colaboración con Fernando Mora, psiquiatra 👉🏻 @doctormora_ ♬ sonido original - Bankinter

“Alice and Sparkle”: La IA jaquea a ilustradores y editores

El caso Alice and Sparkle y la literatura generada por Inteligencia Artificial. ¿Puede una máquina o un algoritmo escribir un libro clásico? Lecciones del primer bestseller infantil hecho por IA.

En diciembre de 2022, el diseñador tecnológico Ammaar Reshi publicó Alice and Sparkle, un libro infantil producido en un fin de semana combinando ChatGPT para el texto y Midjourney para las ilustraciones. La rapidez y el bajo coste del proyecto lo convirtieron en botón de muestra: la IA ya no es solo herramienta experimental, sino una posible “autor” práctico capaz de generar obras publicadas.

La aparición de Alice and Sparkle desató una reacción en cadena: desde la fascinación mediática hasta una protesta intensa por parte de comunidades de artistas e ilustradores. Las críticas se centraron en dos ejes: primero, la ética de entrenar modelos con obras humanas sin compensación; segundo, la calidad estética y cultural de obras que, aunque técnicamente correctas, podrían carecer del “espíritu” o la intención humana.

¿Por qué importa este caso? Alice and Sparkle funciona como ejemplar porque condensa en un solo experimento las preguntas que ahora ocupan a editores, juristas y creadores: ¿Puede la IA ser autora?

Existen matices útiles: algunos escritores han explorado la colaboración con IA como metodología creativa —usar modelos para desbloquear ideas, reescribir o proponer variantes— sin renunciar a la curaduría humana. El caso de Stephen Marche con Death of an Author (obra compuesta mayoritariamente con LLMs, y analizada en la prensa especializada) pone de manifiesto otra vía: la IA como “colaborador” masivo, donde el autor humano selecciona, corrige y organiza el material generado.

Frente a los problemas y oportunidades, propongo tres líneas de actuación práctica para el ámbito editorial y creativo:

  1. Transparencia obligatoria: etiquetar obras total o parcialmente generadas por IA. El lector tiene derecho a saber si la voz que lee surge íntegramente de un modelo estadístico o de una persona con historia y experiencia.
  2. Modelos de compensación y trazabilidad: desarrollar mecanismos que reconozcan la contribución de creadores cuyos trabajos (imágenes, textos) han servido para entrenar modelos.
  3. Nuevas prácticas editoriales: formar a editores y agentes en curaduría de outputs de IA (prompt‑engineering, edición post‑IA, normas estilísticas), de modo que el resultado final combine eficiencia tecnológica y criterio humano.

También hay propuestas culturales: fomentar proyectos que exploren la IA como herramienta pedagógica (talleres de escritura co‑creativa), y convocatorias literarias que acepten obras co‑firmadas por humanos e IA, para normalizar y estudiar la hibridación creativa.

Conclusión: Alice and Sparkle no es solo una curiosidad técnica: es un caso fundacional que obliga a reimaginar marcos legales, modelos de negocio y prácticas creativasEl Legado de un Cuento Algorítmico. Más allá de su calidad literaria cuestionable, Alice and Sparkle cumplió una función histórica: materializó ansiedades colectivas sobre automatización creativa.

@lebretzel_ Quel est le secret du livre Alice and Sparkle d'Ammaar Reshi ? 🤔 #chatgpt #openai #midjourney #technews #actutech #technologie #IA #AI #intelligenceartificielle #livre #amazon #fyp ♬ Try Something New - Alex Arias & Alexander Julius Wright

BookTok: ¿Leer vuelve a ser cool o banalización de la crítica?

Efecto BookTok: Cuando TikTok revolucionó la crítica literaria. Hemos pasado de los suplementos culturales a los vídeos de 60 segundos para recomendar obras. LGeneración Z reescribe las reglas del mercado editorial, creando lectores (y también best-sellers). El fenómeno BookTok se mueve entre el entusiasmo genuino por la democratización de la crítica y la dictadura del algoritmo. 

