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Un viejo, una tigrilla y el ocaso de una humanidad sin raíces

El verano es tiempo de lecturas como Un viejo que leía novelas de amor (1989) de Luis Sepúlveda. Una novela corta, narrativa ecológica y social, ambientada en la Amazonía ecuatoriana, en un pueblo llamado El IdilioEs un canto a la naturaleza y al amor desde el corazón verde del mundo: El Amazonas.

Narra la historia de Antonio José Bolívar Proaño, un anciano que vive en la selva amazónica ecuatoriana, cerca del río Nangaritza, en el límite con la frontera peruana. Tras haber convivido años con los shuar, pueblo indígena amazónico, Antonio ha aprendido a respetar la selva, su lenguaje y sus reglas. Vive una vida sencilla, solitaria y marcada por el amor tardío a las novelas románticas, que relee con pasión.

El equilibrio de su mundo se rompe cuando una tigrilla (una hembra de ocelote) comienza a atacar a humanos tras perder a sus crías por culpa de unos cazadores blancos. El gobierno local y sus representantes, ignorantes del ecosistema, quieren matar al animal sin contemplaciones. Solo Antonio, con su conocimiento de la selva y su sensibilidad, puede emprender esa misión con respeto y responsabilidad.

Se barajan en Un viejo que leía novelas de amor temas como el conflicto entre civilización y naturaleza, el colonialismo interno y el desprecio por los pueblos originarios, la soledad y la vejez como tiempo de sabiduría, el poder de la lectura y del amor como consuelo existencial o la defensa del medioambiente frente a la depredación. 

Luis Sepúlveda nació 4 de octubre de 1949, Ovalle, Chile, y falleció el 16 de abril de 2020, Oviedo, España (siendo el primer escritor de renombre fallecido por COVID-19 en Europa). Fue escritor, periodista, cineasta y activista político. Participó en el gobierno de Salvador Allende y fue prisionero político durante la dictadura de Pinochet. Exiliado, vivió en Argentina, Brasil, Nicaragua y Alemania. Ecologista activo, colaboró con Greenpeace y organizaciones de derechos humanos. Su obra combina denuncia social con una prosa poética, sencilla y profundamente humana.

Algunas citas memorables de Un viejo que leía novelas de amor

- “No tenía nada contra los gringos, mientras no molestaran.” — Una frase que condensa la crítica al colonialismo y al turismo invasivo.

Aprendió a leer para leer novelas de amor. No quería otra cosa.” — Refleja la ternura del protagonista y su relación íntima con la lectura.

El mundo es así: cada uno tiene lo que le corresponde.” Una sentencia que refleja el fatalismo y la dureza de la vida en la selva.

La selva no es muda. Lo que pasa es que nosotros somos sordos.” — Una cita emblemática de la obra, con una fuerte carga ecológica y espiritual. 

- “Porque la selva era madre y sepultura, escuela y hospital, pan y techo.” — El amor por la Amazonía y su complejidad vital y simbólica. 

- “Nunca mató por gusto, ni por deporte. Siempre por necesidad.” — La ética del personaje frente a la violencia y la vida salvaje.

Jean Tirole y el arte de regular el capitalismo digital

Hoy analizaremos el imprescindible ensayo "La economía del bien común" publicada en 2016, una obra de síntesis escrita por el economista francés Jean Tirole, Premio Nobel de Economía 2014. El libro busca explicar al gran público cómo puede y debe utilizarse la economía como herramienta al servicio de la sociedad.

