Bésame, tonto votante

Un acrónimo en inglés aconseja claridad y sencillez, KISS (‘BESO’): Keep It Simple, Stupid! (‘¡Simplifícalo, estúpido!’).

Durante el diseño de UNIX (un sistema operativo para ordenadores), se instituyó la famosa doctrina KISS (“Mantenlo simple, atontado”), para sugerir que cuanto más sencilla sea la implementación de un programa, menor probabilidad habrá de que falle y más fácil será su mantenimiento posterior. Este acertado consejo de la programación, que apuesta por la simplificación, es aplicable igualmente en muchos otros ámbitos, desde la arquitectura funcional hasta el marketing comercial, o desde las técnicas de liderazgo hasta la gramática literaria…, al estilo del preciso y conciso Azorín porque Salman Rushdie diría que la complejidad de la narración incrementa su disfrute.

En software, y muy frecuentemente en otros aspectos de la vida cotidiana, el camino más corto, inteligible, seguro y práctico es el más simple. Pero lo sencillo exige mucho conocimiento, creatividad y dedicación. El ilustre caricaturista Al Hirschfeld decía "Cuando estoy apurado, hago un dibujo complicado. Cuando tengo tiempo, hago uno sencillo". La moraleja es que sencillo no significa fácil,... sino que la elegancia está en la simplicidad.

El problema es cuando la triunfante doctrina KISS, tautológica en informática, se aplica en ámbitos como los chabacanos programas de televisión, los desfasados currículos de educación o las propuestas políticas simplonas. Si con este eslogan se pretende reducir la complejidad hasta la caricatura que cualquier “torpe” pueda entender, seguramente el resultado será esperpéntico y destinado a aletargar a un público a quien se quiere mantener en la inopia.

Traspasar un “principio de mínima sorpresa” a un “elogio de la simpleza” resulta pésimo y contraproducente. Los intelectuales y los creadores de opinión deben adoptar un estilo amable, comprensible y accesible para todo el público, pero sin caer en el reduccionismo de obviar lo esencial para destacar lo superfluo.

La política, en numerosas ocasiones, es un modelo de mala aplicación de la divisa KISS. Los políticos deben efectúen un esfuerzo de inteligencia si pretenden que el electorado “les pese y, quizá luego, les bese”. En las campañas electorales debería superarse el habitual binomio BE-SO, compuesto por un BE-llo lema simplón, más un SO-porífero programa electoral absurdamente extenso y tedioso.

Por último, el segundo significado de KISS también debe matizarse en su aplicación externa a la informática. KISS indica igualmente `Keep it SECRET, stupid!' (Manténgalo SECRETO), para destacar una cualidad que ofrece confidencialidad y robustez a un código o contraseña. Pero en política, la ciudadanía merece conocer toda la verdad, sin abrumarla con detalles, y sin engañarla con falsedades, tergiversaciones u ocultaciones.

Billy Wilder dirigió en 1964 la película “Bésame, tonto”. Su título es una expresión cariñosa, no aplicable para recabar el voto ciego a un perspicaz electorado propio de una democracia asentada en una sociedad culta y libre. La confianza sólo la merecen los partidos políticos que se presentan con proyecto, compromiso, perspicacia, transparencia y autenticidad. La máquina del mundo quizá sea harto compleja, pero ello sólo demuestra el progreso de la civilización y la clarividencia de la ciudadanía.

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