Nos alertan los expertos de los servicios secretos norteamericanos sobre la creciente “sofisticación” de los ataques con burros-artilleros. Con referencia a los cohetes trasportados por cuadrúpedos, el general Dempsey insistió en que quienes lanzan estos arcaicos cohetes katiuska “no tienen ni idea de la dirección que toman”. ¡Qué atraso militar sin aprender de los “asesinatos selectivos con daños colaterales”, o de la “guerra preventiva” con “armas inteligentes”
Los objetivos tal vez fueran “militarmente insignificantes”, dijo el portavoz de la “Coalición” (no se sabe si de petroleras o de ejércitos), añadiendo “sin embargo, tienen un gran valor simbólico”. Los periódicos occidentales destacan la insolencia de un borrico atacando las esencias del ejército más poderoso del planeta, titulando literalmente: “Los burros bomba de la resistencia iraquí siembran el terror en Bagdad” o “El impacto moral y propagandístico de la operación asno-artillero es incalculable. Todavía no se puede medir”. Cualquiera diría que este esquelético burrito, cuya foto ha dado la vuelta al mundo con las crines chamuscadas y ennegrecidas, ha eclipsado al "Enola Gay", cuyo piloto Paul Tibbetts describió a Hiroshima tras lanzar la primera bomba atómica como “un mar negro y ondulante de brea derretida”.
Las bombas siempre son odiosas, porque sólo matan y destruyen. Que vayan adosadas a hombres, pollinos, bicicletas o helicópteros poco importa. Que lleven insignias americanas o caseras nada afecta. Las armas sólo aniquilan personas y bienes, si bien resulta penoso que la nacionalidad de las víctimas sea la que marque el valor de las noticias. La destrucción de una cristalera de un hotel con un solo herido (un norteamericano de la compañía petrolera Halliburton) es más relevante por el susto de los periodistas, que la muerte lenta un pueblo arruinado por la destrucción de sus infraestructuras básicas, que ha sufrido entre 22.000 y 55.000 muertos entre civiles y militares.
Sinceramente muchos creemos que, siendo muy preocupantes los burros lanzamisiles, quizá debieran serlo más los misiles lanzaburros: Esto es, que la industria armamentística financie a candidatos memos que les recompensan con guerras de alto consumo en bombas. Un país islámico como Irak o Afganistán quizá se “ocupe” en un tiempo récord, pero como toda invasión produce más víctimas y más dolor, dejando mucho perdido y mucho “ganado”.
Los objetivos tal vez fueran “militarmente insignificantes”, dijo el portavoz de la “Coalición” (no se sabe si de petroleras o de ejércitos), añadiendo “sin embargo, tienen un gran valor simbólico”. Los periódicos occidentales destacan la insolencia de un borrico atacando las esencias del ejército más poderoso del planeta, titulando literalmente: “Los burros bomba de la resistencia iraquí siembran el terror en Bagdad” o “El impacto moral y propagandístico de la operación asno-artillero es incalculable. Todavía no se puede medir”. Cualquiera diría que este esquelético burrito, cuya foto ha dado la vuelta al mundo con las crines chamuscadas y ennegrecidas, ha eclipsado al "Enola Gay", cuyo piloto Paul Tibbetts describió a Hiroshima tras lanzar la primera bomba atómica como “un mar negro y ondulante de brea derretida”.
Las bombas siempre son odiosas, porque sólo matan y destruyen. Que vayan adosadas a hombres, pollinos, bicicletas o helicópteros poco importa. Que lleven insignias americanas o caseras nada afecta. Las armas sólo aniquilan personas y bienes, si bien resulta penoso que la nacionalidad de las víctimas sea la que marque el valor de las noticias. La destrucción de una cristalera de un hotel con un solo herido (un norteamericano de la compañía petrolera Halliburton) es más relevante por el susto de los periodistas, que la muerte lenta un pueblo arruinado por la destrucción de sus infraestructuras básicas, que ha sufrido entre 22.000 y 55.000 muertos entre civiles y militares.
Sinceramente muchos creemos que, siendo muy preocupantes los burros lanzamisiles, quizá debieran serlo más los misiles lanzaburros: Esto es, que la industria armamentística financie a candidatos memos que les recompensan con guerras de alto consumo en bombas. Un país islámico como Irak o Afganistán quizá se “ocupe” en un tiempo récord, pero como toda invasión produce más víctimas y más dolor, dejando mucho perdido y mucho “ganado”.
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