Algunas de las principales ideas clave del libro "La economía del bien común":

  1. La economía no es enemiga del bien común, sino una aliada potencial, si se basa en datos, transparencia, y valores democráticos. La economía no es el problema: es parte de la solución.
  2. El papel del Estado y del mercado debe ser complementario, no excluyente. La regulación es necesaria cuando los mercados fallan (monopolios, externalidades, información asimétrica…). Contra la falacia: mercado y Estado deben cooperar.
  3. La ética y la economía no están reñidas: una buena economía requiere una ciudadanía bien informada, valores sólidos y una responsabilidad colectiva.
  4. Temas tratados:
    • Cambio climático y cómo los mercados de carbono pueden ser eficaces si están bien diseñados.
    • Mundo digital: poder de las grandes plataformas tecnológicas (Amazon, Google, Facebook…) y el peligro de monopolios.
    • Desigualdades sociales y el reto de conciliarlas con la eficiencia económica.
    • Educación, empleo, innovación y cómo las políticas públicas deben fomentar el capital humano.
    • Globalización y democracia: necesidad de instituciones globales fuertes y coordinación internacional.

Jean Tirole insiste en que no hay soluciones simples a problemas complejos. La economía del bien común exige pensar a largo plazo, más allá de intereses particulares o electorales. Tirole es conocido por su rigor teórico, pero también por su vocación de explicar la economía al gran público y contribuir a un debate informado y ético.

Jean Tirole nació en1953, en Troyes, Francia. Ingeniero de formación, luego doctorado en Economía en el MIT (EE. UU.). Es presidente honorario de la Toulouse School of Economics. Especialista en teoría de juegos, organización industrial, regulación de mercados, y economía del comportamiento. Obtuvo el Premio Nobel de Economía 2014 por su análisis del poder de mercado y la regulación.

Entre Kafka y Orwell: La hora 25 como alegoría totalitaria

Al hilo de una conversación con grandes amigos sobre una anécdota de mi cráneo dolicocéfalo (foto) que sorprendía en mi infancia a un estudioso de los vascos, surgió el recuerdo compartido de La hora 25, libro de Constantin Virgil Gheorghiu (1949) y película de Henri Verneuil (1967). La hora 25 es una poderosa novela alegórica escrita por Constantin Virgil Gheorghiu, autor rumano que denunció en ella el absurdo y la deshumanización de los regímenes totalitarios del siglo XX, tanto el nazi como el comunista.

La historia sigue a Johann Moritz, un campesino rumano de origen alemán, que es falsamente acusado de ser judío por un gendarme que desea quedarse con su esposa. A partir de ahí, Johann inicia un calvario kafkiano que lo lleva a campos de internamiento nazis, al ejército alemán y más tarde a las fuerzas estadounidenses, siempre atrapado en los engranajes inhumanos de sistemas burocráticos que no reconocen su humanidad.

La novela muestra cómo, en la Europa del siglo XX, el individuo es anulado por etiquetas raciales, políticas o administrativas, y cómo ni la inocencia ni la verdad bastan para salvarlo. Virgil Gheorghiu fue el autor rumano que anticipó los peligros de las etiquetas ideológicas. O ¿quién eres cuando el sistema decide quién eres? La hora 25, casi 75 años después,...

La película La hora 25 (1967, que puede verse aquí) fue dirigida por Henri Verneuil, basada en la novela de Gheorghiu y protagonizada por Anthony Quinn como Johann Moritz. Sigue fielmente la línea argumental del libro, centrada en el sufrimiento de un hombre inocente en medio del caos de la Segunda Guerra Mundial. Visualiza con fuerza la pérdida de identidad personal y la crítica al sinsentido burocrático. Se subraya también la ironía de cómo las etiquetas impuestas (judío, nazi, colaborador, apátrida) son completamente ajenas a la verdad del individuo, y cambian según convenga al sistema.

Verneuil logra una obra densa, dramática y profundamente simbólica, con una atmósfera opresiva que refuerza el mensaje sobre la deshumanización del hombre moderno.

Constantin Virgil Gheorghiu (1916–1992). Nació en Războieni, Rumanía. Estudió filosofía y teología en Bucarest y más tarde en Alemania. Emigró a Francia tras la Segunda Guerra Mundial, tras ser perseguido por el nuevo régimen comunista rumano. Además de escritor, fue diplomático y sacerdote ortodoxo. Sus obras reflejan una profunda preocupación por el destino del individuo frente a los totalitarismos y una crítica lúcida a la burocracia deshumanizadora. Obras destacadas: La hora 25, La segunda oportunidad, y El joven sacerdote.