El nacimiento de un fenómeno culturalEn 2020, mientras el mundo se confinaba por la pandemia, algo inesperado ocurrió en TikTok: jóvenes de todo el planeta comenzaron a compartir sus recomendaciones literarias en vídeos de menos de un minuto. Lo que empezó como una tendencia espontánea se convirtió en BookTok, un movimiento que ha transformado radicalmente la industria editorial y la forma en que se consume y discute la literatura en el siglo XXI.

BookTok no es simplemente una etiqueta más en redes sociales. Con más de 200 mil millones de visualizaciones, representa un ecosistema completo donde millones de lectores, principalmente de la Generación Z y millennials jóvenes, comparten reseñas, recomendaciones y reacciones emocionales a sus lecturas. Y lo más sorprendente: están comprando libros en cantidades masivas. 

La democratización de la crítica literariaDurante décadas, la crítica literaria fue territorio exclusivo de suplementos culturales, revistas especializadas y académicos universitarios. Los guardianes del canon literario decidían qué obras merecían atención y cuáles quedaban en el olvido. BookTok ha dinamitado este modelo vertical.

En esta nueva crítica, no importan los títulos académicos ni la prosa refinada. Lo que cuenta es la autenticidad, la conexión emocional y la capacidad de transmitir pasión por la lectura en formato ultra-breve. Una adolescente llorando mientras sostiene "Una corte de rosas y espinas" de Sarah J. Maas puede tener más impacto en las ventas que una reseña de cinco páginas en un prestigioso periódico.

Esta horizontalidad tiene ventajas evidentes: voces diversas, criterios plurales y una accesibilidad sin precedentes. Jóvenes que nunca leyeron suplementos culturales ahora devoran recomendaciones literarias diariamente. BookTok ha conseguido algo que la educación formal llevaba décadas intentando: hacer que leer sea cool.

El poder transformador del algoritmoLos números son contundentes. Libros como It Ends with Us de Colleen Hoover, publicado en 2016, experimentaron un resurgimiento extraordinario gracias a BookTok, vendiendo millones de ejemplares adicionales años después de su lanzamiento. Clásicos olvidados vuelven a las listas de más vendidos. Autores desconocidos alcanzan fama internacional de la noche a la mañana.

Las editoriales, inicialmente escépticas, han tenido que adaptarse. Muchas crean ahora departamentos específicos de BookTok, envían ejemplares a creadores de contenido y diseñan portadas "instagrameables". Las librerías han creado secciones especiales con el distintivo "Popular en BookTok", reconociendo la influencia real de estas recomendaciones en el comportamiento del consumidor.

Las sombras de la revoluciónSin embargo, BookTok no está exento de controversias y limitaciones. Los críticos señalan varios problemas estructurales de este nuevo paradigma:

- La tiranía del formato: Reducir una obra literaria compleja a un vídeo de 60 segundos inevitablemente simplifica, cuando no banaliza, el discurso crítico. ¿Cómo analizar los matices de Proust (otros posts) o la complejidad de Virginia Woolf (otros posts) en ese tiempo? La respuesta suele ser: no se hace.

- Homogeneización de gustos: El algoritmo de TikTok tiende a crear cámaras de eco. BookTok favorece abrumadoramente géneros específicos: romance, fantasía young adult, ficción new adult. Obras experimentales, literatura clásica o ensayo tienen escasa presencia. Esto plantea interrogantes sobre la diversidad real que el movimiento promueve.

- La supremacía de lo emocional: BookTok privilegia la reacción visceral sobre el análisis reflexivo. Los vídeos más virales suelen mostrar lágrimas, risas o sorpresa, no argumentaciones elaboradas sobre técnica narrativa o contexto histórico. ¿Es esto crítica literaria o simple entretenimiento emocional?

