El voto es una propiedad privada de cada ciudadano mayor de edad. No hay votos de un partido, sólo votos concedidos en cada convocatoria electoral a los partidos presentados. Convendría que los políticos, y los medios de comunicación, no reiterasen expresiones como “votos prestados” de tal coalición a otra, porque no existe tal realidad. Cada voto es propiedad individual de la ciudadanía, que deposita su confianza a plazo fijado, en cada oportunidad y para el mandato en cuestión (municipal, foral, autonómico,…), sin ningún otro compromiso ulterior. Más impropio aún resulta interpretar el voto nulo, el voto en blanco o incluso la abstención en términos de pertenencia a un partido concreto, aunque concurran circunstancias anómalas como la ilegalización de determinadas plataformas electorales.
Rechacemos los inexactos enunciados habituales como “los votos de tal partido”, y adoptemos las fórmulas correctas como “los votos obtenidos, o recogidos,…”. Recordemos que el sujeto del verbo votar es la ciudadanía y los partidos son únicamente su complemento directo o indirecto.
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