Henri Verneuil (1920–2002), nacido como Ashot Malakian en Turquía, de familia armenia, emigró a Francia en su infancia. Fue guionista y director de cine con una sólida trayectoria en el cine francés. Su estilo, aunque versátil, destacó por adaptar obras literarias con profundidad social y política. Fue uno de los directores que mejor retrató los dilemas del siglo XX, con una estética sobria y eficaz. Otras películas: Z, El clan de los sicilianos, e I como Ícaro.

La elegancia de la decepción: Sándor Márai y el corazón húngaro

Proseguimos con literatura de hace casi un siglo, con metáforas de caídas de imperio como el austrohúngaro. Recuperando escritores de talla universal, como Irène Némirovsky (ver en posts recientes). En este caso, con la obra La herencia de Eszter de Sándor Márai. Un relato de memoria, deseo y renuncia en el corazón de Hungría.

La herencia de Eszter (título original: Eszter hagyatéka), publicada en 1939, es una novela breve e intensa del escritor húngaro Sándor Márai. Narrada en primera persona, cuenta la historia de Eszter, una mujer madura y solitaria, que vive en una casa austera en una ciudad de provincias, junto a una criada leal y las sombras de un pasado no del todo resuelto.

Durante años, Eszter ha vivido en una especie de pausa vital, marcada por una profunda traición amorosa: Lajos, un hombre carismático, manipulador y mentiroso, le arrebató su juventud, su fortuna y parte de su familia. Ahora, después de décadas, Lajos anuncia su regreso. La novela se desarrolla en un solo día, cargado de tensión emocional, en el que Eszter debe enfrentarse al pasado, a sus sentimientos y a las preguntas nunca resueltas.

Es un relato sobre la memoria, la ilusión y el autoengaño, pero también sobre el poder del deseo, la dignidad y la elección del silencio. Lo que tememos no es al otro, sino a lo que aún queda de él en nosotros.” La historia no ofrece redención fácil: Eszter no se presenta como víctima inocente, sino como alguien que eligió ser engañada, y que sigue atrapada, no por Lajos, sino por su recuerdo.

Algunas citas destacadas de La herencia de Eszter: 

- “No es fácil renunciar, pero a veces es más fácil que vivir.
- “El amor es un deseo de sufrir con otro. Y, si no es eso, no es nada.
- “Una mentira dicha con convicción puede parecer verdad durante toda una vida.

Sándor Márai (1900–1989) fue un escritor, periodista y diarista húngaro, considerado uno de los grandes autores europeos del siglo XX. Nació en Kassa (entonces Hungría, hoy Eslovaquia), en una familia de clase media alemana. Cosmopolita y culto, vivió en Alemania, Francia e Italia antes de establecerse en Budapest, donde tuvo una importante carrera literaria en los años 30 y 40.

Tras la Segunda Guerra Mundial y la llegada del régimen comunista, abandonó Hungría en 1948 y se exilió en Europa y después en EE. UU., donde vivió hasta su muerte. Durante décadas fue olvidado en su país natal, y su obra quedó prácticamente silenciada. Solo tras la caída del Telón de Acero fue redescubierto y traducido al mundo entero.

Su estilo es introspectivo, elegante y profundamente psicológico. Entre sus obras más conocidas se encuentran El último encuentro, La mujer justa y DiariosEn la vida, el que espera, pierde. El que decide, gana. Pero el que renuncia… comprende.

Márai se suicidó en San Diego en 1989, solo unos meses antes de la caída del Muro de Berlín, sin saber que su obra sería redescubierta como una joya de la literatura europea del siglo XX.

Seguimos recomendando audiolibros como este podcast.

Irène Némirovsky: la voz trágicamente silenciada del siglo XX

Hoy hemos releído David Golder de Irène Némirovsky, una novela de codicia, fragilidad y redención en la Europa del derrumbe. Publicada en 1929, David Golder es la primera novela de éxito de Irène Némirovsky, y una obra breve pero profundamente incisiva que retrata la decadencia moral de un magnate financiero judío en el París de entreguerras.

