Breve historia de una decisión perfecta.
Vivir es decidir constantemente lo que vamos a ser. Es en los momentos de resolución cuando se configura el destino propio. Muchos pequeños detalles determinan las grandes decisiones, porque toda determinación es el resultado de mil impresiones contradictorias. Cuando han pasado los años, todos sabemos que muchas de nuestras decisiones pudieron haber sido sólo parcialmente correctas o manifiestamente mejorables.
Después de treinta años, sigo pensando que tú fuiste mi mejor decisión. Cuando te vi por primera vez, supe que te quería, que me era imposible no amarte, y que únicamente podría vivir contigo o morir solo. Ni por un instante quise dejar escapar aquella oportunidad de enlazar nuestras vidas eternamente.
Desde el día que te conocí, soy feliz. Tú me enseñaste que sólo se vive de veras, cuando se funden dos vidas en una. Contigo las penas se dividen y las alegrías se multiplican. No sé adónde nos lleva el amor, pero contigo quiero ir en este sublime viaje de descubrimiento mutuo, el mejor que cualquier ser humano puede emprender. Juntos la vida se vuelve auténtica y hasta el mundo parece cálido.
Amor, tu sola presencia calma la incertidumbre de vivir en un planeta despiadado. El sol comenzó a brillar, cuando se reflejó en tus ojos. Desde que me besaste, el universo entero se estabilizó. De la mañana a la noche, de enero a diciembre, y para siempre, te amo. Amor, tú eres un largo adiós que espero nunca se acabe. No sé cómo contarlo, no sé cómo decirlo; sí sé cómo soñarlo, sí sé cómo sentirlo: contigo acerté.
0 comments:
Publicar un comentario