- Mercantilización acelerada: La línea entre recomendación genuina y marketing se difumina constantemente. Muchos booktokers reciben libros gratuitos, invitaciones a eventos o compensaciones económicas. La transparencia no siempre es óptima.

Hacia una convivencia enriquecedoraLa pregunta no debería ser si BookTok es bueno o malo para la literatura, sino cómo puede coexistir con otras formas de crítica literaria. La crítica académica aporta profundidad, contexto histórico y rigor analítico. Los suplementos culturales ofrecen perspectiva profesional y espacio para la argumentación extensa. BookTok contribuye con entusiasmo contagioso, accesibilidad y capacidad de llegar a audiencias tradicionalmente alejadas de la lectura.

El nuevo gatekeeper es el algoritmo. El algoritmo de TikTok no premia la profundidad, la complejidad o la ambigüedad. Premia la performance de la emoción. Prefiere lo que es fácilmente empaquetable en 60 segundos. Esto crea un bucle de retroalimentación que favorece ciertos tipos de narrativa: tramas de alto impacto emocional, romances tórridos y finales devastadores.

El desafío educativo consiste en formar lectores que puedan transitar entre estos niveles: disfrutar de la emoción inmediata que ofrece un vídeo de BookTok, pero también desarrollar herramientas para un análisis más profundo y crítico. 

Conclusión: La lectura se transforma, no desapareceBookTok demuestra algo fundamental: el deseo humano de compartir historias y conectar a través de la literatura sigue vivo, simplemente ha encontrado nuevos canales. Mientras algunos deploran la supuesta degradación del discurso literario, millones de jóvenes están leyendo, comprando libros y formando comunidades lectoras vibrantes.

La nueva crítica no sustituye a la tradicional; la complementa, la desafía y, ocasionalmente, la supera en alcance e influencia. El futuro de la literatura probablemente no esté en elegir entre ambas, sino en construir puentes que permitan el diálogo enriquecedor entre generaciones y formatos.

@sol.blazquez como empezar en booktok #lectoras #lectores #bookwarms #booktok #libros #leer #comoempezarbooktok #consejos #crearcontenido ♬ Pop beat BGM / long version(1283324) - nightbird_bgm

Antonio María Claret: El evangelio como innovación educativa

Cada 24 de octubre, la Iglesia celebra la obra de San Antonio María Claret. Quienes elegimos para nuestros hijos un centro como Askartza Claret (posts, también sobre Claretenea) y convivimos con la tarea de directores como el inolvidable Josu Zabaleta, este es un día que festejamos con nuestros nietos allí escolarizados.

Antonio María Claret y Clará nació el 23 de diciembre de 1807 en Sallent, Barcelona, en el seno de una familia humilde de tejedores. Esta procedencia modesta marcaría profundamente su vocación educativa, orientada siempre hacia los sectores más desfavorecidos de la sociedad. Su juventud transcurrió entre los telares familiares, donde aprendió el oficio textil, pero pronto sintió una llamada más profunda. Tras un breve período trabajando en la industria textil en Barcelona, ingresó en el seminario de Vic en 1829. Fue ordenado sacerdote en 1835, justo cuando España atravesaba uno de sus períodos más convulsos, con las guerras carlistas y la desamortización de bienes eclesiásticos.

Claret destacó inmediatamente por su capacidad oratoria y su incansable actividad misionera. Durante más de una década recorrió Cataluña predicando misiones populares, pero con una particularidad que lo diferenciaba: combinaba la evangelización con la educación práctica. No se conformaba con predicar; quería transformar la sociedad mediante el conocimiento.

En 1849 fundó la Congregación de Misioneros Hijos del Inmaculado Corazón de María, conocidos como Claretianos, una orden religiosa dedicada específicamente a la evangelización y la educación popular. Al año siguiente, fue nombrado Arzobispo de Santiago de Cuba, donde su labor educativa alcanzó dimensiones extraordinarias.