David Golder es un empresario despiadado, millonario, solitario, y enfermo del corazón. Vive rodeado de lujo, pero atrapado en una red de relaciones vacías: una esposa frívola y ambiciosa, una hija caprichosa y cruel, y un mundo de apariencias donde el afecto está siempre subordinado al interés económico.

La novela con el apellido epónimo Golder es a la vez una crítica feroz del capitalismo, un retrato implacable de la hipocresía social y un drama íntimo sobre la soledad y la necesidad de redención. Golder, que ha pasado su vida acumulando riqueza, comienza a cuestionarse el sentido de su existencia cuando la muerte le pisa los talones. La historia avanza hacia un final devastador, tan humano como trágico. Se preguntaba: ¿Qué había hecho con su vida? Ganar dinero. Solo eso. ¿Y para qué?”.

Irène Némirovsky nació en Kiev en 1903, en el seno de una familia judía acomodada. Su infancia transcurrió entre Rusia y Francia, adonde se exilió con su familia tras la Revolución Rusa. Pronto se integró en los círculos intelectuales de París y empezó a publicar en francés con gran éxito en revistas y editoriales.

Su obra se caracteriza por una mirada lúcida y crítica sobre la burguesía, el antisemitismo, y la fragilidad de las relaciones humanas. Dominaba a la perfección el francés, y su estilo recuerda a autores como Maupassant o Tolstói. Además del francés, Irène Némirovsky aprendió inglés, polaco, ruso, euskera (véase sus etapas en el País Vasco francés), yiddish y finés.

Durante la ocupación nazi de Francia, a pesar de su conversión al catolicismo, fue arrestada por su origen judío. Murió en Auschwitz en 1942, a los 39 años. Su marido fue deportado poco después y también asesinado.

Décadas más tarde, el redescubrimiento póstumo de su obra Suite française en 2004 la consagró como una de las grandes voces literarias del siglo XX. Escribir es una manera de no morir del todo”, dejó escrito en su diario.

Algunas de las citas de esta obra sobre codicia y vacío: una joya olvidada de la literatura francesa moderna: 

- “Las personas no aman. Necesitan. Es diferente.”

- “Una hija no es un ser humano, es una deuda sin fin.”

- “Todo lo que había conquistado, lo había hecho solo. Y ahora, también solo, lo iba a perder.”

Audiolibros de "David Golder" y de "El malentendido".

Joan Didion: cómo escribir cuando todo se desmorona

Como prometimos recientemente hoy escribimos un homenaje a Joan Didion (1934–2021). Fue una de las grandes maestras de la prosa norteamericana del siglo XX y comienzos del XXI. Nacida en Sacramento, California, creció en un ambiente marcado por las tradiciones pioneras y la luz implacable del Oeste americano, un paisaje moral y físico que impregnó gran parte de su obra.

Precoz escritora desde los cinco años, fue Licenciada en la Universidad de California, Berkeley. Joan Didion comenzó su carrera como redactora en Vogue en los años sesenta. Fue allí donde perfeccionó un estilo único, preciso como un bisturí, capaz de diseccionar con fría lucidez las tensiones y fracturas de la cultura estadounidense.

Periodista, ensayista, novelista y memorialista, Didion destacó como figura señera del nuevo periodismo, ese movimiento que rompió las fronteras entre el reportaje, la crónica y la literatura. Su escritura combina una mirada casi clínica con una sensibilidad doliente, revelando las grietas bajo la superficie del sueño americano.

Joan Didion fue también testigo lúcida y desgarrada de la dimensión más íntima del dolor. En sus libros de memorias, abordó sin concesiones la experiencia del duelo, el amor conyugal y la fragilidad de la vida, conquistando a nuevas generaciones de lectores con su honestidad brutal y su belleza implacable. Falleció en 2021 en Nueva York, dejando una obra que sigue iluminando las sombras de nuestra época.

Las Principales obras de Joan Didion según formatos de periodismo, memoria y ficción.

