La humanidad, confinado por su perecedera naturaleza, erige templos y estatuas con la ilusión de crear algo inmortal. Olas, gaviotas, rascacielos,... todos seres efímeros.
¿Qué es lo más viejo que tienes?
Es una buena pregunta que leí por ahí (Vía, Fuente). Después de pensarlo un minuto, creo que lo más antiguo deben ser unos fósiles que guardo en alguna parte, pero no sé exactamente dónde (desventajas de una casa grande con hijos que lo han movido todo cuando eran pequeños).
Sí tengo localizada una geoda, que me regalaron hacia 1988 por dar una conferencia en la ETS de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos de la Universidad Politécnica de Madrid (lugar que me trae buenos recuerdos pues en ella superé mi primera oposición como profesor universitario en el año 1981, mientras se grababan en sus ceremoniosas aulas la serie televisiva de Ramón y Cajal).
Pensando en objetos hechos por la mano humana, lo más antiguo es un viejo diccionario sin tapas que recogí de casa de mi abuela paterna, que parece ser de abril de 1914. En su tabla de equivalencias monetarias, el dólar americano valía cinco pesetas...
Un lema del Padre Arrupe
Siempre me gustó la biografía de este vasco universal, que conocí pronto, por ser también alumno del mismo Colegio Calasancio de los Padres Escolapios de Bilbao. Dicen que las últimas palabras de este segundo fundador de la Compañía de Jesús, tras Ignacio de Loyola, fueron: "Por el presente Amén y por el futuro Aleluya". En alguna entrevista filmada explicó este mensaje: Amén, por asumir y aceptar el destino, y Aleluya porque alegra saber que desde el ahora podemos avanzar en el amor y en el servicio a los demás. No considero que ni siquiera haga falta ser creyente o religioso para entender la grandeza de esta divisa.
¿Qué tipo de blogger eres?
A mí me sale que soy de la clase Altruista Experto Sociable. Es el resultado de un breve cuestionario de sólo siete cuestiones. ¿Por qué no pruebas?
Personas antes que teléfonos
Lo había pensado muchas veces, y finalmente con la desenvoltura que otorga la edad, materialicé mi ansiado proyecto.
Es una experiencia que todos sufrimos en ocasiones, propias de los tiempos modernos. Pero, justamente la innovación, nos aporta una magnífica solución ante semejante agravio cotidiano. Esta vez se trataba de una consulta médica en Las Arenas, de ésas que duplican algunos especialistas de Bilbao y que únicamente abren dos tardes en Getxo. Habíamos ido Carmen y yo a recoger un justificante, pero en el despacho la cola era de varias personas. Y no avanzaba en absoluto, porque el teléfono sonaba continuamente pidiendo citas o preguntando sobre diversas cuestiones.
Después de media hora de espera, escuchamos la enésima llamada, a la que la enfermera con parsimonia contestó: “Para recoger eso, usted debe pasar por aquí”. Entonces, alargué la mano por encima del biombo que nos separaba al tiempo que contesté: “Eso es lo que estamos haciendo sin éxito, porque usted atienda antes a quienes llamamos que a quienes venimos en persona”. Un poco abochornados todos, apagué mi móvil, recogimos el recibo y nos fuimos. Detrás repicó de nuevo: Ring, ring...
Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2007/personas.DOC
Es una experiencia que todos sufrimos en ocasiones, propias de los tiempos modernos. Pero, justamente la innovación, nos aporta una magnífica solución ante semejante agravio cotidiano. Esta vez se trataba de una consulta médica en Las Arenas, de ésas que duplican algunos especialistas de Bilbao y que únicamente abren dos tardes en Getxo. Habíamos ido Carmen y yo a recoger un justificante, pero en el despacho la cola era de varias personas. Y no avanzaba en absoluto, porque el teléfono sonaba continuamente pidiendo citas o preguntando sobre diversas cuestiones.
Después de media hora de espera, escuchamos la enésima llamada, a la que la enfermera con parsimonia contestó: “Para recoger eso, usted debe pasar por aquí”. Entonces, alargué la mano por encima del biombo que nos separaba al tiempo que contesté: “Eso es lo que estamos haciendo sin éxito, porque usted atienda antes a quienes llamamos que a quienes venimos en persona”. Un poco abochornados todos, apagué mi móvil, recogimos el recibo y nos fuimos. Detrás repicó de nuevo: Ring, ring...
Versión para imprimir en: mikel.agirregabiria.net/2007/personas.DOC
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