Miedos, relinchos, mascarillas y pan negro, de Endika Basaguren Ansoleaga en RKE de Getxo. Una exposición itinerante que ha llegado a Getxo y permanecerá entre los días del 4 al 30 de marzo de 2022. El punto de partida de la idea que presenta esta muestra se ubica en la situación vivida en España en tiempos de postguerra, tras la Guerra Civil. Este artista, Endika Basaguren (Bilbao, 1978), cuyo trabajo se desarrolla en las áreas del dibujo, la instalación, fotografía y performance. Cursó sus estudios por la Universidad de Bellas Artes del País Vasco UPV/EHU.
En su trayectoria como artista, ha participado en la Feria de Arte Getxoarte en sus ediciones 2001, 2004, 2006 y 2008 en Getxo, Feria de Arte Faim edición 2010 en Madrid y la Feria de Arte de Frankfurt edición 2005 en Alemania. Ha realizado exposiciones a nivel nacional desde 1999 hasta la actualidad, tanto individuales como colectivas. Sus obras han sido divulgadas en exposiciones internacionales en Italia, Londres, Holanda, Francia, Alemania, EE.UU. y Emiratos Árabes Unidos. Actualmente, obras suyas se encuentran en entidades tales como el Museo de Las Américas de Miami (EE.UU.), en el Centro de Arte Moderno 2 de Mayo en Móstoles (Madrid) y El Palacio de la Lila en Oviedo (Asturias).
El autor recuerda cómo en esa etapa de la historia la generación de sus abuelos pasó hambre, escasez y miedos, y muchos ciudadanos se vieron obligados a cambiar monedas o joyas de oro por un chusco de pan negro. Situaciones límite que obligaron a otros a acudir a los cuarteles a pedir las sobras o a muchas mujeres a prostituirse por un poco de comida. La forma en la que estos hombres y mujeres tuvieron de enfrentarse a sus miedos, esas escenas llegadas desde su infancia que hasta hace tan solo unos meses le resultaban “heroicas e incomprensibles” se le hacen a Endika Basaguren con la situación actual “más cercanas” y le recuerdan “que hay una luz al final del túnel”. Y este precisamente es el sentimiento que quiere transmitir con la obra ‘Miedos, relinchos, mascarillas y pan’.
El proyecto está compuesto por diferentes piezas que conforman una única instalación. El uso de pintura, piezas escultóricas, así como de diferentes video-performances presentadas en formato instalación, crean un dialogo entre los diferentes fragmentos que contribuye a una lectura global de la obra, casi en formato escenográfico, en el cual el espectador se sumerge. El objetivo de este conjunto de elementos es la creación de un ambiente en el que el espectador se sienta dentro de la propia obra. Para ello, Endika Basaguren prioriza el protagonismo de la atmósfera sobre el de la pieza individual, colocando incluso el sonido como coprotagonista de la muestra.
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