✒️ Ensayo y crónica. 

  • Slouching Towards Bethlehem (1968). Una colección seminal del nuevo periodismo: retratos implacables de la contracultura californiana y el desmoronamiento de los valores tradicionales.
  • The White Album (1979). Ensayos emblemáticos sobre el caos de finales de los años 60 y 70 en EE. UU., desde los asesinatos de Manson hasta las grietas en la psique colectiva.
  • After Henry (1992). Una colección que confirma su mirada crítica y melancólica sobre la cultura y la política americanas.
  • Political Fictions (2001). Análisis agudo de la política estadounidense, desnudando sus ficciones y rituales vacíos.
  • South and West (2017, póstumo en parte). Fragmentos de cuadernos que revelan su investigación sobre el Sur profundo y la California rural.

✍️ Memorias.

  • The Year of Magical Thinking (2005). Ganadora del National Book Award. Un relato inolvidable sobre el duelo tras la muerte súbita de su esposo, el escritor John Gregory Dunne. Una exploración sobre el dolor, la memoria y la obstinación de la esperanza. 
  • Blue Nights (2011). Un texto aún más íntimo y desgarrador, centrado en la muerte de su hija adoptiva, Quintana Roo. Reflexión sobre la maternidad, la pérdida y la fragilidad de la propia vejez.

📖 Novela.

  • Run River (1963). Su debut novelístico: un oscuro retrato del legado familiar y la violencia soterrada en el valle de Sacramento. 
  • Play It As It Lays (1970). Considerada su obra maestra de ficción: el vacío moral de Hollywood, el nihilismo elegante de una actriz rota, y la belleza mortal del desierto californiano. 
  • A Book of Common Prayer (1977). Una novela política y existencial ambientada en un país ficticio de Centroamérica, con mujeres atrapadas en el caos.
  • Democracy (1984). Ambiciosa y elusiva, explora la política internacional y las intrigas personales en el Pacífico.
  • The Last Thing He Wanted (1996). Thriller político que anticipa con fría ironía el escándalo Irán-Contra.

Joan Didion no fue solo una gran cronista de su tiempo. Fue, ante todo, una exploradora de la incertidumbre, de la fragilidad humana ante la muerte, el amor, la política y el mito del progreso. Su estilo —económico, luminoso y devastador— transformó el periodismo y la narrativa contemporánea. Su obra sigue siendo un espejo incómodo pero necesario, que nos obliga a mirar de frente el coste de nuestras ficciones colectivas y personales. ‘El agua estaba quieta y no sabíamos nadar’: el legado de Joan Didion, anatomista del colapso”

Por qué amo mi rutina (y por qué tú también podrías)

Hoy queremos elogiar el valor y el arte de la rutina, y cómo los hábitos nos enseñan a vivir. Abrazar lo cotidiano no es cárcel, es el mejor taller de una vida plena y la óptima estructura secreta para la libertad. 

Hay días, sobre todo en un verano de AlicanTerapia (más posts), que parecen repetirse con un ritmo tan previsible que casi podríamos recitarlos de memoria: levantarse temprano, antes andar ahora nadar unos largos en la piscina, escribir unas páginas, conversar y aprender con amistades de todas las edades y disfrutar de la naturaleza y del entorno

Lejos de ser un signo de monotonía, la rutina es un espacio de cultivo. Como dijo Gustave Flaubert«Sé regular y ordenado en tu vida para ser vehemente y original en tu obra».

La rutina nos da la estructura sobre la que construimos. La piscina, por ejemplo, no es solo ejercicio: es una forma de meditación en movimiento. El agua obliga a un diálogo interior. Al nadar, uno se encuentra con su respiración, sus pensamientos, y el ritmo cadencioso calma la mente y abre espacio a la creatividad. He resuelto más problemas en el silencio líquido de una piscina que en muchas tormentas de ideas.