En Cuba, Claret fundó la Biblioteca Científica y Religiosa, creó numerosas escuelas, estableció cajas de ahorro para los más pobres y trabajó incansablemente por la abolición de la esclavitud. Su compromiso social era inseparable de su vocación educadora.

Regresó a España en 1857 como confesor de la reina Isabel II, cargo que ocupó hasta el destronamiento de la monarca en 1868. Falleció en el exilio francés, en Fontfroide, el 24 de octubre de 1870. Fue canonizado por Pío XII en 1950. 

Obra educativa y legado pedagógico: La contribución educativa de Claret fue monumental y multifacética. Fundó la Librería Religiosa de Barcelona, que se convirtió en una editorial comprometida con la divulgación del conocimiento. Esta editorial publicó más de doscientos títulos, desde catecismos hasta manuales de agricultura, pasando por textos de higiene y economía doméstica.

Claret fue un pionero en comprender el poder de la imprenta como herramienta de educación masiva. En una época donde el analfabetismo superaba el 75% en España, él apostó por publicaciones sencillas, económicas y accesibles para el pueblo llano. Su lema era claro: "Un mal libro puede perder un alma; un buen libro puede salvarla".

Estableció las Academias de San Miguel, centros de formación para jóvenes artesanos donde se combinaba la instrucción religiosa con la formación profesional. También creó la Hermandad del Santísimo e Inmaculado Corazón de María, que incluía programas educativos para mujeres, algo revolucionario para su época.

Antonio María Claret fue un escritor prolífico. Entre sus obras destacan:

Sus citas reflejan su pasión educadora:

- "La instrucción religiosa es como el sol que ilumina todo el edificio de la educación."

- "Un buen libro es como un buen amigo que nunca nos abandona y siempre nos aconseja lo mejor."

- "No basta con predicar; es necesario enseñar, formar, educar. La ignorancia es la madre de todos los males."

- "La caridad sin la instrucción es ciega; la instrucción sin caridad es estéril."

Antonio María Claret representa un modelo de educador integral que supo combinar fe, acción social y pedagogía práctica. Su legado perdura en las instituciones claretianas presentes en más de setenta países, todas ellas comprometidas con la educación de los más desfavorecidos. En la historia de la educación española, Claret ocupa un lugar privilegiado como pionero de la educación popular y defensor del acceso universal al conocimiento.

Tuits para aprender física a cualquier edad

Tuits para aprender física a cualquier edad

Edén: Historia real, horror genuino, así somos los humanos

Cuando el sueño utópico se transforma en pesadilla existencial, esa es la historia y la película "Edén". Ron Howard regresa con "Edén", un thriller histórico que nos transporta a las islas Galápagos en los años 30, donde un grupo de europeos intenta crear una sociedad utópica alejada de la civilización. Basada en hechos reales, la película se estrena como una de las propuestas más ambiciosas y perturbadoras del año, explorando la delgada línea entre el idealismo y la barbarie.

El equipo creativo: maestría detrás de cámaras. Ron Howard, el veterano cineasta responsable de películas tan diversas como "Una mente maravillosa" y "Apollo 13", se adentra aquí en territorio psicológico y claustrofóbico. Howard demuestra una vez más su versatilidad, abandonando la comodidad de las producciones hollywoodienses convencionales para sumergirse en una historia incómoda, visceral y profundamente humana.

El guión, escrito por Noah Pink, se inspira en los extraños sucesos conocidos como "El asunto de las Galápagos" o "La maldición de Floreana". Pink construye un relato que funciona simultáneamente como crónica histórica, thriller psicológico y meditación filosófica sobre la naturaleza humana. La narrativa avanza con la precisión de un reloj suizo, dosificando la tensión mientras los personajes se desmoronan bajo el peso de sus propias contradicciones.

