Apenas 55 días después de la declaración de independencia, el Gobierno Italiano envió fuerzas policiales para tomar el control de la isla. Meses después la destruyeron, el 11 de febrero de 1969, utilizando explosivos (la libre versión cinematográfica adopta otra forma dramatizada de destrucción más épica y con los protagonistas como defensores primero y luego como simples testigos).
El ingeniero boloñés Giorgio Rosa empezó en 1958 con la idea de montar una plataforma artificial en aguas abiertas e internacionales del agitado Mar Adriático, fuera de la jurisdicción territorial italiana (a más de las seis millas náuticas) y proclamar en ese lugar un estado independiente. Puso en marcha la insólita obra en 1965 y, tras varios intentos fallidos, concretó su sueño en mayo de 1968. Bautizó esa superficie de 400 metros cuadrados como Repubblica Esperantista dell'Isola delle Rose. Incluso era autosuficiente en agua potable, gracias a un pozo excavado a casi 300 metros de profundidad.
Film disponible en Netflix desde el 9-12-20. La increíble historia de la Isla de las Rosas 2020). Dirección: Sydney Sibilia. Guión: Francesca Manieri, Sydney Sibilia. Fotografíía: Valerio Azzali. Música: Michele Braga. Edición: Gianni Vezzosi. Elenco: Elio Germano, Matilda De Angelis, Leonardo Lidi, Tom Wlaschiha, Fabrizio Bentivoglio, Luca Zingaretti, Francois Cluzet. Duración: 117 minutos. Recomendable verla y estudiar qué sucedió realmente.
El gran mérito de esta película fue haber incorporado un episodio que resulta increíble por donde se lo mire en la más feliz tradición de la comedia a la italiana. Aquí el homenaje no se nota, porque surge de los pequeños grandes detalles de una historia extraordinaria (al plantearse como algo fuera de lo común) y no en ciertos aspectos convertidos muchas veces en centrales, como la vulgaridad y la exageración, cuando en realidad deberían funcionar siempre como accesorios.
Aquí, en cambio, todo está equilibrado y el resultado es divertidísimo. La risueña y sagaz observación de costumbres, la conciencia plena del tiempo en el que transcurre la acción, la trama romántica paralela llena de peripecias, el modo en el que siempre quedan descolocadas las autoridades y la presencia central de ese personaje clásico que mezcla audacia, desparpajo y toques genuinos de humanidad.
A todo eso se agrega, en la segunda parte, una formidable pintura satírica de la grotesca política italiana de aquellos años '60, digna de cualquier gran historia de comedia, en la que brillan Luca Zingaretti (el protagonista de la serie televisiva sobre el Comisario Montalbano) y el extraordinario Fabrizio Bentivoglio, interpretando a un ministro todoterreno.
Con esa combinación bien italiana que va del desconcierto a la ternura y de la osadía y al "¿qué me importa?" en todas sus formas, Elio Germano traza un retrato inolvidable de un hombre dispuesto a llevar su idea hasta las últimas consecuencias. Un gran ingeniero a falta de un tiempo histórico acorde a su talento y su creatividad.
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