Luego está la escritura diaria. No siempre se escribe bien, algunos casi nunca lo hacemos, pero siempre se entrena la mirada. La costumbre de sentarse ante la página vacía enseña humildad: hay días fecundos y otros baldíos, pero la rutina hace el trabajo. La gran escritora Joan Didion, a la que pronto dedicaremos un post, apuntó: «Escribo para saber lo que pienso».

Por último, las conversaciones con vecinos y amigos, de aquí y de allá, de niños a abuelos. Algunos ven en ellas una distracción; para mí son parte esencial de la rutina. Son laboratorios de ideas, espacios donde uno se expone a lo que no sabe. Nada reemplaza una buena charla, con risas o con silencios compartidos, para sentir que la vida tiene textura.

La rutina no es prisión. Es un andamiaje. Gracias a ella podemos explorar lo incierto sin miedo de perdernos. O como decía Séneca«La vida sin un plan es errar al azar».

Así, cada día que parece igual es, en el fondo, diferente. Porque somos diferentes después de cada brazada, de cada frase escrita, de cada conversación. Y esa es la magia de la rutina bien elegida: nos mejora. Añade a la rutina diaria un poco de lectura, otra dosis de aprendizaje y un montón de amor. Así será más feliz.

Tan poca vida: la épica de la fragilidad humana

Tan poca vida de Hanya Yanagihara es una novela sigue la amistad de cuatro hombres —Jude St. Francis, Willem, JB y Malcolm— que llegan a Nueva York tras graduarse. A lo largo de varias décadas, sus vidas se entrelazan con éxitos profesionales, vínculos afectivos profundos y convulsiones internas.

Sin embargo, la historia se centra especialmente en Jude St. Francis, cuya infancia estuvo marcada por traumas extremos, incluidos abuso sexual, auto‑lesiones y enfermedades crónicas. A pesar de su brillante carrera como abogado, Jude arrastra un dolor profundo que se manifiesta en su modo de relacionarse y vivir.

Tan poca vida es una novela poderosa y profundamente emotiva que indaga en los límites del sufrimiento y la importancia del apoyo emocional. Ha dejado huella en muchos lectores, aunque puede no ser adecuada para todos debido a su contenido muy explícito y emocionalmente difícil.

La novela explora temas oscuros y universales como el sufrimiento humano, la empatía, el valor de la amistad, la culpa, la identidad y el precio emocional de la existencia. Está escrita con un estilo intenso, detallado y, por momentos, brutalmente honesto.

Las reacciones de los lectores están muy divididas, con críticas sobre su extensión

- “Es un buen libro, pero bastante crudo. Toca temas sensibles… te deja con una sensación de agobio.”  

- “No lo recomendaría a alguien con TEPT, autolesiones o abuso sexual… no es un libro para todos.” 

- “Le sobran unas 400 o 500 páginas, se vuelve intolerable tanta descripción del sufrimiento de Jude…” 


Hanya Yanagihara nació en 1974 en Los Ángeles y creció en Hawái. Estudió en Punahou School y obtuvo su título en Smith College en 1995. Trabajó como publicista y en editorial Condé Nast Traveler, y desde 2017 es directora de T, el suplemento de The New York Times. Su primera novela fue The People in the Trees (2013), reconocida por la crítica. En marzo de 2015 publicó A Little Life (Tan poca vida), que fue finalista de varios premios prestigiosos —como el Man Booker Prize y el National Book Award— y ganó el Kirkus Prize de ficción.

Desde su lanzamiento, Tan poca vida ha vendido más de un millón y medio de ejemplares en inglés, generando debates polarizados: fue alabada por ser “emocionalmente devastadora” pero también criticada por su tono excesivamente doloroso. En 2022 publicó su tercera novela, To Paradise, ambientada en diferentes épocas en Washington Square.

Algunas Citas destacadas:

- “Él era el secreto de todos. El secreto más triste.”

- “No quiero saber cómo soy. No quiero conocerme.”

- “El problema no es que me odie. El problema es que me odio de una forma que no puedes imaginar.”

- “Para eso están los amigos, pensaba: para sostenerte cuando no puedes sostenerte solo.”

