Narra Truman Capote, en su cuento A diamond guitar, que el recluso más poderoso de toda la cárcel era aquél que sabía leer y escribir. A él acudía el resto de los internos para que les descifrara unos signos que venían de lejos en sobre franqueado. Él inventaba buenas noticias y callaba las malas para mantener viva la esperanza. A cambio, el resto le rendían tributo en forma de respeto, cigarrillos o chocolatinas. Bien pudiera ser una alegoría de la situación del analfabetismo global.
(Recogido de Nuevos analfabetos, cuyo autor es Cristóbal Sánchez Blesa)
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