Un reparto excepcional en estado salvaje:

Jude Law encarna al Dr. Friedrich Ritter, un filósofo alemán nietzscheano que huye a las Galápagos con su amante en busca de una vida auténtica. Law ofrece una de sus interpretaciones más matizadas, capturando la arrogancia intelectual y la fragilidad psicológica de un hombre que descubre que escapar de la civilización no significa escapar de uno mismo.

Vanessa Kirby interpreta a Dore Strauch, la compañera de Ritter, en una actuación que rezuma vulnerabilidad y resistencia a partes iguales. Kirby, siempre magnética en pantalla, construye un personaje complejo que evoluciona de idealista soñadora a superviviente curtida.

Ana de Armas asume el papel de la Baronesa Eloise von Wagner Bosquet, una austríaca excéntrica que llega a la isla proclamándose emperatriz de su propio reino tropical. De Armas brilla en este rol extravagante y manipulador, robando cada escena con una interpretación que oscila entre lo cómico y lo terrorífico.

Daniel Brühl completa el cuarteto principal como Heinz Wittmer, un alemán más pragmático que llega con su familia embarazada buscando una vida simple. Brühl aporta el contrapunto de cordura necesario en medio del caos psicológico.

La veracidad histórica: hechos más extraños que la ficción. Lo más fascinante de "Edén" es que los eventos más inverosímiles realmente ocurrieron. Entre 1929 y 1934, varios grupos de colonos europeos se establecieron en la isla Floreana (entonces Charles) en las Galápagos. Lo que comenzó como experimentos utópicos individuales derivó en conflictos territoriales, desapariciones misteriosas y muertes que nunca fueron completamente esclarecidas.

La película respeta en gran medida los hechos documentados: la relación sadomasoquista entre Ritter y Strauch, la llegada teatral de la autoproclamada baronesa con sus amantes, las tensiones por los escasos recursos, y las misteriosas desapariciones que culminaron con la muerte de Ritter por intoxicación alimentaria y el hallazgo de un cadáver momificado en otra isla. Howard y Pink toman libertades dramáticas, evidentemente, pero el núcleo histórico permanece intacto, lo que hace la experiencia aún más inquietante.

Sinopsis: cuando el paraíso se pudre. La película sigue cronológicamente la llegada de los colonos a Floreana. Primero, Ritter y Strauch, quienes se extraen sus propios dientes y adoptan una dieta cruda, convencidos de estar creando un nuevo modelo de existencia. La llegada de la familia Wittmer altera este frágil equilibrio, pero el verdadero caos comienza con la aparición de la Baronesa y su séquito.

Lo que sigue es una espiral descendente hacia la paranoia, la violencia y la muerte. Los ideales se desmoronan ante la realidad de la escasez, el aislamiento y las personalidades tóxicas. Howard filma la descomposición del sueño edénico con una belleza visual que contrasta brutalmente con la podredumbre moral de sus habitantes.

Valoración: una parábola sobre la condición humana. "Edén" es cine adulto e inteligente que confía en su audiencia. Howard no ofrece respuestas fáciles ni moraleja simplista. En cambio, presenta un espejo oscuro donde reconocemos nuestras propias contradicciones: el deseo de escapar conviviendo con la imposibilidad de huir de nosotros mismos.

Visualmente deslumbrante, con actuaciones soberbias y un guión que respeta la complejidad moral de sus personajes, "Edén (disponible en Prime) es una experiencia cinematográfica inquietante y memorable. No es una película para todos los públicos —su ritmo es deliberado y su contenido perturbador— pero para quienes aprecian el cine que desafía y provoca, es imprescindible.

La estupidez de la gente culta: Lecciones para la educación

La obra «La estupidez de la gente culta» recopila los artículos periodísticos que Chesterton escribió en el año 1912 para varias publicaciones, siendo este tomo el séptimo de una serie de recopilaciones de sus escritos de prensa.  El título en español, «La estupidez de la gente culta», da a entender un choque de ideas: no se trata de atacar la cultura en sí, sino de advertir los riesgos de lo que se considera “culto” o “educado” cuando pierde el sentido de lo humano, ético o práctico.