- “Todo en su vida se reducía a este miedo: que el amor no fuera suficiente.”

- “Podía soportar casi cualquier cosa, salvo la bondad.”

- “Él no creía en la felicidad. Solo en la resistencia.”

- “Era su mejor amigo, su única familia. Su hogar.”

- “Había aprendido que la esperanza era un crimen por el que siempre pagabas.”

¿Puede aún la educación salvarnos del fascismo?

Vivimos un momento histórico inquietante. Por todo el mundo surgen movimientos ultranacionalistas y autoritarios que, sin remedar del todo los uniformes del siglo XX, retoman su retórica: odio al diferente, desprecio por el pluralismo, culto al líder mesiánico y autócrata. A este resurgir del fascismo —llamémoslo “neofascismo o tecnofeudalismo” — se le suma hoy un aliado inesperado y poderoso, la tecnología.

Las redes sociales se han convertido en cámaras de eco que refuerzan prejuicios y polarizan a la sociedad. Algoritmos opacos privilegian el contenido más emocional y divisivo. Herramientas de microtargeting permiten manipular a votantes con una precisión nunca vista, como reveló el escándalo de Cambridge Analytica. Y la desinformación, desde memes hasta deepfakes, erosiona la confianza en la idea misma de verdad.

Frente a este panorama, la pregunta es tan urgente como incómoda: ¿Está la educación a tiempo de evitar que nuestra democracia se hunda en un futuro despótico? Creo que la respuesta es sí, pero con condiciones.

Porque la educación sigue siendo, pese a todo, la mejor herramienta para combatir el dogmatismo y la manipulación. Puede (y debe) cultivar el pensamiento crítico, la alfabetización mediática, la empatía y el compromiso cívico. Pero la escuela actual a menudo se muestra rezagada: curricula rígidos, falta de formación docente en competencias digitales, poca discusión sobre ética tecnológica o historia del fascismo.

El filósofo Jason Stanley advierte en How Fascism Works (2018) que las democracias no se destruyen de la noche a la mañana, sino mediante la normalización del odio y el desprecio por la verdad. La educación puede detener este proceso, pero solamente si se transforma para estar a la altura del reto.

Hoy necesitamos enseñar a detectar falacias y narrativas manipuladoras con el mismo empeño con que enseñamos álgebra o gramática. Debemos formar a los estudiantes para que cuestionen el poder y se enfrenten a la desinformación con criterio y evidencia. Necesitamos docentes preparados para discutir de forma abierta y honesta temas difíciles, desde la historia de los totalitarismos hasta la ética de los algoritmos.

Pero no basta con reformar los contenidos: hace falta también un cambio en la forma de enseñar. Promover el debate, el trabajo colaborativo, el respeto por la diversidad de opiniones. Crear espacios donde el error sea parte del aprendizaje y no un estigma. En definitiva, construir ciudadanía democrática desde la escuela.

No es una tarea sencilla ni rápida. Pero hay ejemplos esperanzadores: Finlandia ha incorporado la alfabetización mediática contra la desinformación en todas sus etapas educativas. Organismos como la UNESCO o el Consejo de Europa han propuesto marcos de competencias cívicas para reforzar la resiliencia democrática.

Claro está, no podemos cargar todo el peso de la solución únicamente en la escuela. El periodismo también necesita mucha innovación para cumplir su función. Hace falta también una regulación democrática de las plataformas tecnológicas, que hoy operan con una lógica puramente comercial, premiando el contenido polarizante porque genera más clics. Hace falta una alianza entre estados, educadores y sociedad civil para construir un ecosistema informativo más sano.

Porque la amenaza de un nuevo fascismo no se presenta con botas militares, sino con memes virales, discursos seductores y una retórica de odio cuidadosamente optimizada para captar nuestra atención. La educación está, todavía, a tiempo de evitarlo. Pero el reloj avanza. Y el tiempo, ahora, cuenta.

Ojalá, al menos, nos asegurásemos que nuestros jóvenes al leído 1984 de Orwell,...
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