El contexto: 1912 es el año del hundimiento del Hundimiento del Titanic, del escándalo Marconi en el Parlamento británico, del setenta aniversario de la revista The Illustrated London News (para la que Chesterton escribía) y de la fundación de la compañía teatral   The Players’ Club por el autor. 

Los artículos abordan temas tan variados como la crítica de la moda intelectual de la época, la enseñanza, la política, el papel del periodismo, la religión, la educación de las masas, la “gente culta” que quizá presume de saber pero carece de juicio, y la necesidad de una sabiduría que no sea sólo académica. El tono es ágil, sardónico, divertido muchas veces, pero también serio cuando apunta a lo que considera una decadencia moral o cultural.

Por ejemplo, uno de los ejes es la idea de que la cultura o la educación no garantizan el sentido común, la virtud o el buen juicio. Que una “gente culta” sin raíces, sin humildad, sin conexión con lo real, puede caer en la estupidez —en la vulgaridad intelectual, en la arrogancia. Esa es la provocación del autor.

Otra línea es la defensa de lo cotidiano, de lo popular, de la sabiduría común frente al elitismo o al esnobismo. Chesterton recuerda que los “expertos” no deben convertirse en sacerdotes de la verdad sin cuestionamiento.

Este libro permite al lector adentrarse en la faceta periodística de Chesterton, menos conocida quizá que sus novelas, pero igualmente reveladora de su personalidad literaria: humor, paradoja, crítica social, ironía ética. Además, muestra cómo pensaba en aquel momento sobre cultura, educación, medios de comunicación y sociedad. Aun siendo textos de 1912, muchas de sus observaciones tienen vigencia para la educación, la prensa y la reflexión sobre el saber.

Siguen tres citas extraídas del autor que ilustran bien su pensamiento (y que sirven como complemento al volumen, disponible también en Google Books):

  • "Sin educación, estamos en un horrible y mortal peligro de tomar en serio a las personas educadas."
  • "El momento en que los hombres comienzan a preocuparse más por la educación que por la religión, comienzan a preocuparse más por la ambición que por la educación... La educación tiende a ser un reflector que se centra enteramente en sí mismo."
  • "La democracia significa gobierno por los no educados, mientras que la aristocracia significa gobierno por los mal educados."

  • Estas frases condensan la reflexión de Chesterton: no se trata de rechazar la educación ni la cultura, sino de advertir que hay formas de “ser culto” que pueden volverse vacías, arrogantes o desconectadas de lo humano. De qué sirve saber mucho si no se entiende lo humano: Es el mensaje de Chesterton contra la vanidad intelectual.

    G. K. Chesterton (Gilbert Keith Chesterton, véase en otros muchos posts) nació el 29 de mayo de 1874 en Londres y falleció el 14 de junio de 1936 en Beaconsfield, Buckinghamshire.  Fue un escritor muy prolífico: ensayista, novelista, crítico literario, periodista y apologista cristiano.  Su educación incluyó estudios artísticos en la Slade School y literatura en University College London

    Chesterton desarrolló un estilo distintivo, lleno de paradojas, humor, ironía inteligente y una defensa de lo que él consideraba “el sentido común” frente a modas intelectuales o filosofías de su tiempo.  Inicialmente se identificó con el anglicanismo, pero en 1922 se convirtió plenamente al catolicismo, lo cual marcó profundamente su obra posterior. 

    Entre sus obras más conocidas figuran la novela The Man Who Was Thursday (1908), la serie de relatos del sacerdote-detective Father Brown y los ensayos Orthodoxy (1908) y The Everlasting Man (1925). Su importancia literaria radica también en su capacidad para combinar lo cotidiano y lo filosófico, lo humorístico y lo serio, y para cuestionar la “sabiduría establecida” con una mirada fresca. Por todo ello, muchos lo han llamado “el príncipe de la paradoja”.